La CNTE, manual mediático para inducir al odio
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Maestros bloquean instalaciones de Televisa. Foto: Hugo Cruz |
MÉXICO,
D.F. (apro).- Generar odio o pánico moral contra un movimiento social,
una corriente ideológica o una religión es más fácil que buscar empatía,
entendimiento o un mínimo ejercicio de rigor informativo.
En el
caso de las movilizaciones emprendidas por la Coordinadora Nacional de
Trabajadores de la Educación (CNTE) el manual de inducción al odio se ha
aplicado a rajatabla.
No se necesita ser mago para darse cuenta,
pero sí es difícil desintoxicarse a partir de la premisa que han
aplicado para estigmatizar las demandas del movimiento de las secciones
disidentes del SNTE (el sindicato que controlaba antes Elba Esther): la
CNTE está en contra de la reforma educativa, por tanto, son malos
maestros y, en consecuencia, sus movilizaciones son ilegítimas.
Para reforzar este silogismo los medios masivos han aplicado el siguiente manual:
1.-Entreviste
a automovilistas encabronados por los bloqueos viales. Y retransmita
una y otra vez ese “testimonio” como ejemplo de la furia ciudadana.
Nada
más fácil que encontrar a un conductor que miente madres, que pida la
cabeza de quienes bloqueen las vialidades o que le eche la culpa a los
maestros de todos los males de un mal día.
2.-Genere toda cantidad
de calificativos para desacreditar a un movimiento e inoculará un
prejuicio ante ellos. “Vándalos”, “flojos”, “irresponsables”,
“mitoteros”, “irrespetuosos”, “bárbaros”, “pobresores”, etc.
Cualquier
análisis de contenido de la cobertura informativa en relación con el
movimiento de la CNTE demostrará que más de un 70 por ciento son
calificativos, juicios o estigmas, antes que la descripción del
problema, las demandas, las posiciones de una y otra parte, o la mínima
ponderación de los hechos.
3.-Fabrique una sensación de caos y de
amenaza frente a “los bárbaros”. La ciudad de México y sus habitantes
somos susceptibles de sobredimensionar todo, a partir de la alta
repercusión mediática de lo que suceda en esta ciudad. Por eso, también,
nos sentimos “el ombligo de la República”.
Si secuestran en la Zona Rosa la ciudad es un caos. Si bloquean Reforma o Insurgentes la megalópolis es un caos.
Si “toman” las instalaciones de la Cámara de Diputados o del Senado, impera la anarquía en todo el país.
Y
todo es provocado por los “bárbaros” que nos llegan de entidades
lejanas y pobres como Oaxaca, Michoacán, Chiapas o Guerrero que en el
imaginario del televidente o radioescucha medio son sinónimos de
morenos, pobres y rijosos.
Hay una alta dosis de racismo inducido
en estos casos. No es lo mismo ser profesor moreno de Oaxaca que
estudiante blanco, bien vestido del ITAM, aunque ambos “tomen” las
instalaciones de Televisa para exigir derecho de réplica.
4.-Privilegie
la declaracionitis y la opinionitis. Los dos males endémicos de la
cobertura informativa en medios electrónicos son éstos. Es más
importante la declaración del funcionario que la descripción de los
hechos. Es necesario privilegiar la denostación antes que hacer un
esfuerzo de explicación.
Y en el caso de la CNTE, el “sistema
PRI-gobierno” se ha encargado de unificar las voces: el presidente de la
República, el secretario de Gobernación, los coordinadores legislativos
del PRI en Cámara de Diputados y Senadores. Todos, hablan de
“secuestro”, de “actos vandálicos”, de “expresiones radicales” y no del
fondo del asunto.
Junto con la declaracionitis vendrá la
opinionitis. Es la inflamación de la histeria personal –simulada o
convencida- de los conductores y analistas de los programas televisivos y
de radio. Además, como casi todos escriben columnas en los periódicos,
replicarán lo mismo.
Lo políticamente correcto no es pedir mesura y
dimensionar los hechos. Eso resulta radical y se convierte uno en
“promotor de delincuentes”.
5.-Sobredimensione algunos hechos.
Ahora se habla de “pérdidas” por 4.5 millones de pesos en la Cámara de
Diputados ante la irrupción de supuestos integrantes de la CNTE.
¿Por
qué los mismos comentaristas que se rasgan las vestiduras por estos 4.5
millones de pesos no se alteran con los 200 millones de pesos que cada
coordinador legislativo administra de manera opaca y unilateral? ¿Por
qué son “delincuentes” éstos y no los que desfalcan al Congreso?
6.-Invisibilice
a los “bárbaros”. Los maestros no tienen rostro, nombre ni historia
personal. Son una masa anónima de “revoltosos”, de “flojos”, de
“enemigos de la reforma”.
Darles voz es muy costoso porque
humaniza los movimientos sociales. Por eso la demanda de derecho de
réplica de la CNTE ante las televisoras era tan delicada. ¿Acaso son
dueños de su propia voz?
Uno odia lo que no conoce. Le tiene
pánico a quienes nos dicen que son peligrosos. Y, por si fuera poco, si
nos afecta en nuestro derecho a la libre circulación seguramente son
violentos.
7.-Mezcle dos problemas distintos. Si los maestros no
quieren un modelo único de evaluación entonces son enemigos de ser
evaluados, por tanto, malos maestros que abandonan a los niños en las
aulas.
Y si proponen otros modelos de evaluación o declaran su
oposición a la reforma educativa peñista (no a reformar la educación ),
entonces son enemigos del progreso, defensores de intereses y
privilegios.
¿Cuál será el privilegio de un profesor que gana
menos de 20 mil pesos al mes frente a la enorme y compleja alta
burocracia de la SEP que gana más que ellos, que forma parte del
entramado de la corrupción?
Eso, por supuesto, no se analiza, no se documenta, no es importante.
En otras palabras, volvemos al mismo guión de “guerra sucia” que tanto polarizó y le costó a este país en el 2006.
Retornamos a la etapa de privilegiar la mentira por encima de un mínimo ejercicio de veracidad.
Por
eso, la “pinta” de la CNTE en la pared de las instalaciones de Televisa
se convierten en una buena síntesis: “la pintura se borra, nunca sus
mentiras”.
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