sábado, 3 de septiembre de 2011

Franco y los judíos: antisemitismo, filosefardismo y posterior revisionismo de la judeofobia franquista.

Franco y los judíos: antisemitismo, filosefardismo y posterior revisionismo de la judeofobia franquista.
por Jaume
Generalmente, suelo hablar de temas relacionados con la judeofobia que existe en la actualidad en la sociedad española y como en muchos casos esta logra una buena acogida o al menos aceptación en los medios de comunicación con el pretexto de la crítica a Israel y de la cobertura de la actualidad del conflicto israelo-palestino. Sin embargo, hoy voy a hablar de otro tema también relacionado con la judeofobia: como desde hace unos años para acá, determinadas corrientes de la derecha española -desde ciertos sectores del PP hasta otros más a la derecha- están intentando reescribir la historia para lavar la cara a la dictadura franquista, presentándolo como un mal menor hasta cierto punto necesario debido al clima de inestabilidad política y de caos que se había alcanzado en los últimos años de la II República. Historiadores revisionistas por ejemplo Pío Moa han dedicado muchos esfuerzos a este fin en los últimos años. En este proceso revisionista de la dictadura también se ha intentado endulzar su antisemitismo, presentando a dicho régimen como amigo del pueblo judío durante la II Guerra Mundial. Para tal fin, los historiadores revisionistas se han aprovechado de la gran labor humanitaria de diplomáticos españoles como Ángel Sanz Briz, Eduardo Propper de Callejón o Giorgio Perlasca, quienes, contradiciendo las ordenes del régimen, salvaron la vida de miles de judíos en las embajadas españolas de París y de Budapest en los años 1940-1942 y 1944-45.


¿Por qué trato ahora este tema? La respuesta es sencilla. Hace un par de días uno de mis amigos en Facebook realizó una serie de comentarios donde comparaba a los políticos catalanistas con los nazis. Una amiga mìa y yo le respondimos que tal comparación, además de ser una aberración histórica y un claro intento de demonización no sólo del Catalanismo sino incluso de la sociedad catalana en general, era también una clara banalización del nazismo, de su política racial y de su antisemitismo, cuyo trágico y terrible desenlace fue la Shoah. La reacción del autor de los comentarios fue borrar nuestras respuestas críticas y bloquearnos. Sin embargo, antes de que me bloqueara, gracias a su propia página de Facebook, descubrí que era el autor de este blog y entre sus escritos me llamó la atención este artículo, donde intentaba presentar al régimen franquista no sólo como no-judeofóbico sino como amigo del pueblo judío durante la II Guerra Mundial. Ante tal manipulación histórica, escribí este texto que ahora quiero compartir aquí con todos los lectores.






Franco y los Judíos: Antisemitismo, filosefardismo y posterior revisionismo de la judeofobia franquista.


Autor: Jaume B.


Desde hace varios años, en algunas corrientes de la derecha española, desde determinados sectores del PP hasta grupos situados más hacía la extrema derecha, se está dando un proceso de revisionismo y en cierta medida de rehabilitación de la dictadura franquista, presentándola como un mal menor necesario ante el caos vivido en los últimos años de la II República española (sólo por culpa del Frente Popular y de los partidos y sindicatos de izquierda) y relativizando la brutal represión ejercida por la dictadura desde los inicios de la Guerra Civil en 1936 hasta la muerte del dictador en 1975 al mismo tiempo que se destaca el desarrollo y la prosperidad económica de los años 60-70. En este sentido podemos destacar las obras del historiador revisionista Pío Moa sobre la II República, la Guerra Civil y el Franquismo o la polémica negativa a condenar la dictadura por parte del político vasco del PP, Jaime Mayor Oreja, en el contexto de una entrevista concedida al periódico gallego La Voz de Galicia en el año 2007.


En este proceso revisionista y hasta cierto punto rehabilitador de la dictadura franquista también se ha reescrito la historia para endulzar el antisemitismo franquista, aprovechando como pretexto la labor humanitaria que diplomáticos españoles como Propper de Callejón, Ángel Sanz Briz o Giorgio Perlasca, reconocidos como Justos entre las Naciones por el Yad Vashem, realizaron en las embajadas españolas de París o Budapest con la finalidad de proteger y salvar la vida de miles de judíos firmándoles visados para poder entrar en España y desde allí desplazarse a América Latina u otros países, proporcionándoles pasaportes españoles y abriendo la embajada y otros edificios alquilados con fondos de la misma para que los judíos pudieran refugiarse. Como ejemplo de la manipulación histórica que acabo de mencionar, podéis leer este artículo del blog "Israel en Positivo".


Aunque lo niegue en una especie de prólogo, el autor del artículo cita los comentarios de varios políticos, historiadores o personalidades judías e israelíes con la clara intencionalidad de presentar al régimen franquista como un gobierno que ayudó y dio refugio a los judíos perseguidos por los nazis durante la Shoá. Lo que figuras como Golda Meir, Israel Singer o Shlomo Ben Ami, citadas en el mencionado artículo, ignoraron es que la dictadura franquista siempre utilizó una retórica antisemita y quizás la idea que mejor la resume es la de la "conspiración judeo-masónica-comunista". Al igual que Hitler en Alemania y otros grupos fascistas, totalitarios de extrema derecha y anti liberales en Europa, los falangistas y Franco identificaron Judaísmo con Comunismo y Masonería, y de ahí la famosa conspiración. Veamos un ejemplo ilustrativo. En plena guerra civil, para arengar a las tropas franquistas o nacionales, el periodista y escritor falangista Agustín de Foxá en su poema "Romance de Abdelacid" escribió:


"Que al otro lado del monte,
los hombres sin Dios te aguardan,
con tanques de oro judío,
y cien banderas de Asia". (Vicenç Villatoro; ¿De qué hablamos cuando hablamos de Israel?; VVAA; En defensa de Israel, Editorial Certeza, 2004, p. 341).


La propaganda de la conspiración judeo-masónica-comunista fue utilizada por la dictadura hasta sus últimos estertores. De hecho, un mes y medio antes de morir, en su última aparición pública, en un discurso ante sus seguidores en la madrileña plaza de Oriente, el dictador Francisco Franco volvió a advertirles del peligro de la conspiración internacional que amenazaba a España:






La retórica antisemita de la dictadura franquista no se dirigió sólo contra Judíos, masones y comunistas. En una España con una comunidad judía pequeñísima y totalmente inadvertida pero con una gran tradición de judeofobia sin judíos debido al adoctrinamiento inquisitorial durante más de tres siglos, el antisemitismo del régimen se dirigió también contra los políticos catalanistas e incluso contra la sociedad catalana en general. De hecho, en el imaginario de los grupos más anti-liberales, tradicionalistas y conservadores de España los catalanes y los judíos representaban los valores de la modernidad que ellos rechazaban: cosmpolitismo, laicismo, materialismo en su vertiente capitalista o socialista, y compartían los mismos tópicos: desleales, tacaños, ávaros... En ese contexto, Pío Baroja escribió en 1907 que "los catalanes son los judíos de España" y para los falangistas partidos catalanistas como la Lliga Regionalista de Catalunya o Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) eran partidos "judíos" o "judaizados". De hecho, ni el presidente de la Generalitat de Catalunya de entonces, el político de ERC Lluís Companys i Jover, se salvó de las iras de los falangistas, que le dedicaban la siguiente estrofa mientras avanzaban por territorio catalán durante los últimos meses de la Guerra Civil:


"Companys, Judío renegado,
pronto pagarás lo que has causado".
(tomado del siguiente artículo del blog Hasbara-ts).


Pero en su deriva pro nazi y judeofóbica, la dictadura franquista fue mucho más allá de la retórica. Gracias a una investigación realizada recientemente por el periodista Jacobo Israel Garzón ha salido a la luz que la dictadura franquista elaboró en el año 1941 una lista de los judíos españoles o extranjeros residentes en nuestro país a petición de los nazis para enviarlos a los campos de la muerte, a una muerte segura (reseña en Aurora Digital). Por lo tanto, queda claro que la labor humanitaria de los diplomáticos españoles anteriormente mencionados en favor de los judíos no se hizo siguiendo instrucciones desde Madrid sino a espaldas del propio régimen. Veamos el ejemplo de Eduardo Propper de Callejón,que concedió más de 30.000 visados a judíos para que pudiesen entrar en España y pasar posteriormente a Portugal, sin seguir los trámites ordinarios exigidos desde Madrid. Esta situación provocó las quejas nazis a las autoridades españolas y finalmente, Ramón Serrano Súñer, ministro de exteriores y cuñado de Franco, decidió transferir a Propper de Callejón a Larache (Marruecos) como cástigo por haber desairado a los alemanes. Ángel Sanz Briz y su colega Giorgio Perlasca tuvieron más suerte. En 1944 el ministro del exterior era Francisco Gómez Jordana, el Conde de Jordana, y no se cobró represalias porque en ese momento al régimen franquista, viendo la más que probable derrota alemana, le interesó una política más neutral y un mayor acercamiento a los aliados.

Que quede claro pues que la dictadura franquista no tuvo como política oficial ayudar a los judíos durante la Shoah y sólo trató de esconder su antisemitismo - siempre presente y latente- a partir de la derrota de los nazis y sus aliados a mediados de los años cuarenta, con el fin de conseguir el reconocimiento internacional de la España franquista, objetivo que finalmente alcanzó en los años cincuenta. Para disimular su antisemitismo, el régimen franquista utilizó el filosefardismo, donde se idealizaba al judío sefardí y se le veía como la esencia de lo español en el extranjero durante siglos. Además se le desjudeizaba y así se cargaban los reproches antisemitas realizados a los judíos sólo a los Asquenazíes. En palabras del periodista Antonio José Chinchetru:


Ya hemos señalado que este filosefardismo en muchos casos está exento de judeofobia y en otros es la excusa perfecta para el antisemita español. Pero hay un tercer caso, que es un fenómeno con muchas décadas de vida en nuestro país. Se trata de lo que se podría denominar como un esquizofrénico filosefardismo antisemita. No resulta extraño encontrar entre la extrema derecha española personas que sienten un sincero amor hacia los sefardíes al tiempo que odian al conjunto de los judíos. El mecanismo mental que permite esta contradicción consiste en atribuir todos los males que el antisemita personifica en los judíos a los asquenazíes (descendientes de aquellos que vivían durante la Edad Media en el centro y este de Europa). Mientras que en el sefardí se incide en su carácter hispánico despojándolo de su judeicidad.

Esta esquizofrenia, si se nos permite la licencia de utilizar dicho término psiquiátrico, estuvo ya presente en intelectuales falangistas durante la Segunda República, como Ernesto Giménez Caballero. Es después, durante el franquismo, cuando aparece por primera vez el filosefardismo como excusa para negar el antisemitismo.

(ver las páginas 185-186 del artículo de José Chinchetru "Las Coartadas del antisemitismo: el mito del judío arqueológico).

En conclusión, a pesar de que España tenía una comunidad judía muy minoritaría, el régimen franquista siempre coqueteó con el antisemitismo y con las teorías de conspiración judía mundial aunque dependiendo de las circunstancias históricas hizo gala o bien intento esconderlo, disimularlo o negarlo. Esta circunstancia ha hecho que, actualmente, desde determinadas corrientes de la derecha española, en un proceso de revisionismo histórico y de rehabilitación pública del franquismo, se intente presentar a dicho régimen dictatorial no sólo como no antisemita sino como protector y defensor de los judíos, especialmente de los sefardíes durante la Shoah. Sin embargo, las evidencias históricas demuestran que en esos momentos, tanto por la influencia de su ideología, mezcla de fascismo, tradicionalismo y antiliberalismo, como por su afinidad con los regímenes del eje, el régimen franquista no sólo no llevó a cabo una política oficial de apoyo a los judíos sino que intentó realizar su contribución a la "solución final" nazi mediante la elaboración de un listado de los judíos que vivían en España para ser entregados a los nazis. Sólo tras la derrota de las potencias del eje y en vista a su aceptación internacional, el régimen franquista intentó esconder esa colaboración y presentarse como neutral en el conflicto y no antisemita. En este sentido, una de las estrategías utilizadas fue un supuesto filo sefarditismo que en realidad escondía su profundo antisemitismo. De hecho, el dictador Franco y sus seguidores mantuvieron bien vivas las teorías antisemitas de una conspiración judeo-masónica-comunista contra España hasta los estertores del régimen y de hecho la dictadura franquista nunca reconoció internacionalmente al estado de Israel. Además, durante la mayor parte de la dictadura el Judaísmo español fue un Judaísmo clandestino debido a que el régimen dictatorial tenía como religión oficial del estado el Catolicismo y uno de sus puntales ideológicos fue el Nacional-Catolicismo.

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