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lunes, 30 de junio de 2014

El islam melillense y la fitna importada


El islam melillense y la fitna importada

La palabra fitna, como es sabido, denomina en el léxico árabe división y guerra civil

27/06/2014 - Autor: Abdelkader Mohamed Alí - Fuente: Webislam
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Abdelkader Mohamed Ali.
La palabra fitna, como es sabido, denomina en el léxico árabe división y guerra civil, independientemente de las causas que originen esta fitna. Probablemente sea lo que a día de hoy se viva en muchos hogares musulmanes, no sólo de aquí en Melilla, sino en todo lugar donde haya una comunidad musulmana conectada a los efectos nocivos de la globalización. Una fitna derivada de las distintas tendencias interpretativas del Islam.
Se dan casos de hijos que llegan incluso a acusar a sus padres de incurrir en kufr (incredulidad) –grave, gravísima acusación para cualquier musulmán que se precie– porque estos no siguen la caprichosa orientación que pretenden imponer a sus padres.
Como decimos, ello ha hecho, quizás hoy más que nunca, el que en cada hogar musulmán se vivan fracturas, en muchos casos, irreconciliables. Un fenómeno que ha adquirido un fuerte auge a expensas de la fuerte presencia salafí/wahabí que a lomos de las nuevas tecnologías cabalga inexorablemente. Ya sea vía satélite, internet, radio, televisión, publicaciones al uso etc., medios todos ellos hegemonizados por esta tendencia al amparo del poderío económico de sus patrocinadores claramente anclados en el petrodólar. Sus valedores y representantes locales, que actúan como ejecutores directos, en estos últimos tiempos muy presentes en todos los ámbitos de nuestra sociedad, han originado una fractura interna a la que no es exagerado denominar fitna.
Una anécdota ilustrativa que le ocurrió a una periodista foránea que entrevistaba al responsable de una mezquita de la periferia de la ciudad es por sí misma muy elocuente con respecto a lo que comentamos. A la pregunta de “¿Cuántos musulmanes hay en Melilla?” el interlocutor de la periodista le contestó “dieciséis”. Creyendo la periodista no haber sido entendida correctamente su pregunta insiste más explícitamente obteniendo la misma respuesta: “Dieciséis musulmanes, los que hacen sus plegarias en esta mezquita”. De ahí se infiere que el resto de musulmanes melillenses al no ajustarse a los patrones doctrinales que arbitrariamente imponen estos iluminados se encuentran a extramuros del islam, es decir, incurren en kufr.
Curiosamente las detenciones de los presuntos “yihadistas” de hace unas semanas en nuestra ciudad, son precisamente de este entorno.
Decía Abu Bakr Siray ad-Din, más conocido como Martin Lings en su obra “Creencias antiguas y supersticiones modernas” obra en la que analiza los efectos devastadores de la modernidad en el ámbito espiritual, entre otras cosas asevera: “…El mundo nunca había estado tan plagado de pseudoreligiones y herejías como lo está hoy…”. Y aquí Abu Bakr Siray ad-Din cuando habla de herejías obviamente se refiere a las tendencias interiores de las grandes confesiones establecidas y evidentemente el islam es una de ellas en tanto que existen esas “herejías” internas que desvirtúan la verdadera y tradicional esencia del islam.
A lo largo de los siglos, alhamdulillah, los musulmanes hemos tenido acceso a la Revelación a través de los cauces del kalam (teología islámica). Ese acceso a la sabiduría primordial de la Revelación no ha sido especialmente dificultoso para los musulmanes a lo largo de la historia, entre otros motivos porque los musulmanes no hemos vivido, a Dios gracias, ningún proceso de expulsión expeditiva de lo religioso y espiritual de nuestras sociedades. El Renacimiento o Siglo de las Luces es un fenómeno ajeno a los musulmanes, así mismo el islam jamás ha vivido una Edad Media, una edad de las tinieblas. Sin duda ha habido etapas con evidentes claroscuros, altibajos, pero posteriormente se ha dado un nuevo impulso vivificador. La decadencia del mundo musulmán, aunque tengamos la errónea sensación de ser muy antigua, al menos en lo que respecta al califato, no alcanza un siglo.
Hoy, lamentablemente, grupos fuertemente implantados, como ya hemos señalado más arriba, pretenden reescribir nuestra historia, una nueva historia del Islam al amparo de sus obnubiladas visiones, derivadas, de entre otras muchas razones, de una tremenda ignorancia, de arraigados complejos y una ira estérilmente contenida. Estos grupos se auto-arrogan la posesión de la verdad absoluta queriendo liquidar de una atacada toda la historia Tradicional del Islam. Algo difícilmente imaginable hasta hace escasamente unas décadas. Hoy las disputas en las mezquitas están a la orden del día, la hostilidad de estos grupos bordea lo enfermizo en tanto no alcancen sus objetivos de controlarlo todo, hasta el más mínimo detalle que acontece allá donde despliegan sus estrategias. Lo que no quede bajo control inmediatamente es rechazado y señalado como haram (prohibido/pecaminoso), shirk (politeísmo), bid’a (innovación), etc, etc.
Es precisamente lo que ocurría hace unos días en una céntrica mezquita de nuestra ciudad. Un singular personaje conocido por su particular personalidad, de nula formación académica, tras ser presentado por el responsable de la mezquita hizo uso de la palabra para dar paso a un simulacro de charla/dars. El ‘surrealismo’ según parece fue el hilo conductor de singular charla. Nadie terminó de entender donde conducían sus conclusiones, no obstante algo sí quedo meridianamente claro por la insistencia machacona del ponente y la ira mostrada al respecto: “Hay un enemigo interno con el que hay que ser inmisericordes, excomulgarlos y poner a raya, estos son los sufíes”.
Concretamente mencionó la Tariqa Alawiya, asentada en nuestra ciudad desde hace cerca de un siglo. Huelga reproducir aquí las descalificaciones e improperios, ribeteados con zafia socarronería allí vertidos. Sin embargo, es pertinente expresar nuestro asombro y preocupación ante tanta magnanimidad por parte de los responsables de la mezquita, ya no sólo por invitar un ponente de muy dudosa orientación y moralidad cuestionable, sino por la propia aquiescencia de los anfitriones al secundar y sonreír las bravuconadas de nefasto ponente. 
Siempre hemos entendido que las dificultades más importantes no provienen de aquellos que abiertamente declaran una contienda, los retos planteados de frente hasta son de ‘agradecer’. Lo preocupante es la ambigüedad calculada de algunos personajes que a lo largo de mucho tiempo les ha dado pingues resultados sus dotes  de malabarismo escurridizo. Eso de aparecer con el primer cubo de agua aparentando competir para sofocar el fuego cuando con la otra mano y a hurtadillas se ha encendido la mecha, no puede seguir gozando de impunidad indefinida. Que cada palo aguante su vela.
A los primeros: esos radicales que pretenden imponernos criterios de existencia ajenos a nuestra voluntad e idiosincrasia con los mecanismos del Estado de Derecho es de esperar la pertinente y proporcional actuación. Y subrayamos  la expresión Estado de Derecho, ya que es también, absolutamente rechazable, que desde algún poder del Estado se conculquen derechos básicos en el transcurso de una operación “antiterrorista” simplemente por ser vecino, allegado o familiar de algún supuesto “yihadista” como presuntamente se hizo hace unos días en las detenciones llevadas a cabo.
En lo que respecta a los segundos, es decir a esos adiestrados malabaristas, es responsabilidad nuestra, de los que ocasional o asiduamente discurrimos en la misma mezquita, de poner fin a ese doble juego que algunos casi esgrimen como derecho consuetudinario.
Por lo demás, como bien nos recuerda la Biblia en el libro Eclesiastés “No hay nada nuevo bajo el sol”, aunque nos precisa el célebre filósofo alemán Oswald Spengler, teórico de “La decadencia de Occidente”, “No hay nada nuevo, salvo lo que se ha olvidado”: No estaría de más repasar cualquier manual de historia mínimamente objetivo que nos sitúe en los acontecimientos del mundo musulmán de esta última centuria. A poco que indaguemos recordaríamos con qué determinación colaboró el wahabismo en dos hechos funestos para el devenir de los musulmanes: derribo del imperio otomano, es decir, del último Califato Musulmán y la cancerígena penetración colonial. Colonialismo que aún, a día de hoy, sus efectos más letales continúan multiplicándose y expandiéndose intravenosamente.
A modo de colofón quiero concluir esta reflexión citando un breve aforismo/hikma, pero hondamente significativo del último polo/qutb que ha dado el islam, sheij Sîdî Ahmad al-'Alawi, –qaddasa‘Llahu ruhahu– que a mi entender pone las cosas en la proporción que se requiere, máxime teniendo en cuenta que ya en su tiempo Sîdî Ahmad al-'Alawi tuvo que bregar arduamente  replicando a los ataques de destacados representantes del wahabismo. El aforismo dice así: “Las personas más alejadas de su Señor / son las más exageradas en hacerlo Incomparable”.

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