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miércoles, 31 de mayo de 2017

Lo que es preciso que el poseedor del Qurʾān tome para sí y no se le escape

Extracto del libro Compilación General de las Leyes del Quran, renombrada exégesis (tafsir) del imam Abu Abdullah Muhammad al-Qurtubi

31/05/2017 - Autor: Imam al-QurtubiZakaria Maza - Fuente: Mezquita Taqwa
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Quran
Lo primero de todo es que sincere su acción para Allāh, Poderoso y Majestuoso, como hemos mencionado, y que se apreste a la recitación del Qurʾān de noche y de día, en la oración y fuera de ella, a fin de no olvidarlo.
Relató Muslim de Ibn ʿUmar, que el Mensajero de Allāh, la paz y las bendiciones de Allāh sean sobre él, dijo: “El poseedor del Qurʾān no es sino como el ejemplo del dueño de camellos trabados que si los aprieta y los revisa los retiene pero si no es así se le escapan. De la misma manera el poseedor del Qurʾān, si lo recita noche y día lo recuerda, y si no lo ejecuta se le olvida”. Es preciso que sea agradecido con Allāh y le dé alabanzas por todas las gracias que le ha concedido; que le recuerde y a Él se confíe; que le pida ayuda y esté deseoso de Él; que recuerde la muerte y esté preparado para ella. Es preciso que sea temeroso de sus faltas, suplicando el perdón a su Señor. Que el temor durante su salud se apodere de él, porque no sabe qué se decidirá para él en su final; que la súplica ante la existencia de su plazo sea más fuerte en él mismo por el buen pensamiento que tiene de Allāh, el Altísimo; como dice el Mensajero de Allāh, la paz y las bendiciones de Allāh sean sobre él: “Que no muera ninguno de vosotros sin que haya mejorado el pensamiento que tenga de Allāh.” Es decir, porque tiene misericordia con él y le perdona.
El estudioso del Qurʾān es preciso que conozca a la gente de su tiempo, que preserve su autoridad, que se afane por la liberación de sí mismo y la salvación de su alma, presentando ante él aquello de que es capaz entre lo que este mundo le ofrece, poniendo su esfuerzo en ello en la medida que pueda. Es necesario que el más importante de sus asuntos lo constituya la piedad en su Dīn, y el empleo del temor de Allāh y su observancia en aquello que le ordena y le prohíbe.
Dijo Ibn Masʿūd: “Es preciso que el recitador del Qurʾān sea reconocido por su noche cuando la gente está dormida, por su día cuando la gente está despierta, por su llanto cuando la gente ríe, por su silencio cuando la gente se enfrasca en la conversación, por su sumisión cuando la gente es altiva, y por su tristeza cuando la gente se divierte.” Dijo ʿAbdullāh ibn ʿAmrin: “No es apropiado que el portador del Qurʾān discuta con los que alborotan, ni que ignore con los ignorantes, sino, que sea perdonador y condescendiente con la verdad del Qurʾān, porque en su interior tiene la palabra de Allāh, el Altísimo”. Es necesario, por otro lado, que se guarde a sí mismo de ir por los caminos de los equívocos, y reduzca la risa y el habla corriente en los círculos del Qurʾān y otros lugares con asuntos que no encierran beneficio. Debe ser ponderado y digno, modesto con los pobres, alejado de la arrogancia y la petulancia, apartado de este mundo y su gente cuando tema verse afectado por la corrupción de este mundo. Que deje la discusión y la falsedad, tomando la benevolencia y la buena educación. Debe ser de quien se esté a salvo de su mal, del que no se obtenga nada más que bien, que no escuche a murmuradores delante de él. Que acompañe a quien colabore con él en el bien y le incite a la verdad y las buenas costumbres. Deberá aprender las leyes del Qurʾān, que comprenda de Allāh, el Altísimo, Su ciencia y lo que le ha prescrito de forma obligatoria, beneficiándose de lo que lea y poniendo en práctica lo que recite. Ya que no hay nada más feo para un portador del Qurʾān que recite sus prescripciones obligatorias y sus leyes de memoria, pero que no entienda lo que dice. ¿Y cómo va a hacer aquello de lo cual no entiende su significado? Y que cosa más fea es que sea preguntado acerca de la jurisprudencia del Qurʾān y no lo sepa. De manera que el ejemplo del que se encuentra en esta situación es como el ejemplo del burro cargado de libros.
Es preciso asimismo que el estudioso del Qurʾān sepa distinguir el periodo Mequinense del Medinense en la Revelación del Qurʾān, para diferenciar de ese modo entre lo que Allāh, ha dicho a Sus siervos al comienzo del Islam y lo que les ha recomendado al final del Islam; lo que les ha prescrito obligatoriamente en el comienzo del Islam y lo que les ha añadido al final. El periodo Medinense es el abrogador del Mequinense en la mayor parte del Qurʾān, y no hay posibilidad de que el Mequinense abrogue al Medinense, porque el abrogado es anterior al abrogador en la Revelación del Qurʾān. Su conocimiento será más completo si conoce las terminaciones lingüísticas y las rarezas. Pues eso le va a facilitar el conocimiento de lo que lea, y disipará sus dudas en lo que recite.
Dijo Abū Ŷaʿfar aṭ-Ṭabarī, que oyó decir al Yarmī: “Hace treinta años que resuelvo en las consultas de la gente sobre el entendimiento del libro de ḥadīṯ de Sibawaih”. Dijo Muḥammad ibn Yazīd: “Esto era porque Abū ʿUmar Al-Yarmī era conocedor del Ḥadīṯ, y cuando aprendió el libro de Sibawaih se hizo erudito en el Ḥadīṯ. Siendo así que en el libro de Sibawaih se puede aprender tanto lo dogmático como la exégesis. Después entra en los dichos de la sunna firme del Mensajero de Allāh, la paz y las bendiciones de Allāh sean sobre él, a través de los cuales llega el alumno al conocimiento de la ciencia de Allāh, Poderoso y Majestuoso, en su Libro, abriendo para él las puertas de las leyes del Qurʾān.”
Dice a propósito Aḍ-Ḍaḥḥāk del dicho de Allāh, el Altísimo, en el Noble Qurʾān:
Sino más bien, sed maestros, puesto que conocéis el Libro.” (La familia de ʿImrān-3:79)
Dijo: “Es deber de todo el que aprende el Qurʾān ser un experto en él (faqīh)”.
Mencionó Ibn Abū al-Hawarī que dijo: “Acudimos un grupo a Fuḍail ibn Iyād el año ciento ochenta y cinco. Nos detuvimos ante su puerta sin que nos diera permiso para entrar. Entonces dijeron algunos: Si está dispuesto a salir por algo sería por la recitación del Qurʾān. Mandamos a uno que recitara y se asomó Fuḍail por una ventana. Le dijimos: “As-salāmu ʿalaikum wa raḥmatullāh” (la paz sea con vosotros y la misericordia de Allāh). Contestó: “Wa ʿalaikum as-salām” (y con vosotros sea la paz). Dijimos: ¿Cómo estas Abū ʿAlī? Contestó: Estoy bien de parte de Allāh y con vosotros molesto. Pues, eso que vosotros hacéis no es sino innovación en el Islam. ¡De Allāh venimos y a Él volveremos! No es así como nosotros buscábamos el conocimiento. Acudíamos a los venerables ancianos y no nos sentábamos con ellos, sino que nos sentábamos aparte y escuchábamos a hurtadillas. Al oír un ḥadīṯ les pedíamos que lo repitieran para poder copiarlo. En cambio, vosotros buscáis el conocimiento con ignorancia. Habéis perdido el Libro de Allāh. Pues, si buscarais el Libro de Allāh encontraríais en él cura para lo que queréis. Dijo: Dijimos que hemos aprendido el Qurʾān. Dijo: Verdaderamente, en vuestro aprendizaje del Qurʾān hay un trabajo para vuestra vida y la vida de vuestros hijos. Preguntamos: ¿Cómo, Abū ʿAlī? Dijo: No aprenderéis el Qurʾān mientras que no sepáis las terminaciones gramaticales de las palabras, o diferenciar lo exacto del equívoco, el abrogador del abrogado. De manera que si supierais esto prescindiríais de las palabras de Fuḍail e Ibn ʿUyaina. A continuación dijo: Aʿūḏu billāhi As-Samīʿi Al-ʿAlīmi mina š-Šaiṭāni r-Raŷīm, bismillāhi raḥmāni raḥīm.” (Me refugio en Allāh, el Oyente, el Sabio, contra el diablo maldito. En el nombre de Allāh, el Compasivo, el Misericordioso).
¡Hombres! Os ha llegado una exhortación de vuestro Señor, una cura para lo que hay en los pechos, una guía y una misericordia para los creyentes. Di: Que con el favor de Allāh y con Su misericordia se regocijen, ello es mejor que cuanto reúnen.” (Jonás-10:57,58)
Dije: Si consigues alcanzar estos grados serás un recitador experto del Qurʾān y un sabio del Furqān.
Todo lo que hemos mencionado no le beneficiaría en nada al recitador y experto del Qurʾān si no pone su intención sincera por Allāh solamente, bien al comienzo de su búsqueda de conocimiento o bien después. Hay quien comienza su aprendizaje pretendiendo con ello los honores y nobleza en este mundo, sin embargo, cuando se percata de su error y lo ve con claridad, y hace su arrepentimiento de ello para a continuación sincerar su acción para Allāh, se beneficiará entonces del conocimiento que adquiera y mejorará su situación y estado.
Extracto del libro "Compilación general de las Leyes del Quran", renombrada exégesis (tafsir) del imam Abu Abdullah Muhammad al-Qurtubi.
Traductor y editor: Zakaria Maza al-Qurtubi; colaboración de Ahmed Yusuf ibn Zakaria. Equipo compuesto además por colaboradores y asesores expertos en ambas lenguas, árabe y español y un corrector de estilo (Abdurrazzaq Pérez Fernandez) especializado en lengua española.

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