El Primer Ministro griego, el sionismo y el último buen amigo del FMI
James Petras
Rebelión
Traducido para Rebelión por Ricardo García Pérez
En medio de los levantamientos árabes por todo Oriente Próximo, en un
momento en el que hasta la Unión Europea (UE) ha condenado
públicamente el boqueo de Gaza por parte de Israel y la ocupación
ilegal de territorios en Cisjordania y Jerusalén Este, el primer
ministro griego George Papandreu ha prometido a una delegación de
líderes judíos estadounidenses de visita que haría todo lo posible por
aplacar la oposición de la UE y promover los intereses económicos,
diplomáticos y políticos israelíes en Europa. Al regresar de su visita
a Atenas, los sionistas estadounidenses calificaron a Papanderu como
el dirigente europeo, con diferencia, más receptivo («servil») que han
conocido. La sumisión incondicional a los intereses israelíes incluye
la promesa realizada, a una delegación de notables sionistas
estadounidenses, de emplear su influencia para presionar a la nueva
junta militar egipcia para que respete los acuerdos de Mubarak con
Israel (European Jewish Press, 11/02/2011). Entre ellos se encuentran
el bloqueo ininterrumpido a Gaza y el apoyo a los ataques del ejército
de Israel a Líbano, Siria y los palestinos. Dicho de otro modo:
Papanderu defiende abiertamente la anterior colaboración de Egipto con
los asesinatos clandestinos israelíes y el secuestro de activistas
árabes.
Papandreu manifiesta mayor interés en la promoción de las
exportaciones de Israel al mercado europeo que en el país al que en
apariencia representa. Ha prometido a una delegación de la Conferencia
de Presidentes de las Principales Organizaciones Judías
Estadounidenses (Major American Jewish Organizations) «integrar a
Israel en el mercado europeo» (European Jewish Press, 11/02/2011) al
mismo tiempo que, entre 2009 y 2011, ha contraído la economía de los
griegos en un 10 por ciento y ha duplicado el desempleo al hacerlo
pasar de un 8 a un 16 por ciento. El servilismo burdo de Papandreu con
Israel y las estructuras de poder sionistas estadounidenses queda
patente en la cordial acogida que brindó y los acuerdos recientes que
estableció con el Primer Ministro de Israel, Netanyahu, y con su
Ministro de Asuntos Exteriores, el afamado fascista-sionista Avigdor
Lieberman, el mismo Liebarman que defiende la expulsión generalizada
de palestinos de Cisjordania. Ningún Primer Ministro griego desde la
fundación del Estado sionista ha hecho gala de una exhibición tan
atrevida de colaboración activa con las reivindicaciones coloniales de
Israel en Oriente Próximo. Ningún dirigente europeo ha anticipado e
instaurado con tanto afán, ni con tanto fervor, las exigencias de las
organizaciones sionistas estadounidenses.
Lo más llamativo del servilismo de Papandreu con Israel y los
intereses sionistas estadounidenses es que se produce cuando casi todo
el resto del mundo, desde Europa, Turquía, el Líbano y América Latina
hasta el norte de África (Egipto y Túnez) y la inmensa mayoría de los
árabes toman medidas para aislar a Israel. En otras palabras,
Papandreu está adoptando una posición pro israelí que distancia y
aísla a Grecia de Europa con respecto a más de cien millones de árabes
y lesiona las exportaciones agrícolas griegas (cítricos) al mercado de
la UE.
La política exterior perversa y tremendamente nociva de Papandreu
encuentra paralelismo en su extraordinaria adhesión a las medidas de
pago de la deuda dictadas por el FMI y los banqueros de la UE y EE.UU.
y la consiguiente implantación. Su conducta resulta particularmente
descarada en una época en la que el próximo gobierno irlandés amenaza
con declarar la suspensión del pago de la deuda si no se reducen las
cuantías. En sus ansias por congraciarse con los banqueros
extranjeros, mediante la reducción de los salarios y pensiones en un
20 por ciento, Papandreu ha arrancado de forma sistemática miles de
millones de euros que ha transferido a las arcas de los bancos.
Durante el proceso, sus medidas políticas han duplicado las tasas de
desempleo, contraído la economía e hipotecado cualquier futuro
crecimiento durante la próxima década. Papandreu ha rechazó la fórmula
argentina que, ante similares crisis en 2001 y 2002, se declaró en
rebeldía antes que acrecentar la pobreza. Bajo el mandato del
presidente Kirchner, Argentina renegoció su deuda, recortó el pago de
obligaciones en un 75 por ciento e impuso una moratoria. Gracias a
esas medidas Argentina se recuperó de la crisis y mantuvo una tasa de
crecimiento del 7 por ciento durante una década, al tiempo que reducía
el desempleo de un 22 a menos de un 6 por ciento.
Si Papandreu ejerce de chico de los recados dócil para Israel y su
quinta columna sionista en Estados Unidos, exhibe asimismo de forma
muy marcada la impaciencia y agresividad de un «cobrador» para los
bancos extranjeros. Se rebajará en la escala de la infamia de la
historia al papel de cómplice voluntarioso de los crímenes de guerra
israelíes, defensor de sus acuerdos desiguales con Egipto en su
política exterior y garante de los depredadores económicos que
empobrecen a millones de griegos en su país.
Tras haber diezmado la economía griega con la transferencia de miles
de millones de euros al exterior y debilitado las relaciones
económicas con los países árabes, Papandreu propone vender las
empresas de transporte, energéticas y de comunicaciones más lucrativas
de Grecia a inversores y especuladores chinos, israelíes y de Wall
Street. Es una ironía que George Papandreu, el hijo del antiguo Primer
Ministro Andreas Papandreu, invierta el signo de todas y cada una de
las políticas de su padre, sobre todo en lo relativo a Oriente
Próximo.
En 1981, cuando Andreas Papandreu ganó las elecciones, me invitó a
Atenas para discutir las políticas y programas de su futuro gobierno.
Lo primero de lo que me habló fue de la importancia de apoyar la lucha
palestina y de que había mantenido una reunión muy fructífera con
Yasir Arafat, quien le regaló una pistola muy valiosa que me enseñó.
Un año después, cuando regresé a Grecia para dirigir e impulsar un
centro de investigación, me invitó a darme un baño. Nos acompañaron
una docena de agentes de seguridad submarinos que patrullaban la costa
por la amenaza de una potencial trama criminal organizada por el
Mosad, según el Primer Ministro, en represalia por su solidaridad con
los palestinos en el Líbano.
Pocos días después más de 50.000 griegos encabezados por la Ministra
de Cultura Melina Mercuri se manifestaron en solidaridad con los
palestinos y contra la intervención de Israel en la sangrienta matanza
de 2.000 mujeres y niños en Sabra y Chatila. El contraste entre las
dos generaciones de Papandreu no podría ser más acusado; mientras que
Andreas consideraba que Grecia era un puente entre Europa y el Oriente
árabe, George entiende que Grecia es el proxeneta de los intereses
empresariales israelíes en Europa y el representante de un grupo de
presión en favor de la supremacía israelí en Oriente Próximo. Los
sionistas han perdido a un viejo cliente con Mubarak y han encontrado
otro nuevo en Papandreu.
Igual que Mubarak, George Papandreu aúna servilismo a sus mentores
imperiales y arrogancia y brutalidad con sus súbditos griegos. Como
han demostrado los egipcios, derribar a un cliente consolidado del
imperio costará al pueblo griego algo más que manifestaciones y
huelgas ocasionales. Pero, como hemos visto con el ejemplo de El
Cairo, ¡se puede hacer!
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante
una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para
publicarlo en otras fuentes.
rCR
No hay comentarios:
Publicar un comentario