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jueves, 27 de septiembre de 2012

Islam como mensaje universal

Islam como mensaje universal 23/10/2000 - Autor: Yaratullah Monturiol y Mariam Cabezos africa arabia islam mensaje occidente pensamiento universal 0 Islam como mensaje universalEl Islam es uno sólo. No hay Islam de Occidente, Islam de Africa negra, Islam de Arabia, o Islam de India o Indonesia. Los musulmanes no podemos defender un folklore o tradiciones particulares. Muhammad no ha creado una nueva religión, ni es un innovador entre el resto de los Profetas (la Paz sea con todos ellos). El último sello de la profecía ha sido enviado para confirmar los mensajes anteriores. Todos los musulmanes y musulmanas honramos a todos los profetas anteriores, esto implica conocerlos. Dice el Corán: ‘Si dudas sobre lo que te hemos revelado, pregunta a los que leían la Escritura revelada anterior a ti’ (10:94). Al·lâh I le dice al Profeta Ibrahim (Abraham) u: ‘Sé fuerte, como un auténtico hanif, que profesa el Din primordial, el Din natural que Al·lâh ha dado a sus criaturas. Esta es la verdadera religión, sin embargo la mayoría de los hombres lo ignoran’ (30:30). Y también dice: ‘Creemos en Al·lâh y en lo que nos ha sido revelado, en lo que le ha sido revelado a Abraham, Ismael, Isaac, Jacob, i a las tribus. Creemos en lo que le ha sido dado a Moisés, a Jesús, y en lo que le ha sido otorgado a los Profetas de su Señor. No hacemos ninguna distinción entre ellos y nos sometemos a Él’ (2:136); (3:84). El mensaje esencial y universal del islam, denominador común de todas las religiones y de todas las sabidurías del mundo es el siguiente: · La trascendencia y la unidad de Dios - La seguridad de que Al·lâh es Único (Tawhid) y que está por encima de toda realidad humana. - Él es el Creador de todas las cosas y por consecuencia no somos autosuficientes. - De este principio de unidad y de esta consciencia de nuestra “dependencia” fluye el reconocimiento de los valores trascendentales por encima de de los intereses egoístas individuales. · La comunidad de los hombres - La comunidad (umma), es contraria al individualismo. La humanidad es una. Todos los hombres tienen el mismo orígen y constituyen una misma comunidad (2:123) · Su responsabilidad - El Islam es contrario al fatalismo y la resignación. Sólo se somete a la voluntad de Al·lâh. Todo en la naturaleza está sometido a Al·lâh; el arbol que crece, el animal con sus instintos... Pero el hombre es el único que se ha atrevido a ser el ‘califa’ de Al·lâh en la tierra, es decir, se ha hecho responsable de cumplir con la orden divina. Sólo el hombre se puede permitir la ¡terrible y gran responsabilidad de desobedecer! Dice nuestra tradición que los cielos, la tierra, las montañas, todos temblaban con la propuesta que Al·lâh les hizo de gobernar el mundo; menos el hombre que aceptó el cargo, y Al·lâh dice en el Corán: ‘pero injustamente y en su ignorancia’ (33:72). La aceptación de ser guiado por Al·lâh es un acto voluntario, libre y responsable (es por ello que los ángeles se postraron ante el hombre, por orden de Al·lâh, ya que no tienen poder para desobedecer). Cuando el Corán dice que no hay (enemistad-coacción) en la religión (2:256), no sólo se trata de excluir la coacción física, militar, policial, sino también toda inquietud interior, espiritual. El Islam pues, defiende siempre la libertad de creencia. Dice el Corán: ‘La verdad emana de vuestro Señor, así pues quien quiera que crea y quien no que siga incrédulo’ (18:290). Y también dice: ‘Le hemos mostrado el camino justo, que lo acepte con agradecimiento o que lo rechace’ (76:3). Al·lâh nos dice en el Corán, que ha hecho del hombre su califa en la tierra, que no es un ejecutante pasivo, sino un dirigente, responsable encargado de tomar decisiones. Esta tarea no es primacía de algunos: es una labor de cada musulmán: ‘Vosotros los creyentes, sois responsables de vosotros mismos’ (5:105). La práctica del Islam La práctica del Islam no se limita a momentos concretos de la vida, sino que engloba todos los actos. El testimonio (shahada): La ilaha ilallah, Muhammad ar Rasulullah – ‘No hay más verdad que Al·lâh, y Muhammad es el Mensajero de Al·lâh; el salat que son las 5 oraciones diarias; el zakat (impuesto anual obligatorio del 2,5% como mínimo de las ganancias de cada uno para distribuir entre los necesitados); el ayuno de Ramadán (del 9º mes del calendario musulmán, que es lunar); la peregrinación a la Mecca durante el mes del Hayy, al menos una vez en la vida (si se tienen los medios y la posibilidad). Todo esto que conforma la práctica del Islam no son ritos, sino la raíz y la esencia de nuestra vida; es decir que, es como un tronco de árbol y los actos de nuestra vida personal y pública son sus frutos. Los musulmanes vivimos la práctica islámica buscando el contacto directo con el Creador, y en este ejercicio de acercamiento espiritual aniquilamos nuestra realidad humana para encontrar al Único Eterno, y recordando y viviendo esta Trascendencia, nos olvidamos de todo lo que es temporal, y entonces... ¡sólo queda Al·lâh! Esto es el vínculo primordial. Venimos de Al·lâh y a Él volveremos. Y el mundo es sólo un tránsito. Lo que pasa es que en este “viaje por el mundo” tenemos la oportunidad de relacionarnos con los demás, que es muy importante. El individuo se encuentra con que el beneficio colectivo es prioritario al suyo propio, y muchas de sus prácticas y acciones repercuten directamente en los otros. El concepto coránico de shura, que es la concertación o consenso, exige a todos los niveles, que los miembros de la comunidad sean consultados para participar en la elaboración y aplicación de las decisiones que les afectan. Este principio excluye todo despotismo de un hombre, una clase, o un partido ponderante. Dice el Corán: ‘Al·lâh está presente en cada nueva realidad (4:29). Y no deja de crear (35:81) Las escuelas jurídicas han intentado resolver problemas de tiempos y lugares determinados. Nuestra tarea es resolver los nuestros. Los primeros jurisconsultos no tienen una aplicación literal de los textos. Para el Profeta r y para Omar t, la justicia social es un valor más elevado que la defensa de la propiedad (esto está demostrado tanto por el Corán como por el hadiz). Los principios fundamentales son la Shari’a, el “camino ancho”, las reglas universales de la Vía abierta de Al·lâh, que quiere decir vivir todo el día bajo la Guía, el Criterio del que todo lo ve. Las diferentes acciones o movimientos, dependen de cada momento. El Fiq es la concreción de la Shari’a ¡aquí y ahora! La manifestación de la Shari’a en cada momento. Lo que ocurre a menudo, es que se confunde Shari’a con Fiq; entonces como dice el secretario de la FEERI Mehdi Flores: ‘acaban dándole la vuelta a las cosas, poniéndolo todo al revés. Cuando oyes que tal estado “aplica” la Shari’a te das cuenta de que hay una confusión. Todo lo que se aplica aquí y ahora deja de ser Shari’a y se convierte en Fiq (un corpus legal derivado de una interpretación de la Shari’a)’. Hay movimientos que pretenden esto: que el Fiq sea una cosa fija, inmutable; estas corrientes hacen del Islam una práctica dogmática y estática que limita la Luz de los textos a una sola mirada literal y exclusiva de unos cuantos “autorizados”. Los musulmanes no podemos separar el ámbito público del privado en nuestra vida cotidiana, porque todo va ligado; el aspecto comunitario es muy importante para nosotros y aplicamos a nuestra práctica, las relaciones sociales, el comportamiento, que refleja un estado de ánimo y espíritu concretos, e incluso las intenciones tienen una gran influencia en nuestras acciones. Organización Por este motivo, el hecho de que el ser humano es social y activo en su relación con la sociedad, hay un esfuerzo por parte de algunos sectores del panorama islámico, de organizarse en los muchos asuntos que le afectan más directamente. Educación, alimentación, cementerios para nuestros muertos... y toda una serie de gestiones muy importantes para la vida de un musulmán, que sólo podemos resolver si nos organizamos y reunimos esfuerzos. La diversidad, como habéis podido empezar a intuir es mucha; por una parte es muy bonita e interesante; y por otro lado es bastante difícil ponerse de acuerdo. Nosotras, como asociación cultural tenemos una tarea importante y que nos motiva mucho, pero nos hemos constituido también como entidad religiosa, registrada en el Ministerio de Justicia, y estamos adheridas a la FEERI, porque a pesar de las dificultades siempre han trabajado defendiendo derechos e intereses legítimos que queremos asumir, y sobre todo están en la línea abierta que consideramos que hay que tener en el Islam. Mariam Cabezos es la Presidenta de la Comissió Islàmica de Catalunya, de la que yo soy vicepresidenta; y es la Representante de la Federación en Cataluña, y esto también ha sido un gran paso hacia delante para el Islam y para la mujer musulmana. La mujer en el Islam Según los estereotipos la mujer musulmana es el prototipo de marginación en una sociedad dominada por el hombre, que se esconde bajo el velo y que vive una existencia en la que carece de protagonismo. Esta visión ha hecho que se convierta en un negocio rentable: las librerías de todo el mundo cuentan con un magnífico surtido de libros que traducen el grito desesperado de mujeres destrozadas que piden socorro. Y son libros con el éxito garantizado. Un ejemplo: hace un par de años aproximadamente en Barcelona se llevaron a cabo unas jornadas con el título “Mujeres y fundamentalismos”, en la que participaron mujeres de diversas procedencias y religiones. A la salida uno podía deleitarse con una exposición de libros sobre Islam: “no sin mi hija”, “no sin mi hija, 2”, “La sultana” etc... Es incomprensible que en los tiempos que estamos, que hay posibilidad de encontrar literatura islámica y fidedigna, suceda esto. Creemos que es poco serio y bastante malintencionado. El discurso sobre la mujer musulmana está plagado de tópicos, que al convertirse en usuales, parecen prácticamente irrefutables. Para descubrir cuando se trata de una propaganda anti-islámica, que se filtra en los medios a menudo, necesitamos una educación especial, un estudio y una reflexión para estar seguros de nuestra capacidad para distinguir “el grano de la paja”. La comunidad musulmana de nuestro país tiene objetivos de extraordinaria envergadura histórica. En primer lugar, la normalización social, que debe culminar en el pleno reconocimiento de los derechos públicos, y también en la fructífera convivencia con otras experiencias religiosas. En segundo lugar, los musulmanes y musulmanas que hemos abrazado Islam, debemos trabajar por una depuración de los contenidos básicos del Islam, tergiversados históricamente, tanto por las aproximaciones de los orientalistas que se han hecho desde occidente como por la instrumentalización política que realizan en algunos países, que exportan un Islam manipulado desde su raíz. El Islam otorgó hace ya 14 siglos unos derechos fundamentales a la mujer. A pesar de esto, aún está lejos de poder ejercer su derecho, y a desarrollar el papel social y universal que le corresponde. Esta discriminación que se lleva a cabo tanto en la sociedad occidental como propiamente la musulmana, es una realidad innegable y nosotras expresamos nuestra condena y rechazo hacia estas actitudes discriminatorias. La verdadera educación islámica no es represora de la liberación femenina como algunos se empeñan en transmitir. El Corán dice: “Verdaderamente, vosotros tenéis derecho sobre vuestras mujeres y ellas tienen derecho sobre vosotros”. El filósofo Ibn Rush se definió en esta misma línea en torno al estatus jurídico de la mujer en el Islam, y sus puntos de vista lo demuestran como un pensador progresista y defensor de los derechos de la mujer. Desgraciadamente, hemos de reconocer que hay una jerarquía de hombres “autorizados” que determinan la manera de entender el significado del Corán, aunque en el Islam nunca deberían existir instituciones “papales”. Sin embargo, el verdadero mensaje del Corán se dirige a la humanidad para equilibrar el estatus de las mujeres y el reconocimiento de su dignidad respecto al hombre. En este sentido, el surat 33, que en su ayat 35 proclama 10 veces la igualdad espiritual del hombre y de la mujer: “Al·lâh tiene preparado el perdón y una magnífica recompensa para los musulmanes y las musulmanas, los creyentes y las creyentes, los devotos y las devotas, los sinceros y las sinceras, los pacientes y las pacientes, los humildes y las humildes, los que y las que dan limosna, los y las que ayunan, los castos y las castas y los y las que recuerdan a Al·lâh”. Las mujeres musulmanas podemos sentirnos orgullosas de tener como código supremo el Corán, donde se establece claramente su igualdad respecto al hombre, dictada por Al·lâh I, y de tener un profeta defensor de los derechos de la mujer, de su igualdad y su dignidad. A nosotras mismas como musulmanas nos toca luchar para que se implante en nuestra Umma la práctica de Muhammad r con las mujeres, evitando que las costumbres de la época de la yahiliya / ignorancia (época pre-islámica), donde el machismo imperaba, se mezclen y se impongan por encima del mensaje de igualdad. Hay numerosos ejemplos de mujeres destacadas en el Islam a lo largo de la historia. La primera, Jadiya, esposa del Profeta Muhammad r. Fue la primera persona en aceptar el Islam y su más fiel colaboradora. Hay que destacar que era una empresaria que tenía hombres trabajando a su cargo. Recordemos que estamos hablando de 14 siglos atrás. Aisha, esposa del Profeta r fue una de las grandes transmisoras del hadiz, y daba clases tanto a hombres como a mujeres. Incluso se atrevió a llevar la contraria al conocido narrador de tradiciones proféticas Abu Hurairah, cuando se equivocaba en sus citas. Hafsa era una jurisprudente que también daba clases a los hombres. Rabi ‘ah al-Adawiyyah fue una de las primeras místicas del Islam. La austeridad y simplicidad marcaron su vida. Escribió bellísimos poemas, los cuales han sido traducidos por Massignon. Muchos hombres célebres y grandes sufis no se sintieron en absoluto avergonzados de consultarle. La maestra, escritora, poetisa y conferenciante Malak Hifni Nasif, conocida con el pseudónimo de Bahitat al Badiya desarrolló su personalidad obteniendo el año 1900 el primer certificado de estudios que se dio a una mujer en Egipto; después se licenció en Magisterio y trabajó como profesora. Ella no se limitaba a dar lecciones, sino que iba de casa en casa para explicar a los padres la importancia de la enseñanza para conseguir que dejaran ir a sus hijas a la escuela. Su línea de trabajo consistía en conseguir, sin desviarse del respeto al Derecho musulmán, que se parasen los abusos cometidos contra la mujer en nombre de la religión y la tradición. El Corán dice: “Al·lâh los apuró diciendo: No desmereceré nunca la obra de cualquiera de vosotros sea hombre o mujer, porque descendéis los unos de los otros”. Hadiz: “El Profeta r dijo: El mejor de vosotros es el que trata mejor a su mujer”. Hadiz: “La justicia es la mitad de la fe”. Y por último una cita de Ibn Rush: “Nuestro estado social no permite a las mujeres la posibilidad de valorar su capacidad. Parecen destinadas únicamente a dar vida a los niños y a amamantarlos. Este estado de servidumbre ha minimizado en ellas la facultad para las grandes realizaciones. Y por esto no se ven entre nosotros mujeres dotadas para las virtudes morales. Su vida se desenvuelve como la de las plantas. Mientras que les falte formación, no contribuyen de ninguna manera en las actividades necesarias, entonces conviene que a la hora de escogerlas busquemos las mismas condiciones naturales que consideremos en los hombres, para esto, deben estar educadas de la misma manera”. Pertenencia Cada uno es una persona individual y aunque forme parte de un colectivo determinado, porque se siente identificada, o simplemente le identifiquen con él, no quiere decir que todas las personas que formen parte de ese colectivo o grupo sean iguales. En teoría, esto parece fácil de entender ¡es lógico! Y si nos hacemos la pregunta: ¿toda la gente de este colectivo son iguales? Diremos todos: ¡claro que no! Pero, ¿qué pasa a la práctica? Que la visión global de un grupo, que puede ser una raza, etnia, gente de una religión, o un país, generalizar nos hace poner a toda una serie de personas - a veces muchísimas personas – en un mismo saco; y eso es muy peligroso. Es fácil; de hecho, todos lo hemos hecho sin darnos cuenta. Es una forma que tenemos de organizar las ideas cuando no tenemos las cosas claras, ni tiempo, ni conocimiento para especificar o individualizar. Cuando las personas sólo son números, grupos, colectivos, y nos preocupamos del “saco” y no de las personas que están dentro del “saco”, estamos repitiendo estereotipos y creando estereotipos nuevos. Es cierto que no podemos hablar siempre de cada persona, una por una. También es cierto que por tendencia natural las personas suelen reunirse según unas determinadas similitudes que hacen que se identifiquen entre ellas, que se protejan, que se hagan “piña” y defiendan su núcleo de grupo. ¿Cuál es su núcleo? Pues seguramente, la razón o el motivo que hace que estas sientan que forman parte de este grupo. Amin Maalouf, en su libro ‘Identidades asesinas’ que a veces, son los otros los que te hacen dar cuenta de que tú eres de un determinado grupo. A menudo, el rechazo que siente un sector de la sociedad hacia un colectivo en el que te colocan a ti también, hace que busques tu propia identidad en aquel grupo en el que te asocian y que te encuentres “acogido”. Esto puede llevar a veces – en el peor sentido – a que el hecho que no tengas muchas oportunidades de formar parte de la sociedad como uno más, haga que uno lleve una vida no deseada, pero si la sociedad de acogida, por ejemplo, no le da más opción, puede pasar que una persona sin oportunidades se vea abocada a tomar “soluciones” drásticas ¿Qué quiere decir esto? Pues que por ejemplo, hay gente que vive mal, en condiciones horribles; pero... casi nunca es voluntaria esta situación. ¿Por qué vive en un barrio donde los niños no acaban los estudios, hay mucho paro, drogas, prostitución, las viviendas no cumplen los requisitos de habitabilidad y todo está abandonado y hecho una ruina? ¿A la gente que vive en un barrio así le gusta vivir mal, de forma marginal? No, ¡nadie quiere vivir mal! Hay gente que no tiene nada mejor, o sea que no puede escoger. Entonces... queremos hablar hoy aquí de interculturalidad. ¡Muy bien! Pues sigamos. Un niño llega a Cataluña desde otro país; no habla nuestra lengua; sus padres tampoco, pero ¡por fin! Han llegado después de grandes esfuerzos para conseguirlo. Y ahora le toca ir a la escuela. Y se encuentra que tiene un montón de cosas para aprender, y al ser joven, aprende rápido. En unos meses ya habla un poco, hace amigos, y se ve con ánimos de integrarse (la primera palabra que le enseñan) y convertirse en uno más. Esto es lo que él piensa, pero es que ahora resulta que no; que él no es uno más, sino que es uno de los “otros”, es decir, uno de esos que forman parte del “fenómeno migratorio”, un diferente que de ahora en adelante será un exótico a las buenas, ¡bueno! Los días de suerte, cuando se celebra la semana intercultural y entonces, todos comerán platos típicos de su país y estarán muy ricos y le sonreirá el mundo. Pero es que cuando se acaba la “fiesta gastronómica” vuelve a estar en la cola, porque cuando vuelve a oír hablar de inmigrantes, o de su colectivo concreto, ya es sinónimo de “problema” y sabe que para los demás, él forma parte del problema. Seguro que lo último que necesita un adolescente es sentir este rechazo. Mucha responsabilidad para la saciedad de acogida con los niños que llegan a Cataluña, por ejemplo – que no son pocos y seguirá aumentando la cifra – porque la polémica no la trae la religión que tiene; ¿o si? ¿Qué nos preocupa realmente: que sea musulmán, judío, cristiano, agnóstico? ¿o más bien su comportamiento? ¿Pero con quién se va a comportar? ¿Se siente respetado acaso? ¿Cómo queremos que sea un joven optimista, si ve que él mismo es sinónimo de problema? ¡Cómo superar esta línea que lo separa del resto de los “normales”? La solución que se le propone a él y a muchos: ‘sal de tu cultura, esconde tus raíces, o tu orígen, sino al menos, demuestra que lo tienes superado, sólo podrás ser uno de los nuestros cuando hagas, pienses, hables, sientas como yo, entonces... ¡yo te aceptaré! Esta es la integración. Pero eso no es una sociedad de acogida, que se comporta así, y pretende que un musulmán deje de serlo o que como mínimo no lo parezca. Eso es xenofobia y una sociedad así no puede aspirar nunca a las ventajas de la interculturalidad, ¡pero sí a los inconvenientes! Asimilar a las otras culturas haciendo que pierdan su identidad, es el suicidio de una civilización No se está haciendo mucho para asumirla de verdad. Es cierto que el tema no es fácil, pero pienso que no nos lo tomamos muy en serio. Multiculturalidad es diferente de interculturalidad, La primera aglutina varias culturas pero no se mezclan entre ellas, mientras que la segunda opción es la interrelación de las diferentes culturas entre sí. Eso seguro que no es fácil, pero casi todos estamos de acuerdo en que es ésa precisamente la que pretendemos. Sin embargo, no trabajamos para que cada una de las culturas que “conviven” en nuestra tierra puedan desenvolverse en igualdad de condiciones. ¡Evidentemente que no! Esto en cuanto a la inmigración. Pero tampoco hemos de continuar pensando que la gente es de “allá” (sin poder concretar un país, pero poniendo a todos los países considerados retrasados o que hacen cosas extrañas en el mismo “saco” que decía antes), sino que hemos de asumir que, aquí en Cataluña, vive gente de todas partes, pero también que las culturas y las identidades no sólo son de otros lugares, sino que a partir de ahora, tendremos que convivir con primeras generaciones de inmigrantes, segundas, terceras y cuartas generaciones mestizas y con gente de distintos colores, pero que ¡serán catalanes! y no será necesario preguntarles de dónde vienen, porque muchos habrán nacido aquí. También estarán las gentes de diferentes religiones, que no serán de otro lugar, sino que serán de aquí y tendrán una creencia, que puede que no sea la que era típica de este país hace cuarenta años, pero tampoco se podrá pensar que los que son musulmanes, budistas o hindús son de otros orígenes, porque muchos serán autóctonos, y no podrán responder sobre comportamientos o políticas de otros países, sino que serán personas con creencias distintas que viven en Gerona, Barcelona, Lérida o Tarragona, o quizá en un pueblecito cerca de Vic, o en La Garrotxa o el Baix Camp, o el Maresme... y conocerán su entorno y se preocuparán por su ciudad, o su pueblo, o su país que será el tuyo y el mío. Y es que donde vives es tu casa. Hay quien nace en un país y muere en otro; hay quien nace en un país y muere en el mismo pero siempre hacen que se sienta como si fuera de otro lugar. ¿Cómo hay que hacer para que la interculturalidad sea un bien, un enriquecimiento, un beneficio? Cuando reflexionamos y nos damos cuenta de que nos queda mucho que aprender y “el otro” ¡nos puede dar mucho! De hecho, yo creo que ya estamos recibiendo muchas aportaciones enriquecedoras en razón de las diferentes culturas que residen en nuestro país. Las grandes civilizaciones y el esplendor cultural siempre han estado asociados a la diversidad cultural de los pueblos. Quizá no estamos haciendo una valoración lo bastante positiva de esta aportación y no le estamos sacando provecho. ¿Qué nos priva de gozar de la interculturalidad? Pues, seguramente unos criterios demasiado etnocéntricos o demasiado rígidos y los prejuicios hacia “el otro”. A veces, nuestra sociedad también tiene grandes dosis de salvajismo, sobre todo cuando salta la chispa de la xenofobia. Y eso es precisamente lo que no se podrá detener, sino optamos, realmente, por la interculturalidad. Un estudio reciente afirma que los jóvenes están mejor preparados que sus padres para apreciar la diversidad los valores culturales y de formas de expresión, y dice que, los que están “conectados” con gente de otros lugares por internet por ejemplo, son más tolerantes por lo que se refiere a las distintas formas de expresión y se muestran más abiertos en cuanto a las tendencias culturales; entonces, habría que estimular este proceso. Para que los jóvenes sepan dónde están deben adquirir la comprensión sobre el funcionamiento de la cultura en general. Teniendo presente este punto, les ayudaremos a ser conscientes de que, en la medida en que se trata de un proceso y, en cierto sentido, de un “lenguaje” o forma de comunicación, ninguna cultura puede invalidar a otra, ¡al contrario! a menudo la puede enriquecer con nuevas ideas. Por eso es muy importante en el terreno de la educación adoptar una perspectiva práctica. Las culturas son tan numerosas como las lenguas e igual de operativas. Puede que no nos digan la verdad, ni siquiera la verdad del que habla, pero al menos, nos remiten a unas verdades que aluden, que son el referente y expresan unos valores y unas normas que nos son comunes. Hablando del tema de las lenguas, en Francia se llevó a cabo un sistema, pensando que para no perder su identidad estaría bien que los niños estudiasen en la escuela su lengua materna. ¿Qué ha pasado con esto? Está muy bien esta iniciativa en principio, porque la lengua materna es una pertenencia importante. En Ceuta, sin ir más lejos, hay profesores que aconsejan a las madres que no hablen a sus hijos en su lengua, ¡que les hablen en castellano! Eso es no tener ni idea de psicología, pedagogía y es grave... ¡pura xenofobia! E implica mucho riesgo para el niño, porque incluso puede ser traumático para el niño, si se llega a reprimir esta relación idiomática con la madre. Entonces lo que hicieron en escuelas francesas, quería ser todo lo contrario. El problema fue que las lenguas de los magrebis son muchas. Nos equivocamos si pensamos que en Marruecos, por ejemplo, se habla árabe. Hay el dariya, el bereber, el tamazigh, el rifeño, y otros. Eso hizo que estos colectivos aún se seccionasen y separasen más y no ayudó a la integración que se pretendía. Lo que se proponía después de esta experiencia es que la identidad que los reuniera fuese el árabe, por el hecho de ser musulmanes, ya que es lo que tienen en común con el resto de sus correligionarios: la necesidad de aprender árabe junto con todos los que no son arabófonos (sólo el 18% de los musulmanes del mundo son árabes). El hecho de aprender todos ellos una lengua por un motivo común establece un vínculo que les une en su diversidad. Hay un dossier que os podemos hacer llegar si estáis interesados, en francés, de un curso que se ha hecho este mes de agosto en París. Las mentes jóvenes aceptan la diversidad, como dice el informe de la Comisión Mundial sobre la Cultura y el Desarrollo de la UNESCO: ‘La respuesta natural del joven para lo que es diferente es la curiosidad, seguida de la exploración. Las escuelas pueden fomentar fácilmente la exposición positiva de la diversidad. Si bien, no desaparecerán a corto plazo las fronteras físicas que dividen las naciones, la educación puede ayudar a derrumbar barreras que separan y enfrentan a las personas a nivel mental. Así pues, la Comisión recomienda el desarrollo del multilingüismo, junto con una iniciación en el aula hacia la pluralidad de lenguas, culturas y religiones. Este camino podría conducir a la coproducción de libros de texto que promoviese la consciencia de un legado común, de unos valores compartidos y de una visión conjunta de futuro’. Attiya Inayatullah, presidente del Consejo Ejecutivo de la UNESCO, decía en la Conferencia Internacional sobre Educación del 94: ‘Con un espíritu de paz, la educación tendría que fomentar el respeto al pluralismo cultural, la tolerancia no sólo se basa en la aceptación pasiva de los derechos de los otros grupos culturales, englobando minorías, sino que comporta, además, un reconocimiento activo y comprensivo de estas culturas, cosa que da como resultado el respeto y la comprensión mutuos’. Nuestra propuesta 1er paso – la escuela primaria; el instituto y la universidad: Que psicólogos y pedagogos hagan revisiones y corrijan los libros de texto que promueven la xenofobia; los profesores también tendrían que profundizar trabajando en sistemas alternativos en el tema de la interculturalidad. La interculturalidad la haremos entre todos y esto quiere decir que los maestros, psicólogos, monjas, curas, ministros, alcaldes, y el vecino y la vecina somos responsables de esta convivencia y la labor de las escuelas y las universidades es imprescindible que se haga en colaboración de los colectivos de inmigrantes y las comunidades religiosas, que tengan presencia y participación dentro de las actividades de las asociaciones de padres, y que se escuchen sus demandas. A pesar de las discusiones, o complicaciones que pueda provocar esta alternativa; porque, dejar de hacerlo, y no buscar el buen entendimiento, esforzándonos para llegar a un acuerdo, puede ser un caos terrible que aumenta la incomprensión/tensión. O sea, que yo pienso que la actitud pasiva es la peor que podemos tener en estos momentos. Maestros, políticos y medios de comunicación tienen una gran responsabilidad en esto, pero la gente en general, es decir, todos tenemos que participar en esta tarea. Esto sólo son propuestas pero el camino se hace caminando. Los pasos pueden ser de muchos tipos. Nos podemos equivocar por el camino, pero entre todos hemos de llevar adelante lo de la interculturalidad. Insha Al·lâh. Bibliografía: - Roger Garaudy - Sabora Uribe - Revista Verde Islam - Rosa Herida – Ediciones Insha Allah - Dossier en francés escuelas (París, agosto 2000); información: fatiha@webislam.es - Informe Comisión Cultura y Desarrollo – UNESCO - Attiya Inayatullah – Conferencia internacional sobre Educación 1994 – UNESC

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