martes, 5 de julio de 2011

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LA MASONERÍA ASESINA

JUAN PABLO I, ASESINADO POR LA MASONERÍA (Parte I)



PRÓLOGO
Albino Luciani, que empezó su reinado como papa con el nombre de Juan Pablo I, se había ganado de inmediato el apelativo cariñoso de "Papa de la sonrisa". Luciani nunca había aspirado al cargo que ocupaba y nunca había intrigado ni conspirado para ascender al trono pontificio. El 28 de setiembre de 1978, Luciani cumplía treinta y tres días como sumo pontífice de la Iglesia Católica. Aquella noche, Luciani se sentó a cenar en el comedor del palacio apostólico de la Ciudad del Vaticano. Le acompañaban sus dos secretarios: el padre Diego Lorenzi que hacía dos años que colaboraba con él, y el padre John Magee, agregado a la Secretaría Pontificia después de terminada la elección papal.




Albino Luciani, el papa Juan Pablo I.
Mientras Albino Luciani cenaba, en otros lugares otros hombres vivían un profundo estado de ansiedad, causada por los cambios que pensaba efectuar el papa Luciani.
El obispo Paul Marcinkus, director ejecutivo del Banco del Vaticano estaba preocupado por asuntos muchos más serios que sentarse a cenar. Nacido en Chicago el 15 de enero de 1922 su vertiginosa carrera llegó a convertirlo en el banquero de Dios ya que manejaba casi a su antojo los millones del Vaticano. Lo apodan "el gorila" por sus casi dos metros de altura y sus más de 120 kilos de peso.
Otro hombre era el cardenal Jean Villot, secretario de Estado del Vaticano, tenía una lista que le había entregado Luciani en la que figuraban los nombres de las personas cuyos ceses o traslados debían efectuarse inmediatamente. Había un factor común que vinculaba a todos los hombres que figuraban en la lista. Eran masones y el propio Villot figuraba en ella.
En Buenos Aires había otro hombre que se sentía preocupado por la actitud de Juan Pablo I. Era Roberto Calvi, presidente del Banco Ambrosiano. Era íntimo amigo de Licio Gelli y Umberto Ortolani, sus dos protectores de la Logia masónica P2.
En Nueva York, el banquero siciliano Michele Sindona también venía observando detenidamente las actividades del papa Juan Pablo I. Luciani quería escarbar en los asuntos del Banco del Vaticano donde el obispo Marcinkus dirigía la red de corrupción que existía en el Vaticano que incluía entre otras actividades, la limpieza de dinero negro perteneciente a la mafia que involucraba a Calvi y cuando Calvi quedara involucrado arrastraría con él a Sindona.
Michele Sindona nació en Patti, Sicilia el 8 de mayo de 1920. Al igual que Albino Luciani, Sindona había conocido de niño la pobreza. Mientras Luciani crecía con la determinación de combatir y erradicar la pobreza para que nadie tuviera que sufrirla, Michele Sindona se consagró a quitarle a otros, si podía, lo poco o mucho que tuvieran.
Michele Sindona
Apodado "el tiburón" su capacidad de persuasión era la mafia y su poder la masonería. Había sido educado por la mafia y asesorado y aconsejado por el más audaz y brillante chantajista que había entonces en Italia: Licio Gelli.
Vulgarmente a Gelli le llaman "el titiritero". Los títeres que Gelli manejaba eran numerosos y estaban repartidos por distintos países. Gelli dominaba la logia masónica P2 y a través de la P2 controlaba toda Italia. Hace años el gran titiritero se había encargado de organizar el triunfante regreso del general Perón al poder, lo cual el propio Perón reconoció y agradeció poniéndose de rodillas a los pies de Gelli.
En Chicago, otro de los príncipes de la Iglesia Católica vivía preocupado e irritado por cómo se desarrollaban los acontecimientos en el Vaticano; era el cardenal John Cody, arzobispo de la arquidiócesis más rica del mundo. Cody era el jefe espiritual de más de dos millones de católicos, gobernaba 450 parroquias y se negaba revelar a nadie cuáles eran los ingresos anuales que volcaban sus fieles en las arcas de la diócesis. la cifra superaba los 250 millones de dólares. El papa Luciani había tomado la firme determinación de reemplazar al todopoderoso cardenal de Chicago.
Por lo dicho queda claro que el 28 de setiembre de 1978 había seis hombres; Marcinkus, Villot, Calvi, Sindona, Gelli y Cody que tenían mucho que perder si el papa Juan Pablo I continuaba gobernando. Estos hombres por diversos motivos se beneficiaban si Juan Pablo I sufría una muerte repentina.
El papa Pablo VI con el secretario de Estado, el cardenal Villot.
Y el papa Juan Pablo I, en efecto murió repentinamente. Murió en algún momento entre las últimas horas de la noche del 28 de setiembre de 1978 y las primeras horas de la madrugada del 29, treinta y tres días después de ser elegido. HORA DE SU MUERTE: Desconocida. CAUSA DE SU MUERTE: Desconocida. .

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