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lunes, 28 de mayo de 2018

Los terroristas de Wall Street

29/07/2002 - Autor: Jorge A. Bañales - Fuente: Brecha. Uruguay
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Wall Street
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Cada semana suben las cifras de las estafas empresariales y bajan los índices de los casinos financieros, y en el medio se esfuman los ahorros de millones de trabajadores que confiaron a las "bolsas" sus sueños de jubilación decente. Tras una década de jolgorio se comprueba, una vez más, que el capitalismo es un tigre de papeles falsos.
Hace poco más de diez meses el mundo miró con fascinación y horror cómo los ataques de terroristas surgidos de los confines del imperio derrumbaron las Torres Gemelas del World Trade Center, símbolo de la casi omnipotencia del capitalismo triunfante. A pocas cuadras de allí, en las semanas recientes, las revelaciones sobre las maniobras contables de las megacorporaciones han dejado en escombros la fachada de bonanza del capitalismo galopante, emancipado de las riendas de la regulación gubernamental y, por lo visto, de la decencia elemental.
Pero mientras a los talibán, al-qaedinos y otros malos se les persigue por tierra, mar y aire con ejércitos, bombas de precisión, arrestos sin orden judicial, deportaciones secretas y amenazas de juicios militares, a los Alí Babá de Wall Street se les cita para que expliquen al Congreso que ellos, en realidad, no tuvieron la culpa.
El martes las investigaciones del Congreso, que ya han cubierto buena parte de las camandulerías en corporaciones como Enron y WorldCom, se aproximaron a los bordes de los bancos: los senadores quieren saber cómo fue que J P Morgan Chase y Citigroup le prestaron millones de dólares a Enron sabiendo que se emplearían para ocultar de sus inversionistas los millones en pérdidas que ya registraba la empresa entre 1996 y 2001.
Como consecuencia de esa curiosidad de los legisladores las acciones del grupo bancario -el mismo que otrora encabezara los comités que recibían a los ministros latinoamericanos mendicantes y reestructuraban las deudas externas de continentes- patinaron en el mismo tobogán que ya han recorrido otros, y en un solo día se evaporaron 18 mil millones de dólares del valor de mercado de Citigroup.
Amistades peligrosas
Se está a menos de cuatro meses de elecciones para la renovación parcial del Congreso, que serán la primera prueba en comicios para la administración del presidente George W Bush, surgida como se recordará de algunos malabarismos contables y legales de otro tipo. Los demócratas, que tienen mayoría en el Senado, huelen la oportunidad que les brinda el casi pánico en que hoy viven unos 42 millones de estadounidenses -varios de ellos a punto de jubilarse o recién jubilados- a quienes se les han hecho humo los ahorros de décadas. Los investigadores lucen resueltos.
Todavía no han llegado a los "evaluadores de crédito", esos monstruitos de oficina con aire acondicionado, cuyas opiniones, como los pulgares de los espectadores en el circo romano, han dado el sí o el no a las financiaciones de las cuales han dependido naciones enteras.
Pero los investigadores ya le golpearon la puerta, por ejemplo, a Jack Grubman, uno de los más destacados "analistas" del sector de las telecomunicaciones, quien a los 49 años de edad lleva varios ganando 20 millones de dólares por almanaque con su labor de estudio y recomendación para los inversionistas.
Grubman -¿será coincidencia que grub signifique "comida, manduca, morfe" y grubman "angurriento"?- se movió en la franja gris donde se superponen la tarea del analista, supuestamente imparcial e independiente, y la del asesor de inversiones que recomienda cuáles acciones son las más prometedoras. La Asociación Nacional de Corredores de Bolsa le ha puesto la mira al trabajo que hizo Grubman en relación con la firma Winstar, que él siguió recomendando a los inversionistas aunque la empresa se iba a pique. Winstar, que era cliente de Salomon Smith Barney, la unidad de inversiones bancarias de Citigroup, fue a la bancarrota en abril de 2001.
Esta semana el espectácu-lo mayor, aparte de la caída del índice Dow Jones por debajo de los 7.800 puntos hasta el martes, fue la declaración de bancarrota de WorldCom, la segunda compañía más grande de telecomunicaciones, que con trucos contables ocultó pérdidas y exageró ganancias por unos 3.900 millones de dólares. Hace unos tres años las acciones de WorldCom se cotizaban a 62 dólares y la empresa tenía un valor de 120 mil millones de dólares. El viernes pasado las acciones se vendían a nueve centavos de dólar, y el valor de la empresa había caído a unos 280 millones de dólares.
Bastó que se declarara en bancarrota para que las acciones subieran el lunes a 14 centavos y la capitalización a casi 400 millones de dólares. Y es que, con 20 millones de clientes y las redes por donde se mueve el 50 por ciento del tráfico de Internet en Estados Unidos, los activos de WorldCom no son mala cosa, sobre todo si se los puede adquirir a precio de Piedras Blancas.
Cosa rara, ¿no?, la bancarrota de WorldCom cumple una de las dos condiciones principales impuestas por el consorcio de bancos que le presta 2 mil millones de dólares para que mantenga sus operaciones mientras se reorganiza y hace frente a deudas por 41 mil millones de dólares. Cosa rara, también, el consorcio lo encabezan Citigroup y JP Morgan Chase.
La segunda condición del salvavidas financiero es que los prestamistas de esta semana serán los primeros que cobren cuando WorldCom retorne a la salud financiera. En segundo lugar, y empujándose mutuamente, quedarán el gobierno federal y su cobro de impuestos, y otros bancos entre los cuales figuran por orden de cuánto se les debe el Deutsche Bank, el abn Amro Bank, y otras decenas de bancos.
Los tontos de siempre
Al final de la lista quedan 17 mil trabajadores despedidos, a quienes la ley les garantiza un máximo de 4.300 dólares de sus compensaciones, y nadie les garantiza que cobrarán el resto de lo adeudado por despido, ni la redención válida de las acciones que compraron cuando creían en la empresa en que trabajaban.
Y por último están los tontos de esta película, los trabajadores, empleados, pequeños empresarios y profesionales independientes que compraron acciones de WorldCom, ya sea en inversiones directas en la bolsa o mediante los fondos mutuos que manejan los planes de pensión privados. Por su orden, los estados más afectados con colocaciones en planes privados de inversión son California, con 507 millones de dólares; Washington con 247 millones; Texas con 220 millones; Nueva York con 194 millones, y Massachussets con 178 millones de dólares.
El senador Robert Kennedy, asesinado en 1968, escribió en su libro Las revoluciones inevitables que todo reformista, renovador, revolucionario, antes de destruir cualquier barrera debería averiguar, primero, para qué fue puesta allí.
Ahora Bush jura que aplicará mano dura contra los estafadores, con la sinceridad de quien, cuando fue director de la empresa petrolera Harken, vendió acciones poco antes de que la firma anunciara que tenía problemas financieros y las cotizaciones se derritieran.
En la Cámara de Representantes, con mayoría republicana, se ha aprobado un proyecto de ley sobre sanciones para los ejecutivos tramposos que poco tiene de eficaz. Pero el Senado, alentado por la ira pública, afila una ley que contiene penas severas para los fraudulentos y controles más estrictos sobre las operaciones contables y de auditoría de las grandes empresas.
Es decir, se hace evidente que la "mano invisible" del mercado, dejada a su arbitrio soberano, tiende a meterse en bolsillos ajenos con demasiada avidez, y que todo el cuerpo de regulaciones surgido de la anterior débâcle -la Gran Depresión de los años treinta- surgió de la necesidad de impedir lo que el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, llama ahora una infección de codicia.
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