viernes, 22 de abril de 2011

La ONU denuncia crímenes de guerra por las bombas de racimo en Libia

La ONU denuncia crímenes de guerra por las bombas de racimo en Libia
Reino Unido, Italia y Francia anuncian que enviarán a oficiales de enlace sobre el terreno para asesorar y organizar a los rebeldes

AFP .Un rebelde libio en el interior de un edificio que estaba ocupado, minutos antes, por tropas de Gadafi, ayer en el distrito de Zwabi, en Misrata El uso de bombas de racimo y armamento pesado en Libia es constitutivo de «crimen de guerra» y la ONU someterá los ataques a un «escrutinio intenso» para que sean «investigados por el Tribunal Penal Internacional».

Mientras las fuerzas de Muamar Gadafi siguen imponiéndose sobre el terreno a sangre y fuego, Naciones Unidas trató ayer de poner freno a la barbarie amenazando al dictador con todo el peso de la ley internacional. El régimen disparó entre el jueves y el viernes pasado un número indeterminado de bombas de racimo de fabricación española sobre Misrata. Uno de esos proyectiles estallaba «a pocos metros del hospital» de la ciudad, según constataba un comunicado de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, en el que también se certifica que los morteros y francotiradores del coronel hicieron blanco en dos clínicas.

Las bajas civiles han sido plenamente confirmadas. Aunque, como reconoce Naciones Unidas, el cerco a ese enclave impide llevar una cuenta más o menos exacta de los mismos. Pero la advertencia era clara: «En la legislación internacional, el ataque indiscriminado contra personal médico es un crimen de guerra y contra ciudadanos. Está considerado como una seria violación de los Derechos Humanos».

La retórica diplomática no ha conmovido a Gadafi, que ayer ponía en marcha la suya propia para proponer de nuevo la celebración de elecciones dentro de seis meses si la OTAN pone fin a la operación militar emprendida para terminar con las capacidades bélicas del coronel.

En una entrevista a la BBC, su ministro de Exteriores, Abdelati Obeidi, iba más allá al precisar que semejante «alto el fuego» estaría gestionado por un gobierno interino, que los comicios podrían estar vigilados por la ONU y que en ellos se votaría «cualquier aspiración de los libios, cualquier cosa que esté sobre la mesa», incluido el futuro del dictador.

«Necesitamos acciones, no palabras del régimen de Gadafi», era la inmediata respuesta del portavoz del Foreign Office del Reino Unido, que añadía: «Hemos recibido antes ofertas parecidas de cese el fuego de este régimen. Pero mientras lo hacían sus fuerzas continúan bombardeando flagrantemente ciudades como Misrata y atacan a los libios».

Las palabras pretendidamente conciliadoras de Obeidi se mezclaban ayer con otras amenazantes, propias del lenguaje matonista empleado en las filas del sátrapa, en las que auguraba una «prolongación» del conflicto si el Reino Unido envía a los rebeldes de Bengasi un equipo oficial asesor, tal y como Londres anunció el martes. Tal medida sería «un paso atrás» en la consecución de una solución pacífica, según advirtió el ministro de Gadafi casi al mismo tiempo que otros dos países, Italia y Francia, avanzaban también que mandarán a la capital de los insurgentes a militares en misión de ayuda a la organización de los sublevados, fundamentalmente en materia de logística y distribución de ayuda humanitaria.

Precisamente, Roma y París eran las dos capitales visitadas respectivamente el martes y el miércoles por el jefe del Consejo Nacional Libio, Mustafá Abdel Jalil, que empieza a especializarse en ganar en los despachos lo que sus combatientes no consiguen sobre el terreno. Abdel Jalil se entrevistaba ayer en el Elíseo con Nicolas Sarkozy, quien presumiblemente se comprometió a que la OTAN intensificará los bombardeos a favor de los sublevados atendiendo a una petición de su interlocutor. Por primera vez en los últimos días, los aviones de la alianza atacaron posiciones gadafistas al oeste de Ajdabiya, última línea de defensa de los alzados contra el coronel antes de Bengasi.

Devolverán los favores
Tras el encuentro, el líder rebelde no dudó en desplegar promesas de favores para aquellos estados que ayuden a su causa, sabedor del apetito que despierta la balsa de petróleo sobre la que se asienta una Libia que todavía los suyos no controlan. «Los acuerdos económicos futuros se dirigirán especialmente hacia quienes nos han respaldado y han estado a nuestro lado en esta difícil fase», exponía Abdel Jalil en público. «Habrá una sólida relación de cooperación y amistad con Italia, Qatar y Francia en primer lugar (han reconocido su Gobierno), después estarán todos nuestros demás amigos, EE.UU., Reino Unido, que nos han apoyado. Pero cada uno en función de cuánto nos haya apoyado».

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