EL COMUNISMO,
CREACIÓN JUDÍA.*
por Alfonso Rumazo Gonzáles**.
“(…)Desaparecidos los dos grandes enemigos, cuya extraordinaria fuerza precisamente reside en el espiritualismo, el dominio universal sería relativamente sencillo, porque desaparecido el espiritualismo, no queda sino la materialidad de la vida en sus dos máximas expresiones: la fuerza y el dinero. El dinero lo tienen ya los judíos; solo falta la fuerza, la cual se la está adquiriendo paulatinamente por medio del oro”.
“(…)los pueblos se hallan encadenados al trabajo penoso más aun que en tiempos de la esclavitud; de ésta había manera de librarse, pero de la miseria es imposible. Todos esos pretendidos derechos del pueblo no pueden existir más que teóricamente”.
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En 1897 reunióse en Basilea un gran congreso de los judíos más poderosos con el objeto de establecer las bases definitivas de un plan de dominio universal. Estas bases que ellos llamaron protocolos, fueron publicadas de manera más o menos misteriosa primero en idioma ruso, y después en todos los demás.
Nada más preciso en cuanto a lineamientos de un gran proyecto, nada más audaz, y nada también de mejor pureza de visión del presente de entonces y del futuro que aquellos famosos protocolos. El punto céntrico a dónde se dirigen todas las aspiraciones judías es a los gobiernos de las naciones, para por medio de los gobiernos obtener cuanto deseen, proclamando muy enfáticamente que “el derecho está en la fuerza”, que “sin un despotismo absoluto no puede existir la civilización”, que “en los Estados es preciso que sólo haya masas de proletarios, algunos millonario, policías y soldados”. Todo esto naturalmente ha de estar bajo la influencia sionista. “Para que los pueblos se acostumbren a la obediencia, dicen, hay que acostumbrarles a la modestia, y disminuir, por tanto, la producción de objetos de lujo”.
En cuanto a gobiernos en el mundo, sólo reconocen los judíos dos enemigos: “la Autocracia rusa, nuestro único enemigo serio en el mundo entero, con el Papado”. Lo demás casi no toman en cuenta. Para ellos tienen a su servicio millones de agentes secretos, las logias masónicas, “crearemos y multiplicaremos las logias masónicas en todos los países del mundo”, “desde ahora, en las formas de periodismo francés cuando menos, existe una solidaridad masónica”, el dinero y la ciencia “como base de nuestra aristocracia nueva hemos puesto la riqueza, que depende de nosotros (los grandes naqueros prestamistas del mundo), y la ciencia que dirigen nuestros sabios” (Einstein, Freud, etc.)
Dentro de todos los grandes planes, un judío de poderosas visiones estadísticas, Carlos Marx, fundó su teoría social que luego se ha llamado marxismo, germen posterior de numerosas reacciones en el mundo entero. A base de las nuevas concepciones del judío citado, estalló en Rusia el comunismo, que acabó con uno de los enemigos del sionismo: la autocracia Rusa. Queda solo el otro enemigo, el Papado, al cual se le hace la guerra también con la misma arma, el comunismo. Desaparecidos los dos grandes enemigos, cuya extraordinaria fuerza precisamente reside en el espiritualismo, el dominio universal sería relativamente sencillo, porque desaparecido el espiritualismo, no queda sino la materialidad de la vida en sus dos máximas expresiones: la fuerza y el dinero. El dinero lo tienen ya los judíos; solo falta la fuerza, la cual se la está adquiriendo paulatinamente por medio del oro. Además lo de la fuerza no les preocupa mucho a los judíos: “haremos ver nuestra fuerza, a unos por atentados, es decir, por el terror (el mundo está viendo y palpando en estos momentos el número de atentados); y a todos, si todos se alzaran contra nosotros, les contestaremos con los cañones norteamericanos, chinos o japoneses”. No se puede hablar más claro. Trotzki, otro judío, ha sido uno de los grandes apóstoles del comunismo.
Respecto de las observaciones de la realidad y de las predicciones, los autores de los protocolos judíos han andado muy acertados. Dicen: “ocultaremos nuestros verdaderos propósitos con el pretendido deseo de servir a clases obreras y propagar los principios económicos que enseñamos hoy”; “los choques de la vida económica crearán y han creado ya sociedades desencantadas, frías y sin corazón; estas sociedades sentirán repugnancia por la política superior y por la religión: su único norte será el calculo, es decir el oro”; “hemos armado a todos los partidos; hemos convertido el poder en blanco de todas las ambiciones”; “los pueblos se hallan encadenados al trabajo penoso más aun que en tiempos de la esclavitud; de ésta había manera de librarse, pero de la miseria es imposible. Todos esos pretendidos derechos del pueblo no pueden existir más que teóricamente”; “bajo nuestra dirección el pueblo ha destruido la aristocracia que era su protectora; destruida la aristocracia, el pueblo a caído bajo el yugo de los acaparadores, de los nuevos ricos, que le oprimen sin piedad ; nuestro poder descansa en el hambre crónica, en la debilidad el obrero; el hambre da más derechos al capital sobre el obrero de los que la aristocracia recibía del poder real; por la miseria y el hambre y el odio venenoso que producen, nos serviremos de las multitudes para aplastar a los que se oponen a nuestros designios”; “cuando por todos los medios ocultos de que disponemos con la ayuda del oro, que está por completo en nuestras manos, hayamos creado una crisis económica general lanzaremos a la calle a multitudes enteras de obreros; esas masas de dedicarán con voluptuosidad a verter la sangre de aquellos a quienes envidian desde siempre, de los cuales podrán saquear los bienes”, etc., etc…
(Sigue…)
Todo comentario es innecesario ante tales declaraciones. El comunismo ruso, ahora con pretensiones mundiales, no pasa de ser una patraña judía, porque los judíos tratan de llegar al dominio universal, por conveniencia y de acuerdo con sus creencias. “El rey de los judíos, dice, será el verdadero papa del universo, el patriarca de la iglesia internacional. Somos el pueblo escogido; nuestro destino está ligado con el Dios único”.
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NOTAS:
* Aparecido en la revista “ACCIÓN POPULAR” Nº 12 Año 1932. Quito – Ecuador
** Alfonso Rumazo Gonzáles. Historiador latacungueño, Profesor Honorario de la Universidad Simón Rodríguez de Caracas. Miembro de Número de la Academia Ecuatoriana de la Historia, correspondiente de la Academia Venezolana de la Historia; de Número de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, correspondiente de la Española y correspondiente de la Academia Venezolana de la Lengua, autor entre otras obras de: Manuela Sáenz, la Libertadora del Libertador (dieciséis ediciones); Bolívar (quince ediciones); Gobernantes del Ecuador (Premio de la Academia Ecuatoriana de la Historia); Enrique Olaya Herrera; O’Leary, edecán del Libertador (tres ediciones); El Congreso de 1933; Miranda; Schweitzer; Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho (once ediciones); Simón Rodríguez, Maestro de América (Premio Municipal de Caracas, 1976); El General San Martín, su vida y su acción continental, en relación con la historia de Bolívar (Premio de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, 1980 – dos ediciones); Miranda (dos ediciones); José Martí (dos ediciones); 8 Grandes Biografías – Edición de la Presidencia de la República de Venezuela, Condecorado múltiples veces por varios países de Hispanoamérica por su obra.
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