Sobre el Nafs
El error siempre está inscrito dentro del alma del ser humano y es un deber
islámico corregirse para no trastabillar en el Sendero hacia la Verdad.
Somos peregrinos en este mundo y Allah nos procura
esa conciencia
“Y Juro por el alma humana que se acusa a sí misma”.
Surat Al-Qiyama, 2.
Con esta aleya Divina surgen los presupuestos del siguiente trabajo que
intenta expresar, en líneas generales, qué es el alma humana y porqué se acusa a
sí misma.
En principio se debe definir qué se entiende por alma. Lógicamente el
lenguaje occidental al que se está habituado difiere mucho del oriental y
máxime, cuando las connotaciones nacen del seno mismo del
Dîn de Allah.
Dentro de la doctrina islámica, la acepción más corriente para alma es
“
nafs”, es decir: Yo, ego o alma del ser humano.
Estas definiciones se pueden vislumbrar desde tres dimensiones: primero el
ego/alma del ser en sí, segundo la facultad que posee cada individuo para la
vida (tambien los genios o yinns) y, por último, la esencia o sustancia que es
conciente de las necesidades de la vida diaria, que anhela, demanda y
experimenta los placeres mundanos que incita a la persona a transgredir.
“Yo no pretendo estar libre de error, pues sin duda alguna, el alma
humana siempre ordena el mal, salvo que mi Señor tenga misericordia.”
Surat Yusuf, 53
La aleya anterior enseña la profunda devoción del profeta Yusuf (
sal-la
allahu ‘alaihi wa sal-lam) hacía Allah y su declaración de que no es
posible que una persona en este mundo logre encontrar el Camino Recto, y se
mantenga firme en el mismo, sin el auxilio constante de su Señor. También, en
una recopilación
sahih surgen las palabras del Profeta Muhammad
(
sal-la allahu ‘alaihi wa sal-lam):
“Nadie entrará en el Paraíso en virtud de sus propias acciones, ni
siquiera yo. Sin embargo, mi Señor me ha abrazado con su Misericordia”
(al-Bujari, Riqaq, 18)
De los ejemplos anteriores se puede colegir que el “
error” está
siempre inscrito dentro del ser humano, puesto que el alma o ego tienden a
desviarse -conscientemente- al costado más sensual, iracundo, violento, hablador
y glotón inherente al hombre y ajeno a los preceptos establecidos que llevan al
Camino Recto. Es gracias a la Guía Divina, a la Revelación, de donde se pueden
tomar las fuentes que cristalizan el agua turbia donde flota nuestro ego,
nuestro yo sensual, acostumbra a nadar cotidianamente para regresar a su
Señor
“complacida y digna de Su complacencia” (Surat al-Fayr, 28).
Entonces se entiende que el
nafs puede y debe ser adiestrado y,
cuando se obtiene esto mediante mucho trabajo y reflexión, ese
“yo/alma” tan dominante de nuestros sentidos que se acusa a sí misma se
eleva del rango de ser una mera sustancia que ordena el mal a el nivel superior
de un alma reposada y con
iman (fe).
“Una persona fuerte no es aquélla que tira al suelo a su
adversario.Una persona fuerte es la persona que sabe contenerse cuando está
encolerizada.”
Al Muwatta.
El adiestramiento del yo ha sido aceptado como un elemento en extremo
importante dentro del marco del
Dîn del Islam. Este adiestramiento
según algunas escuelas consta de diez etapas y, según otros estudiosos y
exégetas, consta tan solo de siete etapas de acuerdo a aluciones coránicas: Si
el alma vive unicamente una vida cómoda en el mundo de los apetitos carnales, es
el alma que ordena el mal, es decir,
nafs al-ammarah. Si el individuo
tiene un alma que se tambalea una y otra vez mientras aun sigue el camino de la
Religión para alcanzar la piedad y rectitud, pero cada vez que se tambalea se
autocritica y reprocha a sí misma y persiste en dirigirse a su Señor; entonces
es el alma que se acusa a sí misma:
nafs al-lawwamah. Aquellas almas
que siempre resisten las transgresiones en constante devoción a Allah, que
cumplen con el
salat y el
zakat para purificarse, que observan
el ayuno del Mes Bendito con prudencia y tranquilidad y que son favorecidas con
ciertos dones divinos en proporción a su pureza; reciben el nombre de alma
inspirada,
nafs al-mulhimah. Hasta aquí se han descrito a grandes
rasgos la condición del
nafs de la categoría de lo que es llamado
“la gente común”; son las representaciones más corrientes de su yo en
el mundo de los sentidos, es decir; son todos aquellos creyentes que, habiendo
aceptado el
Dîn del Islam y la doctrina de la Unicidad, aún realizan
imperfectamente los preceptos de Allah o con sus miembros o con su alma pero -en
mayor o menor medida- intentan superarse interiormente.
Cuando el creyente -
mumin- logra dominar su ego de manera tal que se
abstienen alegremente de todas aquellas acciones que perjudican tanto su alma
como su cuerpo y siempre obran con la intención de agradar a su Señor, entonces
se hace referencia a
“la gente de la elite”. Ellos son los que, a lo
largo de toda su vida, protegen su lengua, su vista, sus extremidades, su
corazón y su mente tanto de las sustancias ilegales como de los pensamientos
transgresores y embellecen su vida con el recuerdo de Allah.
“Así pues recordadme y mencionandme siempre que Yo os recordaré y os
mencionaré siempre.”
al-Baqara, 152
La gente de la élite también presenta su ego en diferentes grados; cuando
asciende su yo a un nivel en el cual establece una relación con su Señor en
perfecta devoción y sinceridad y su conciencia se encuentra en reposo, se dice
que su alma está reposada, es decir,
nafs al-mutmainnah. Si el creyente
ha llegado a una instancia donde abandona todas sus elecciones mundanales y es
una representante de la Voluntad Divina, se le dice alma complacida con Dios;
nafs al-radiyah. Y, finalmente, cuando el propósito más grande del
creyente es dominar su ego de manera tal que logra alcanzar la complacencia y
aprobación de su Señor y actúa en consecuencia; entonces se entiende que es el
alma con la que Allah está complacido,
nafs al-mardiyyah. La gente de
la elite designa un grado superior al resto de los creyentes en la afirmación de
la Unidad Divina; preconizando la verdad de Allah, la confianza en Allah y la
paciencia por Allah; ellos son quienes comprender la palabra de su Señor y
llevan a la acción todo lo que implica dicha comprensión.
El último grado de sumisión y dominación del ego pertenece a la gente que es
llamada élite de la élite. Estos son los muminun que han elevado su alma al
nivel del yo puro,
nafs al-sâfiyah; los que disfrutan de una delicada
y exquisita intimidad con su Señor mientras su cuerpo pertenece al reino de las
formas y sin esperar nada a cambio. Son los que viven cada día como si fuese
Ramadan y cada noche como si fuese la Noche del Poder. Ellos ya no tienen ningún
pensamiento ni para el Paraíso ni para las huríes (Surat al-Waqi´ah, 22) ni
temen al infierno y todos sus tormentos. La élite de la élite a dominado
completamente su ego de manera tal que se hallan únicamente en la dimensión del
caminante que transita el sendero de la verdad con el afán de encontrarse con su
Señor.
Roguemos a Él, Señor del Universo, e imploremos Su ayuda para vivir en este
mundo de acuerdo a Sus preceptos Hermosos, sin crearnos conflictos personales de
acuerdo a la época en la que vivimos; que tantas veces nos influencia y derrota
nuestra alma; sin agentes exteriores que nos alejen de Él y, por último, pidamos
a Él que Nos afiance con devoción y alegría por el Camino Recto.
“¡Feliz del alma que por amor a Dios
ha abandonado familia,
riquezas y bienes!
Ha destruido su casa para encontrar el tesoro
oculto
y con ese tesoro la ha reconstruido más bella”.
Rumi.
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