sábado, 31 de diciembre de 2016

La derecha israelí apuesta por la guerra

Las últimas encuestas ya daban una apreciable ventaja del ultra Ariel Sharon, líder del Likud

09/02/2001 - Autor: Agencia Islámica de Noticias - Fuente: Webislam
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Arafat y Ehud Barak (Foto palestine-defense.blogspot.com)
Arafat y Ehud Barak (Foto palestine-defense.blogspot.com)
A principios del pasado mes de enero las negociaciones entre la Autoridad NacionalPalestina y el gobierno israelí llegaron a un punto de fracaso y tanto Yaser Arafat como Ehud Barak dejaron claro que no esperaban nada en el tiempo que restaba del mandato de Clinton y las elecciones israelíes del 6 de febrero. Las últimas encuestas ya daban una apreciable ventaja del ultra Ariel Sharon, líder del Likud y culpable de crímenes de guerra en Palestina y Líbano, sobre Barak. A pesar de que las propuestas de éste último no contemplan en ningún momento la devolución de los territorios ocupados en 1967 (Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este) ?tal y como exigen las resoluciones 242 y 338 de la ONU? y el retorno de los refugiados palestinos, expulsados de sus tierras por los israelíes, ellas han parecido demasiado “generosas” a los políticos de la derecha israelí, que han manifestado su postura contraria a cualquier compromiso con los palestinos.
La intifada palestina continúa desarrollándose a pesar de la represión del Ejército israelí y de los crímenes de los fanáticos colonos ultraortodoxos. La cuenta de víctimas palestinas asciende ya a más de 350 muertos. En las pasadas semanas ha habido manifestaciones en los territorios ocupados en apoyo al derecho de los refugiados a su retorno.
También se han manifestado los 360.000 palestinos que viven como refugiados en Líbano con ese mismo objetivo. En la actualidad existen en el mundo unos 3,5 millones de refugiados palestinos, que fueron expulsados de su patria, Palestina, en 1948 mediante una campaña brutal de terrorismo y limpieza étnica llevada a cabo por los sionistas.
El escritor y académico palestino Edward Said ridiculizaba hace pocas fechas al plan Clinton por recompensar a Israel con “la anexión de las mejoras tierras de Cisjordania y de la mayoría de Jerusalén Este”, además de llenar los territorios palestinos con estaciones de alerta temprana, garantizar el control israelí de las fronteras palestinas, de los recursos acuíferos y de todas las carreteras, y de asegurar que los millones de refugiados palestinos nunca podrán regresar a sus hogares.
A cambio de todo esto a los palestinos se les ofrece una franja de terreno que los israelíes cederían en el área del desierto del Neguev y que ha sido utilizada por aquéllos como un depósito de residuos tóxicos.
Sin embargo, estas propuestas han parecido demasiado a la derecha del establishment sionista. En concreto, el Likud ha rechazado la posibilidad de que la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén pueda ser devuelta a los palestinos. Los sionistas, especialmente los fundamentalistas judíos, denominan a este lugar como el Monte del
Templo, y lo han convertido en el epicentro del nacionalismo judío. El pasado 8 de enero se celebró una manifestación de 250.000 israelíes en contra la posible devolución de la Jerusalén árabe a los palestinos. Un cuadro de la captura de la ciudad por los israelíes en 1967, fue colocado en las murallas de la Ciudad Vieja.
El 10 de enero, el rabino Marvin Hier, fundador del Centro Simon Wiesenthal, afirmaba en una artículo publicado en Los Angeles Times que “la piedra angular de nuestro retorno a Sión está basada en la vuelta a nuestras raíces bíblicas históricas. El lugar donde Abraham se encontró por primera vez con su Dios, el lugar donde Moisés prometió liderar a su pueblo...y la colina donde Salomón construyó su templo majestuoso....Al abandonar el Monte del Templo estaríamos eliminando nuestro derecho a cualquier otra parte del Estado de Israel...” Esta declaración es una buena muestra de como los fundamentalistas judíos intentan por todos los medios apoderarse de las tierras palestinas en virtud de un autotitulado “derecho divino”.
Muchos de los miembros del Likud afirman que la política llevada a cabo por Israel desde los Acuerdos de Oslo de 1993, ha distraído al Estado judío de su objetivo principal, es decir, el convertirse en una superportencia militar en Oriente Medio, y consideran que la única forma de tratar con los palestinos es a través de la represión militar, y no de negociaciones. Creen que la más que segura llegada al poder de Sharon será una oportunidad para dar un giro estratégico a la política israelí dirigiéndola hacia un mayor grado de militarismo y represión contra el pueblo palestino.
El pasado 4 de enero, un artículo del columnista israelí Uri Dan aparecido en el periódico The Jerusalem Post alababa la figura del ultra Sharon como posible primer ministro de Israel. Entre sus “logros mencionaba” la represión llevada a cabo en Gaza en 1970 cuando ocupaba el cargo de jefe del Comando Sur del Ejército israelí, a las órdenes del entonces ministro de Defensa, Moshe Dayan. Otro de los méritos de Sharon, según Dan, fue el de convencer al primer ministro Menahem Beguin en 1982 para invadir el Líbano con el fin de acabar con la OLP. Aquella invasión supuso el sitio y bombardeo de Beirut y la muerte de 10.000 civiles.
Otro comentarista de la derecha israelí, Avigdor Haselkorn, escribió una crónica en The Jerusalem Post afirmando que “la paz es una opción equivocada”. Haselkorn sostiene que “en lugar de intentar retomar el proceso de paz, los líderes israelíes deberían reconsiderar la doctrina estratégica del país... Israel adoptó una política favorable a negociar. Sin embargo, esto socavó la imagen de la fuerza de disuasión de Israel”.
Haselkorn continúa diciendo: “Israel debe, por tanto retomar con fuerzasu política de disuasión estratégica. Debe ser visto como un poder agresivo e impredecible, completamente comprometido con el uso de todos los medios a su alcance para bloquear las amenazas”. Él cita un documento elaborado en 1995 por un grupo de asesoramiento militar y dirigido al US Estrategic Air Command, en el que se afirmaba que “sería beneficioso” que “algunos de los elementos de la defensa nacional de EEUU aparezcan como incontrolables” y que “EEUU sea visto como una potencia irracional y vengativa, en el caso de que sus intereses vitales sean atacados”.Haselkorn acaba diciendo que “ya es hora de que Israel abandone su esfuerzo diplomático en favor de medidas unilaterales (es decir militares)”.
Como confirmación de que una estrategia de guerra total está ahora siendo considerada por el establishment sionista, Septh Lipsky, escribió en The Wall Street Journal: “Ariel Sharon considera que la guerra está ya sobre nosotros. La cuestión ahora es ver dónde se encuentra cada cual y cuánto tiempo durará”.
El hecho de que la derecha sionista muestre a las claras su naturaleza agresiva y militarista no quiere decir que los laboristas sean pacifistas en absoluto. Cabe recordar que las más de 350 víctimas de la intifada han caído como consecuencia de las órdenes dadas por el gobierno laborista de Barak a los militares. Sin embargo, el proyecto belicista de la derecha y los ultraortodoxos asustan incluso a algunos en Israel. Recientemente, el comentarista Gideon Samet advertía del peligro que suponía la ofensiva de “los derechistas y ultraortodoxos”.
No obstante, las actuales voces dominantes en los dos principales partidos de la izquierda israelí, el Partido Laborista y el Meretz, difícilmente pueden distinguirse ya de las del Likud. Un ejemplo de ello, es que el anterior presidente de Israel y antiguo líder del laborismo, Ezer Weizman, anunció su apoyo a Ariel Sharon y el Likud en las elecciones del 6 de febrero.
El argumento de la izquierda israelí en favor de un acuerdo negociado con los palestinos ha sido siempre el fruto de la necesidad táctica, la apertura económica de Israel hacia los países árabes vecinos, con el fin de terminar con el aislamiento del Estado judío en la región, y no su compromiso con el Derecho Internacional, los derechos humanos o los principios democráticos. Nunca ha habido un intento por su parte de cuestionar la piedra angular de la ideología sionista, es decir, el “derecho” de Israel a expulsar a los palestinos de sus tierras para instalar en ellas a judíos procedentes de cualquier parte del mundo. Tampoco se ha abandonado la defensa de un Estado étnica o religiosamente puro, es decir, exclusivamente para judíos, con exclusión de otras etnias o religiones. Los laboristas y muchos autotitulados “liberales de izquierda” de Israel están abogando, de hecho, por un mayor grado de represión contra el pueblo palestino dejando al descubierto la realidad de la así llamada “democracia israelí”.
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2016: el gobierno de la mentira

Duterte, Johnson, Putin y Farage. ILUSTRACIÓN: JORGE ARÉVALO
Este año se cierra con un triunfo de la manipulación en la política mundial, que ha justificado desde la ola represiva tras el golpe turco a la 'liberación' de Alepo, la crisis en Venezuela y el 'Brexit'
"Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación". Charles Dickens comenzó con este párrafo su novela Historia de dos ciudades en 1859, pero su mensaje sigue vigente hoy. Nunca hemos tenido tanto acceso a la información, pero nunca hemos estado tan sometidos a la manipulación, a la simplificación y al embuste.
El año 2016 pasará a la Historia como el año en el que un multimillonario capitalista de EEUU se convirtió en presidente antisistema, en el que el Reino Unido votó su divorcio de la UE por culpa de los refugiados sin haber recibido ninguno en el sistema de cuotas, en el que Erdogan metió en la cárcel a decenas de miles de personas en Turquía acusadas de golpistas sin haber presentado una sola prueba contra ellas.
Este 2016 también fue el año en el que Nicolás Maduro se inventó mil conspiraciones internacionales para justificar la enorme crisis de la Venezuela chavista; en el que el carnicero Asad arrasó Alepo con armas prohibidas matando a miles de civiles pero, para muchos, se convirtió en el nuevo libertador de Oriente Próximo; en el que Putin encarcela a la oposición comunista en Rusia pero consigue galvanizar a muchos simpatizantes de izquierdas de todo el mundo por su puño de hierro con Occidente; en el que los rebeldes sirios han sido presentados al mundo como luchadores por la libertad aunque algunos de ellos fueran yihadistas de la filial de Al Qaeda y muchas fotos enviadas por ellos y publicadas en todo el mundo fueran un burdo montaje.
Es decir: los cambios más importantes acaecidos durante este 2016 han estado salpimentados por la publicación de hechos retorcidos hasta encajarlos en algo que ahora se llama posverdad y que es la mentira de toda la vida.
"Estamos ante el inicio de una nueva era", asegura David Held, profesor de política y relaciones internacionales de la Universidad de Durham, en Reino Unido. "Está marcada por el triunfo del miedo y de la ira, una descarada falta de respeto por la verdad, la xenofobia, el debilitamiento de las ideas liberales y el rechazo a los logros de la globalización económica".
Noticias falsas hay desde la guerra de Troya, pero las redes sociales tienen mucho que ver en la capacidad de expansión vírica. Las críticas a Twitter y Facebook por servir de plataformas para difundir, por ejemplo, los textos elaborados por Paul Horner, un tipo que maneja una decena de portales elaborados con embustes, han llegado hasta grandes líderes políticos, comoJuncker, máximo representante europeo, o el presidente de la Eurocámara, Martin Schulz, creen que deben aprobarse leyes contra esa práctica. Horner es un peón de los muchos que trabajan en una industria nueva: la de las informaciones inventadas.
Sus textos triunfaron en Google News, arrasaron en Facebook y hasta las compartieron miembros de la campaña del propio Trump, porque la mayoría eran favorables al magnate, como aquella que decía que un hombre que aseguraba haber cobrado 3.500 dólares del equipo de Hillary Clinton para protestar durante un mitin del candidato republicano. Llegó a tuitearla el propio hijo de Trump, pese a ser más falsa que Judas. Ante la presión, el fundador de la red social, Mark Zuckerberg, prometió que una organización externa evaluaría aquellas informaciones que sean catalogadas como falsas por múltiples usuarios.
Ningún medio de comunicación está libre de pecado y de cometer errores. De hecho, los propios medios han hecho de altavoz a muchas de estas historias. Resulta cada vez más difícil desmontar mensajes falsos masivos antes de que estos se expandan. La rectificación siempre va a correr menos que el bulo y desmentirlo va a costar más que escribirlo. Y la emoción le come cada vez más espacio a los hechos. Los males de la prensa actual, como la precariedad y la obsesión por los 'clicks', tampoco ayudan.

Los algoritmos de las redes

Este tipo de industria triunfa porque conoce las nuevas reglas: los algoritmos, como el que usa Facebook (1.600 millones de usuarios en todo el mundo) para seleccionar las noticias que nos sirve a diario, están basadas en nuestros intereses usando la información que tienen sobre nosotros, y lo que te sirven está cribado para reforzar nuestras propias creencias, sea verdad o mentira, porque las redes sociales, donde se informan cada día millones de personas, no son medios de comunicación y la credibilidad no es un debate que les interese.
Según un estudio del portal Buzzfeed, en los últimos tres meses de la campaña en EEUU las noticias falsas compartidas en Facebook (creadas por gente como Horner) generaron más impacto que las principales noticias publicadas por The New York TimesThe Washington Post o la NBC. El titular de una de estas noticias, leída por más de siete millones de lectores, era "Hillary Clinton admite en un correo electrónico que es la fundadora del Estado Islámico" o "El jefe de campaña de Clinton es miembro de una red de pederastia". En ese contexto,Donald Trump ganó las elecciones aprovechándose del relato del candidado antisistema, a pesar de que lleva décadas aprovechándose de él. Su gran promesa electoral, la construcción de un muro antiinmigración en México, ya existe desde hace años.
En el lado opuesto, Vladimir Putin tampoco ha escatimado en gastos para blanquear toda su política internacional. Peter Horrocks, antiguo director de la BBC británica, cree que el Reino Unido y Estados Unidos están "perdiendo la guerra global de la información" y pide "liberar fondos adicionales" para combatir "la ola de propaganda respaldada por Moscú que barre Europa". Horrocks cita el "canal Russia Today"», financiado por el Kremlin y difusor de una "visión parcial" de la intervención rusa en Siria o en Ucrania.
La contradicción es que los medios británicos tampoco han brillado por su objetividad durante este tormentoso 2016. Casi todos los diarios londinenses se decantaron por el 'Brexit' (de 928 artículos analizados en nueve diarios durante dos semanas, el 45% se decantaron a favor de la salida y el 27% a favor de la permanencia). The Daily Mail recurrió a las diatribas diarias anti-inmigración y antirrefugiados aludiendo no a los datos contrastados, sino a los sentimientos nacionalistas.
Los dos grandes líderes de la campaña, Boris Johnson y Nigel Farage, admitieron tras ganar el referéndum haber mentido en sus promesas utópicas. Sobre todo en aquella que hablaba de recuperar para el Reino Unido 350 millones de euros que, supuestamente, se fundía la Unión Europea. Farage posó ante una foto con una fila de refugiados cruzando Eslovenia con el eslogan "La UE nos ha fallado" para mostrar su rechazo. Los diarios británicos no quisieron o no supieron explicar que Reino Unido se negó a recibir en los meses previos a un sólo solicitante de asilo dentro del sistema de cuotas de reparto de refugiados. O sea, el número de los que cruzaron sus fronteras fue cero.
De hecho, Reino Unido ni siquiera pertenece al espacio Schengen. Londres controla la inmigración de fuera de la UE con el clásico sistema de visas y puede modificar la política migratoria como le plazca sin tener que abandonar el espacio europeo. El Reino Unido se gastó 11,5 millones de euros en imprimir folletos de 14 páginas para contrarrestar las mentiras del 'Brexit'. No sirvió de nada.
Durante meses, la prensa euroescéptica proclamó cualquier afirmación de dudosa procedencia y despreció las advertencias de los expertos. En la campaña del 'Leave' usaron una frase para justificarlo todo: "Los hechos no funcionan".
La tentación para los líderes que van a manejar en 2017 los puntos calientes de la geopolítica del planeta (Trump, Putin, Erdogan, Asad, Duterte, Orban, Kaczynski, Zuma, Al Sisi, Wilders... ) será abusar aún más de ese laboratorio orwelliano de la posverdad para ganar contratos, elecciones o guerras. Feliz 2017.

Entre balazos y coches bomba: así se recupera un bastión de ISIS

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¿Los mismos demonios?

Al describir el comportamiento de los nihilistas rusos, Dostoievski anticipó cómo sería el terrorismo del siglo XX. El islamismo radical no es tan antimoderno y antioccidental como parece, sus raíces se hunden en el pensamiento europeo

RAQUEL MARÍN
Como cada domingo, aquella tarde invernal de marzo de 1881, el zar Alejandro II se dirigió a la sala de equitación de San Petersburgo para pasar revista a la Guardia Imperial. Acudió a pesar del aviso del Ministerio del Interior que advertía de un ataque terrorista. Acabada la revista, decidió volver al Palacio del Invierno no por los bulevares céntricos donde con toda probabilidad actuarían los terroristas sino por el apartado canal de Catalina. Entre los pocos transeúntes que se atrevieron a salir a las calles barridas por el vendaval y la nieve discernió a un chico con una caja de bombones. Cuando el trineo imperial pasaba a su lado, el joven tiró su caja a los pies de los caballos; la fuerte explosión que se produjo a continuación lanzó al muchacho contra la barandilla del canal. El zar, ileso pero perturbado por el atentado, el sexto que sufría, bajó del trineo y tambaleándose se dirigió hacia el joven moribundo. Fue entonces cuando le alcanzó otra bomba que llevó a cabo lo que el muchacho de la caja de bombones no había logrado. El séptimo intento de regicidio triunfó.
La policía logró detener a los miembros de la banda terrorista. En Rusia a los radicales y terroristas se los llamaba nihilistas; el radicalismo lo aprendieron en sus años de estudios en Occidente. La palabra nihilista surgió por primera vez en la novela Padres e hijos, de Ivan Turguénev: su protagonista Bazarov era un representante del nihilismo, esa corriente de pensamiento tan cara tanto a los radicales como a la intelligentsiadel siglo XIX que creían que había que destruir todo lo establecido, desde el orden hasta la escala de valores. Un nihilista no debía apegarse ni a su familia ni a los amigos, ni siquiera a la existencia misma porque para los nihilistas la vida, tanto la ajena como la propia, solo tenía valor si se sacrificaba por una causa justa: la de la destrucción.
Dostoievski escribió su novela Los demonios horrorizado por la muerte de un terrorista, Ivanov, asesinado por sus compañeros de lucha de la banda de Nechayev. El escritor decidió exhibir lo que era el terrorismo en una novela-advertencia que no solo abarcaría el caso del temido grupo: “Estos fenómenos no son marginales o aislados”, escribió, “por eso mi novela no ha copiado acontecimientos o descrito personas”. Efectivamente, como suele ocurrir con los artistas geniales, Los demonios se erige hoy en obra profética: presagia a la perfección los planteamientos y el funcionamiento de los movimientos radicales y terroristas del siglo XX, incluidos los anarquistas, los bolcheviques y demás. Dostoievski sabía bien de qué hablaba: tenía cuatro años cuando en 1825, en San Petersburgo, se produjo la Revuelta Decembrista, surgida de la nobleza, que llegó a convertirse en mítica; además, de joven, él mismo participó en el Círculo Petrashevski antes de que la policía derribara la congregación intelectual y enviara a sus miembros, también a Dostoievski, a Siberia.
Los demonios describe una ciudad amenazada por un grupo de radicales. Algunos se muestran ingenuos, confiados en un cambio social que traería la igualdad universal, ese eterno sueño ruso. Otros están poseídos por la sed de sangre y venganza; otros aún buscan una posición de poder y calculan las ventajas que su postura radical, que ansía descomponer todo lo establecido, les podría aportar. Dostoievski desenmascaró la fría crueldad, muy alejada de cualquier idealismo, con la cual actúan los cabecillas del grupo.
El escritor ruso advirtió en ‘Los demonios’ sobre un fenómeno que no era marginal ni aislado
Sin embargo Rusia no supo valorar la clarividencia de Dostoievski. La intelligentsia, en su mayoría liberal, consideraba al grupo de Nechayev como una trágica excepción y creía firmemente en el futuro revolucionario ruso. El influyente crítico de la época, Mijáilovski, dijo que el libro, “esa horrible caricatura de la juventud revolucionaria”, no era digno del talento de Dostoievski. La Rusia que tanto ansiaba un cambio revolucionario rechazó Los demonios.
En la actualidad existen otros grupos que militan para abatir nuestra civilización, basada en el progreso gradual bajo el amparo de la democracia liberal. El islamismo radical se suele considerar como antimoderno y antioccidental; pero no hay que olvidar que sus raíces, y los de los demás grupos radicales, están hundidas en el pensamiento europeo. Entre los padres ideológicos de los grupos fanáticos, entre ellos los yihadistas, se pueden rastrear algunos intelectuales europeos. Como Jean-Jacques Rousseau, ese indignado que denunció la sociedad comercial con su corrupción moral y su desigualdad y propagó el retorno a lo primitivo, y fue el faro de la Revolución Francesa. Isaiah Berlin le describió como “uno de los más siniestros y al mismo tiempo formidables enemigos de la libertad en toda la historia del pensamiento moderno”. Entre los que le sucedieron hubo el inventor del socialismo utópico Charles Fourrier y el teórico del anarquismo Mijaíl Bakunin.
Los intentos de destruir una civilización basada en el progreso, que a los radicales les parecía hipócrita y fraudulenta, y liberarse violentamente del yugo de una sociedad desigual tuvieron su auge en Europa a principios del siglo XX. De allí creció el anarquismo y el anarcosindicalismo que tuvieron en jaque a sociedades enteras y presagiaron directamente a los totalitarismos y los grupos fundamentalistas de nuestros días.
Como los terroristas que atentaban contra el zar, tampoco los yihadistas durarán mucho tiempo
Los terroristas de la actualidad encuentran que su postura es tan legítima y sublime como a multitudes de seguidores les pareció grandiosa la postura de Rousseau cuando enaltecía al hombre primitivo a quien la civilización solo podía corromper. También los radicales rusos morían encantados por su propia grandeza al asesinar al zar en nombre de la igualdad social y los jóvenes burgueses se llenaban de entusiasmo al aspirar el aire bélico de la I Guerra Mundial que, según ellos, debía acabar con el aire enrarecido del aburrimiento burgués, como muestra Stefan Zweig en El mundo de ayer. Arthur Conan Doyle, por ejemplo, escribía en 1914 que “al país no le iría mal una purga sangrienta”. De modo parecido, los militantes del ISIS perciben a Occidente como un vacío moral y espiritual y oponen a él su superioridad religiosa y la pertenencia a una hermandad.
Si los grupos terroristas rusos que lanzaron bombas contra el zar no fueron sino fenómenos fugaces, tampoco los yihadistas que organizan sus atentados en la actualidad durarán mucho tiempo. Sin embargo sus muy sangrientos castillos de fuego, armados desde Europa y Estados Unidos hasta el este de Asia, deberían hacernos pensar. Por un lado, no son tan ajenos a la cultura occidental como pudiera pensarse, y por otro, rechazando la violencia, nuestra reflexión no solo debería girar en torno al peligro que a causa de ella corre nuestra civilización democrática con su orden, su progreso y sus beneficios materiales, sino también en torno al hecho de que gran parte de la población mundial aspira a ese orden, progreso y beneficios sin tener la mínima esperanza de alcanzarlos jamás.