jueves, 14 de abril de 2011

Una historia muy antigua

Una historia muy antigua


- Imagen: Bartholomew Dean/Wikipedia -
Desde épocas muy remotas ha existido un verdadero culto a los hongos alucinógenos. Prueba de ello, son los hallazgos arqueológicos donde aparecen figuras representando setas y a las que en algunas ocasiones se las identificaba como dioses. Los mayas eran verdaderos pioneros en su uso y las utilizaban los chamanes para alcanzar trances visionarios. También se relacionan con mitos y leyendas de brujas, elfos, duendes y gnomos. El empleo de este tipo de hongos resurgió en 1957 con la publicación de un artículo titulado En busca del hongo mágico por R. Gordon Wasson en la revista Life, y con el cultivo en el laboratorio de Psilocybe mexicana por parte del micólogo francés Roger Hiem.

Alrededor de 100 especies de hongos contienen alcaloides psicoactivos que los hacen alucinógenos. Casi todos ellos se dan en Centroamérica, aunque su uso está muy extendido por todo el mundo. El número de especies en la Península Ibérica es bastante superior a lo que se supone, aunque solamente algunas de ellas poseen un porcentaje adecuado de alcaloides y la identificación de las mismas no es una tarea fácil. Este tipo de hongos han colonizado los más diversos hábitats; a pesar de ello, las zonas húmedas del norte del país son las más apropiadas a la hora de encontrar estas especies.

La Amanita muscaria posee una elevada capacidad alucinógena y puede originar intoxicaciones graves
La Stropharia Cubensis es uno de los que se consumen con más frecuencia por sus propiedades alucinógenas; crece en otoño en regiones españolas de clima húmedo, como la cornisa Cantábrica y Cataluña y es bastante común encontrarla en campos fuertemente abonados, como pastos y jardines y sobre excrementos de caballos. Su principio activo es el alcaloide psilocibina. Este hongo, al igual que el Psilocybe, también muy común y fácil de identificar por la forma característica de su sombrero, se puede comprar desecado en comercios especializados y se ha popularizado el autocultivo de ejemplares frescos.

La Amanita muscaria (falsa oronja), es otra seta con propiedades alucinógenas, propia del imaginario colectivo por aparecer en los cuentos como la típica casa de gnomos. Muy común en otoño, su aspecto característico (roja con puntos blancos) no pasa desapercibido. La Amanita muscaria posee una elevada capacidad alucinógena; el problema es que, una vez superada la dosis adecuada, es muy tóxica y puede originar intoxicaciones graves.

Finalmente hay que hablar del cornezuelo del centeno (Claviceps purpurea) como el rey de los alucinógenos naturales, pues es la base del LSD. Es un hongo negro-violáceo que parasita toda suerte de gramíneas como el centeno, la cebada y el trigo, además del pasto silvestre. El cornezuelo contiene una mezcla de alcaloides, variables de acuerdo con las condiciones geográficas. La ergovina y la amida del ácido lisérgico son muy visionarios y menos tóxicos mientras que otros como la ergotamina y la ergotoxina sobre todo, constituyen venenos mortales. En la Edad Media, este hongo produjo verdaderos estragos entre la población, pues en ocasiones, las harinas con las que se confeccionaban los panes, iban infectadas por el cornezuelo. De ahí la explicación de la existencia de gente endemoniada o poseída. También podría explicar las apariciones de brujas y fantasmas en las regiones del norte de España. En muchos casos se producían amputaciones de miembros gangrenados provocados por la ergotamina, potente vasoconstrictora, producida por los venenos del cornezuelo del centeno.

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