viernes, 18 de marzo de 2011

Las Profecías del fin del mundo en 1907

Las Profecías del fin del mundo en 1907
Grabado de la ciudad de Pachuca procedente de la primera década del siglo 20, época en la cual alcanzaron auge las profecías de la Madre Matiana sobre el fin del mundo.


Por Juan Manuel Menes Llaguno

Cronista del Estado de Hidalgo

Pachuca, Hidalgo.- Una breve lectura de los sucesos contenidos en los anales de la historia hidalguense nos permitirá desentrañar cuáles eran las preocupaciones de los más de 600 mil habitantes radicados en esta entidad hace un siglo. 1908 era el cuarto año de gestión de la penúltima reelección del general Porfirio Díaz como Presidente de la República y el último de la también penúltima reelección de don Pedro L. Rodríguez como gobernador del estado; sin embargo, lejos estaban los hidalguenses y, en general, los mexicanos, de imaginar siquiera que los caudillos aclamados entonces caerían estrepitosamente tres años después.

Los habitantes de Pachuca recordaban en aquel fin de año de 1907 el fuerte temblor de tierra sentido a las 11:31 de la mañana del 14 de abril, así como los acontecimientos recientes, del 17 de noviembre, cuando durante la función de títeres, presentada en el teatro Bartolomé de Medina, se escuchó en el interior de sala la atronadora voz del taquillero de sala gritando: "¡Queeemaaazóoon...!" La confusión fue mayúscula, sobre todo al escucharse también el tañido de las campanas del templo de La Asunción y los silbatos de las haciendas de beneficio de Loreto, Purísima, Progreso y la Unión. Para ese momento, los asistentes al teatro imaginaron que el incendio era en la propia sala, debido a lo cual iniciaron una loca y desenfrenada evacuación del lugar, propiciando que varios menores y ancianos resultaran lesionados, al ser atropellados por la desconcertada turba.

Ya en la calle, los asistentes a la función de títeres fueron enterados de que el incendio sucedía en un jacalón del barrio de Jerusalén.

El viejo Hospital Civil de la ciudad recibió a medio centenar de lesionados; por fortuna, ninguno presentó más allá de magulladuras y moretones, aunque la queja generalizada fue la pérdida de prendas de ropa, sombreros, sombrillas, abanicos y uno que otro zapato.

Ese mismo día era consagrado como sexto obispo de la Diócesis de Tulancingo el excelentísimo señor D. Juan Herrera y Piña, que sustituía al doctor José Mora y del Río.

Por otra parte, la despedida de 1907, en esa industriosa ciudad, se realiza en medio de una fenomenal nevada, caída la tarde del 27 de diciembre, causando gran regocijo entre los tulancinguenses, sobre todo para los niños y adolescentes, que invadieron las calles con muñecos de nieve. Por desgracia, dos indigentes fueron sorprendidos por la tormenta en las inmediaciones del camino a Cuautepec y murieron víctimas de hipotermia.

Tula, la vieja metrópoli tolteca, rememoraba aquel fin de año la primera inundación de la que se tiene noticia en aquella ciudad; por fortuna, los estragos del fenómeno acaecido el 7 de septiembre 1907 fueron mínimos, no arriba de media decena de comercios averiados en su mobiliario y media centena de casas anegadas. El evento, se hizo sentir también en la cercana Tepeji del Río, aunque con menos intensidad.

Otros municipios que sufren la intensidad de las lluvias en aquel 1907 fueron los de Itzmiquilpan, Huichapan, Tecozautla y Metztitlán; en el primero el 13 de abril se desata una impresionante tormenta eléctrica, seguida de un tupido aguacero que pronto deja anegadas la plaza y calles del centro, causando múltiples destrozos. Quince días más tarde, el 28 de abril, una terrible granizada sin precedentes destruye no sólo los maizales, sino también los techos de miles de casas, dejando sin hogar a numerosas familias en Huichapan y Tecozautla, en tanto que ese mismo día, una pertinaz lluvia causa una fuerte inundación en la Vega de Metztitlán.

Estas noticias avivan un gran movimiento esoterista, conocido como los "Matianistas", que basados en las supuestas profecías de una monja, conocida como la "Madre Matiana", sostenían que el fin de mundo estaba ya cerca, en razón de que había aparecido en alguna parte de Europa el "Anticristo" prolegómeno del "Juicio Final", quien para hacerse sentir decía el periódico "El Obrero", ha desordenado la naturaleza, haciendo que en lugares de suelo firme como Pachuca se sientan temblores de tierra y en sitios de clima templado como Tulancingo se susciten fuertes nevadas, ello amén de las inusitadas lluvias, caídas en lugares semidesérticos como Itzmiquilpan, Actopan o Huichapan, ubicados en el árido Valle del Mezquital.

Han transcurrido cien años y los movimiento proféticos acerca del fin del mundo no sólo subsisten, sino se acrecientan, atemorizando a propios y extraños, aunque ahora debemos abonar a su favor el hecho de que nuestra conducta en el tratamiento del ambiente arrastra al planeta a una crisis tal vez más cercana de lo que se cree. Feliz año a todos los lectores de El Sol de Hidalgo.

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