miércoles, 25 de mayo de 2011

EXPERIMENTO ARQUEOASTRONOMICO DAVID WOOD CANO

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EXPERIMENTO ARQUEOASTRONOMICO
Por DAVID WOOD CANO, en colaboración con Alberto E. Sereno Tapia


El asombro que produce comprobar, una vez mas, la portentosa ciencia de los antiguos mexicanos, hace que el siguiente reporte preliminar de una investigación apenas iniciada sea la inmediata primicia de un conocimiento que no debe permanecer ignorado por más tiempo.

La caída de México. Revisión de fechas. Un ajuste en la correlación.

Retrocedamos en el tiempo. Era el atardecer del 13 de agosto de 1521- día de San Hipólito Mártir- en la cuenca calendárica de los europeos, y el último reducto en la resistencia de los mexicanos capitulada ante los invasores españoles luego de 93 días de asedio y tremendos combates, que habían reducido a escombros la doble ciudad principal (México Tenochtitlan y México Tlatelolco), mermando sensiblemente a su población.

De acuerdo con lo que establecen unas 27 fuentes distintas, tanto mexicanas como españolas, la correlación de ese mismo día con la cuenta del tiempo mexica correspondió al día Ce Coatl de la veintena Tlaxochimaco de una año Yei Calli.

Por supuesto que debemos tomar en cuenta que aquel conocido martes 13 de agosto es un fechamiento del calendario juliano, entonces vigente en toda la Europa cristiana y que a lo largo de varios siglos había acumulado un error de anticipación de 10 días de ocurrencia de los fenómenos astronómicos a las fechas en que ideal y esquemáticamente debía acontecer según el formato original de ese calendario, establecido en Roma por Julio César en el año 46 a.n.e.; de tal manera que, por ejemplo, para el siglo XVI el equinoccio de primavera no estaba produciéndose alrededor del 21 de marzo, sino alrededor del 11 del mismo mes, siendo evidente el desfasamiento de 10 días, de manera semejante para las demás dataciones a lo largo del año.

Así las cosas, la reforma del calendario decretada por el Papa Gregorio XIII vino a restablecer el equilibrio perdido al suprimir el conteo de 10 días del año 1582 (los comprendidos entre el 5 y el 14 de octubre incluso), introduciendo además el método para impedir que ese sistema de medición del tiempo volviera a caer en el mismo error de la cuenta juliana, creando así un nuevo calendario – el gregoriano- que suprime tres días bisiestos en 400 años, estabilizando para un largo periodo la coincidencia cercana de los acontecimientos astronómicos solares, principalmente los dos equinoccios y los solsticios, en día fijos del año.

Volviendo a nuestra fecha correlacional , queda claro entonces que aquella tarde tormentosa enumerada por los europeos como el 13 de agosto de 1521, astronómicamente considerada, fue en realidad el atardecer del 23 de agosto; siendo este ultimo día, hasta hoy, el verdadero aniversario –dentro de lo que podemos llamar, la simetría del año solar- del infausto acontecimiento de la caída de México bajo la dominación extranjera.


NECESIDAD DE LA REVALORACIÓN DE LA HISTORIA

Por largo tiempo han dominado las interpretaciones de la cultura Mexicana antigua a partir de conceptos que nos son ajenos, dando por hecho que se deben encontrar las analogías con los modos de pensar, decir y actuar, propios de la cultura europea dominante como si esta fuera la única manera de conducirse por el mundo.

La histografía oficial ha conjeturado siempre, puesto que sólo son conjeturas las interpretaciones generadas desde un punto de vista distinto a la mexicanidad, desconociendo el idioma y el profundo sentido cósmico y ritual en la vida de nuestros antepasados, acerca de los motivos para la capitulación de la gran ciudad de los mexihcah y el consiguiente apresamiento de Cuauhtémoc y otros dignatarios en aquella fecha. Se ha afirmado que el “último emperador” iba huyendo, o en el mejor de los casos, pretendía eludir el cerco para ir en busca de una hipotéticas tropas de refuerzo lejos de la ciudad.

Quienes se han acercado más a la realidad han expresado que quien fuera gobernante de Tlatelolco antes y después de la invasión y última Tlahtoani (portador de la palabra) de Tenochtitlan , al ser ya insostenible la resistencia, acudió ante Cortés para rendir las armas y entregarse prisionero; estampa idealizada en el siglo XIX, que trata de llenar los huecos inventando frases imposibles, como la de no estar “en un lecho de rosas”, presentando al héroe como romántico invadido de fatalismo que sólo desea la muerte en el momento en que todo parece perdido para su gente y su ciudad.

Pero la verdad es otra, y hoy sabemos que la tradición oral de diversas comunidades conservó como un tesoro, a veces sólo en su original lengua del Tlallocan (consejo), verdadero gobierno de los mexihcah, y que los grupos de tradición, celosos guardianes de la mexicanidad, comenzaron a difundir a mediados de este siglo bajo el titulo de “Consigna de Anáhuac” o “Ultimo Mensaje de Cuauhtémoc” , siendo la refundición de sus distintas versiones dispersas y que han sido traducidas por distintas personas.

Es necesario aclarar que el mensaje citado fue enviado por Consejo de Gobierno para su cumplimiento después del grave suceso de la toma de la ciudad, siendo Cuauhtémoc, como porta voz – verdadero mandatario – del Tlahtocan, reunido el día anterior, el encargado de formalizar ambas cosas; la una frente a su pueblo, la otra de cara a los vencedores temporales, quienes según sus propios testimonios, fueron los primeros sorprendidos por la decisión planeada y ejecutada por los dirigentes mexihcah en fecha y hora precisas.

Siendo digno de un análisis más detallado aquel mensaje, me limito aquí a mencionar sus primeras líneas, que son el sustento lejano de la presente investigación:

Totonaltzin ye omotlahtitzino, Nuestro venerable sol ya se ha ocultado.

Totonaltzin ye omotlahtitzino, nuestro venerable sol ya perdió su rostro.

Auh centlayohuayan otechmocahuili...

Y en completa oscuridad nos ha dejado...


COMPROBACIÓN ARQUEOASTRONOMICA

Uno de los ejes principales que seguramente sirvieron para el trazo de la ciudad es el descrito por el arquitecto Luis González Aparicio hace medio siglo. Dicho eje pasa por diversos puntos intermedios de gran interés antiguo, colonial y moderno, teniendo como extremos, al oriente el Peñón de los Baños y al poniente el Cerro de los Remedios (tepetzinco y Otoncaltepetl) son sus respectivos nombres originales. Este trazo es totalmente recto y apunta, de acuerdo con la brújula, por un lado a 90º y por otro a 180º aproximadamente, es decir, en una línea que forma ángulos rectos con respecto al norte magnético (0º).

Dos de los puntos intermedios de esta alineación son el centro ceremonial de Tlatelolco – junto con la iglesia de Santiago- y el antiguo recinto principal del barrio de Amaxac – Hoy iglesia de la Concepción Tequipeuhcan, en las calles de Constancia donde, según diversos autores, antiguos y modernos, se efectuó el acto de deposito de las armas al que ya se ha aludido . Tlatelolco por su parte, tiene además la particularidad de ser el centro del otro eje principal (Tenayuca – Culhuacán) descrito por González Aparicio; comprobándose entonces que la función de ese punto fue la de servir como centro rector en el trazado de la futura doble ciudad. Por algo los Tenochcah, ante el embate de los invasores y sus aliados, abandonaron su parcialidad, México-Tenochtitlan, para ir a refugiarse y resistir en el otro México (ombligo), más antiguo, y fundamento remoto de toda la ciudad dual (México-Tlatelolco).

Así al amanecer del pasado 23 de febrero del 2000 acudimos a los puntos respectivos de la iglesia de la Concepción (popularmente llamada “La Conchita”) y de Tlatelolco, pudiendo comprobar el alineamiento preciso de ambos sitios, el Peñón y los Remedios se alinearán de manera precisa con el sol poniente del próximo 23 de Agosto; puesto que del orto del 23 de febrero al ocaso del 23 de agosto del 2000 transcurrirán 182.5 días, cifra que multiplicada por dos nos da la cantidad total de días (365) presente en el año solar.


NOMBRE ES DESTINO

Es pertinente agregar que la tradición oral de Ichcateopan, en el hoy estado de Guerrero, independientemente de la autenticidad de los restos mortuorios conservados y venerados en dicha localidad y el verdadero lugar de nacimiento de Cuauhtemoctzin, desde hace muchos años celebra, cada vez con mayor resonancia, el natalicio de Cuauhtémoc... el 23 de febrero. Por algo será.

Por otra parte se equivocan quienes mal traducen los nombres del último Tlahtoani mexicah como “Aguila que cae”. En náhuatl o mexicano, caer se dice huetzi (por ejemplo, una de las veintenas del calendario mexicatl, la correspondiente al 8-27 de septiembre gregoriano llamada Xocotl huetzi, expresa claramente ser el tiempo de caer los frutos). Puesto que en el pensamiento de nuestros antepasados el águila es una representación del sol, tanto como la expresión Cuauhtlahuanitl es el águila que asciende, el orto solar, Cuauhtémoc es el águila que desciende, el ocaso del sol.

¿Extraño? No tanto así, si consideramos que en español hay quien se llama Aurora o se apellida Alba. De igual manera, en mexicano no hay quien tiene el nombre de anochecer , el instante cósmico que marcó la tragedia y la gloria de todo un pueblo, sintetizado en un dirigente; sumergidos ambos temporales tinieblas que están tocando a su fin.

Por último, es un lugar común hablar del mexicano moderno como informal, impuntual, imprevisor y negligente. Puede que lo sea, pero al menos el mexicano antiguo era muy distinto. ¿ O qué otra nación en el mundo preveía con toda exactitud los posibles acontecimientos personales y comunitarios, planeando la manera de amortiguar hasta la más calamitosa de las derrotas militares a fin de minimizar sus efectos negativos mediante el expediente de hacer la entrega de su ciudad y comenzar la propia esclavitud en fecha y horas precisas y significativas?


Bibliografía

- González Aparicio, Luis
Plano reconstructivo de la región de Tenochtitlán.
Editado por el DDF. México 1973
- Meza Gutiérrez, Arturo
Cauhpohualli. Cómputo del tiempo azteca y su correlación actual
Editado por la asociación Anahuacayotl, AC. de Tlaxcalcingo, Puebla. 1999


David Wood Cano

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