lunes, 3 de enero de 2011

La sombra de la guerra cae otra vez en Gaza

La sombra de la guerra cae otra vez en Gaza
Conflicto. Los ataques cada vez más repetidos a Israel hacen temer otra contienda

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RENZO ROSSELLO

Gaza, una franja de 360 kilómetros cuadrados limítrofe con Israel y Egipto, es la mecha por donde puede volver a arder la guerra en Medio Oriente. Una guerra que nadie quiere pero que cualquier gesto puede hacer estallar repentinamente.

El 27 de diciembre se cumplieron dos años de la Operación Plomo Fundido, la incursión israelí en la franja de Gaza dirigida contra las milicias del Hamas. La ofensiva militar dejó un saldo de 1.440 palestinos muertos, más de la mitad combatientes islamistas, el resto población civil de Gaza. Del otro lado murieron 13 soldados israelíes. Al cabo del enfrentamiento, la ONU acusó a ambos bandos de haber cometido "crímenes de guerra". Las heridas aún están abiertas.

Al acercarse la fecha los ataques con cohetes Kassam de los extremistas islámicos a territorio israelí recrudecieron: durante esos 27 días se registraron 37 ataques y el Ejército israelí ocasionó 14 bajas a milicianos de los distintos grupos que operan en la franja, según datos de la propia fuerza militar.

Apenas comenzó a insinuarse la escalada de violencia las declaraciones fueron subiendo de tono, aunque en los últimos días hubo llamados a la conciliación. Tal el caso de Al Fatah, el movimiento nacionalista que es la principal fuerza política en la Autonomía Palestina y rivaliza con el Movimiento Hamas, pidió a los dirigentes de Gaza que impidieran la guerra.

"La reconciliación se hace más urgente e importante, especialmente por las amenazas israelíes de lanzar una nueva guerra en la franja", declaró el martes pasado el miembro del Comité Central de Fatah, Saeb Erekat, el principal negociadores de los acuerdos de paz entre Israel y Cisjordania (Judea y Samaria, para los israelíes).

Sin embargo, no parece posible que el reclamo de Erekat surta efecto en la dirigencia del Hamas. Para estos Al Fatah y los demás integrantes de la coalición que conforman la Autoridad Nacional Palestina son, sencillamente, "traidores".

Por su parte, Israel tampoco parece dispuesto a pasar a una ofensiva abierta, pese a los ataques repetidos. "Espero que no haya necesidad de otra Operación Plomo Fundido, pero si la situación continúa, si siguen lanzando cohetes contra Israel, entonces tendremos que responder y lo haremos con toda nuestra fuerza", declaró hace pocos días el viceprimer ministro israelí, Moshé Yaalom.

Luego de concluir las operaciones militares Israel dispuso un bloqueo terrestre y marítimo para la franja de Gaza, que sólo en los últimos meses comenzó a flexibilizarse tanto desde la frontera israelí como desde la egipcia. Las consecuencias de este bloqueo han sido objeto de denuncias por parte de algunas organizaciones humanitarias, como la Cruz Roja que recientemente denunció su preocupación por la "crisis humanitaria" que vive la población. Los permanentes intentos de burlar el bloqueo han dado lugar a situaciones polémicas, como la ocurrida en mayo pasado con la flotilla de buques turcos interceptada por el Ejército israelí en una operación que causó nueve muertos y dio lugar a fuertes cuestionamientos y tensó las relaciones entre Ankara y Jerusalén.

LOS TÚNELES. De acuerdo con la información que manejan las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), en el territorio de Gaza hay unos 800 túneles operativos. Por esos túneles pasa de todo: contrabando, armas, personas. Cinco familias palestinas manejan esa red subterránea con el beneplácito del Hamas y el apoyo de varios grupos extremistas que los utilizan tanto en sus operaciones como en el tráfico de armas.

Por uno de esos túneles se llevaron al soldado israelí Gilad Shalit hace cuatro años y medio, mientras patrullaba los límites con la franja en territorio israelí. El cautiverio de Shalit se ha transformado en una espina clavada en los intentos de pacificar la explosiva relación con el territorio dominado por Hamas. "El último indicio de vida lo tuvimos en septiembre de 2009", comentó Noam Shalit, padre del soldado, a periodistas latinoamericanos que lo entrevistaron en la carpa que él y su esposa instalaron frente a la casa del primer ministro, Benjamín Netanyahu, para exigir la intervención del gobierno en la liberación del joven que ahora tiene 24 años.

Los túneles de Gaza se han convertido en un arma táctica muy eficaz de los extremistas palestinos. Según estimó el teniente coronel Avi Open, vocero del Ejército israelí, estos túneles implican también un recurso económico que supone el 90% de los ingresos del territorio. La inteligencia militar israelí estima que producen entre 40 y 60 millones de dólares por mes. Se necesitan 150.000 dólares para ser propietario de uno de estos túneles, su excavación supone una inversión de 70.000 dólares. Por ello los túneles son manejados por clanes dedicados al contrabando y actividades ilícitas.

Como herramienta militar los túneles permiten a los milicianos aproximarse con sus pertrechos hasta las cercas de seguridad y efectuar desde allí ataques con cohetes o misiles.

Las acciones de este tipo, planeadas para sembrar terror y desgaste en la población israelí, son por lo demás rápidas y de relativo bajo costo. "Toda la operación de lanzamiento no lleva más de un minuto, moviliza a no más de cinco milicianos, que pueden escapar rápidamente del lugar de lanzamiento en segundos", explicó un oficial de la Policía israelí a cargo de la seguridad en una ciudad fronteriza con Gaza, durante una rueda con medios latinoamericanos, entre ellos El País, la semana pasada.

En contrapartida, es poco lo que se sabe de la vida cotidiana en el territorio de Gaza. Si bien el Movimiento Hamas ganó las elecciones en 2007 con un amplio respaldo popular -aunque sus rivales políticos en Cisjordania denunciaron fraude electoral-, no está claro que el mismo respaldo se mantenga tres años después.

En cambio, el partido en el gobierno ha endurecido algunas normas basadas en los preceptos islámicos que han implicado, por ejemplo, mayor represión hacia las mujeres con severos recortes en su libertad de movimientos.

Según información divulgada recientemente por el Fondo Monetario Internacional (FMI) la economía en Gaza creció en un 16%, dos años después de la Operación Plomo Fundido. Sin embargo, el territorio mantiene un nivel de desempleo ubicado en un 40% y el 70% de las viviendas destruidas durante los bombardeos israelíes aún no ha sido reconstruido.

Sobre esta base, algunos integrantes de la primera línea dirigente del Hamas han dejado caer declaraciones de tono muy duro en los últimos días. "Hamas no descansará hasta que Israel sea expulsada de la tierra de Palestina. Los israelíes tienen dos opciones: morir o expulsión. Nuestros ojos están puestos en Jerusalén y Al Aqsa, no nos conformaremos con Gaza. No hemos renunciado a nuestra lucha contra Israel o la liberación de nuestros presos. Estamos listos para frenar cualquier nueva agresión israelí", dijo hace pocos días el dirigente Ahmed Jabary, jefe del brazo armado del Hamas, en declaraciones recogidas por servicios noticiosos esta semana.

"COLOR ROJO". Dos palabras: "tzeva adom" (color rojo). Durante seis años estas fueron las palabras más repetidas en la pequeña ciudad de Sederot, en el Sur de Israel sobre la frontera con Gaza. Esa era la voz de alarma ante un ataque.

Las fuerzas de seguridad estiman que en ese período cayeron 8.000 misiles y cohetes lanzados por Hamas.

Sederot es una ciudad de 24.000 habitantes, la actividad industrial era su eje. Desde los bombardeos se transformó en una "ciudad fantasma", una comunidad que aún vive en shock pos traumático.

Su cercanía con la franja de Gaza y varios núcleos poblados de ese territorio que entra como una cuña en el israelí convirtió al poblado en un blanco perfecto para las milicias extremistas.

Aunque los ataques en esta ciudad se han reducido considerablemente durante este año, la fisonomía no ha cambiado. Las calles de Sederot están desiertas a las horas del día en que cualquier ciudad israelí bulle de actividad. No hay niños en las plazas y gimnasios, los habitantes prefieren salir de sus casas sólo lo imprescindible.

Esta y la vecina ciudad de Ashkelon han sido las más castigadas por los ataques desde Gaza. Fue precisamente en Ashkelon donde el 23 de diciembre pasado cayó un proyectil que hirió a una niña en un kibbutz.

Durante 2010, según estimaciones de las Fuerzas de Defensa de Israel, se han disparado más de 280 misiles Grad, cohetes Kassam y disparos de mortero contra poblaciones israelíes cercanas a la franja. Esto motivó que Israel elevara una queja al Consejo de Seguridad de la ONU, al que reclamó acciones contra Hamas.

En respuesta las FDI ha lanzado algunas operaciones localizadas. En la más reciente, soldados apoyados por la aviación dispararon contra una célula de combate el martes pasado en la ciudad de Khan Yunes, al sureste de Gaza, donde murió un miliciano de 22 años.

Casi al mismo tiempo, las fuerzas de seguridad de Egipto descubrieron en el desierto de Sinaí un cargamento de municiones y misiles antiaéreos que iban destinados a Hamas.

Un experto del Instituto de Contraterrorismo de Herzliya, Ely Karmon, explicó al servicio noticioso de The Israel Project (TIP) su hipótesis sobre el recrudecimiento de las acciones de Hamas.

"Hamas se encuentra en un aprieto. Está tratando de reconstruir Gaza para asumir mayor responsabilidad en cuanto a la calidad de la vida civil. Sin embargo, existen informes que muestran que Irán está proveyendo a Hamas armas más sofisticadas, incluyendo misiles de largo alcance", dijo Karmon.

De hecho, la información en torno al aprovisionamiento con misiles de alcance masivo hizo que durante esta semana el Ejército israelí movilizara "supertanques", dotados con sistemas de detección de misiles para responder a eventuales ataques.

Además de las acciones desde la franja, Israel teme que los extremistas se infiltren en Cisjordania para consumar ataques desde allí, donde pese al "congelamiento" de las negociaciones con la Autoridad Nacional Palestina, persiste un cese de hostilidades parejo y un acercamiento cada vez mayor.

Una pequeña franja de tierra en un territorio 20 veces menor que Uruguay donde una chispa puede producir una hoguera.

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