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jueves, 2 de julio de 2015

"Todo está prohibido" para el Estado Islámico

"Todo está prohibido" para el Estado Islámico
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ECUADOR: "Todo está prohibido" para el Estado Islámico / El expreso / No tenían libertad. "Ni siquiera podía fumarme un cigarrillo", responde Hamed cuando se le pregunta cómo le afectó la llegada del Estado Islámico (EI) a Ramadi, la capital de la provincia iraquí de Al Anbar. Puede parecer una nimiedad cuando uno se ha convertido en refugiado dentro de su propio país, pero da una idea del nivel de control social al que aspira el autoproclamado califato. Como cientos de miles de iraquíes, Hamed y su familia terminaron abandonando su hogar cuando perdieron la esperanza de que las fuerzas gubernamentales pudieran frenar a los yihadistas. "En dos incursiones anteriores nos refugiamos en un pueblo cercano y regresamos a Al Tamim días después, cuando el Ejército lo recuperó, pero cuando entraron el mes pasado ya no teníamos dinero y aguantamos dos semanas esperando a que volvieran los soldados", explica Hamed sin ocultar la decepción por la retirada de las fuerzas gubernamentales. A los 51 años, este padre de seis hijos que trabajaba como taxista ha perdido su casa, su medio de vida y hasta querían quitarle el único vicio que podía permitirse, el tabaco. "Todo está prohibido, sobre todo para las mujeres", señala su esposa, Karima, de 39 años, que cuenta que no podía salir sola. De ahí que escaparan hacia el sur y, tras 12 días en un campamento en Ameriyat Faluya, se hayan reunidos con otros familiares en este campo de desplazados de Al Dora, en Bagdad. Karima y Hamed son suníes, la misma rama del islam a la que se adhieren los seguidores del EI, y sin embargo, discrepan de la interpretación que los yihadistas hacen de su religión. No son los únicos, también varios seguidores de esta corriente mística del islam denuncian sus agresiones. "Cambiaron todas las normas: las mujeres teníamos que cubrirnos hasta la cara", apunta Anwar, una suní de 29 años, que también escapó de Ramadi con su marido y dos hijos hace un par de semanas. "Mientras no te metas con ellos, no tienes problemas', asegura Omar, un estudiante de Medicina en la Universidad Al Maamun de Bagdad. Admite que "han impuesto restricciones, en especial a las mujeres", pero insiste en que "la vida transcurre normal". El califato, que casi ocupa un tercio de Irak y buena parte de Siria, le cobra 80 dólares cada vez que viaja de Ramadi a Bagdad; el regreso no le plantea problemas, dice. C omo él, no todo el mundo se siente intimidado por los yihadistas. Por simpatía, falta de alternativas o indiferencia, hay gente que se ha quedado a vivir en las zonas bajo el control del EI, aunque no precisamente tienen más opciones.

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