viernes, 8 de julio de 2011

profecia De los Black Berry

De los Black Berry

La esclavitud moderna o los anuncios apocalípticos
Hace pocos días recibí un excelente artículo que desentrañaba el origen del nombre de los populares teléfonos Black Berry, tan codiciados en Venezuela por niños, niñas, jóvenes y adultos de todos los estratos sociales

Incluso por la delincuencia común, y no tan común, que no perdona la vida a quien se resiste a entregar este aparatito en un asalto. No es casual que la compañía Movistar, en noviembre de 2010, suspendiera la línea de más de 7.000 teléfonos robados en todo el país.

Aunque no ahondaré en el artículo porque el prevenido lector ya lo habrá leído, les dejo la siguiente dirección para que lo consulten íntegro: http://bberryblog.com/noticias/conoces-el-origen-del-nombre-blackberry/.



Reproduzco sin embargo, y a manera de recordatorio, dos párrafos claves para refrescar ese origen simbólico. Dice el articulista que le pusieron así (Black Berry) porque “cuando existía la esclavitud en los Estados Unidos de América, a los esclavos nuevos se les ataba una bola negra de hierro muy irregular y cacariza… con una cadena y un grillete al pie, para que no escaparan corriendo de los campos de algodón”.



Los amos, continúa el artículo, “para usar un eufemismo (palabra políticamente más correcta que suena más bonito), le llamaban “BlackBerry” porque se asemejaba a dicha fruta. Ese era el símbolo antiguo de la esclavitud que decía que estaría forzado a dejar su vida hasta perecer sin poder escapar en esos sembradíos”.



Palabras más, palabras menos, esta relación entre el símbolo del Black Berry y las cadenas y bolas de hierro de los tiempos de esclavitud suponen una especie neoesclavitud sostenida por las redes sociales y las nuevas tecnologías o teléfonos celulares y/o dispositivos que vienen a sustituir las actividades cotidianas de los mortales y sus relaciones sociales, solo si se impone el concepto de la aldea global de Mc Luhan, de la imposición de un solo modelo cultural para el mundo.



Debo aclarar que tengo un Black Berry por razones de trabajo, aunque aún no me familiarizo con todas las funciones y usos que tiene. Y afirmar también que por razones humanas no dejaría un mes de salario para tenerlo y convertirme en blanco seguro para el hampa.



Más allá de esta consideración paranoica para un ciudadano de a pie que vive en uno de los estados más inseguros del país (Zulia), comparto con el artículo que esta tecnología ha venido a instaurar una especie de matrimonio “inalámbrico” entre el hombre y mujer que hacen uso de ella y la sociedad virtual, la esclavitud moderna: el hombre y la mujer ubicable, controlados por el sistema.



El Dios Black Berry



El Black Berry, entre otras cosas, tiene una función que permite ubicar el teléfono en caso de extravío: ¿ventaja o desventaja? Es sin duda la ciencia al servicio de los Estados Unidos y de las grandes compañías que a través de estos aparatos pueden hacer un registro minucioso de toda la información a la que acceden los usuarios y de cómo es utilizado el celular para hacer su trabajo de control social y simbólico, y relanzar o reorientar las campañas de marketing para seguir condicionando el consumo de la sociedad.



Por suerte no lo uso como papel sanitario ni como sustituto por Los miserables de Víctor Hugo, ni por Kafka u Otero Silva, o por un ensayo de Ludovico Silva ni una crónica de Earle Herrera ni un poema de Aquiles Nazoa ni El Arte de la Guerra de Sun Tzu, ni mucho menos por la conversa con mi amiga Gladys Acacio, que tanto y tan sabroso habla.



Tuve la oportunidad de leer 1984 una de las novelas más importantes del siglo pasado porque George Orwell la escribe entre 1947 y 1948 y se anticipa de alguna manera a esta suerte de neoesclavitud digital. En 1984 cada paso o movimiento del ciudadano era controlado y vigilado por el omnipresente Gran Hermano o Big Brother (el sistema, claro está), que todo lo ve a través del ministerio del pensamiento.



Pero no sólo controla cada movimiento, sino que pretende imponer una neolengua que transforma el léxico con fines represivos: todo lo que esté fuera de esta neolengua no existe o no puede ser pensado. De eso se trata. El mercado ha desarrollado sus propios dioses y templos, como decía Galeano cuando señalaba que hoy son los mall los principales templos para que la gente se sienta parte de la sociedad de consumo capitalista. Y los Black Berry se han convertido en semidioses.



Apropiarnos de la ciencia



El artículo sobre el origen del nombre Black Berry, lejos de parecer profético o más papista que el Papa, porque me hace recordar lo vaticinios apocalípticos contra la televisión y la Internet, describe un estado psicótico o más bien sociopático contemporáneo que no está condicionado per se por el aparatico Black Berry, sino por la lógica de pensamiento de la sociedad en la que vivimos, como bien lo señaló Erich Fromm en La soledad del hombre o El miedo a la libertad: nuestra identidad como seres humanos no está directamente relacionada o complementada con la Otredad o con el semejante, sino con el Dios dinero y los símbolos como herramientas de poder y control social, el idealismo hegeliano que cabalga, incluso, en las mentes de muchos militantes marxistas.



Hace décadas fue la televisión, ayer la Internet, hoy las redes sociales y estos teléfonos todopoderosos. Insisto, es la lógica de consumo de la sociedad en la cual vivimos, es la enajenación cultural, el mundo patas arriba, el hombre y la mujer enajenados, inconexos consigo mismo y con el mundo.



Pienso que el problema está en quien lo use y cómo lo use, lejos de tener razón el articulista sobre el Black Berry como simbología neocolonial para perpetuar el hombre unidimensional de Marcuse o el pensamiento único denunciado por Ramonet.



La ciencia siempre ha estado al servicio de las clases que dominan. La geografía fue utilizada por Europa y por la sociedad occidental, especialmente por Herodoto, para describir la historia y la cultura de los pueblos no europeos para luego planificar la conquista y la dominación sobre estos pueblos. No por ello debemos desechar los avances tecnológicos. ¿O es que Marx proponía la constitución del socialismo sin las herramientas y las industrias desarrolladas por la burguesía?



Lo dudoso



¿Imaginan ustedes, con el avance de la nanotecnología y la industria de los móviles, tener hoy los raspahielos que llegaron a Venezuela a principio de los noventa? ¿Es posible concebir las manifestaciones de España sin las redes sociales?



En lo particular, y aunque me tilden de fantasioso, agregaría que estas manifestaciones juveniles vienen dispersar u opacar, cual boda real, las denuncias mundiales contra la conquista de rapiña que el imperio (Estados Unidos y sus aliados de la Otan) lleva a cabo en África y Oriente Medio, más allá del mensaje anticapitalista anunciado en las plazas españolas.



20 años atrás pensábamos que el movimiento hippie era tan contestatario como lo es hoy el de los indignaos, pero con Los secretos del Club Bilderberg, extraordinaria investigación del ex agente secreto de la KGB Daniel Estulin nos damos cuenta que todo, incluso hasta los Beatles en sus inicios, formó parte de un proyecto para entorpecer las mentes de las juventudes, a punta de drogas ácidas y experimentos de todo tipo, inimaginables. El control del Gran Hermano sobre las mentes.



Hace poco, en España por cierto, Daniel Estulin alertó sobre la falsedad de los cables de Wikileaks. Aseguró, entre otras cosas, que el supuesto acoso contra el director de Wikileaks tiene como transfondo el ocultamiento de toda una política de control de los Estados Unidos en el acceso a las redes sociales. Nada es ficción, por lo visto, o a la vez todo es ficción.



Lo importante es tener claridad sobre qué hacer con las nuevas tecnologías, sobre cómo utilizar las redes sociales y los dispositivos móviles. ¿Se imaginan un golpe de Estado en Venezuela como el 11 de abril de 2002 sin la presencia de los medios alternativos y comunitarios que insurgieron como alternativa informativa al silencio mediático de la prensa privada?



Día tras día el capital pretende controlar las redes sociales porque estas representan una herramienta alternativa al poder mundial mediático. ¿Quién controla o motoriza estas manifestaciones en Europa? Ya lo sabremos. En todo caso da cuenta del poder de convocatoria de las redes sociales.



Si no damos la batalla ideológica en todos los ámbitos y frentes perderemos la guerra por la vida. Ya lo decía Sun Tzu hace 2 mil años: Si te conoces a ti mismo y conoces a tu enemigo en cien batallas saldrás victorioso. Si te conoces a ti mismo y no conoces a tu enemigo, podrás ganar unas y perder otras. Pero si desconoces a tu enemigo y te desconoces a ti mismo perderás todas las batallas.

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