La tergiversación del Islam
El problema de Al Yiziah:
Uno de los ‘problemas’ planteados por los misioneros y orientalistas, es la imposición de Al Yiziah a todos los no-musulmanes. Esta institución ha sido tan mal interpretada y mal explicada, que los no musulmanes incluso sienten que el Islam es una religión basada en la discriminación en contra de ellos. Pero este no es el caso. Al Yiziah es una obligación financiera impuesta sobre aquellos que no tienen que pagar Az-Zakah. Como la proporción de estos dos impuestos es la misma, es obvio que Al Yiziah es simplemente un tecnicismo usado por los gobiernos islámicos para asegurarse que todos paguen su parte correspondiente. Si el término ‘Yiziah’ es muy ofensivo para los no musulmanes, este puede ser cambiado: ‘Umar ibn Al Jattab, que Al-lah esté complacido con él, abandonó Al Yiziah sobre los cristianos de Banu Taglib y recolectó As-Sadaqah (caridad o limosna) en consideración por sus sentimientos.
El renombrado historiador Sir Thomas W. Arnold, en su ‘Call to Islam’, sostiene:
“Este tributo no era impuesto sobre los cristianos, como algunos pudiéramos pensar, como una penalidad por rehusarse a aceptar la fe musulmana, sino que era pagado por ellos al igual que por los otros ciudadanos no musulmanes del Estado, cuya religión les prohibía servir en el ejército, a cambio de la protección asegurada de las fuerzas armadas de los musulmanes. Cuando la gente de Hirah contribuyó la suma acordada, ellos expresamente mencionaron que pagaron esta Yizyah con la condición de que: “Los musulmanes y su Líder nos protejan de quienes nos puedan oprimir, ya sean musulmanes u otros”.
En su pacto con la gente de ciertas ciudades cercanas a Al Hayrah, Jalid ibn Al Walid, que Al-lah esté complacido con él, recordó: “Si somos capaces de protegerlos, merecemos recolectar Al Yizyah; de otro modo, no les ofreceremos protección”.
La seriedad con la que el musulmán toma sus pactos o convenios con los no-musulmanes, está bien ilustrada por el siguiente incidente:
Durante el gobierno del segundo califa, ‘Umar ibn Al Jattab, que Al-lah esté complacido con él, el emperador romano, Heraclio, conformó un ejército grande para repeler a las fuerzas musulmanas. Así, era necesario que los musulmanes concentraran sus esfuerzos en la batalla. Cuando el comandante de los musulmanes, Abu ‘Ubaydah, que Al-lah esté complacido con él, escuchó estas noticias, escribió a sus oficiales en todas las ciudades conquistadas en Siria y les ordenó devolver Al Yiziah que se había recolectado en esas ciudades. Él también se dirigió al público diciendo: “Les estamos devolviendo su dinero porque sabemos que el enemigo ha reunido sus tropas. Por los términos estipulados en el pacto, ustedes nos han obligado a protegerlos. Sin embargo, ya que ahora no somos capaces de cumplir esas condiciones, les hemos devuelto lo que nos pagaron. Cumpliremos con los términos acordados en el pacto, si Al-lah nos Ayuda a derrotar al enemigo”. Así, se tomó una gran cantidad del tesoro del Estado y se devolvió a los cristianos, haciéndolos muy felices. Ellos rezaron por los musulmanes y bendijeron a sus comandantes, y dijeron: “Que Al-lah los Ayude a vencer a sus enemigos y a retornar a nosotros de manera segura. Si el enemigo estuviera en vuestro lugar, nunca nos habrían devuelto nada, sino más bien habrían tomado toda la propiedad que nos queda”.
Al Yiziah era también impuesta sobre los hombres musulmanes quienes podían permitirse en lujo de comprar su salida del servicio militar. Si un grupo cristiano elegía servir en las fuerzas armadas del Estado, era eximido de Al Yiziah. Son abundantes los ejemplos históricos sobre esto: Al Yarayima, una tribu cristiana que vivía cerca de Antioquia (ahora Turquía), por comprometerse a apoyar a los musulmanes y pelear en el frente de batalla, no tenían que pagar Al Yiziah y se les concedió una parte del botín obtenido. Cuando las conquistas islámicas alcanzaron el norte de Persia, en el año 22 de la Hégira, se estableció un pacto similar con una tribu que vivía en los límites de esos territorios. Como consecuencia, ellos fueron eximidos de Al Yiziah a causa de sus servicios militares.
Pueden encontrarse otros ejemplos en la historia del Imperio Otomano: los Migaris, un grupo de cristianos albanos, fueron eximidos de Al Yiziah por comprometerse a observar y vigilar la serranía de Cithaeron y Geraned (la cual se extiende hasta el Golfo de Corinto). Los cristianos, quienes sirvieron como la vanguardia del ejército turco para las reparaciones del camino y la construcción de un Puente, también fueron eximidos. Como una recompensa, también se les proveyó de tierras libres de impuestos. Los cristianos de Hydra fueron eximidos cuando acordaron abastecer a un grupo de 250 hombres de la flota naval musulmana. Los Amatolis, cristianos del sur de Rumania, también fueros eximidos del impuesto, porque ellos constituían un vital elemento en las fuerzas armadas turcas durante los siglos XVI y XVII. Los Mirdites, un clan católico albano que vivía en las montañas del norte de Scutari, fue eximido con la condición de que ofrecieran un batallón armado en tiempos de guerras. Al Yiziah tampoco fue impuesta sobre los cristianos griegos que supervisaban la construcción del viaducto, que llevaba el agua a Constantinopla, ni sobre aquellas que protegían las municiones de esa ciudad, como una compensación por sus servicios prestados al estado. Sin embargo, los campesinos musulmanes egipcios eximidos del servicio militar, tenían que pagar Al Yiziah.
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