jueves, 5 de mayo de 2011

Mito de Holocausto El elefante invisible

Mito de Holocausto El elefante invisible

Muchos historiadores oficialistas afirman que algunas instituciones como los servicios de inteligencia aliados, el Vaticano y la Cruz Roja Internacional, pudieron denunciar o incluso evitar el genocidio, pero lo callaron, cometiendo alguna especie de complicidad. A partir de esta idea, otros historiadores quieren imputar algún grado de responsabilidad a estas instituciones por el presunto Holocausto.

Los aliados disponían de una red de información que funcionaba de forma efectiva, tanto en los países ocupados por Alemania como en la propia Alemania[11], por lo que un crimen de una magnitud tan monstruosa como lo sería el asesinato de millones de personas en cámaras de gas, no podría de ninguna manera quedar oculto ante ellos durante años, más aún con organizaciones judías que a partir de 1942 reportaban atrocidades constantemente.

Pero Washington, Londres y Moscú no hacían nada para salvar a los judíos, pudiendo destruir los campos de exterminio y salvar así a millones. Tampoco los prevenían del exterminio que los amenazaba, pues los judíos no oponían ninguna resistencia a los traslados hacia los campos de trabajo. Los aliados tampoco llamaron la atención del pueblo alemán sobre el genocidio perpetrado por su gobierno. Asimismo, tanto el Papa Pío XII, como la Cruz Roja, habrían permanecido con los brazos cruzados hasta terminar la guerra, callando el genocidio. Durante la guerra nadie, excepto la propaganda judía, se comportaba como si dicho genocidio estuviese ocurriendo.

Ya en 1942, el servicio de inteligencia británico consiguió captar y descifrar el código secreto de las comunicaciones radiales entre el cuartel general de las SS en Berlín y los campos de concentración. En los informes diarios se daba cuenta de todos los casos de muerte. Según estos informes, la mayoría de las muertes se debía a enfermedades, pero también se comunicaron algunos casos de ejecuciones por fusilamiento o ahorcamiento. Pero de asesinatos en cámaras de gas no hubo nada, ni siquiera desde Auschwitz.

Esto lo confirma el profesor Hinsley, actualmente docente en Cambridge, quien durante la guerra era especialista para el desciframiento de códigos secretos enemigos. En su libro explica: "Las comunicaciones radiales alemanas no contenían ninguna referencia a gaseos (no references to gassings)."[12]

Desde diciembre de 1943, los aviones de reconocimiento aliados fotografiaban regularmente Auschwitz. Hasta la liberación del campamento por el ejército rojo en enero de 1945 confeccionaron centenares de fotografías en el curso de un total de 32 misiones. Por su tamaño, por su importancia bélica y por su constante vigilancia aliada, en Auschwitz, habría sido prácticamente imposible disimular un asesinato en masa perpetrado industrialmente. No obstante, durante dos años enteros, de 1942 a 1944, parecía que nadie notaba dicho asesinato. Sólo hasta el verano de 1944 aparecieron en la prensa internacional los primeros reportajes sobre las masacres.

A los historiadores oficialistas se les dificulta explicar la razón de este "misterioso silencio" sobre el Holocausto. Todos están dispuestos a imputar responsabilidades a múltiples entidades de diferentes intereses entre sí y de los supuestos criminales, presumiendo así, más cosas de las absolutamente necesarias, pero nadie quiere ver la explicación más sencilla: si durante la guerra nadie se comportaba como si dicho genocidio estuviese ocurriendo, entonces, o bien se ignoraba de su existencia, o bien simplemente no estaba ocurriendo.(Ver: navaja de Ockham). Pero como un genocidio de tal magnitud no habría podido ser escondido ante la actividad aliada, entonces, la explicación más sencilla que resta es que tal genocidio no estaba ocurriendo. De hecho, el Vaticano y la Cruz Roja se enteraron de la presunta existencia del Holocausto sólo después de la guerra.

Cuando los alemanes abandonan Auschwitz ante el avance soviético, la historia oficial dice que los prisioneros prefirieron irse junto con quienes "les estaban exterminando", rechazando la opción de quedarse y ser liberados. En otras palabras, los judíos presos en un "campo de exterminio", no lo creyeron. Y también ellos, actuaron como si el genocidio no estuviera ocurriendo.

Tres de los principales actores en la liberación de Europa, el británico Winston Churchill, el general francés Charles de Gaulle y el estadounidense Dwight Eisenhower, no dicen una sola palabra sobre las supuestas cámaras de gas en sus memorias. Entre las más de 7000 páginas que escribieron relatando todos los detalles de la Segunda Guerra Mundial, no hay ninguna mención de "cámaras de gas", "genocidio" de los judíos o "seis millones" de víctimas. El profesor Robert Faurisson sugiere que estos personajes sabían o sospechaban que la propaganda de sus propios gobiernos sobre cámaras de gas no era cierta[10].

El revisionista Arthur Butz explica:

No veo ningún elefante en mi sótano. Si hubiese un elefante en mi sótano, con toda seguridad lo vería. Por lo tanto, de dos cosas, una: o no hay ningún elefante en mi sótano, o bien el elefante es invisible.

Arthur Butz, The Hoax of the Twentieth Century, 1976.

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