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domingo, 20 de febrero de 2011

La Caligrafía Islámicaby Isa Rojas

La Caligrafía Islámicaby Isa Rojas

La caligrafía árabe es un símbolo que representa el poder y la belleza, su historia es la integración del arte y la erudición a través de las líneas, los flujos de energía entre las letras, las palabras y cada uno de los elementos que se integran en un todo. Estas partes incluyen el espaciamiento positivo y negativo que entrelaza la representación del calígrafo.




Fuente: english.islammessage.com/



Introducción:



Mientras que muchas religiones han hecho uso de imágenes figurativas para transmitir sus convicciones fundamentales, el Islam ha utilizado las formas y los tamaños de las palabras o letras, ya que desde esta perspectiva, las artes figurativas se ven como una posible implicación de idolatría y por lo ello los primeros musulmanes prefirieron el arte de la caligrafía para su expresión religiosa. Fue así como en la cultura islámica y árabe, la caligrafía se convirtió en un arte altamente respetado: “El arte de escribir”.



En 1978 el académico Yasin Hamid Safadi señaló que la primacía de la palabra en el Islam se refleja en la aplicación prácticamente universal de la caligrafía; ya que la escritura da el honor de plasmar en todo tipo de objetos, tanto en los de uso cotidiano (muebles, etc.), como en la superficie de las paredes interiores y exteriores de las mezquitas, tal es el caso de Al-Kaaba, el santuario más famoso del Islam.



Al igual que los iconos de la mayoría de otras religiones, la escritura también representa poder. Su uso preeminente es la escritura del mensaje divino del Corán, por supuesto, pues éste la dotó de una extraordinaria fuerza y un significado trascendente. Según el Islam, Dios ha escogido a la lengua árabe como el vehículo para su revelación final dentro de múltiples posibilidades de este mundo.

La caligrafía árabe es una forma inicial de arte para la expresión visual y la creatividad Islámica. A lo largo de la vasta geografía del mundo islámico, la caligrafía es un símbolo que representa la unidad, la belleza y el poder, puesto que sus principios estéticos son un reflejo de los valores culturales del mundo musulmán. De acuerdo con lo anterior, una investigación a fondo de las diferencias estéticas entre lo árabe y lo no árabe de la caligrafía podría constituir una aproximación para entender el espíritu esencial de cada cultura.

Por otro lado, Anthony Welch en 1979 escribió que la razón principal de la persuasión cronológica, social y geográfica de las artes caligráficas en el mundo islámico se encuentra en el Corán, cómo se muestra en la siguiente cita del mismo:

“Tu Señor es el más generoso,
Quién enseña con la pluma,
Enseñando al hombre lo que no sabía.”
(Sura al-Alaq, 96:3-5).



Este versículo se refiere a la obtención del conocimiento en general, y de manera particular a conseguir la revelación que se manifiesta a través del Corán. De acuerdo con esto, la forma escrita del Corán es la expresión visual de lo eterno y en él se vislumbra la percepción divina de la humanidad. Es así como la santidad del Corán brinda un aura especial a todas las formas de la palabra escrita.

Los estudios actuales estipulan que el árabe pertenece al grupo de los signos alfabéticos semitas donde se representan las consonantes principalmente. Por otro lado, la escritura árabe se deriva del alfabeto arameo nabateo, el cual es un lenguaje de 28 letras y que utiliza las vocales largas pero no las cortas.



En el idioma árabe, las letras se derivan sólo de 17 formas distintas y se distinguen una de otra por un punto o puntos encima o debajo de la letra, las vocales cortas son indicadas por pequeños trazos diagonales por encima o por debajo de las letras; además, cuando se escribe sin puntos y pausas diacríticas, la escritura árabe puede parecer plana y estéril; pero cuando se añaden, el lenguaje vuelve a la vida como un jardín en primavera.


Como Welch afirma: "Escribiendo de derecha a izquierda los signos en el árabe son mejores, pueden llegar a ser un continuo fluir de verticales ascendentes, curvas descendentes, templadas y horizontales, logrando un equilibrio entre la perfección estática de la forma individual y el movimiento rítmico. Hay gran variabilidad de la forma: las palabras y las letras pueden ser compactadas en un nudo denso o elaboradas a la gran longitud, también se pueden convertir en angulares o curvas, pequeñas o grandes ¡El abanico de posibilidades es casi infinito!



Los escribas del Islam trabajaron con pasión para expandir la promesa del lenguaje, es por esa razón que los aspectos técnicos no estaban separados de la estética e incluso de los criterios personales."

Es así como la escritura árabe ha alcanzado un alto nivel de sofisticación, y los signos en árabe pueden variar de estilos, desde la letra cursiva que fluye, como la Naskh y Thuluth, hasta la angular como la Kufi. En una construcción islámica tradicional, puede aparecer un número variado de diferentes estilos. La mayoría de las inscripciones no sólo del Corán, sino también del Hadith (las palabras del Profeta) están en armonía con los propósitos religiosos del edificio y se encuentran sobre las paredes, ventanas y minaretes.



La caligrafía árabe es un símbolo que representa el poder y la belleza, su historia es la integración del arte y la erudición a través de las líneas, los flujos de energía entre las letras, las palabras y cada uno de los elementos que se integran en un todo. Estas partes incluyen el espaciamiento positivo y negativo que entrelaza la representación del calígrafo.



La belleza abstracta de la caligrafía árabe no siempre es fácil de comprender, pero esta belleza poco a poco se revela ante los ojos más exigentes, pues la caligrafía árabe no es sólo una forma de arte, ya que incluye representaciones divinas y morales; de esta manera la caligrafía adquiere su reputación sublime.

Los orígenes de la caligrafía árabe:

La escritura árabe pertenece a los signos alfabéticos semitas, en los que se representan principalmente las consonantes. Históricamente, esta escritura se desarrolló en un lapso de tiempo relativamente breve, y poco después de su estructuración el árabe se convirtió en un alfabeto de uso frecuente, tanto que hoy en día ocupa el segundo lugar en uso a nivel mundial, sólo después del alfabeto latino.



Se sabe que los primeros árabes eran básicamente un pueblo nómada, por ello sus vidas fueron difíciles antes del Islam; sin embargo, su cultura se prolífico en cuanto a la escritura y la poesía. Fue así como mucho antes de que se reunieran en el redil islámico, los árabes nómadas reconocieron el poder y la belleza de las palabras, sintieron un inmenso aprecio por la palabra hablada y más tarde por su forma escrita. La poesía, por ejemplo, fue una parte esencial de la vida cotidiana desde entonces; también, como se exhibe en su literatura y caligrafía, los antiguos árabes se deleitaban tomando el lenguaje y sus habilidades lingüísticas.



El lenguaje árabe, se deriva del alfabeto arameo-nabateo. Los nabateos eran árabes seminómadas que habitaban en un área que se extiende desde el Sinaí y Arabia del Norte, hasta el sur de Siria. Su imperio incluyo las principales ciudades de Hijr, Petra y Busra, y aunque el imperio nabateo terminó en 105 d. c., su lengua y escritura tuvieron un impacto profundo sobre el desarrollo primario del lenguaje árabe.



Los arqueólogos y lingüistas han analizado y estudiado las inscripciones nabateanas que representan la etapa avanzada de transición hacia el desarrollo del lenguaje árabe, como es el caso de los textos Namarah del famoso poeta preislámico Imru Al- Qays, cuya fecha corresponde al 328 d.c. y de Um Al-Jimal, que datan alrededor del 250 d.c., los cuales confirman la derivación de la escritura árabe desde el nabateo y señalan el nacimiento de la distintiva forma de la escritura árabe.

Jazm es la primera referencia a la escritura árabe, se cree que esta es una forma avanzada del alfabeto nabateo. Se dice que las letras rígidas, angulares y bien proporcionadas de la escritura Jazm influyeron en el desarrollo del Kufi, la famosa escritura de Kufa, un pequeño pueblo de Irak.



Continuando con la historia de la caligrafía, se sabe que la escritura arábiga del norte fue introducida y establecida por primera vez durante el siglo 5to., cuando las tribus nómadas árabes que habitaban en las áreas de Hirah y Anbar utilizaron ampliamente este lenguaje.



En la primera parte del siglo 6to., el lenguaje árabe del norte de Hiyaz alcanzó el oeste de Arabia. Al Bishr Ibn Abd Al-Malik y su suegro Harb Ibn Umayyah se les atribuye la introducción y popularización de la utilización de lenguaje en la tribu del Profeta Muhammad, Quraish. Además de otras tribus de las ciudades cercanas que también adoptaron con entusiasmo el arte de escribir.

Actualmente el alfabeto árabe es una escritura que consta de 28 letras, contando aparte las vocales cortas; éstas letras se derivan sólo de 17 formas distintas y se distinguen una de otra por un punto o puntos encima o debajo de la letra; mientras que las vocales cortas se indican por pequeños trazos diagonales que se hacen encima o debajo de las letras.

La reforma de la escritura árabe:

Como las enseñanzas del Islam se extendieron más allá de los límites de la Península Arábiga, una enorme cantidad de personas en todo el mundo se convirtieron en musulmanes. A partir de esto, los nuevos musulmanes interpretaron el arte de la escritura como una expresión abstracta del Islam de acuerdo con sus propios sistemas culturales y estéticos.



La influencia de esa diversidad cultural condujo a dos importantes acontecimientos: el nacimiento de las escuelas regionales de estilos caligráficos, como Ta'liq en Persia y Deewani en Turquía, y la necesidad de la reforma de la lengua árabe. Era necesario un lenguaje claro y universal con una escritura legible para que los musulmanes de otras regiones del mundo aprendieran el árabe y formaran parte de la fusión de la cultura islámica.



El primer movimiento de reforma de la lengua árabe y su sistema de escritura se produjo durante la época omeya. Abul Aswad ad ad-Du'ali fue el fundador de la gramática árabe y se le atribuye la invención de colocar los puntos diacríticos para distinguir entre ciertas consonantes idénticas, como la “Qaf” y “Fa” en el alfabeto árabe. Este sistema de marcas diacríticas se conoce como Tashkil (vocalización). Además, también se introdujeron diferentes colores para diferenciar estas marcas (negro para los diacríticos y rojo o amarillo para las vocales).

Más adelante, el poderoso y enérgico virrey omeya de Al-Hajjaj Ibn Yusuf al-Thaqafi (694-714) asumió la responsabilidad de resolver los problemas relacionados con los acentos diacríticos. Fue él quien le encargó a Nasr y Yahya hacer la reformulación del sistema Tashkil. Estos personajes introdujeron el uso de puntos y ciertos signos vocálicos como marcas de diferenciación. Los puntos se colocaban por encima o por debajo de la letra, ya fuera sola o en grupos de dos o tres.

Desafortunadamente, para muchas personas y escribas, el sistema era poco claro y confuso. Debido a que se necesitaba un sistema más sofisticado, el segundo movimiento reformista se llevó a cabo alrededor de 786. cuando Khalil Ibn Ahmad al-Farahidi, el famoso filólogo y lexicógrafo árabe, fue comisionado a la elaboración de un nuevo sistema de Tashkil. Al-Farahidi presentó los signos de las vocales inspirado en la forma inicial o partes de algunas letras; por ejemplo, el signo 'Hamza' es parte de la letra 'ayn' (sin su fin).

El nuevo sistema adquirió gran popularidad en todo el mundo musulmán, y la caligrafía árabe adquirió las características de la belleza y la versatilidad. Fue así como la caligrafía comenzó a utilizarse en todo tipo de actividades humanas: en la administración, en la arquitectura, en las monedas, para escribir epístolas impresionantes y para producir los libros elegantes, obras literarias y especialmente para la elaboración de réplicas del Corán.

Calígrafos Nobles:

Los calígrafos estaban dedicados a su trabajo. David James apunta en la Sagrada Escritura y la Secular (1988, p.22) que a menudo escribieron, no en una mesa pequeña, sino sentados en el suelo, sujetando el papel sobre sus rodillas y apoyándose sobre un trozo de cartón. Los calígrafos tuvieron que ser entrenados desde temprana edad, a veces desde la infancia, y estudiaron el llamado Mufradat el cual tenía las letras del alfabeto escrito de forma separada y en combinación con otras letras.

Los grandes calígrafos podían escribir perfectamente, incluso sin las herramientas y los materiales apropiados. Además, un maestro de caligrafía podía ser privado de la utilización de su mano preferida, ya sea como un castigo o en el campo de batalla; sin embargo, él aprendería a escribir igual de bien con la otra mano, e incluso, cuando la otra parte también le faltara, él asombraría a sus admiradores con la boca o los pies para sostener la pluma.

Por otro lado, un escribano aspirante debía observar el arte de sus predecesores con mucho cuidado para perfeccionar su toque, afilar sus habilidades y encontrar un estilo de su preferencia. El escriba tenía que imitar a los maestros de la caligrafía que poseían una mano diligente. Welch (1979, p. 34) menciona la siguiente cita del tratado de Ali Sultan sobre la caligrafía:

“Recoge la escritura de los maestros,
echa un vistazo a esto y aquello,
para quien siente una atracción natural,
además de su escrito, no debes mirar a otros,
de modo que tu ojo debe saturarse con su escritura,
y a causa de su escritura cada una de sus letras deben
llegar a ser como una perla.”



Los calígrafos árabes integran sus experiencias internas con las externas al imbuir los golpes de la vida con el sentimiento. Esta integración da como resultado un estilo muy personalizado; por ello, el desarrollo de un estilo de caligrafía es tan único como cada uno de los calígrafos, y su logro se considera como la representación del cultivo del individuo consigo mismo, acompañado de un concentrado y constante estudio académico.

En casi todos los textos árabes se maneja el espaciado entre las líneas y los desbordamientos de palabras con un sentido de libertad y flexibilidad que revela la creatividad y la espontaneidad del calígrafo. A través de su impulso y sentido de equilibrio, el calígrafo logra una armonía que inmediatamente llama a la mente y al corazón. Por eso, es fascinante pensar cómo calígrafos de la talla de Ibn Muqlah, Ibn al-Bawwab y Yaqut Al Musta'simi se esforzaron por el conocimiento e hicieron uso de todos sus recursos posibles.

Desarrollo de los primeros caligráficos:

En el Islam la importancia de la escritura se deriva de la esencia de la religión. De acuerdo con las enseñanzas islámicas, la instrucción dada en la primera revelación del Corán recibida por el Profeta Muhammad fue: "Recita en el nombre de tu Señor... quién ha enseñado (la escritura) por la pluma" (de la Sura 96, al-A'laq, 1-4).

Zaid Ibn Thabit, quien se desempeñó como secretario para el Profeta, fue asignado a compilar y sintetizar las revelaciones del Libro. Las primeras versiones del Corán fueron escritas en los textos de Makki y Madani, estos escritos son variantes del estilo Jazm y fueron nombrados para las ciudades “Makki” de la Meca y “Madani” de Medina; por otro lado, cabe señalar que aunque los documentos tenían nombres diferentes, no eran particularmente distintos entre sí.

Sólo dos diseños de escritura con características distintivas se mantuvieron. Uno de ellos, el llamado “Muqawwar” utilizaba letra cursiva y fácil de escribir; mientras que el otro, “Mabsut” era un estilo alargado y rectilíneo. Estos dos tipos constituyen las formas más importantes que han repercutido en el desarrollo y la creación de la caligrafía posterior.



Los estilos más importantes, derivados de los dos anteriores, son tres: Ma'il (oblicuos), una especie de escritura cúfica primitiva, Mashq (ampliada), Naji (inscripciones). El Ma'il no logró celebridad relativa y fue sustituido por la escritura cúfica angular. Por otra parte, el Mashq y el Naji y se utilizaron ampliamente después de considerables mejoras técnicas.


El desarrollo de la caligrafía árabe no ha seguido un movimiento lineal. Una serie de diversas formas aparecieron simultáneamente, de manera especial, en los momentos más propicios de una intensa actividad creativa en el campo de la escritura. Las versiones iniciales de la escritura árabe carecían de elegancia y disciplina y se utilizaron principalmente para propósitos seculares; tal es el caso de los sistemas de Ibn al-Hajjaj Yusuf al-Thaqafi y Al-Khalil Ibn Ahmad al-Farahidi que se incorporaron y se convirtieron en parte tanto de la letra cursiva como de la cúfica.

El temprano desarrollo de la escritura intensa y dramático terminó con el ascenso de la dinastía Omeya (661-755). Según Safadi (1978), el califa omeya Abd-Al-Malik Ibn Marwan (685-705) fue el primero en legislar el uso obligatorio de la escritura árabe para todos los registros oficiales y estatales.



Damasco era la capital de los Omeyas y fue un importante centro político y cultural. Durante esa época, dos nuevos estilos de escritura árabe aparecieron: Tumar y Jali. Estas formas fueron inventadas por el famoso calígrafo Qutbah al-Mihrr; más tarde, Ibn Jlan y Hama Ibn las desarrolló y mejoró durante la dinastía Abasí (750-1258).

Tumar se formuló y fue ampliamente utilizada durante el reinado de Ibn Abi Sufyan Muawiyyah (660-679), el fundador de la dinastía omeya; al grado de convertirse en la escritura real de los sucesivos califas omeyas.

La caligrafía entró en una fase de gloria bajo la influencia del visir Ibn Abasí y el calígrafo Muqlah. Según Welch (1979), Ibn Muqlah es considerado como una figura heroica que sentó las bases para un gran arte con principios firmes y quien creó los seis estilos de la escritura: Kufi, Thuluth, Naji, Riq'a, Deewani, y Ta'liq.

Ibn Muqlah (886-940) fue el primero de una tríada de genios, seguido por Ibn al-Bawwab en el siglo 11 y al Yaqut Musta'simi a fines del siglo 13. Los dos últimos hombres, sitúan los logros alcanzados Ibn Muqlah tan alto, que para los escribas, los conocedores y literatos del siglo14 hasta el 18, estos tres calígrafos parecían ser los únicos creadores de los "estilos modernos”.



Cada uno de los tres hombres llegó a ser visto como un ejemplo de ciertas características personales admirables o como un modelo para las habilidades caligráficas necesarias; fue así como estos tres personajes asumieron los papeles de figuras semilegendarias que personificaron los acontecimientos que tuvieron lugar durante muchos siglos.

Llegando casi a los niveles de la perfección, los escritos en cursiva, especialmente los dedicados al Thuluth, siguieron evolucionando en versiones ornamentales muy distintivas y elegantes, que fueron utilizados en la elaboración de replicas del Corán, así como en los manuscritos seculares. La belleza de estas nuevas versiones de Thuluth los puso en condiciones de competir con la escritura cúfica, en el campo de la epigrafía.



Desarrollo de la última etapa caligráfica:

La dinastía Abasí, el último de los califatos islámicos, terminó en 1258 cuando Bagdad fue saqueada por Ghengiz Khan, hijo de Hulagu y sus ejércitos mongoles. Ese fue un importante punto de inflexión en la historia de la cultura islámica, especialmente en el arte y la arquitectura.



Abaqa (1265-1282), hijo de Hulagu, estableció la dinastía Ilkhanid en Persia, donde, a través de su dominio y después de haberse hecho musulmán, se convirtió al Islam en la religión oficial del Estado.


Ghazan, tomando el nombre musulmán de Mahmud, se dedicó a la reactivación de la cultura, las artes y tradiciones islámicas. El impacto de las reformas de Ghazan continuó durante los reinados de sus dos sucesores, su hermano Uljaytu (1304-1316) y su sobrino Abu Sa'id (1317-1335). Durante esta época, las artes del libro y la caligrafía estuvieron en su cenit.



Abdullah Ibn Muhammad al-Hamadani fue encargado por Uljaytu para copiar e iluminar el Corán en la forma Rayhani. Ahmad al-Suhrawardi, otro maestro calígrafo y un estudiante de Yaqut al-al-Musta'simi Suhrawardi, copiaron el Corán en escritura Muhaqqaq. Además, cabe mencionar que en ésta época muchos otros calígrafos maestros contribuyeron significativamente a la producción de ejemplares finos del Corán en los estilos Rayhani y Thuluth; algunos de ellos fueron: Abdullah al-Sayrafi, Yehya-l-Jamali al-Sufi, y Muhammad Ibn Yusuf al-Abari.



A finales del siglo 14, la dinastía Timurid había sucedido a la Iljaníe en Persia. El arte y la arquitectura bajo ésta, establecieron un estándar de excelencia y elegancia para las generaciones precedentes en Irán, Turquía e India. Durante esta época, se prestó especial atención a las artes del libro, es decir, al arte de la elaboración, la transcripción, la ilustración y la encuadernación.

Por otro lado, Safadi (1979) observa en la caligrafía islámica que en el estilo Timurid el objetivo es crear un equilibrio entre la belleza y la grandeza mediante la combinación de los escritos. En el diseño de enormes replicas del Corán, la caligrafía Timurid mezcla textos grandes con otros extremadamente finos, y textos complejos, iluminados con colores suaves y motivos florales ornamentales, que integran la escritura cúfica oriental de una forma tan fina como para hacerla casi invisible.



Es así como se ilustra que los calígrafos de esta época fueron los primeros en utilizar varios estilos con diferentes tamaños de letras en la misma página cuando copiaban el Corán. Por esa razón, bajo el uso del Timurid fueron producidos los ejemplares más impresionantes y cada vez más grandes del Corán.

Más adelante, entre los años 1260-1389, los Mamluks fundaron su dinastía, en Egipto y Siria. Durante la época de los Mamluks, la arquitectura fue el arte por excelencia; pero el patrocinio de los Mamluks se define en muchas artes islámicas. Objetos como lámparas, cristal, candelabros de bronce, manuscritos en papel del Corán y los minbar de madera estaban bien diseñados, escritos con caligrafía, y decorados. Los dos grandes períodos del arte Mamluk coinciden con el reinado de Qalawun, su hijo Mohammed al-Naser (1294-1340) y al-Ashraf Qa'itbay (1468-1496). Las obras artísticas de los Mamluks se consideran obras maestras extraordinarias.

Había muchos maestros calígrafos Mamluks cuyas obras exhiben excelentes habilidades artísticas, incluidas las de Muhammad Ibn al-Wahid, Muhammad Ibn Sulayman al-Muhsini, Ahmad Ibn Muhammad al-Ansari, e Ibrahim Ibn Muhammad al-Khabbaz. Abd al-Rahman al-Sayigh quien es conocido por copiar el más grande de tamaño Corán en escritura Muhaqqa.

Para los años 1502-1736, la dinastía Safávida, en Irán, también produjo obras maestras seductoras y atractivas del arte islámico. Durante los reinados de Shah Ismail y su sucesor Shah Tahmasp (1524-1576) fue formulada y desarrollada la forma Ta'liq, utilizando textos nativos; éste diseño condujo a la invención de una versión más ligera y elegante llamada Nasta'liq. Estos dos estilos relativamente jóvenes pronto fueron elevados a la condición de los más importantes; sin embargo, aunque Nasta'liq fue una escritura hermosa y atractiva, los calígrafos turcos continuaron usando Ta'liq como una forma monumental para las ocasiones importantes.

El Ta'liq y el Nasta'liq se utilizaron ampliamente para copiar antologías persas, gestas épicas, miniaturas, y otras obras literarias; pero no para el Corán. Sólo hay un ejemplar del Corán escrito en Nasta'liq. Fue hecho por un maestro calígrafo persa, Shah Muhammad al-Nishaburi, en 1539.



El calígrafo persa Mir Ali Sultan al-Tabrizi fue el inventor de la Nasta'liq y elaboró las normas que la rigen. Durante el reinado de Shah Abbas (1588-1629) se dió la época dorada de esta forma y donde se expresaron maestros calígrafos ejemplares, como Hirati Kamal ad-Din, Ghiyath ad-Din al-Isfahani y Imad ad-Din al-Husayni quien fue el último y más grande de esta generación.

Desde 1526 hasta 1858, los mogoles vivieron y reinaron en la India. Esta dinastía musulmana fue la más grande, rica, y de mayor duración que gobernó en ese país; además, produjo algunas de las artes y la arquitectura más elegantes y refinadas en la historia de las dinastías musulmanas.



El Nasta'liq, Naskh y Thuluth fueron adoptados por los calígrafos musulmanes de la India durante esta época. El intenso desarrollo de la caligrafía en la India llevó a la creación de nuevas versiones de estos estilos. Estas formas mongólicas eran más gruesas y más audaces, las letras estaban muy espaciadas, y las curvas eran más redondeadas. Un diseño de escritura derivado de esta evolución fue el llamado Behari que no llegó a ser muy popular.

Durante el reinado del mongol Shah Jahan (1628-1658), la caligrafía llegó a nuevas alturas de excelencia, sobre todo cuando el Taj Mahal fue construido. Un nombre permanece estrechamente asociado con el Taj Mahal; en particular, con las magníficas inscripciones caligráficas que se encuentran en los frisos geométricos sobre el mármol blanco, es el del ingenioso calígrafo Amanat Khan, cuyo verdadero nombre era Abd ul-Haq.



Este calígrafo incomparable vino a la India desde Shiraz, en Irán, durante el año 1609 según mencionan en Okada y Joshi (1993). Shah Jahan confirió el título de Amanat Khan a este iraní como una recompensa por el virtuosismo deslumbrante del calígrafo. Es muy probable que a Amanat Khan se le encomendara la decoración de toda la caligrafía del Taj Mahal.

Por otro lado, los musulmanes en China, quienes utilizaron los textos en árabe con fines litúrgicos, adoptaron los estilos caligráficos de Afganistán con ligeras modificaciones. Los calígrafos musulmanes chinos inventaron un estilo único llamado Sini (chino). Las características de éste consisten en la utilización de letras muy redondeadas y líneas muy finas. Otro estilo derivado del Sini fue utilizado con propósitos ornamentales en la cerámica y la porcelana, este estilo ornamental se caracteriza por utilizar verticales gruesas, triangulares, y horizontales delgadas.

La dinastía Osmani u Otomana reinó en Anatolia desde 1444 hasta 1923. Bajo este gobierno, un nuevo y glorioso capítulo de las artes y la arquitectura islámica se abrió, sobre todo las artes del libro y la caligrafía árabe. Los otomanos no sólo adoptaron los estilos caligráficos más populares de la época, sino que también inventaron unos cuantos estilos nuevos y puramente indígenas como el Tughra. La caligrafía árabe fue altamente estimada e incorporada en objetos artísticos como mezquitas, escuelas, palacios, y obras literarias. El calígrafo Otomano más exitosos de todos los tiempos fue el Sheij al-Hamdullah Amsani quien le enseñó caligrafía al Sultán Bayaceto II (1481-1520).

Los estilos de escritura más célebres derivados de las formas persas Nasta'liq y Ta'liq, fueron Shikasteh, Deewani y Jali. El Shikasteh se caracteriza por tener una extrema densidad resultante de ligaduras bien conectadas, muy bajas e inclinadas verticales y sin marcas.

Ibrahim Munif era un maestro calígrafo, a quien se atribuye la invención de la escritura Deewani la cual fue refinada después por el Shaykh Hamdullah. Este estilo es excesivamente cursivo y estructurado, sus letras carecen de puntos y están unidas entre sí de forma poco convencional.



La escritura Jali se le atribuye a Uthman Ibn Ali, mejor conocido como Hafiz Osman (1698), y sus estudiantes. Las características principales de ésta son sus adornos profusos, que hacen el estilo perfecto para propósitos ornamentales.

La caligrafía árabe adquirió una reputación sublime por ser la representación sacra, moral y artística de la fe islámica, a tal grado que las contribuciones de los calígrafos y sus legados siguen estando presentes en la actualidad. Las normas que regulan el uso de los estilos, las técnicas de escritura y la cultura caligráfica de todas las formas generadas son una parte valiosa del patrimonio del mundo islámico.

Instrumentos de Escritura:

Las herramientas típicas para el trabajo de un calígrafo incluyen pinceles de caña con pluma, tijeras, cuchillo para cortar pinceles y tintero. La pluma de caña, según Safadi (1978), fue el utensilio preferido por los calígrafos islámicos, éste era llamado “Qalam” y hasta la actualidad sigue siendo una herramienta esencial para un verdadero calígrafo.



"La forma tradicional de sostener la pluma", escribe Safadi, "es con el dedo medio, índice y pulgar bien espaciados a lo largo del eje de la pluma. Sólo la presión más ligera posible, se aplica".

Las cañas más estimadas eran las nativas, provenientes de las tierras costeras del Golfo Pérsico. Los Qalam fueron valiosos objetos que se intercambiaban a través de todo el mundo musulmán. Un escribano realizado y versátil requeriría diferentes qalams para alcanzar distintos grados de finura. Franz Rosenthal menciona en Haiyan Abu al-Tawhidi sobre la caligrafía (1948), que el diseño de la caña era una de las habilidades más importantes adquiridas por el escribano: "Haz tu cuchillo más cortante que una navaja de afeitar; no cortes cualquier otra cosa con él, sólo el cálamo (Qalam), y cuida muy bien de él. Deje que su miqatt sea el más duro de la madera disponible, de modo que el punto pueda salir de manera uniforme. "

La longitud estándar de un Qalam varía desde 9,5 hasta 12 pulgadas, con un diámetro cerca de media pulgada. David James observa en las Sagradas Escrituras y la Secular (1988) que estas cañas se cortaban en los pantanos, dejándose ahí durante semanas hasta que se hacían flexibles. Luego se recogían por orden y se recortaban.

Los calígrafos tenían un conocimiento profundo sobre la manera de identificar la mejor caña adecuada para una buena pluma, cómo recortar la punta y cómo dividir exactamente el centro de la caña para que se partiera en mitades iguales. Una buena pluma era querida y, a veces incluso entregada a otra generación; otras veces era enterrada con el calígrafo cuando moría.

La tinta era de muchos colores: negro, marrón, plata, amarillo, rojo, azul, blanco, y oro. La negra y marrón eran de uso frecuente ya que su intensidad y consistencia podía variar enormemente. Muchos calígrafos obtenían instrucciones sobre cómo preparar la tinta, mientras que otros a preferían que sus recetas se guardaran como secretos. La preparación de la tinta podría tomar varios días e implicaba muchos procesos químicos complejos. Las que se mantenían más frescas durante un período considerable de tiempo fueron las elaboradas por los persas, los indios y los turcos.

David James escribe que aunque las técnicas varían de un lugar a otro, la mayoría de las tintas se basaron en el hollín de la lámpara negra mezclada con agua y goma arábiga. Otros ingredientes eran el añil, vesícula de nueces picada y henna. La etapa final de preparación incluía pasar la tinta a través de la seda y podía ser perfumada si se deseaba.

El papel fue introducido en el año 751 proveniente de China a través de Samarcanda. Ese nuevo elemento constituyó un punto de inflexión sobre el arte de escribir y vendría a jugar un papel importante en innumerables invenciones posteriores, que reformaron la caligrafía árabe. Este nuevo medio de comunicación escrita tuvo un impacto decisivo en todos los aspectos de la civilización islámica.

El papel era hecho de algodón y algunas veces de seda o de otras fibras; pero no de la pulpa de madera. Era pulido con una piedra lisa como ágata o jade antes de que el calígrafo empezara a escribir sobre una guía de líneas inscrita con un punto. El texto estaba en estas líneas apenas visibles.

Cuando los calígrafos desarrollaron la idea de composiciones independientes y originales, cada uno tuvo que ser elaborado a partir de cero. Una vez diseñada una composición caligráfica podía ser copiada una y otra vez por los capitanes de lugares tan distantes como la India y Estambul. Como en la mayoría de las artes tradicionales, el énfasis era menos colocado en la innovación que en la emulación de los grandes maestros (tanto los maestros contemporáneos como los del pasado); no obstante, algunos maestros sí fueron innovadores.

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