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viernes, 25 de abril de 2014

En Ucrania hay muchos intereses como para estar ante la III Guerra Mundial

Día 04/03/2014 - 12.26h

El autor cree que el conflicto no irá más allá de ciertas escaramuzas con derramamiento de sangre y entiende que el ámbito natural de Kiev está más junto a Rusia que junto a la UE

¿De qué hablamos?
El mundo -especialmente Europa- se estremece viendo por televisión que lo que empezó siendo una protesta supuestamente prodemocrática y pacífica ha acabado en una confrontación armada, con grupos de ejército -algunos disfrazado de «grupos de autodefensa» y otros sin disfrazar- que parecen abocados a una guerra civil en Ucrania. O a una confrontación entre Ucrania y Rusia.
¿Y todo esto por Crimea, esa pequeña península bañada por el Mar Negro? Sí, pero como trasfondo hay muchas otras cosas más importantes y graves que su población rusa. Un análisis superficial llevaría a comparar el potencial militar ruso con el ucraniano. El primero es inmenso, pues sigue siendo una superpotencia; el del segundo es notoriamente inferior. Pero no hay que olvidar que en Ucrania estaban situados los silos nucleares de la URSS, y aunque en el Memorando de Budapest de 1994, Ucrania renunció a su parte del arsenal nuclear soviético a cambio de promesas solemnes en cuanto a su seguridad, no es menos cierto que el control del traslado de las armas nucleares a la nueva Rusia dejó ciertas fisuras en su cumplimiento y en su control verificado.
Respecto a sus efectivos reales, las cifras oficiales que da el gobierno ucraniano no siempre coincide con la realidad, y los buscadores de internet señalan que hay en torno a 160.000 militares y un millón de reservistas; pero no son datos seguros. Más curioso resulta saber que en Ucrania hay muchos campos militares secretos de «desguace» donde están almacenados miles de tanques o carros de combate obsoletos; pero su grado de deterioro es difícil de conocer, así como cuántos de ellos podrían volver al servicio activo. Lo importante es conocer cuántos misiles puede poseer y quién tiene su control, pero eso no es conocido por civiles y tampoco se sabe si la larga mano de EE.UU. ha provisto de ellos a los enemigos de Rusia en Ucrania.
El público quiere saber qué significa Ucrania para Rusia, qué significa Crimea para Rusia, y en qué pueden desembocar estos sucesos.
 Para Rusia, la actuación de la Unión Europea y la de los EE.UU. (en realidad, la OTAN) respecto a Ucrania es una traición que rompe los acuerdos entre Reagan y Gorbachov, en los que se venía a decir que cada uno mantendría sus respectivas esferas de influencia sin injerencia del otro. Pero los misiles nucleares de Rusia y su alta tecnología la convierten en el mayor adversario frente a la hegemonía de EE.UU.; por eso, Washington rompió los pactos y amplió el área de control de la OTAN a países del Pacto de Varsovia, y ahora quiere ampliarla a los de la antigua URSS, como hizo con Georgia (2008) y Ucrania (2014). Washington abandonó unilateralmente el tratado que prohibía los misiles antibalísticos y ha creado escudos con estos misiles en la frontera de Rusia: así ha cambiado su doctrina de la guerra nuclear para reservarse la capacidad de asestar el primer golpe. Por otro lado, no conviene olvidar que para Europa, y muy especialmente para Alemania, Ucrania es el camino del gas que consume nuestro continente. Y eso explica por qué Merkel no apoyará una solución extrema al conflicto.
Crimea es la única y tradicional base rusa navegable en Europa, y por eso la base de su flota. De ahí su mayoritaria población rusa. Dejar Crimea (que Kruschev entregó a Ucrania en 1954) en manos de un Estado enemigo y amigo de la UE y EE.UU. tendría muy graves implicaciones: la pérdida de Sebastopol como base de la Flota del Mar Negro de la Federación Rusa; la expulsión de rusos en el este y el sur de Ucrania, que producirían una avalancha de refugiados; la pérdida de la capacidad de fabricación en Kiev, Kharkov y Dnepropetrovsk, donde se trabaja para cumplir encargos del ejército ruso; la supresión de la población rusoparlante y «ucranización» forzosa de los rusos; la instalación de bases norteamericanas y de la OTAN en Ucrania, incluida la península de Crimea, así como apertura de centros de entrenamiento de terroristas en el Cáucaso, la cuenca del Volga y quizás en Siberia; la propagación de las protestas orquestadas en Kiev a las etnias de otras ciudades de la Federación Rusa, etc. Los estrategas rusos concluyen que «consideran catastrófica para el futuro de Rusia la situación que se está conformando en Ucrania». Y ahí están las declaraciones de Serguey Lavrov, Ministro de Exteriores ruso, poniendo en la ONU como excusa de la intervención militar rusa la defensa de los derechos humanos de la población rusa en Crimea.
¿En qué pueden desembocar esos sucesos? Personalmente, creo que no habrá ni guerra entre Rusia y Ucrania, ni guerra civil entre ucranianos. Hay demasiados intereses en juego, y un conflicto así podría derivar en una III Guerra Mundial. El interés de Alemania, el de Europa.. y el del mundo es que no ocurra. Se trastocarían demasiadas cosas. Sin embargo, sí creo que -desdichadamente- habrá derramamiento de sangre en escaramuzas, lo que engendrará ese odio e inquina que tanto favorecen los intereses (?) de eso que aún llamamos Occidente
El peligro es que el comandante de la Flota del Mar Negro rusa, Alexander Vitko, ha remitido un ultimátum a las unidades ucranianas que se encuentran en la península de Crimea para que se rindan antes de las 5.00 de la madrugada de este martes (las 4.00 hora peninsular española), según ha informado el diario «Kiev Post» en su edición digital. De lo contrario, advierte Vitko, ordenará un ataque contra todas las fuerzas ucranianas en la zona. Y el historiador recuerda que una movilización rusa provocó la I Guerra Mundial y el fin del mundo de los siglos anteriores.
Me atrevería, además, a señalar que una Ucrania en la UE (y luego o antes) en la OTAN no sería más que un títere en manos del Gran Capital que gobierna una y otra, mientras que unida a Rusia estaría políticamente ubicada en su espacio natural, en su ámbito propio, y sería alguien respetado por Rusia, aunque evidentemente no sería una relación de igual a igual. Pero estaría en su sitio. Donde siempre estuvo.
José Luis Martínez Sanz es Profesor de Historia Militar y Geopolítica de la Universidad Complutense

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