martes, 15 de febrero de 2011

Códice de Dresde

Códice de Dresde
Merideth Paxton

LÁMINA 26
Esta lámina forma parte de una unidad específica que se desarrolla de la 25 a la 28, y que muestra rituales asociados con el final del ciclo de 365 días y el inicio del siguiente. El periodo anual ha sido dividido en 18 secciones de 20 días con sus respectivos nombres, seguidos de una sección adicional de cinco días (los uayeb), considerados como de mala suerte y que además no eran nombrados. El contenido de la lámina puede relacionarse con las descripciones de las ceremonias de año nuevo que se registran en la Relación de las cosas de Yucatán, atribuida a fray Diego de Landa. Ahí se explica que los rituales se realizaban durante el periodo de los uayeb. También se describen algunas prácticas como las que se reprodujeron en esta sección. En este conjunto de láminas, los glifos de los nombres de los días que preceden al periodo de los uayeb se muestran en columnas a lo largo de los lados superior izquierdo, y los que siguen están registrados inmediatamente abajo. Lo glifos colocados horizontalmente se refieren a los nombres de las deidades representadas, las cuales asocian cada lámina con una de las series rotativas, vinculadas con las cuatro direcciones alrededor del perímetro del mundo maya. Aquí se realizaban predicciones en torno al destino de los años por venir. En la parte superior se muestran tlacuaches cargando diversos símbolos de los años nuevos, y en los paneles centrales pueden apreciarse las deidades patronas. Las escenas inferiores corresponden a dioses ofrendando frente a los marcadores de las cuatro direcciones perimetrales. Los atavíos del tlacuache en la parte superior de esta lámina incluyen componentes que también son conocidos a través de la arqueología del Posclásico Tardío.

CONTENIDO
El códice trata asuntos adivinatorios que se desenvuelven en un complejo marco de rituales vinculados a la cosmovisión, la astronomía y los sistemas calendáricos. Entre los principales temas se encuentran secciones dedicadas particularmente a la deidad lunar, el ciclo venusino vinculado al Sol y a la Luna, tablas lunares, profecías asociadas a los katunes, una serie de fechas calculadas a partir de los números registrados dentro de las ondulaciones de cuerpos de serpientes, un diluvio, rituales de año nuevo y de ciclos agrícolas, así como tablas de múltiplos de varios números. Se ha propuesto también la existencia de una sección dedicada al planeta Marte.

FECHA DE ELABORACIÓN
Esta versión del manuscrito pictórico al parecer es una copia de una fuente o fuentes más tempranas. La fecha más reciente que aparece en la lámina 51 es 10.19.6.1.8., o sea 12 lamat, 6 kumkú, de la cuenta larga, correspondiente a 1210 d.C. Mucho del contenido fue diseñado para ser reusado, aspecto que se explica debido a las creencias mayas de que el tiempo es cíclico y la historia es en esencial profética. Una sección que predice la aparición y desaparición del planeta Venus incorpora números que pudieron haberse usado para corregir el error acumulado, derivado de la carencia de fracciones en el sistema matemático. Los cómputos establecidos en el códice bien pudieron haberse utilizado con una razonable precisión hasta el final del siglo XV. Otros elementos remiten a una fecha de elaboración durante el Posclásico Tardío.

LUGAR DE ORIGEN
Debido a que el lenguaje primario de los textos glíficos es el yucateco, se asume que el códice proviene de esta península. También han sido detectadas influencias y palabras procedentes del ch’olan y algunos préstamos lingüísticos del náhuatl. Basados en la información calendárica, los primeros investigadores del códice propusieron Chichén Itzá como el lugar de origen. En la actualidad, y gracias al mayor conocimiento de la arqueología de la región, se ha planteado también la costa oriental de la península como su área de procedencia.

• Características físicas. El códice, doblado en forma de biombo, está actualmente incompleto. Conocemos ahora 39 láminas con una medida aproximada de 9 cm de ancho y 20.4 cm de altura. Esta característica de formato –más alto que ancho– es distintiva de los códices mayas prehispánicos que han sobrevivido. El soporte es una característica que comparte con otras pictografías mesoamericanas: fue elaborado de la corteza interior de un árbol de la familia de las higueras silvestres, abundante en Yucatán. Además, y para producir una superficie lisa y blanca, el soporte fue cubierto con una capa de estuco de gran finura.
• Formas y colores. Al igual que en otros códices mesoamericanos, los contornos de las figuras han sido delineados, con gran cuidado, en negro. Actualmente se notan en particular colores como el negro, rojo, azul y azul-verde. Otros, como el amarillo y el café, se han desvanecido con el paso del tiempo. Las láminas están frecuentemente divididas en tres partes mediante líneas horizontales que presentan, de manera simultánea, las actividades o situaciones referidas al elenco de dioses y diosas. A diferencia de otros códices prehispánicos, en éste la expresión gráfica que combina texto e imagen ha facilitado, en gran medida, el desciframiento de los glifos construidos fonéticamente.

BREVE HISTORIA DEL CÓDICE
La primera noticia sobre el códice proviene de un documento de 1739, en el que se registra que Johann Christian Göetze, en ese tiempo director de la Biblioteca Real de Dresde, lo compró en Viena, Austria, junto con otros libros y documentos antiguos. Se cree que la pictografía maya haya sido parte de los regalos “exóticos” provenientes de México que fueron llevados a Europa por Hernán Cortés y entregados al emperador Carlos V, en algún momento cuando se encontraba en la ciudad citada. El extraordinario libro jeroglífico estuvo a punto de desaparecer durante la Segunda Guerra Mundial, cuando el edificio de la biblioteca de Dresde fue severamente dañado.
PRINCIPALES ESTUDIOS
Una comunidad internacional de estudiosos ha contribuido al conocimiento del códice. Entre ellos destacan William Gates (1932), Günter Zimmermann (1956), María Cristina Álvarez Lomelí (1974), Victoria R. Bricker (1986) y Roberto Escalante (1998). Yuri Knorozov propuso una lectura fonética de los glifos. John Eric S. Thompson dio a conocer una edición facsimilar ampliamente comentada (1972, 1988). Merideth Paxton (1991) enfocó su investigación a los problemas de proveniencia y fecha de elaboración de la pictografía, a partir de otras fuentes de información, y Michel Davoust publicó en 1997 un nuevo comentario acerca de la totalidad de la pictografía.
OTROS NOMBRES
Únicamente se le conoce como Codex Dresdensis.
LUGAR DONDE ESTÁ DEPOSITADO
Departamento de Manuscritos, Sächsische Landesbibliothek, Dresde, Alemania.
PARA LEER MÁS...
• BRIKER, Victoria R., A Grammar of Mayan Hieroglyphs, Tulane University, Middle American Research Institute, New Orleans, Louisiana, 1986.
• DAVOUST, Michel, Un nouveau commentaire du Codex Dresde. Codex hieroglyphique maya du XIV siécle, CNRS Editions, París, 1997.
• ESCALANTE, Roberto, Análisis de estructuras en el Códice de Dresde, Instituto de Investigaciones Filológicas, Centro de Estudios Mayas, UNAM, México, 1998 (primera edición: 1971).
• PAXTON, Merideth, “Codex Dresden: Late Postclassic Ceramic Depictions and the Problems of Provenience and Date of Painting”, en V.M. Fields y M.G. Robertson (eds.), Sixth Palenque Round Table, 1986, University of Oklahoma Press, Norman, 1991.
• THOMPSON, John Eric S., Un comentario al Códice de Dresde: libro de jeroglifos mayas, edición facsimilar, FCE, México, 1988.

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Merideth Paxton. Doctora en historia del arte. Investigadora asociada en el Instituto Latinoamericano e Ibérico de la Universidad de Nuevo México. Estudia formas y contenidos de los códices mayas y su relación con las pinturas de los sitios arqueológicos, particularmente de Yucatán, así como la información etnohistórica generada a partir de la conquista española.

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