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sábado, 2 de julio de 2011

Terremotos y el fin del mundo

Terremotos y el fin del mundo

Cuando el hombre apareció sobre el planeta tierra, ya el planeta tenía más de 4,560 millones de años de haberse formado, y desde el principio el calor interno del planeta ha generado fuerzas capaces de estremecer la superficie terrestre, por lo que las primeras civilizaciones conocieron los devastadores efectos de los terremotos que se producen en las cercanías del mar Mediterráneo y en la Mesopotamia.
De ahí que el libro del Apocalipsis, escrito probablemente en el año 90 después de Cristo, nos narra en sus capítulos 6:12, 11:13 y 16:18 que habrá un gran terremoto, tan grande como no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra, el cual destruirá el 10% de la ciudad; y durante siglos esos tres pasajes bíblicos escritos por Juan han sido tomados por los falsos profetas como instrumento para sembrar el terror en seguidores poco ilustrados que no distinguen entre ciencia y fe, y que no saben que los terremotos no implican la destrucción total del planeta tierra.
Basados en sus observaciones astronómicas, los Mayas predijeron hace más de mil años que desde el año 3,113 AC, sólo tendremos 5,125 en el futuro, o sea que el 21 de diciembre del año 2,012, el sol, al recibir un fuerte rayo sincronizador proveniente del centro de la galaxia, cambiará su polaridad y producirá una gigantesca llamarada radiante o tormenta solar, por lo que muchos piensan que esa tormenta solar producirá un terremoto que destruirá nuestro mundo el 21 de diciembre de 2012.
En la cuarteta 72 de la centuria décima, Michel de Nostradamus (1503-1566) predijo la gran catástrofe final y la destrucción de la humanidad, diciendo que “del cielo vendrá un gran rey de terror", y conforme aquella masa planetaria gigantesca, 8.000 veces más grande que la tierra, se vaya acercando a nuestro mundo, atraerá el fuego líquido que existe en el interior de nuestro organismo planetario, este brotará por doquier, formándose volcanes y grandes terremotos y maremotos. Nostradamus no puso fecha.
Las profecías de Fátima (1917) dicen que en una noche muy fría, a partir del año 2005, 10 minutos antes de la medianoche, un gran terremoto sacudirá la tierra durante 8 horas, y que los buenos y los que propaguen la profecía de la Virgen de Fátima no deben temer, pero los demás sufrirán las consecuencias de hacer caso omiso de esta advertencia, porque el terremoto será tan violento que moverá la tierra 23 grados y luego la regresará a su posición normal, causará la destrucción de gran parte de la tierra y algunas partes se separarán y causará un gran desastre.
Se puede ver claramente que quien escribió estas profecías de Fátima sabía bien que los terremotos representan las fuerzas súbitas más destructoras que ocurren en nuestro planeta, y que como el ser humano ha sido incapaz de evitar sus efectos demoledores, la gente siente pánico cuando se le habla de la posibilidad de ocurrencia de un gran terremoto, pero que quienes propaguen la fe no deben temer a los efectos de ese gran terremoto.
Los días previos al 11 de mayo de este año 2011, los ciudadanos de Roma estaban en pánico porque las profecías del sismólogo Rafaelle Bendandi, fallecido en 1979, establecían que ese día la alineación planetaria de Mercurio, Júpiter y Venus produciría un gran terremoto que destruiría esa antigua ciudad imperial.
En Taiwán, el profeta Wang llegó al colmo de pronosticar que esa misma alineación planetaria del 11 de mayo de 2011 produciría un gran terremoto de magnitud 14 y un maremoto con olas de 170 metros de altura, tremendismo que nunca ha ocurrido, ni va a ocurrir, pero los taiwaneses se aterrorizaron.
Cuando fuimos consultados por diferentes noticieros de televisión y por el programa radial El Gobierno de la Mañana, de la emisora Zeta 101, dijimos que esas profecías eran fábulas intimidatorias, porque los terremotos no obedecen a alineaciones planetarias, sino a las corrientes convectivas que se producen por las altas temperaturas del interior del planeta tierra, las que mueven las placas tectónicas de la corteza terrestre y acumulan energía que se libera súbitamente en forma de vibraciones.
El 11 de mayo de 2011 pasó y en Roma y en Taiwán nada pasó, tal y como habíamos dicho anticipadamente a la radio y a la televisión dominicana, porque las fuerzas que producen los terremotos están dentro del planeta y no fuera del planeta, del mismo modo que las fuerzas que hacen mover a una persona están dentro del cuerpo humano y no fuera del cuerpo humano.
Luego nos encontramos que el predicador Harold Camping, cuyo ministerio tiene su sede en California, advirtió que el día 21 de mayo de 2011 se produciría un gran terremoto que destruiría el mundo, y aunque muchos norteamericanos le creyeron, de nuevo advertimos que eso era falso, y así fue, porque la fecha pasó y en California y en el mundo nada pasó.
La gente debe saber que los terremotos no ocurren en todas partes, sino en las zonas de contacto entre las placas tectónicas de la corteza terrestre, y que los daños se presentan en las edificaciones levantadas sobre suelos flexibles arcillosos y arenosos, pero que las construcciones levantadas sobre las rocas duras no sufren daños, tal y como lo dice el Evangelio de San Mateo 7:24-27: El hombre prudente construye sobre roca y el hombre insensato construye sobre arena.
Es evidente que para muchos seres humanos el fin de sus días ha llegado con un gran terremoto como el de Alejandría, el de Haití, el de Japón, el de China, el de Rusia, el de Sumatra, los de Rep. Dominicana, etc. pero asociar los terremotos con un Apocalipsis planetario es una gran estafa utilizada por falsos profetas que pretenden aterrorizar a los seres humanos creyentes que reconocen su impotencia frente a las descomunales fuerzas súbitas de los terremotos y quienes quieren salvarse.
Si usted vive en una zona sísmica, como la nuestra, y quiere salvarse al momento de un terremoto, asegúrese de que su vivienda esté construida sobre roca dura, y no haga caso a los falsos profetas que anuncian que el fin del mundo está cerca y que será producido por un gran terremoto, porque la Biblia dice en Deuteronomio 18:22: que “Cuando hable el profeta en nombre de Jehová y la palabra no suceda ni se realice, esa es la palabra que Jehová no ha hablado. Con presunción la habló el profeta y no debes atemorizarte de él”.
Quienes hacemos ciencias estamos en el deber de explicar las causas y los efectos de los fenómenos naturales, de forma entendible para quienes tienen fe, y quienes tenemos fe estamos en el deber de utilizar las ciencias para demostrar los fundamentos de esa fe, porque ciencia y fe deben ir siempre de la mano ya que todo lo que ocurre en el planeta tierra tiene una razón científica, pero hay que segregar a todos aquellos falsos profetas que viven engañando a quienes tienen fe.

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