El mundo islámico conmemora “el viaje nocturno y la ascensión” del profeta Muhammad (PyB)
AIN.- Es uno de los sucesos mas importantes y extraordinarios en la vida del Profeta (PyB), “el viaje nocturno (Isra) que lo llevó en un instante, de la ciudad de Meca hasta Jerusalén y la ascensión (Mi’ray) al mas elevado de los cielos”. Se realiza en las mezquitas, para debatir sobre esta fecha importante y recitar versículos del Sagrado Corán. En Buenos Aires el Centro Islámico de Argentina (CIRA), lo realizará en la Mezquita Al Ahmad, a las 20 hs.
Se designa con el término Isrâ el viaje nocturno que Dios hizo emprender al Profeta Muhammad (PyB) y que lo llevó desde la Mezquita Haram de Meca a la Mezquita Al Aqsa, en Jerusalén, Desde ahí, el profeta (PyB) ascendió por los diferentes cielos alcanzando alturas que no son dadas a imaginar ni a hombres ni a genios. Este segundo viaje en vertical recibe el nombre de Mi‘râŷ.
La fecha exacta en que tuvo lugar tal acontecimiento es objeto de debates. En general, se considera que sucedió en el décimo año después del comienzo de la Revelación del Sagrado Corán, cuando los musulmanes vivían las horas más extremas de persecución a la que los sometían los idólatras de Meca.
Para los musulmanes, ese fabuloso viaje fue llevado a cabo por el Profeta (PyB) en espíritu y cuerpo. De pensarse que lo realizó tan solo en espíritu, el hecho no sería tan sorprendente; pero la concurrencia del cuerpo es lo que lo hace verdaderamente excepcional.
El Profeta Muhammad (PyB) montó sobre un animal de naturaleza mística (al-Burâq), más grande que un asno pero menor a un mulo, cuyo paso alcanzaba los límites de la vista y entró en la Mezquita al-Aqsà de Jerusalén, donde realizó una oración.
Después, el Arcángel Gabriel lo condujo al primer cielo, luego al segundo, al tercero, hasta el Azufaifo del Límite (Sidrat al-Muntahà), que marca el final del séptimo cielo y es la frontera para las criaturas. Muhammad (PyB) avanzó y Dios “le mostró lo que le mostró”. Durante esa Noche, fue ordenado a los musulmanes la práctica de la oración cinco veces al día. En un primer momento, fueron dictados cincuenta oraciones, distribuidos a lo largo de la noche y el día, pero su número fue reducido finalmente al de cinco, valiendo cada uno de ellos por diez
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