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viernes, 26 de agosto de 2016

La invasión de las mujeres burkini y otras mentiras

Las mujeres burkini no son una amenaza real sino una falsa bandera

26/08/2016 - Autor: Ángel Álvarez Hernández - Fuente: Webislam
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Por favor, señor Manuel Valls, deje en paz a las mujeres que quieran llevar burkini.
Francia arde, bajo los Campos Elíseos.  El Primer Ministro Francés, Manuel Valls, ha visitado 80 veces el cuarto de baño, y está tomando su octava taza sopera de tila. La situación es muy mala y él lo sabe. Si las mujeres burkini siguen apareciendo en las playa francesas Francia caerá en pocas semanas bajo el control del Califato Islámico.
A mediodía, Manuel Valls se dirige a cuatro policías que armados hasta los dientes se atrevieron heroicamente a obligar a una mujer burkini de unos cincuenta años a desvestirse. Visiblemente emocionado, acaricia con su mano derecha la mejilla de uno de los agentes, mientras su otra mano temblorosa le tirita escondida en la espalda.  Con una voz grave y ausente dice: Si mis generales, fueran como ustedes, Berlín no habría caído en la primavera del 45.
Manuel Valls confiesa que, entre una pastilla de trankimazin y otra de lexatin, a veces ve mujeres burkini en la Torre Eiffel y hasta debajo de su cama.
Solo un puñado de alcaldes patriotas de extrema derecha, a los que la chusma bolchevique califica de xenófobos y populistas, han tenido el coraje de levantarse contra las mujeres burkini. Son los nuevos héroes de Manuel Valls, quien se deleita contemplando sus fotografías y a veces sufre una involuntaria erección.
Para salvar a Francia de las mujeres Burkini, Manuel Valls está dispuesto a destruir los derechos laborales de los trabajadores y a modificar la constitución para imponer un Estado de Excepción que permita a la policía detener y registrar sin una orden judicial la casa de cualquier sospechosos que lleve barba y bigote recortado o el hogar de una mujer con hiyab, que pueda esconder un  burkini en su baúl.
Manuel Valls ha prometido a Francia un imperio de mil años sin mujeres burkinis y lleva tatuado a Pétain en su tetilla izquierda. Es el nuevo amanecer de Francia.
Todo es una farsa, una mentira, y Manuel Valls un trilero o un ingenuo, que firma contratos con las empresas de armamentos mientras destruye los derechos sociales y el estado de bienestar de Francia. Su juego es la impostura y la manipulación constante, ya sea por ignorancia o cinismo. El disimulo constante para justificar el saqueo de las riquezas y el control de los países francófonos de África y el área de influencia francesa en Oriente Medio.
Las mujeres burkini no son una amenaza real sino una falsa bandera, una cortina de humo que nos impide ver la realidad cruel de quienes, a costa del tráfico de armas y la venta de petróleo, se están haciendo mas híper-millonarios y más poderosos. Todo es un gran teatro lleno de muertos inocentes y cadáveres exquisitos.
Las pruebas que demuestran que Manuel Valls es un trilero o un ingenuo, son la nula eficacia de las medidas tomadas contra el DAESH. Si realmente Manuel Valls y otros políticos de gran copete internacional hubieran querido acabar con el DAESH, habrían bastado tres medidas, sin necesidad de bombardear Siria, Irak, Libia o cualquier otro país:
1. Un embargo real del tráfico de armas con el DAESH a través de las fronteras de Turquía, Líbano, Jordania e Israel y los grupos rebeldes que les revenden las armas que reciben de occidente.
2. Un embargo efectivo contra la venta del Petróleo robado por el DAESH, en el mercado negro.
3. Levantar el velo, en los paraísos fiscales donde se realizan las transacciones bancarias por el DAESH y donde están depositadas sus finanzas a través de testaferros y sociedades interpuestas.
Ninguna de estas medidas se han tomado y, por tanto, todo lo demás es una falsa o un error, donde los bombardeos contra el DAESH no son eficaces y el negocio del tráfico de armas y la venta de petróleo en el mercado negro sigue funcionando y dando inmensos beneficios.
El escándalo por las mujeres musulmanas que se bañan tapadas por burkini, y su difusión mediática, es una distracción social para esconder el verdadero foco de atención. El enemigo de Francia no son las mujeres burkini sino los traficantes de armas y los especuladores financieros. Manuel Valls, como lo fue Sarkozy, es un pequeño muñeco que se disfraza de Napoleón, mientras destruye los verdaderos valores de la Revolución Francesa, la igualdad, la fraternidad y la justicia.
DAESH está constituido por un grupo sectario que lava en masa y de manera industrial el cerebro de sus adictos, y los convierten en zombis. DAESH se alimenta de mercenarios, delincuentes y fanáticos, no de musulmanes, y su ideología no nace del islam, sino del fascismo colonialista europeo. Sus métodos vulneran todos los principios islámicos y son una copia al detalle de la estrategia de control y exterminio de la población que los nazis y los colonizadores europeos practicaron desde mediados del siglo XIX hasta finales de la segunda guerra mundial y la descolonización de los años sesenta del siglo pasado.
Se puede afirmar que DAESH y el resto de grupos terroristas no son movimientos nacidos en el seno del islam y en las sociedades de mayoría musulmana, sino creados artificialmente por un neocolonialismo de tercera generación donde los medios de comunicación juegan un papel esencial para anestesiar y manipular la opinión pública y la sociedad.
Manuel Valls, ya sea por error o por cinismo, está jugando a dividir a la sociedad francesa entre defensores de la laicidad y musulmanes, para mantener una tensión que le permita seguir con su plan de armar a Francia hasta los dientes, mientras algunas empresas saquean terceros países y echar la culpa al mal llamado terrorismo yihadista.
Por favor, señor Manuel Valls, deje en paz a las mujeres que quieran llevar burkini. No destroce la libertad religiosa en nombre de la seguridad y la higiene, porque eso no es verdad. La republica francesa no se va a destruir por un puñado de mujeres con burkini y sepa que solo son una minoría dentro de las mujeres musulmanas las que usan burkini, y que el problema real de los franceses es mantener sus derechos sociales y un trabajo digno, no gastarse el presupuesto nacional en bombardear ineficazmente terceros países para que una reducida oligarquía se lleve sus riquezas y se haga más poderosa a su costa. Ya sabemos, que en innumerables ocasiones, es incompatible ser Primer Ministro Francés y siervo fiel de los intereses oligárquicos internacionales y que usted es muchas veces una mala fotocopia de Marine Le Pen, el original. Como Hillary Clinton y Donald Trump.

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