domingo, 7 de octubre de 2012

Antijudaísmo o antisemitismo

Antijudaísmo o antisemitismo Por Enlace Judío el 04 October 2012 en Las exclusivas de Enlace Judío0 Comentarios Artículo de agosto de 2012 SALOMÓN LEWY PARA ENLACE JUDÍO Nubes de opiniones y ríos de tinta han corrido a lo largo de nuestras vidas en el tema del antisemitismo. El escribidor recibe la impresión de que en todo ello hay una atmósfera deforme, defensiva, como reacción nuestra. Desde el llanto hasta el grito de injusticia, pero ausente el afán de contrarrestar esa maldita corriente. Sin acudir a siglos pasados, que han ensombrecido la Historia – y que todos conocemos, tristemente – se remite a los tiempos actuales, con sus notorios ejemplos, y se reduce a los ámbitos que por consecuencia natural de geografía y origen son, por desgracia, cercanos, tanto como nuestro México, querido por nacimiento o adopción. Los viejos de mi comarca decían: ”No hay mejor país en el mundo para nosotros. Sí, hay uno que otro ignorante, pero la gente es buena con nosotros”. Punto seguido, cada judío podía dedicarse a trabajar en lo que supiera o pudiera y sostener a los suyos; practicar sus ritos religiosos en sus propios templos, construir escuelas para educar a sus hijos a su manera y costumbres, vivir en sus particulares “rumbos” y, posteriormente, crear instituciones sociales, culturales y deportivas para aglutinar a todos los grupos en uno solo. El establecimiento del Estado de Israel vino a ser una piedra de toque, un parteaguas en esa atmósfera de conveniencia y convivencia social. El desarrollo intelectual y económico de los judíos en México fue, por decirlo así, inevitable. Las semillas sembradas hacía menos de un siglo por la inmigración dieron sus cosechas, pero las reacciones contrarias – la escuela medieval, la “diferencia” e inclusive la envidia, no se hicieron esperar. (Aquí el escribidor se siente obligado a señalar la soberbia de unos cuantos de nuestros correligionarios como parte del problema). Completando este “collage”, aparece la pugna política nacional, la lucha por el poder entre los diversas facciones. Esto es relativamente nuevo en el ámbito mexicano. De las corrientes que se disputan la hegemonía, surge una cuyo antecedente y prácticas conocemos desde antes de la Segunda Guerra Mundial: utilizar a los judíos como “cabeza de turco” en los conflictos. Basta leer los “comentarios de los lectores” a las columnas y editoriales de los diversos periódicos que se publican en nuestro México, sobre todo si los editorialistas son ( o suenan) “ajenos”. ¿Ejemplo? El distinguido señor Zuckerman de “Excélsior”. Amén de llenarlo de improperios, recibió toda clase de insultos por su origen. A las claras se ve quienes son los autores. Gente que escondida tras el anonimato, partidaria de cierta corriente “progresista”, utiliza ese medio para dar rienda suelta a su bajeza, y no son pocos… Lamentablemente, el propio señor Zuckerman no utiliza su capacidad para responder. Sólo acude a argumentos tibios, inanes. El escribidor entiende que el comentario a una tesis maltratada no lleva al autor a colocarse al bajísimo nivel de aquél respondiendo, pero sí debe exigir respeto. Surge de alguna cloaca un tal Alfredo Jalife Rajme, de inveteradas ideas anti-judías. ¿Dónde quedó Enrique Krauze, dónde Esther Shabot, dónde Sara Sefchovich, Shulamit Goldstein, y la APEIM, etc.; dónde todos los famosos articulistas e intelectuales “paisanos”? ¿Por qué callan? ¿Acaso hay algún convenio de no-agresión? ¿Miedo o precaución? En el tal Jalife se distinguen los términos claramente. Lo suyo NO es antisemitismo, porque lo mismo se circuncida a un varón judío que a un musulmán – y se dice que ambos somos hijos de Abraham – y este individuo es de origen árabe. Es, simplemente ANTIJUDAÍSMO del más puro estilo. ¿Será acaso que sus asociados – o financieros – son “progresistas” de honestidad valiente? Vamos tratando de diferenciar uno y otro. Es sencillo. Anti-judaísmo es toda manifestación discriminatoria hacia lo judío, llámese por religión, usos y costumbres o características de grupo. Me rehúso a utilizar el término “racial”. Mas cuando se recurre a alguno de estos factores para lograr un supuesto beneficio político o como argumento para hacer prevalecer una ideología supuestamente sociológica, la única sinrazón cae por el peso ejercido en contra del origen de uno o más individuos. Es en este apartado donde Jalife se cuece en su propia salsa. Este pobre señor, intelectual e ideológicamente junto con su grupúsculo, goza de la libertad de expresión para destilar su odio hacia los judíos. Suponiendo – sin conceder – que Jalife no concuerde con las opiniones o la manera de vivir la vida por parte de los judíos, en vez de atacar ideas arremete contra personas. Lamentablemente no está solo. No faltan acólitos e imitadores ideológicos en nuestra sociedad mexicana. Tenemos el antídoto. Mostrémosles a los de su calaña los logros que menos de quince millones de judíos en el mundo estamos realizando al día de hoy, nunca mejor definida la palabra hebrea “hasbará”, sin siquiera hacer gala de todos los beneficios que los judíos han aportado a la Humanidad a lo largo de la Historia, y que conformamos un Pueblo sólido, de grandes valores, que no requiere de bajezas para exhibir a detractores antijudíos como Alfredo Jalife.

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