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sábado, 29 de octubre de 2011

Islam, Naturaleza y Justicia

Islam, Naturaleza y Justicia
El musulmán tiene el compromiso con Allah, de actuar de forma ecuánime y justa con la Naturaleza
Ecología - 09/04/2011 8:27 - Autor: Vicente Sansano - Fuente: Webislam
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Etiquetas: islam, naturaleza, justicia, planeta, recursos naturales, chapra

Necesitamos retornar a una vida sencilla, de la cual el Profeta Muhammad (pb) era un ejemplo
El mundo es una rosa.
Respírala y pásasela a un amigo.
Proverbio Kurdo

Los que vivimos en lo que alguien decidió en denominar eufemísticamente Primer Mundo, sabemos o deberíamos saber, que lo hacemos a un ritmo muy por encima de nuestras posibilidades y sobre todo del que la Tierra admite. Hemos establecido unos objetivos con una tendencia infinita, sobre un planeta finito. No hace falta ser matemático, sino solo tener algo de sentido común, para deducir que dicho planteamiento acabará resultando en la práctica, una catástrofe segura. Hemos convertido al planeta en un buque en trance de colisión, la velocidad que ha tomado es tan grande, que tal vez, cuando queramos parar los motores, sea demasiado tarde, pues la propia inercia acabe llevándonos al fatídico destino.
Estamos obsesionados con el crecimiento, por el grito del “¡más y mejor!”, el cual en sí mismo encierra una contradicción de futuro. Hemos olvidado la dimensión humana de los proyectos, de la ciencia, de la tecnología, de las empresas, de la economía, de la política. El ser humano ha pasado de ser esencial, a ser accesorio. Y de lo accesorio, pasará a ser innecesario como tal ser humano, para convertirse en un apéndice del propio sistema, que cosifica, engulle y excreta, sin más meta que la del propio crecimiento.
En general, el sentimiento existente es el de propiedad de la Tierra, pero realmente aquí nos encontramos de paso, inquilinos de un espacio que no es nuestro. Somos usufructuarios, pero no dueños (“El imperio de los cielos y de la tierra Le pertenecen; todas las cosas vuelven a Él.” Corán, 57:5). Transcurrido un período de tiempo debemos ceder nuestro lugar a los que vienen detrás, y así puedan continuar manteniendo una vida digna mientras dure su existencia.
Nuestro sistema nos ha empujado, nos empuja y continuará haciéndolo, hacia el irracional abismo de la sobreabundancia, de valorar a los individuos por lo que tienen. Como dice el refrán, “tanto tienes, tanto vales”. Pero en los últimos lustros esta tendencia se ha visto tan desproporcionalmente acelerada, que hemos pasado de adorar el becerro de oro, al oro del becerro. Tan solo nos interesa la acumulación de bienes, elementos que podamos almacenar y mostrar a los demás en una competencia alienante de la propiedad y el consumo.
Esta enfermiza tendencia que representa nuestro “dorado Occidente”, supone una de las mayores atrocidades que se puedan llevar a cabo sobre el resto de la invisible humanidad que habita el Hemisferio Sur y que tiene tanto derecho como nosotros al acceso a esos recursos naturales que se nos han cedido y les estamos usurpando. Con ello, lo único que verdaderamente estamos haciendo, es la aberración de arruinar el Planeta y no permitir que el 80% de la humanidad pueda cubrir de forma digna las necesidades básicas de su existencia.
Resulta pues urgentemente necesario que nos replanteemos nuestro sistema de vida, ya que como dice el profesor Chapra “… los recursos han sido donados por Dios a la humanidad y deben ser utilizados de forma que se realicen los objetivos humanitarios universales de satisfacción de las necesidades básica y con una distribución equitativa de renta y riqueza, manteniendo la estabilidad económica.”
Necesitamos retornar a una vida sencilla, de la cual el Profeta Muhammad (pb) era un ejemplo. Y encaminarnos hacia una simplicidad voluntaria, soltando el lastre que no nos permite dirigirnos al encuentro de una vida más plena y satisfactoria, pero sobre todo, más justa. Si una sociedad no es justa, no es una sociedad buena. Sin este concepto de justicia, el Islam se hace incomprensible. Así pues, hay que luchar, como si la vida nos fuera en ello, por una justicia para con la Tierra y quienes la habitan, especialmente, aquellos que no tienen acceso a los recursos para la satisfacción de las más básicas necesidades.
La Naturaleza también está reclamando a gritos que volvamos a ser justos con ella, que la tratemos como lo que es, algo sagrado, que nos da sin pedir nada a cambio. Como la madre que amanta a su hijo, y encuentra su satisfacción en el propio hecho de dar, pero que puede acabar muriendo, si no se le agradece, si no se la cuida, si no se respetan los tiempos necesarios para su re-novación y re-creación.
Dentro de la cosmovisión islámica, la Naturaleza no puede ser tratada como hasta ahora se ha estado haciendo. Como una simple generadora de recursos materiales para continuar produciendo elementos cuyo único parámetro de valoración es el económico. Debemos acabar definitivamente con esta destructora visión mecanicista del universo. Y recuperar el concepto de lo creado, como algo integral e integrado, en el cual el propio ser humano se encuentra inserto, como un elemento más de esta Unidad dentro de la diversidad. Es por ello absolutamente necesario que los musulmanes y musulmanas verdaderamente comprometidos con su Fe, actúen conforme a ella y sean justos en el trato de quien les amamanta. Y permitan que todos los seres humanos sean también amamantados en grado semejante.
El musulmán tiene el compromiso con Allah, de actuar de forma ecuánime y justa con la Naturaleza, comportándose con ella, de manera compasiva y misericordiosa, tratando de retornar al estado original.

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