sábado, 28 de mayo de 2011

ROSTROS OCULTOS DE LOS MAYAS

ROSTROS OCULTOS DE LOS MAYAS

(Linda Schele)

Una de la últimas publicaciones de Linda Schele fue Rostros ocultos de los mayas, con introducción de Román Piña Chan y buen número de fotografías de figurillas en cerámica, todas en color, de Jorge Pérez de Lara. La obra apareció a fines de 1997, fue editada por mpetus Comunicación (México) e impresa por Toppan Printing en la lejana Singapur. La clave internacional es ISBN 968-7917-00-8.

Desafortunadamente la autora falleció a mediados de abril de 1998 y con ella el mundo de la investigación maya perdió a una notable descifradora de jeroglíficos que mucho ayudó a entender y asociar las inscripciones de Palenque, Yaxchilán y Copán, entre otras grandes ciudades.

El libro Rostros ocultos de los mayas contiene nueve breves capítulos y un total de 184 páginas a través de las cuales la epigrafista norteamericana nos conduce, del mundo de los muertos, a aquel de la vida cotidiana de los mayas antiguos. El material ilustrativo está formado por un total de 97 imágenes, la mayoría de excelente calidad y muchas impresas al tamaño de la página.

Tal y como anuncia en su primer capítulo, Schele nos abre una ventana hacia otro mundo. Su visión como historiadora del arte y como especialista en el desciframiento de jeroglíficos mayas nos brinda un interesante acercamiento, desde su perspectiva, a los enterramientos precolombinos, así como a los rituales de adoración, adivinación y conmemoración de los mayas pretéritos.

Apoyada en las fotografías, describe las figurillas explicando su indumentaria y adornos, incluyendo notas sobre las variedades de ambos tipos de prenda al tiempo que intercala datos sobre palabras diversas de varias lenguas mayas alusivas a los temas tratados. Comenta la autora, por ejemplo, que al tiempo que en Jaina se hablaba maya yucateco, en Jonuta el idioma fundamental era el chontal y en Palenque dominaba la lengua chol. Incluye también útiles referencias al mundo mítico y a varias deidades de fuerte peso en la vida maya prehispánica.

De esa manera se nos muestran distintas actividades del ser humano, así como a varios representantes de los estamentos sociales de las ciudades y pueblos que dieron vida a las muchas regiones que hoy sabemos formaron parte del área maya: tejedoras, parteras, ancianas, guerreros, comerciantes, funcionarios de varios rangos, jugadores de pelota y penitentes.

Otros apartados se refieren a seres fantásticos encamados por humanos y a deidades diversas, pero en especial a la diosa lunar (la primera madre) y al dios del maíz (el primer padre). También se ilustran y se mencionan con cierto detalle seres deformes como los jorobados y los enanos, que estaban estrechamente asociados con el mundo sobrenatural en la mentalidad indígena y que, al parecer, ocupaban un lugar de privilegio en la corte de los grandes señores mayas de antaño.

Entre las lecciones derivadas de la observación y lectura de la obra de Schele está la de la tradición costera de figurillas en cerámica existente a lo largo del periodo Clásico en la costa occidental campechana, tabasqueña y del sur de Veracruz. Es esta una verdad que debe enfatizarse para ir desterrando la vieja idea de que toda figurilla maya procede de Jaina o de Jonuta.

Recuérdese que dichos elementos también se han reportado en contextos arqueológicos en Isla de Sacrificios, Ver.; en Palenque, Lagartero y Simojovel, Chis.; en Altar de Sacrificios, Guatemala; en Paraíso y La Tejería, Tab.; en El Ocotlán, San joaquín, Tixchel, Villa Madero, Isla Piedra e Isla Uaymil, Camp. e incluso en Xcambó. Yuc., entre otras localidades. El caso más alejado de hallazgo bien documentado de una figurilla similar es el de Xelhá, Q.R.

Las figurillas mayas presentadas en este libro forman parte de importantes colecciones públicas mexicanas y norteame-ricanas. Entre las primeras se encuentran aquellas del Museo Nacional de Antropología, las de los museos de Balancán y Jonuta, en Tabasco, la de Palenque, Chis. y las de los museos de Hecelchakán (Camp.) y de la ciudad de Campeche. Entre las segundas colecciones se hallan las de la Galería de Arte de la Universidad de Yale, la del Museo Hudson de la Uni-versidad de Maine y la del Instituto Smithsoniano.

Como era de esperarse, la mayoría de las figurillas que forman parte del acervo de instituciones mexicanas cuentan con el dato exacto de su proce-dencia, mientras que muchas de las piezas atesoradas por los museos norteamericanos proceden de donaciones de particulares o bien de préstamos anónimos. Esto nos recuerda, irremediablemente, el triste problema del saqueo de bienes arqueológicos ocurrido durante varias décadas en las costas tabasqueña y campechana.

El mercado negro del patrimonio cultural proporciona elevados precios a las figurillas mayas de alta calidad estética, no sólo en las plazas norteamericanas sino también en las europeas. Podría argumentarse que gracias a esos preocupados coleccionistas de arte antiguo" muchas de las piezas mayas hoy se encuentran en perfectas condiciones de conservación y exhibición.

No obstante, debemos tener presente que esas piezas han perdido su contexto histórico, su asociación a una serie de datos interrelacionados que hubieran aportado mayor información a los estudiosos de la sociedad maya. Al mismo tiempo, para la obtención de esas bonitas figurillas carentes de procedencia los saqueadores forzosamente destruyeron buena parte del patrimonio cultural asociado a un contexto específico (edificio. entierro, ofrenda, etc.). Y otro punto importante a considerar es que esas piezas del patrimonio cultural de México no pueden ser admiradas directamente, ya no digamos conocidas o estudiadas, por los propios mexicanos.

Las fotografías en color de esas figurillas lejos de sus lugares de origen son una solución parcial. Creemos que a muchos investigadores estado-unidenses y al público norteamericano en general, no les agradaría tener que admirar o consultar elementos arqueo-lógicos de las culturas hohokam e iroquesa, o de los primeros cuáqueros, en los museos de México.

Un último detalle del libro de Schele es el de la bibliografía. Muy breve, sólo seis citas, pero curiosa-mente no se menciona la mejor monografía hasta ahora existente acerca de Jaina y escrita por el mismo investigador que aportó la introducción.

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