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sábado, 4 de septiembre de 2010

chamanes y cientificos

Chamanes y científicos

En 1999 tres biólogos moleculares viajaron al Amazonas peruano para intentar obtener datos biomoleculares en sesiones organizadas por un chamán indígena. El antropólogo canadiense Jeremy Narby nos presenta los hechos.
Los tres biólogos moleculares no tenían ningún conocimiento previo sobre el chamanismo ayahuasca o el Amazonas, aunque estaban interesados en las medicinas alternativas tradicionales y el chamanismo en general. Sus edades estaban comprendidas entre los treinta y los sesenta años: el primero de ellos era una científica de una compañía norteamericana de genética, el segundo era un profesor de una universidad francesa e investigador en el Centre Nacional des Recherches Scientifiques (CNRS), y el tercero era una profesora de una universidad suiza y directora de un laboratorio de investigación.
Ninguno de los tres científicos hablaba castellano y el ayahuasquero indígena no hablaba ni inglés ni francés, así que yo les serví de intérprete. Lo primero que cabría destacar es que los científicos y el chamán mantuvieron largas conversaciones. El chamán había estudiado las plantas como ayahuasquero durante treinta y siete años, y durante varios días respondió a las preguntas de los biólogos. También realizo sesiones nocturnas con ayahuasca, en las que participaron los tres investigadores, quienes tuvieron numerosas visiones, como moléculas de ADN y cromosomas.
La bióloga norteamericana, que trabajaba habitualmente en el desciframiento del genoma humano, dijo que había visto un cromosoma desde la perspectiva de una proteína sobrevolando una larga hélice de ADN. Vio unas secuencias de ADN, conocidas como “islas CpG”, que le habían traído de cabeza en su trabajo, y que se hallan en mas de un 60 % de todos los genes humanos. Vio que poseían una estructura distinta a la del ADN circundante, y que esta estructura particular les permitía ser fácilmente accesibles y, de este modo, poder servir de “plataformas de aterrizaje” para las proteínas de trascripción, que se acoplan a las moléculas de ADN y realizan copias precisas de secuencias genéticas. Dijo que la idea según la cual la estructura de las islas CpG les permitiría actuar como plataformas de aterrizaje no se le había pasado nunca antes por la cabeza, y que la investigación genética podría verificar pronto esta hipótesis.
El profesor francés había estudiado el cordón espermático de los animales durante varios años, primero en lagartos y luego en ratones. Cuando un espermatozoide sale de los testículos y entra en el cordón espermático es aún incapaz de fertilizar un ovulo, puesto que solo pasa a ser fértil después de haber recorrido el cordón, donde actúan alrededor de 50 tipos diferentes de proteínas. Él y su equipo habían pasado años intentado averiguar que proteína hace fértil al espermatozoide, lo que podría tener implicaciones en el desarrollo de un anticonceptivo masculino. Así pues, en una de las sesiones con ayahuasca planteó tres preguntas. Primero: ¿hay una proteína en particular que haga fértiles a los espermatozoides? Segundo: ¿por qué no había sido posible encontrar la respuesta a esa pregunta después de años de investigaciones? Y tercero: ¿era el ratón el modelo apropiado para estudiar la fertilidad en el hombre? Las respuestas le llegaron a través de una voz que apareció en sus visiones. Como respuesta a la primera pregunta, la voz le dijo: “No, no es una proteína en particular. En este órgano no hay proteínas más importantes que otras, sino que las distintas proteínas deben interactuar conjuntamente para conseguir la fertilidad”. A la segunda pregunta respondió: “Ya contesté con la primera pregunta”. Y a la tercera pregunta dijo: “Esta pregunta no es suficientemente importante para que responda a ella. La respuesta puede encontrarse sin la ayuda de la ayahuasca. Intenta trabajar en otra dirección”.
La científica suiza quería preguntar sobre el carácter ético de la modificación del genoma de las plantas. De hecho quería saber si era correcto añadir genes a las plantas para hacerlas resistentes a las enfermedades. Da la casualidad de que el tabaco es una planta importante tanto para los investigadores genéticos como para los chamanes del Amazonas. Chamanes de numerosas tribus indígenas afirman hablar en sus visiones con la “madre del tabaco”, esto es la esencia de la planta. Así pues, la bióloga contó que en el transcurso de una sesión inducida por la ayahuasca hablo con una entidad, que mas tarde el chamán identificó como la madre del tabaco. Esta entidad le informó de que la función fundamental del tabaco es la de servir a todos los seres vivos. También le dijo que la manipulación del genoma del tabaco no era un problema por sí mismo mientras la planta pudiera desarrollar su función primordial en un entorno adecuado y mientras la planta estuviera de acuerdo con este entorno. La bióloga contó también que había visualizado una planta resplandeciente que crecía en un desierto gracias a un gen suplementario que la hacía resistente a la sequía. Salió de esta experiencia habiendo comprendido que la manipulación genética debía evaluarse caso por caso, de tal modo que se tuviera en cuenta tanto la voluntad del científico como el modo en el que las plantas modificadas se emplearían en la sociedad.
Cuatro meses después de estas experiencias en el Amazonas me entrevisté con los tres científicos en sus correspondientes laboratorios. Los tres coincidieron en muchos aspectos: todos reconocieron que la experiencia con el chamanismo ayahuasca había cambiado el modo de verse a sí mismos y el mundo, así como su valoración del potencial de la mente humana. Todos mostraron un gran respeto por las habilidades y conocimientos del chamán, a través de los cuales habían obtenido informaciones y consejos sobre sus respectivos campos de investigación. Las dos mujeres atestiguaron haber contactado con “plantas maestras”, que percibieron como entidades autónomas. Ambas dijeron que el contacto con una planta maestra había modificado su modo de entender la realidad. El hombre, por su parte, dijo que todo cuanto vio y aprendió en sus visiones ya se encontraba de algún modo en su mente, y que la ayahuasca le había ayudado a ver en el interior de su mente y a reunir ciertas ideas. No creía haber contactado con una inteligencia independiente, pero pensaba que la ayahuasca era una poderosa herramienta para explorar la mente.
Los datos científicos y las imágenes a las que tuvieron acceso los tres biólogos en las visiones producidas por la ayahuasca estaban relacionadas, sin duda alguna, con los datos e imágenes que ya tenían en sus mentes. No tuvieron ninguna revelación extraordinaria. “La ayahuasca no constituye un atajo hacia el premio Nóbel”, puntualizó el profesor francés. Los tres dijeron que el chamanismo ayahuasca era un camino de conocimiento mas duro que la ciencia y, en tanto que científicos, habían encontrado dificultades particulares para entenderlo. Así, por ejemplo, obtener conocimiento de una experiencia con ayahuasca conlleva una experiencia altamente emocional y subjetiva que no puede reproducirse. En efecto, uno no puede tener la misma experiencia dos veces, ni tampoco otra persona puede tener la misma experiencia que uno mismo. Este hecho se opone casi por completo al método fundamental de la ciencia experimental, que consiste en concebir experimentos objetivos que puedan repetirse por cualquiera, en cualquier lugar y en cualquier momento.
Los científicos afirmaron que era necesario realizar más investigaciones y que ello requeriría preparar preguntas con detenimiento y trabajar con chamanes cualificados en circunstancies bien definidas. En la actualidad los tres están planeando regresar al Amazonas para continuar trabajando en esta dirección.
Este experimento preliminar fue realizado a lo largo de dos semanas. A continuación visitaron una escuela bilingüe e intercultural en el Amazonas peruano, donde jóvenes chicas y chicos de catorce tribus indígenas distintas aprenden a enseñar el conocimiento indígena y la ciencia, en su lengua materna y en castellano. Hay indios aguarunas, shipibos, huitotos y ashanincas, entre otros. El objetivo de esta escuela consiste en formar a los profesores de las escuelas primarias indígenas, por lo que cada tribu ha escogido a un anciano “experto indígena” para trabajar en la escuela como garante y profesor de su conocimiento, lengua y costumbres.
Los científicos se reunieron con el director de la escuela y los ancianos expertos indígenas. Les hablaron positivamente de su reciente experiencia con un chaman indígena, pero algunos de los ancianos les advirtieron sobre los posibles abusos que se pueden cometer con la ayahuasca. Les contaron que los hechiceros utilizan la ayahuasca y lanzan dardos a la gente para dañarles. Les dijeron que la ayahuasca posee un doble filo. Uno de ellos dijo: “La planta puede enseñarte cosas que te hagan daño”. Todos ellos subrayaron que el uso de la ayahuasca requiere la presencia de un ayahuasquero bien formado y talentoso.
Los ancianos preguntaron a los científicos sobre la ciencia: ¿Cuál era su naturaleza? ¿En qué se centraba? Uno de los científicos contestó que la ciencia está fragmentada en muchas disciplinas distintas y que se practicaba en muchos países. Continuó diciendo que pensaba que era muy importante que los jóvenes indígenas estudiaran la ciencia, porque esta es, de hecho, la forma de conocimiento predominante en todo el mundo. Un anciano le respondió que le parecía correcto, pero que también creía que los científicos debían considerar la idea de enviar a sus propios hijos al Amazonas para estudiar el conocimiento indígena. De este modo, dijo, ellos también contarían con una educación completa.
Cuando todo el mundo hubo intervenido, el director aguaruna de la escuela nos agradeció la visita y dijo: “Aquí en el Amazonas, en numerosas ocasiones otros han venido a llevarse nuestro conocimiento, pero nunca hemos recibido ningún beneficio por ello. Ahora nosotros también queremos obtener algún provecho”. Dijo que antes de proseguir con cualquier investigación debería acordarse una retribución por el conocimiento indígena ofrecido.
Este experimento pareció indicar que los científicos pueden aprender en gran medida trabajando con los chamanes indígenas del Amazonas y, aunque algunos observadores han sugerido que el chamanismo según su definición clásica se acerca a su fin, reunir a chamanes y científicos parece más bien un comienzo.

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