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sábado, 27 de noviembre de 2010

La mujer erudita y musulmana mexicana ejemplo a seguir

El Islam:
La Fuerza de la Mujer
por
'Aisha Bweley

La Mujer Erudita
Aisha, la mujer del Profeta, dijo, «¡Qué espléndidas son las mujeres de los Ansar! Su modestia no les ha impedido dominar el conocimiento del Din».
No hay duda de que el Islam hace hincapié en la importancia del conocimiento. Es célebre el dicho del Profeta, que Allah lo bendiga y le dé paz, «buscad el conocimiento, hasta en China». El Corán también nos manda buscar el conocimiento. Allah dice: « Y di: ¡Señor!, Concédeme más conocimiento» (20:114)
A lo largo del Corán se expresa la importancia del conocimiento y sus consecuencias: «pero sólo los que saben las comprenden», (29:43) y «Y dirán, “Si hubiéramos escuchado o hubiéramos tenido juicio, no estaríamos entre la gente del Sair”» (67:10)
La lista de aleyas sobre esta cuestión es interminable. Sin conocimiento no tendrás temor de Allah y no lo entenderás, y por lo tanto, es probable que termines en el Fuego. Aquellos con conocimiento, como dijo el Mensajero de Allah, «son los herederos de los Profetas». Dijo también: «La sabiduría añade honor al noble y eleva al esclavo haciéndolo ascender al grado de los reyes», y además, «Un sólo faquih es más temible para shaytan que mil devotos». Porque el poseedor de conocimiento es capaz de distinguir entre halal y haram, de ver los peligros y maniobras de shaytán y, por tanto, evitar las trampas que éste pone.
El mandato de buscar el conocimiento está dirigido tanto a los hombres como a las mujeres.
Aisha destacó por su gran sabiduría acerca del Din. El Profeta, que Allah lo bendiga y le dé paz, dijo a sus Compañeros:«Tomad la mitad de vuestro Din de Humayra’ (Aisha)». Las informaciones que tenemos de los Compañeros dan fe del enorme saber que poseía.
«Cada vez que nosotros, los Compañeros del Profeta, encontrábamos cualquier dificultad ante un hadiz nos dirigíamos a Aisha, quien a través de su explicación nos mostraba que lo conocía al detalle», dijo Abu Musa al-Ash’ari.
«Nunca vi a nadie más sabio que Aisha en el aprendizaje del Corán, asuntos hereditarios, legitimidad e ilegitimidad, poesía y literatura, historia árabe y genealogía», afirmó Urwa Ubn az-Zubayr.
Ibn al-Jawzi hizo mención en «La Crema de la Crema» de Hisham ibn ‘Urwa que ‘Urwa dijo a Aisha:
«¡Umm! No me sorprende que sepas de poesía, ya que eres la hija de Abu Bakr, el más versado (en poesía), pero me maravillo ante tu dominio de la medicina». Ella le dio una palmada en la espalda y le dijo: «El Mensajero de Allah, que Allah lo bendiga y le dé paz, estaba enfermo y no cesaban de venir delegaciones de árabes de todos los lados. Le recetaban remedios para su enfermedad y yo lo trataba. De ahí proviene mi conocimiento».
«Aisha se encargaba de proclamar fatwas (dar consejo legal) durante los califatos de Abu Bakr, de Umar, Uzman y demás hasta su muerte».
Abu ‘Abdullah al-Ghafiqi dice en su libro «La sombra de la nube» a propósito de Aisha: «En ella se reunían la mayor parte de las transmisiones y el fiqh más completo de entre aquellos que daban fatwa. Acudían a ella personas, desde las tierras más recónditas por su conocimiento de la Sunna y de aquello que es obligatorio. Recitaba la poesía de los árabes con gran pureza. Era asombrosa en el tafsir (comentarios sobre el Corán), elocuencia y poseía un amplio saber de medicina». Trasmitió su conocimiento a por lo menos 77 hombres y 8 mujeres, de los cuales 14 (11 hombres y 3 mujeres) eran sus parientes.
En «Comentario del Camino de Muhammad» an Nabulisi escribe lo siguiente: «Nada puede decirse de una mujer que se implique en cualquier aspecto de la búsqueda de conocimiento y en su enseñanza. Aisha solía estudiar las ciencias y aclaraba temas oscuros a hombres excepcionales. También corregía a un grupo de Compañeros en numerosos hadices. El grupo estaba compuesto por ‘Umar y su hijo, Abu Hurayra, Ibn ‘Abbas, ‘Uzman ibn ‘Affan, ‘Ah ibn Abi Tahib, Ibn azZubayr, Zayd, Abu’d-Darda’, Abu Sa’id, al-Bara’, Fatima bint Qays entre otros».
«Jamás he encontrado a nadie con tanto saber sobre lo que es halal y sobre lo que es haram, cultura general, poesía y medicina como Aisha» dijo ‘Urwa. «He visto a los Compañeros consultar a Aisha sobre problemas hereditarios» (Al-Hakim), dijo Masruq.
Esto no sólo ocurría con Aisha. También era el caso del resto de las mujeres del Profeta y las Compañeras, como Umm Sulaym, Umm ad-Darda’, Fatima bint Qays al-’Adawiyya, y otras mujeres que vinieron después. Tanto estas mujeres, como los hombres solían enseñar a la gente. Este hecho se confirma en los libros de Hadiz, de historia y en las colecciones biográficas (Tabaqat).
El Profeta deseaba ver a las mujeres tan bien educadas como a los hombres en el Islam. El siguiente ejemplo es una muestra de que las mujeres pueden recibir enseñanza de los hombres: el Profeta mandó a ‘Umar ibn al-Khattab para que informara a las mujeres del Ansar sobre las bases de Islam. En Kitab at Tabaqat al-Kabir de Ibn Sa’d, Umm ‘Atiyya relata, que cuando el Mensajero de Allah llegó a Medina ordenó a las mujeres del Ansar que se reunieran en una casa; a continuación envió a Umar ibn al-Khattab para que les trasmitiera las enseñanzas del Islam.
La colección de hadices de Al-Bujan incluye un capítulo dedicado al Iman, que advertía y enseñaba a las mujeres. En él menciona a Ibn ‘Abbas cuando narra que el Profeta salió con Bilal. «El Profeta pensó que no le habían oído bien, así que dio unos consejos a las mujeres». Ad-Dimamini afirmó que «ésta es la razón de la presencia de las mujeres en las reuniones y asambleas, a condición de que estén libres de la tentación».
Ahora mencionaremos brevemente a algunas mujeres que destacaron en este campo:
Asma bint Abu Bakr, la hermana de Aisha
Según el Isaba, Umar solía preguntar a Asma bint Abu Bakr sobre la interpretación de sueños, ya que ella enseñaba acerca de éste y otros asuntos. Al-Qastahlani (1:295) dice lo siguiente con respecto a Asma’, en su capítulo sobre la limpieza de sangre del Sahih: «conocía la ciencia de la interpretación de sueños. Ibn Sirin la aprendió de Ibn al-Musayyab, éste la aprendió de Asma’, que a su vez la había aprendido de su padre». En esta cadena de transmisión, vemos que Ibn al Musayyab recibió la enseñanza de Asma’.

Umm ad-darda’
Al-Qastallani también mencionó que Awn ibn Abdullah dijo: «Umm ad-Darda’ estaba con nosotros un día y relatamos un hadiz en su presencia. Después le preguntamos si la habíamos aburrido y ella contestó:
«No me habéis aburrido. Vine en busca de adoración a Medina y no he encontrado nada más agradable para mí que el recuerdo mutuo del conocimiento» o dijo «el recordarse mutuamente elfiqh».
Numerosas mujeres destacaron en ello desde el comienzo. Tomemos el caso de esta mujer: «Ibn ‘Abdu’l-Barr mencionó que Umar ibn al-Khattab ordenó: «No permitáis que la dote de las mujeres supere las cuarenta awqiya, aunque sea la hija de alguien con parientes paternos, es decir, Zayd ibn al-husayn alHarithi. Si superase esta cantidad, entregaré el excedente al tesoro público». Una mujer alta y de nariz ancha se levantó desde el grupo de las mujeres y le dijo: «No es así», «¿Por qué?» dijo él, «porque Allah dice “una vez que le hayas entregado una gran dote, no cojas nada de la misma”». (4:20). A lo que Umar respondió: «La mujer tiene razón y el hombre no».
En la siguiente generación también encontraremos a mujeres excepcionales: Amra bmt Abdu’r-Rahman: Cercana a Aisha, solía dar su opinión sobre aspectos legales a la generación que siguió a la de los Compañeros. Fue la experta más destacada sobre las transmisiones de Aisha. Su opinión anulaba las de otras autoridades. Ibn Sa’d se refiere a ella como una alima o erudita. En el «Muwatta» de Imam Mahik, se la considera como la autoridad principal en tres asuntos legales: la prohibición de desenterrar tumbas, la prohibición de vender fruta no madura, y el efecto de las malas cosechas en la venta de productos agrícolas. En una ocasión, revocó la decisión de su sobrino que había ordenado cortar la mano de un hombre acusado de robar anillos de hierro. Esto nos muestra que su opinión y autoridad eran aceptadas en asuntos que iban desde los negocios hasta los castigos, hudud. Mahik la toma como su precedente legal, que le aclara detalles sobre el hayy. A través de estos ejemplos vemos un saber que se extendía a todos los campos del fiqh.Umm Waraqa: Recitaba el Corán y se piensa que ayudó a ‘Umar a reunir todos los textos que componen el Corán.Hafsa bint Sirin: Hermana del famoso Tabi’, Muhammad ibn Sirin. A los doce años había memorizado el Corán y sus conocimientos eran tales que su hermano, le preguntaba cómo leer sus partes difíciles u oscuras. Cada noche leía la mitad del Corán; oraba y ayunaba constantemente. Era considerada más inteligente que sus contemporáneos, al-Hasan al-Basri y su hermano Ibn Sirin. Murió después de 100/718, cuando tenía 70 o 90 años. Se la recuerda como tradicionalista, jurista y sufí.
Antes de seguir con un análisis más en detalle sobre la transmisión del conocimiento, mencionaremos a algunas mujeres excepcionales y sabias que destacaron por su papel en la transmisión de este. Transmisión que ha perdurado a lo largo de los siglos. En general, en el mundo musulmán al principio de la Edad Media no existía prohibición alguna para que las mujeres estudiaran, sino al contrario, el Islam animaba a ello. Como consecuencia, muchas mujeres se dieron a conocer como estudiosas religiosas, escritoras, poetas, doctoras y profesoras por derecho propioNafisa bint al-Hasan (208/824): Descendiente de ‘Ah; su autoridad en la ciencia del Hadiz fue tal que, Imam ash-Shafi’i, cuando estaba en la cúspide de su fama en Egipto, se sentó en su círculo en al-Fustat. Imam ash-Shafi’í dejó escrito en su testamento que pararan su féretro delante de su casa, de camino hacia el cementerio.Karima bmt Ahmad al-Marwaziyya: Vivió cien años y murió en La Meca a mediados del siglo V o VI. Era la autoridad principal sobre los escritos de al Bujari debido a la excelencia de sus fuentes.Shuhda bint Abi Nasr Ahmad al-Iban (574/1178): Estuvo considerada como una de las grandes eruditas de su época. Conocida como al-Katiba (la escritora) y Fakhr an-Nisa’ (Gloria de las Mujeres), enseñaba los textos de al-Bujari y otros más, a un gran número de estudiantes. Daba conferencias públicas en una de las principales mezquitas de Bagdad sobre temas diversos.
Zaynab bint ash-Sha’ri (615/1218): Solía reunirse y recibir iyazas de varios estudiosos. Ibn Khahlikan recibió un iyaza de ella.
‘A’isha bint Muhammad ibn ‘Abdu’l-Hadi: No había muchos hombres que igualaran su posición en la transmisión del hadiz. Nació en Damasco a principios del siglo VIII/XIV y a los 4 años se la llevó ante Abu’l Abbas Ahmad ibn al-Hajjar, un destacado muhaddiz o erudito en el Hadiz. Aprendió de él dos pequeñas recopilaciones. Más tarde estudió la recopilación Sahih de Mushim con ‘Abdullah ibn Hasan y otros, y la Sira de Ibn Hisham. Reunió iyazas de distintos eruditos en Aleppo, Hama, Nablus y Heron, y se convirtió en una persona buscada por los sabios que viajaban. Fue maestra de Ibn Rajar. El historiador Ibn al-‘Imad la llamó la «muhaddiza de Damasco» y afirmó que su transmisión era la más fiable de su tiempo.
Hubo otras mujeres que también adquirieron renombre en la transmisión del Hadiz, como Jadiya bint Ibrahim ibn Ishaq ad-Dimashqiya, que murió en 803/1400-140. A su muerte era la única autoridad para al-Qasim ibn ‘Asakir. También estaban Maryam bint
Ahmad (805/1402-3) y Fatima bint Khahil (838/1434), a ambas les compusieron mashyakas (lista de aquellas personas con autoridad para trasmitir un hadiz). Ibn Rajar tuvo entre sus maestros a Fátima. Vemos, por tanto, que las mujeres participaban activamente en la transmisión viva del conocimiento.Umm Ham Maryam (778-871/1376-1466): Su abuelo la llevó a escuchar al menos a diez profesores de La Meca y El Cairo y recibió iyazas de otros doce profesores. Memorizó el Corán y estudió los seis libros de la tradición casi en su totalidad, especialmente al-Bujari y una versión abreviada del fiqh. Tuvo cuatro hijos, y cada uno de ellos se especializó en una de las cuatro escuelas del fiqh. Se nombró a su segundo marido como administrador del waqf (fundación benéfica) de su abuelo. Cuando éste murió, Umm Ham heredó la responsabilidad de la administración y haciendo uso de ella adquirió una propiedad de gran extensión. Ante esta decisión, algunos miembros de su familia pusieron en duda la validez de su transacción así como su competencia para llevarla a cabo. Finalmente su acción fue justificada y se ratificó la capacidad de las mujeres para administrar grandes propiedades waqf.
Adh-Dhahabi refería de lo recogido a través de tres mujeres como mínimo y as-Safadi (764/1362) recibió iyazas de al menos ocho mujeres. Ibn Rajar tuvo cincuenta y dos profesoras y menciono a doce que eran musnida (transmisoras de una colección de tradiciones). Entre los 172 profesores de As-Subki (771/1370) diecinueve eran mujeres. Mientras que fueron treinta y tres las mujeres que formaban parte de las 130 fuentes del Hadiz de As-Suyuti.
Era en el campo del Hadiz, que precisa una memorización muy rigurosa, donde más destacaban las mujeres. El fiqh, en cambio, centrado en el debate y la discusión sobre temas concretos de derecho, contaba con la participación de menor número de damas. No obstante, las mujeres también podían actuar como muftíes o faqihs. Durante el siglo IV / X, vemos en Bagdad a dos mujeres que pronunciaban fatwas: Umm ‘Isa bint Ibnahim ( 328/939) y Amat al-Wahid (377-987), hija del juez shafi’í Abu ‘Abdullah al-Husayn al Muhamihi.

Fátima de Samarcanda vivió en Aleppo en el siglo VI / XII y despuntó por su sabiduría en el fiqh;. Hacía correcciones en las sentencias que dictaba su marido.
En el siglo VII / XIII, destacaron por su conocimiento de la ley: una faqiha cuyo nombre era ‘Ayn ash Shams bint Mimad de Isfahan (610/1213) y una zahida dedicada al derecho llamada Umm alBaqaKhadija bint al-Hasan (631/1243).
Ibn Rajar sólo menciona a dos mujeres por su dominio del fiqh: Umm Zaynab Fatiina bint al-Abbas (?-714/1314) de Bagdad, poeta mística y predicadora que conocía la ley islámica a fondo, y Umm al-’Izz Nudar bint Mimad (702-730/1302-1329), otra predicadora, también alabada por Ibn Taymiyya por su entendimiento del fiqh.
As-Sakhawi nombra a numerosas mujeres estudiosas, entre las cuales cita a dos conocedoras del fiqh:
‘A’isha bint ‘Ali (761-840/1359-1436) (también llamada Umm ‘Abdullah, Umm al Fadl, y Sitt al‘Ayish), erudita hanbalí del Cairo. Recibió iyazas de varios maestros sirios y egipcios, leía el Corán y estudió caligrafía, historia, costumbres, poesía y derecho. Dos de sus estudiantes fueron Ibn Rajar al- ‘Asqalani y al-Maqrizi. Las fuentes recuerdan y subrayan su comprensión e inteligencia.
Durante el siglo X / XVI destacaron tres mujeres por su conocimiento del fiqh. Una de ellas recibió una tyaza que le permitía actuar como una faqiha. La sheija sufí de Damasco A’isha al-Ba ‘uuiyya bmt Yusuf (922/1516), autora de varios libros sobre tasawwuf; se trasladó a El Cairo donde solía enseñar y aconsejar sobre asuntos legales. También hay que mencionar a Jadiya bint Muhammad al-Bayluni ( 930/1523) que siguió, en Aleppo, la escuela hanafí (a pesar de que su padre y sus hermanos eran shafiíes). Lo que nos indica que su conocimiento no provenía de la familia.
Más tarde, en el siglo XII/XVIII, Zubayda bint As ‘ad (1194/1780), hija y hermana de los principales fuqaha del Imperio Otomano, fue destacada poeta en persa y turco.
No encontramos demasiadas mujeres implicadas en el campo del usul al-fiqh (metodología legal), ni tampoco en el del kalam (teología). Aunque hay algunas que despuntan en ello como Zaynab at-Tukhiyya (que murió el 894/1388), hija de ‘Ah ibn Muhammad ad-Diruti al Mahalhi. De joven memorizó el Corán y le enseñaron los libros clave del madhhab shafi’í. Tras su matrimonio continuó estudiando la ciencia del Hadiz: de al Bujan y Muslim.
El desarrollo de la erudición también se daba en el oeste, Marruecos y Mauritania, y más al sur. En un libro sobre la mezquita Qarawiyyin en Fez, su autor, el Dr. ‘Abdu’ l-Hadi at-Tazi, dice lo siguiente:
«Tomó parte en su fundación una de las damas sobresalientes de Fez, Fatima bint Muhammad al Fihni, que destacaba sobre las otras mujeres cultas. En la historia de Marruecos se distinguen muchas mujeres por su erudición: al- Amira Tamima, hermana de ‘Ah ibn Yusuf, que vivía en la zona de la mezquita Qarawiyyin; Jayrana al-Fasiyya que hacía una labor importante al difundir el credo asarita entre las mujeres de Fez; y la poeta Sara bint Ahmad ibn ‘ Uzman (750 d. H.). Se decía que Ibn Salmun (741d.H.) alardeaba de haber recibido su iyaza. Solía intercambiar poesía con Ibn Rashid al-Fihni. También estaban Umm al-Banin al-‘Ubudiyya,faqiha y muftí, y su hermana, Fátima; ambas pertenecían a una familia de hombres y mujeres de renombre. Por último señalaremos también a la muftí Umm al-Banin. Todas ellas asistían a las clases de sheij al- ‘Abdusi (848 d.H.). Y solían continuar sus estudios en una sesión especial. La Qarawiyyin disponía de espacios que facilitaban la asistencia de las mujeres para escuchar directamente a los grandes sheijs al mismo tiempo que lo hacían los estudiantes masculinos».
Maryam, la hermana de Fátima construyó la mezquita de al-Andalus en Fez. Más tarde ésta se convirtió en una filial de la mezquita de Qarawiyyin y llegó a ser un centro de enseñanza. A principios del siglo IV después de la Héjira, al- ‘Ahiyya, hija de sheij at Tayyib ibn Kiran, solía enseñar en esta escuela sobre varios temas, a través de una cortina. Las mujeres asistían a sus clases después de ha oración de ‘asr y los hombres antes de ha oración de dhuhr.
En el sur de Marruecos y en Mauritania encontramos a las siguientes mujeres cultas y sufíes: Fátima bint Muhammad al-Hilahiyya, Khadija bint Imam Muhammad al- ‘Atiq ash-Shanqiti, y Rabi ‘a bint Shaykh Muhammad al-Hadrami, la nieta de sheij Ma’al- ‘Aynayn ash-Shanqiti (706/1307-?).
Maryam, hija de sheij ‘Uthman dan Fodio, compuso diversos poemas en Fulfulde (Nigeria), además de un comentario sobre el compendio legal Mukhtasarde sheij Kahil, también en Fulfulde. Su hija Asma’, de igual modo, fue conocida por haber desarrollado un método de enseñanza que mencionaremos más adelante.
Claro que, también había mujeres implicadas en áreas de conocimiento no religiosas. Ibn an-Nadim menciona, a varias mujeres gramáticas. El poeta abasí, Abu Nuwas, recitaba poemas compuestos por cincuenta poetisas. Hay un libro sobre medicina escrito por una dama india llamada Rusa y otro, sobre alquimia, escrito por una egipcia. ‘Ijhiyya bint al-‘Ijli trabajaba en la corte de Sayf ad-Dawla (333-357/944-967) haciendo astrolabios. Thana, esclava del tutor de uno de los hijos del califa abasí, al-Mansur, solía ser enviada al calígrafo más importante de aquella época, Ishaq ibn Hammad, para ser formada en este arte. Probablemente habrá muchas más expertas en otros campos, pero lo que estamos tratando aquí, principalmente, se refiere al conocimiento del Din.
Para una mujer es obligatorio adquirir un conocimiento completo de sus obligaciones religiosas, como eh salat (oración), el saum (ayuno de Ramadán),el zakat (impuesto) y el hayy (peregrinación), además de otras aspectos sociales como el comercio y los negocios. Si el marido no es capaz de proporcionar este conocimiento, la mujer, bajo la ley islámica, tiene ha obligación de buscar este conocimiento. El famoso sheij nigeriano, sheij Uzman dan Fodio, dice lo siguiente en Irshad alIjwan: «Si él le niega el permiso, ella podrá ir en esta búsqueda sin su permiso y no tendrá ninguna culpa, ni incurrirá en ninguna falta por ello. El gobernante deberá obligar al marido a permitir que su mujer se eduque, igual que le debería obligar a que la mantenga; no obstante el conocimiento es superior al mantenimiento, sin duda alguna».
En Nur al-Albab, afirmó que los estudiosos que se opusieran a la educación de las mujeres eran hipócritas «demonios entre los hombres» «¿Cómo pueden dejar a sus mujeres, hijas y sirvientas en la oscuridad de la ignorancia y del error, mientras enseñan a sus estudiantes día y noche? No persiguen más que fines egoístas; enseñan a sus estudiantes sólo para exhibirse y por orgullo. Esto es un gran error». Y añadía que enseñar a los estudiantes es voluntario, mientras que enseñar a la familia propia es obligatorio.
En el mismo libro decía lo siguiente: «¡Mujeres musulmanas!. No escuchéis a aquellos que están equivocados y que hacen equivocarse a los otros; a aquellos que tratan de engañaros pidiéndoos que obedezcáis a vuestros maridos sin pediros antes que obedezcáis a Allah y a su Mensajero. Dicen que la felicidad de una mujer reside en obedecer a su marido; lo dicen sólo para satisfacer fines egoístas y para saciar sus deseos a través de vosotras. Os obligan a hacer cosas que ni Allah, ni su Mensajero os han impuesto, como cocinar, lavar ropa, y cosas similares, sin embargo no os exigen que llevéis a cabo las tareas reales que Allah y su Mensajero os han impuesto».
Sheij Dan Fodio, en su libro al-Irshad, también expone que las mujeres deberían exigir su derecho a la educación. Tanto las mujeres como los hombres han sido creados con el único objeto de servir a Allah y ello no se puede conseguir sin una educación verdadera:
«Si la mujer exige al marido sus derechos sobre asuntos religiosos y he plantea que le eduque en la religión o le permita buscar esa educación en otra parte; por ley, si el caso se llevará ah gobernador, éste tendría que obligar al marido a dar permiso a la mujer, igual que si ella le estuviera exigiendo derechos mundanos, ya que los derechos religiosos son superiores y prioritarios».
El sheij formula la siguiente pregunta en al-Irshad:
«según la ley indica, las mujeres deberían ir en busca del conocimiento que sus maridos no pueden ofrecerles; ¿qué ocurre cuando un estudioso va a enseñar sobre Islam en un lugar que no se puede dividir en dos zonas para el público, sabiendo que las mujeres acudirán? “Debería permitir que mujeres y hombres asistieran a su enseñanza; pero previniendo que se entremezclen en su presencia y si eso ocurre debería poner a un lado a los hombres y a otro a las mujeres”».
El derecho que tienen, por lo tanto, las mujeres a recibir la educación de sus maridos o si no, a buscarla en otra parte, está reconocido por todos los eruditos. Uno de los primeros estudiosos de la escuela maliquí llamado Ibn al-Hajj, un crítico severo del comportamiento demasiado liberal de las mujeres de El Cairo en aquel momento, escribió: «Si una mujer exige el derecho a tener una educación religiosa y lleva el caso a un juez, su petición estará justificada porque tiene derecho a que el marido la enseñe o a acudir a otra parte para adquirir esta instrucción. El juez tendrá que obligar al marido a cumplir está exigencia, igual que lo haría con sus derechos no religiosos, ya que sus derechos religiosos son los más importantes».
Ahora pasaremos a hablar brevemente del sistema educativo en Islam. El sistema educativo tradicional islámico era informal: la transmisión del conocimiento dependía de una relación personal con el maestro, que frecuentemente se basaba en el pago de una cantidad. Los estudiantes una vez instruidos recibían una iyaza, una certificación otorgada por un maestro que acreditaba al estudiante para enseñar una materia en concreto o trasmitir un libro o una colección de tradiciones específicas.
La madrasa formalizó en cierta manera el proceso, pero a su vez, abrió puertas a que más gente estudiara. Antes de los siglos V / XI, las mezquitas eran los principales lugares para la enseñanza. Los maestros eran pagados por los estudiantes, por el gobernador o por algún benefactor. La madrasa Nizamiyya que se estableció en Bagdad en 459/1067, ofrecía sueldos a los profesores; los estudiantes también recibían algún dinero y, en ocasiones, alojamiento. Con ello se favorecía a los estudiantes, al aligerar la carga economica que suponía el estudio.
Durante el periodo mameluco hubo un gran número de mujeres benefactoras de las madrasas. Datan de esta misma época al menos cinco madrasas establecidas por damas en El Cairo, mientras que en Damasco fundaron siete. A veces era la mujer quien hacía el papel de supervisora administrativa de estas instituciones. Era frecuente la existencia de condiciones que aseguraran la dirección de la madrasa llevada a cabo por mujeres.
Además de dedicarse a la creación de instituciones educativas, tomaban parte activamente en el aprendizaje. Según comenta Ibn al-Hajj, era frecuente que has mujeres se reunieran con los hombres en las mezquitas para oír a los sheijs la lectura de libros en voz alta. Y añadía: «Veamos lo que hacen las mujeres cuando los hombres se reúnen con un sheij para escuchar la lectura de libros. Ellas acuden a escuchar estas lecturas; los hombres se sientan a un lado, y las mujeres en otro situado frente a ellos. En ocasiones, incluso alguna se entusiasma con la situación; otra se levanta, se vuelve a sentar y grita en voz alta».
Era tan habitual la intervención de las mujeres en la educación, que as-Sakhawi dijo lo siguiente sobre una de ellas, «Si tenemos en cuenta que su familia es conocida por ser culta, no dudo que ella haya obtenido iyazas». De esta manera, reconocía que las mujeres de su tiempo eran cultas. De las 1.075 mujeres que aparecen en ad-Daw’ ah-Lami’, un diccionario biográfico del siglo IX/XV cuyo autor es as-Sakhawi, 411 aparecen mencionadas en la lista por logros educativos: por memorizar el Corán, por haber estudiado con algún erudito o por haber recibido alguna iyaza. Muchas de las citas son demasiado breves como para dar detalles. As-Sakhawi también menciona a hombres que recibieron iyazas de mujeres eruditas. El mismo dice haber estudiado o recibido iyazas de 68 mujeres.
Durante aquella época no eran necesarios unos espacios separados para ha enseñanza. Los historiadores refieren, que en El Cairo de los mamelucos había chicas cuyos padres o hermanos las llevaban a clases a una madraza. EL camino más común por el que accedían las mujeres al aprendizaje, era recibiendo las enseñanzas de parientes masculinos bien formados.
Por otra parte algunas casas particulares estaban destinadas exclusivamente a la enseñanza de mujeres. Se recuerda a una dama bien educada del siglo XV, cuya familia tradicionalmente se dedicaba a la instrucción religiosa de las mujeres «Su casa era un lugar de reunión para viudas o divorciadas, y se formaba a las chicas jóvenes»
En el año 684/1286 se fundó ha institución Ribat al Baghdadiyya por una de las hijas de Baibars, un sultán mameluco, y hubo muchas más. También en las residencias se ofrecía educación. En ellas las mujeres de edad, las divorciadas o las viudas sin cobijo tenían un lugar para vivir hasta su muerte o hasta un nuevo matrimonio. La sheija que se ocupaba de administrar la institución, también enseñaba regularmente el fiqh a las residentes.
Esto ocurría en un ambiente urbano y sofisticado como existía en El Cairo. Pero también había otros métodos de enseñanza en los ámbitos rurales. La hija de ‘Uthman dan Fodio, Asma’, difundió una manera de impartir la enseñanza que ha continuado vigente hasta nuestros días. Elegía a mujeres maduras, sabias, inteligentes y de carácter responsable para que dirigieran los grupos de mujeres en las aldeas, y daba a cada líder de grupo un símbolo de autoridad. Así acudían, en grupos sin escolta a la capital Sokoto, donde Asma las recibía y les ayudaba a resolver sus problemas. Les hacía aprender poemas llenos de contenido; ellas los memorizaban y volvían al pueblo a enseñarlos. Los poemas eran fáciles de recordar, desarrollaban la memoria y trasmitían el conocimiento. A Asma la siguió su hermanastra Maryam en esta tarea. El califa solía pedirle consejo acerca de los asuntos de Kano. Su influencia perduró hasta la llegada de lo británicos.
Jean Boyd, describe en 1404/1984 a la Modibo de Kware (Hajara), la tataranieta de Sheij ‘Uzman, nacida alrededor de 1318/1901. Se casó a los doce años con el hijo del gobernador de Kasarawa y continuó su educación bajo la dirección de dos maestros (un hombre y una mujer). Hablaba árabe y bausa, y poseía una colección de libros y manuscritos. Nombraba a las líderes de los grupos y les ponía un turbante como distintivo. Cada aldea de Kware tenía alumnos. Solían venir a visitarle desde muy lejos. En el mes de marzo de 1984, Boyd vio llegar a un grupo de nueve, que traían cereales para darlos como sadaqa (limosna). Ella solía ofrecer consejo y resolvía las desavenencias y malentendidos. Por la noche las mujeres se acercaban a escucharla recitar Corán, mientras que durante el día enseñaba a niños y a niñas.
Nos preguntamos, ¿Qué ha ocurrido? Al final del periodo mameluco había numerosas mujeres cultas que tenían iyazas y enseñaban. Sin embargo en el siglo XIX
casi no se encuentran. Algo sucedió durante este periodo. Falta un estudio a fondo de este momento, tal y como mencionamos en el prólogo. Personalmente, creo que ha influencia europea jugó un papel importante en ello, quizás también fuera un proceso de infiltración cultural como ha ocurrido con el hinduismo en el Subcontinente indio. De todos modos convendría investigarlo y observar las diferencias existentes en el Subcontinente indio antes y después de 1857, cuando el gobierno de los mogoles llegó a su fin. Es probable que la inseguridad, causada por la colonización, fuera un motivo, tal y como lo fue eh resentimiento provocado por ha actitud despreciativa de los colonialistas. Sin duda, el cambio fue menos aparente en zonas como Mauritania y eh norte de Nigeria, donde la influencia europea era menor, y quizás hoy se puedan encontrar a mujeres que conocen eh Muwatta del Imam Malik de memoria.
Como hemos visto, no existe ningún fundamento para argumentar que la educación esté prohibida para las mujeres en el Din. Sino al contrario, es obligatorio, tanto para has mujeres como para los hombres, el saber por completo las obligaciones del Din. Aunque mucho nos tememos que más de un hombre dejen también de cumplir con esta obligación.
Además de la necesidad obvia de satisfacer las exigencias religiosas individuales, existen otras razones prácticas para que esto sea una obligación. Son has mujeres las primeras que educan a los niños, como indica el proverbio «la madre es la madrasa». Lo mismo viene a decir el proverbio inglés «la mano que mece la cuna domina el mundo». ¡Cómo podría una madre ignorante de los fundamentos del Din transmitirlos a sus hijos! Las sesiones de cuatro horas en la mezquita (experiencia que a menudo resulta ser negativa para los niños) tampoco van a suplir esa carencia. Las madres, al dar su conocimiento a los niños, forman a los individuos que, a su vez, constituirán la sociedad y su estructura económica, social y política. En otras palabras, ella es la responsable de las células que componen la sociedad. ¿Recibirán éstas el conocimiento o la ignorancia del Din?
En este contexto es donde mejor se puede entender la siguiente frase del Profeta, que Allah lo bendiga y le dé paz, «El paraíso se encuentra a los pies de la madre». Este hadiz se refiere también al recién nacido, recién llegado del Jardín, quien si no es educado para ser musulmán, se convertirá más tarde en un judío o cristiano o en adorador del fuego.
Hoy en día ha obligación de trasmitir el conocimiento del Din adquiere particular importancia. El Profeta, que Allah lo bendiga y le dé paz, dijo, «Una de las señales de la Hora Final será la desaparición del conocimiento y el establecimiento de la ignorancia...» (Bujari). Sin duda, es lo que está ocurriendo hoy en día. La vida y el entorno social se orientan cada vez más hacia valores no musulmanes, incluso en los países musulmanes. Por eso, si los niños no reciben la educación y el ejemplo en casa y desde pequeños, tendrán que empezar de cero, y en la mayoría de los casos no tendrán ni tiempo para hacerlo.
Es imprescindible que, como a los hombres, se les dé también a las mujeres un lugar en el aprendizaje y la enseñanza. Primero hay que quererlo; si se quiere, hay que luchar para conseguirlo, porque la sociedad moderna tiende a dejarlo a un lado; una vez obtenido, hay que trasmitirlo.
Como ya hemos visto, durante los últimos 300 años, has mujeres participaban activamente en la transmisión del conocimiento, a veces incluso estudiaban con hombres o les enseñaban en otros casos. Esta práctica, de alguna manera, se ha perdido en la actualidad y es necesario recuperarla.
Para finalizar y, haciendo referencia a la posición del conocimiento, Abu’d-Darda’ relató que el mensajero de Allah dijo:
«Allah facilitará el camino al Jardín a cualquiera que tome el camino en busca de conocimiento. Los ángeles extienden sus alas con placer sobre lo que el buscador hace. Todos, tanto en el cielo como en la tierra, piden misericordia para el que tiene conocimiento, incluidos los peces que viven bajo el agua. La superioridad del hombre de conocimiento sobre el hombre de devoción, es equivalente a la superioridad de la luna sobre los otros planetas. La gente de conocimiento son los herederos de los Profetas. Los Profetas no legan ni dinares, ni dirhams, legan conocimiento. Quien lo tome, habrá tomado una amplia porción» (Abu Dawud y at-Tirmidhi)
Esto se aplica a las mujeres y a los hombres por igual.Cuando llega el momento de la acción, si el saber es incompleto no ocasionará una acción eficaz. La acción beneficiosa, como veremos en el siguiente capítulo, sólo nace de un conocimiento bien fundado.

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