domingo, 4 de septiembre de 2011

todos los politicos mexicanos son nefastos y ratas

Razonando el voto
Por: Mario Rojas

El ciudadano tiene el derecho y la obligación de votar por cualquiera, por el menos malo, anular su voto, o abstenerse deliberadamente si nadie ganó su confianza. De cualquier manera, valen algunas reflexiones en voz alta sobre esas opciones, finalmente usted decide.
Los partidos pueden ser juzgados bajo tres indicadores: por lo que dicen (en sus documentos básicos, y plataforma electoral); por lo que hacen (congruencia histórica entre el decir y el hacer); y por quienes los integran y dirigen (clase política). Los tres aspectos dan para mucho más que un artículo como el presente, así que únicamente reflexionaré el voto o la abstención sustentando la razón en lo más sustantivo. He de reconocer que excepciones hay en todos los partidos, gente honesta y bien intencionada puede haber dentro y fuera de las organizaciones políticas, pero, las tendencias mayoritarias obligan a la generalización y decir algo que todos sabemos, “la vida política está podrida hasta la médula”. Por mi parte, he sido muy crítico del paternalismo político y demagógico que busca justificar la ignorancia política de amplios sectores de la población (como aquellos que dicen “pobrecitos, no han tenido la oportunidad…”, “el sistema los tiene así…”), por eso mismo adelanto mis disculpas por la franqueza en la exposición de las siguientes opiniones, donde no se han valido las condescendencias con nadie, a fin de cuentas todos somos corresponsables y “el pueblo tiene el gobierno que se merece”.
Por el PAN, el voto retrógrada
Votan por el PAN únicamente los ignorantes de la historia y política mexicana, o quienes comparten de manera convencida la tradición conservadora, retrógrada, colonial, autoritaria, y mocha de buena parte de la población mexicana. El PAN no se originó exclusivamente con Gómez Morín en 1939, esta vertiente política tiene sus raíces en la cultura colonial impuesta por la monarquía española, en el realismo que se opuso a los insurgentes y a la independencia, el mismo que se recreó con Iturbide y su I Imperio Mexicano, que se continuó con el centralismo autoritario y vendepatrias de Santanna, sin sinuosidades, la misma raíz siguió con los conservadores que se opusieron a La Reforma y a la separación de la iglesia y el Estado, y que apoyaron, un poco después, la intervención francesas e impusieron a Maximiliano y su II Imperio Mexicano, continuaron con las corrientes católicas que se aliaron con los científicos al Porfiriato, en el siglo XX resurgieron con la cristiada, la UNS y específicamente en Acción Nacional, en un momento en que el franquismo y sus falanges devoraban la II República Española .
A grosso modo la clase política panista conforma dos grandes vertientes: quienes se dicen “panistas de cepa y pedigrí” especies de “juniors, hijos, parientes o descendiente de los mochos fundadores” que se ostentan como “doctrinarios”, “fundamentalistas”, y el neopanismo, integrado sobre todo por empresarios y clases medias, imbuidos de un pragmatismo atroz pero igualmente plegados al fanatismo católico, defensores radicales de la libre empresa y del capitalismo salvaje. El Yunque, su secta secreta, mafia conservadora y macartista radical que busca restablecer el poder de la Iglesia sobre el Estado, regresar las escuelas al dominio de las congregaciones religiosas, por supuesto, anular la constitucionalidad de la educación laica, entre otras gracias. La clase política panista es la más sectaria, excluyente, y autocrática de todas, alrededor de unas 900 personas dirigen eternamente al partido, se rolan los cargos de elección y designación, eternos vividores de la política y del presupuesto, la mayoría se han enriquecido del ejercicio del poder.
La falta de congruencia entre el decir y el hacer es enorme, por dar un botón de muestra, FECAL prometió crear empleos, ser el “presidente del empleo”, cuando de todos es sabido la enorme pérdida de empleos, y no se vale echarle la culpa a la “crisis externa”; el PAN se dice defensor de los intereses nacionales, y en apenas unos meses, FECAL ha duplicado la deuda externa nacional; se dice respetuoso de la Constitución, y la atropella con arrestos arbitrarios y juicios sumarios contra ciudadanos y funcionarios electos constitucionalmente; se violenta la constitución contra presidentes municipales cuando el principal infiltrado por el narco es precisamente el gobierno federal; se hace de la vista gorda ante la violación constante a los derechos humanos por parte del ejército; se entregan recursos cuantiosos y puestos de poder a la mafia sindical de Elba Esther Gordillo; se agrede a la familia monoparental, se criminaliza el aborto por cualquier causa, se escandaliza por las faldas altas, o por que las parejas se besan en público, se entregan cuantiosos donativos a la Iglesia, o se recrimina a los jóvenes seguidores del rey del pop, por “no conocer a Dios”.
Con todo y eso todavía hay quienes quieren votar por el PAN, yo al menos no podría hacerlo.
Por el PRI, el voto corrupto
El PRI recoge, al menos en sus documentos, una buena parte de la tradición liberal, social y revolucionaria de la historia de México. Con la finalidad de postular como candidato presidencial al General Álvaro Obregón, el 2 de mayo de 1926 inició la primera convención de la efímera Alianza de Partidos Socialistas, declarando una lista de once puntos de clara tendencia socializante. Bajo el liderazgo del General Plutarco Elías Calles, el primero de marzo de 1929 se declaró solemnemente inaugurada la Primera Convención Constitutiva del Partido Nacional Revolucionario (PNR), organismo de izquierda nacionalista. El Partido de la Revolución Mexicana (PRM), nace igualmente como un acto de poder del gobierno mexicano, ahora bajo el liderazgo del presidente Lázaro Cárdenas del Río, el 30 de marzo de 1938, lo más sustancial de los objetivos fue lograr que las organizaciones obreras (CTM) y campesinas (CNC) se integraran al nuevo partido de Estado, desarrollando así el corporativismo electoral de campesinos y el charrismo sindical, estructuras que afiliaban en masa y de manera obligatoria a los trabajadores del campo y la ciudad al partido de Estado. Al término de la gestión cardenista, los grupos más conservadores e incluso reaccionarios al interior del PRM, encabezados por Miguel Alemán, para participar en las elecciones de 1946, cambiaron el nombre de su organización por el de Partido Revolucionario Institucional (PRI). Desde su origen como PNR, después como PRM, y PRI, existió siempre una corriente de izquierda, conocida bajo el nombre de nacionalismo revolucionario.
El PRI ha sido el artífice de grandes fraudes electorales, y el principal corruptor de las instituciones y de las organizaciones sociales, logrando manipular el voto a su favor, y por supuesto anulando la democracia. Sin duda, el PRI es el responsable número uno de la ignorancia política, la apatía y la abstención, y por supuesto, del atraso democrático nacional. Qué bien que Cárdenas no respaldó al corrupto general Juan Andrew Almazán (ciertamente apoyado, entre otros por el PAN), uno de los clásicos revolucionarios que participaron en la lucha persiguiendo exclusivamente intereses egoístas, sin ningún rubor fue maderista, antimaderista, zapatista, antizapatista, huertista, antihuertista, de nuevo zapatista farsante, enseguida felicista, más tarde provillista, antivillista, anticarrancista primero, constitucionalista después, para terminar de general del Ejército Federal bajo el mando de Obregón contra quien había combatido. Ante tal biografía, Joseph Fouché (1759-1820) palidecería. Lo más sorprendente es que un tipo así gozara de tan enorme popularidad como para ganar o casi ganar una elección presidencial. Es decepcionante la ignorancia política de las grandes masas populares, a la lejanía temporal se extraña uno como individuos de la calaña de Hitler, Franco, Musolini, o Pinochet, hayan tenido tanto respaldo popular. Por poco algo así pudo ocurrir en México, ciertamente muchos de sus presidentes no han estado muy lejos de mentalidades primitivas y viciadas como la de Almazán, pero, por suerte, no han alcanzado tal grado de demencia.
La cantidad de irregularidades, amenazas, asesinatos, violencia, ocurridas en el proceso electoral, lo que se recrudeció el mismo día de la votación y escrutinio, impiden determinar honestamente quién realmente ganó aquellas elecciones, muchos dicen que Almazán, muchos afirman que el voto rural logró el triunfo para Ávila Camacho, cualquiera que sea la verdad, lo único cierto, es que esa elección fue una de las más desaseadas de la historia, y aunque muchos otros fraudes electorales se dieron después, como los que ocurren contra Miguel Henríquez Guzmán, de la FPPM (1951), contra Cuauhtémoc Cárdenas, del FDN (1988), y recientemente, el PRI aliado con el PAN, contra Andrés Manuel López Obrador, no debe olvidarse que FECAL, quien no ganó la elección, está gobernando gracias al respaldo del PRI en el Cogreso.
En los hechos, la raíz revolucionario original del PRI fue desplazada paulatinamente por el conservadurismo. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) estableció una “dictablanda”, un régimen de partido único que se impuso durante más de 70 años. Como se ha dicho, nació como una coalición formidable de fuerzas revolucionarias, representativas de las tradiciones ideológicas de la insurgencia independentista, del federalismo, el liberalismo juarista, del constitucionalismo (carrancismo), e incluso -de manera limitada- del floresmagonismo, zapatismo, anarcosindicalismo, comunismo y socialismo. Hasta el régimen del presidente Lázaro Cárdenas prevaleció la ideología del nacionalismo revolucionario, una mezcla muy abigarrada de liberalismo social y socialismo, y una política educativa, sanitaria, y académica, sustentada en el positivismo científico.
Los intereses conservadores de los nuevos terratenientes, hacendados y empresarios fueron tomando fuerza al interior del partido, sobre todo a partir del régimen del Presidente Miguel Alemán, cuando el PRI se transformó de hecho en una nueva edición del Partido de los Científicos; se estableció entonces el amparo agrario y de hecho, contraviniendo sus propios principios, ese partido rompió sus compromisos con las clases populares; se abandonaron los modelos colectivistas de producción agraria y el cooperativismo, para impulsar sobre todo la gran propiedad agraria capitalista. Aprovechando los recursos del erario público, la clase dirigente del PRI se enriqueció, apareciendo por doquier los políticos-empresarios.
Como resultado del origen revolucionario, progresista, y del oportunismo conservador y reaccionario que se introdujo después, en el PRI ha existido en profunda contradicción entre los principios escritos y la práctica real. Mientras que sus documentos básicos tienen una orientación socialdemócrata, su práctica interna lo coloca definitivamente del lado del conservadurismo liberal, y del capitalismo salvaje, despreciando en los hechos los programas sociales, tendencia que se consolidó, sobre todo, después de que los tecnócratas neoliberales se apropiaron del partido. En efecto, a partir de los sexenios de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari, los programas económicos y sociales del PRI y PAN son casi idénticos. En el PRI muy pocos dirigentes actúan siguiendo los dictados de sus propios principios, los documentos básicos son letra muerta, textos útiles para publicarse en momentos electorales, e ignorarlos después.
Herederos de revolucionarios estimados, como de asesinos y genocidas (los de Zapata, Villa, Carranza, Rubén Jaramillo, de estudiantes, campesinos, obreros, maestros opositores), la clase política priista va en su tercera o cuarta generación revolucionaria, caciquil y tecnocrática. Unos 3 mil miembros, “juniors de la familia revolucionaria”, hijos y nietos de caciques ligados al narco, politicastros (dinosaurios, como se dice en el argot político mexicano), “informadores” televisivos y radiales, charros sindicales regenerados o venidos a menos, empresarios beneficiados por el poder, vividores de la política que se han enriquecido de los altísimos sueldos que roban del erario, demagogos profesionales y expertos en el acarreo y la manipulación del voto. Abundan entre ellos los neoliberales, los panistas y mochos vergonzantes que defienden el etnocentrismo hispánico y judeocristiano, camuflados como falsos liberales y juarista, defensores timoratos de la laicidad de la educación pública; últimamente vienen coincidiendo con el PAN en el apoyo al desarrollo de la educación privada; más que el hispanismo, lo que determina la política y práctica de la clase dirigente priista, es la defensa prioritaria de los grandes intereses económicos de los capitalistas nacionales y extranjeros, eso tiene un impacto directo negativo en la política sanitaria y educativa. La doble cara de los gobiernos priistas ha permitido el mantenimiento de una alianza subterfugia y muchas veces cínica, con el panismo, especialmente en lo que respecta a la política económica, ambos son responsables del fraude del Fobaproa, de la privatización del sector paraestatal; de la penuria económica a la salud y educación, y del endeudamiento externo, entre otras muchas complicidades con el PAN.
Por eso mismo tampoco votaría por el PRI.
Por el PRD, el voto de la traición
Partido de la Revolución Democrática (PRD) nace después de la insurgencia electoral del 6 de julio de 1988, lo integraron miles de ciudadanos afiliados temporalmente a la Corriente Democrática (CD) y a los diferentes partidos que habían conformado el Frente Democrático Nacional (FDN), entre otros algunos de los miembros del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), el Partido Socialista de los Trabajadores que cambió su nombre por el Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (PFCRN), pocos del Popular Socialista (PPS), y algunos cuadros políticos del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), y de lo que fuera el maoísmo agrupado en el Movimiento Línea de Masas, y Punto Crítico. Las dos vertientes más numerosas provenían del total de adherentes a la Corriente Democrática (CD) y del Partido Socialista de México (PMS). Las grandes masas populares surgieron de entre los ciudadanos más conscientes y hastiados de la antidemocracia del partido de estado, pero, la mayoría de los “líderes” surgieron de la izquierda electoral, especialmente de la facción pesetista (del PST) que infiltrada en el PMS, poco a poco fue tomando el poder hasta apoderarse del partido, en el proceso fueron traicionando los principios democráticos originales hasta transformar la organización en una mera “franquicia política”.
Los documentos básicos han conservado muchos de los principios originales de la izquierda mexicana: la defensa de la economía y soberanía popular, la lucha por la educación y servicios de salud universales y gratuitos, la democracia e independencia sindical, etc. No obstante, igual que el PRI, el PRD tiene el “síndrome de la chimoltrufia”, “como dice una cosa dice otra”, o mejor, dicen una cosa pero hacen otra. Por ejemplo, una de las grandes aspiraciones del partido era establecer en su interior una democracia ejemplar, eso de frustró por las ambiciones de las tribus, grupos, o facciones (mal nombradas “corrientes”) que corrompieron y destruyeron la democracia interna, anularon el debate político intrapartidario, acallaron y excluyeron a los críticos de todo esto, y finalmente, optaron por acomodar los estatutos a su gusto para legalizar la repartición de cargos y puesto de elección entre las camarillas copropietarias del partido; de esta forma, la mayoría de los miembros de la clase política, anteriormente con recursos muy modestos, se han enriquecido. Ciertamente, en algo sí están de acuerdo los miembros de las clases políticas de todos los partidos, en asignarse altísimos sueldos que roban de la hacienda pública, cierto, no están en eso por ideales, sino por intereses económicos personales, y nada más.
Todavía quedan algunos candidatos honestos y bien intencionados (con una buena dosis de ingenuidad) que participan como candidatos del PRD, pero los usan para ganar los puestos claves y seguros (especialmente plurinominales) asignados a los incondicionales de las pandillas. ¿Alguna vez los chuchistas habrán pensado en irse a trabajar en algo decente? ¡No!, ¡definitivamente no! Quieren mantenerse eternamente viviendo del presupuesto, rolándose los cargos y puestos indefinidamente, sin más principios e ideales que acomodarse en el cargo que tenga más dinero de por medio. Como el Partido Verde Mexicano que se apropio del monopolio político de la ecología, los chuchos se apoderaron de la “franquicia” política de la izquierda, traicionando las aspiraciones e ideales más sentidos de las masas fundadoras del PRD. Ahora, como otras veces, nos quieren chantajear con la consigna de “votar por el menos malo”, no debemos de dejarnos manipular más, aunque en algunos casos eso podría ser cierto, sobre todo si tiene usted algún candidatos que le sea confiable, únicamente así está bien que acuda a darle su voto, pero razone sobre los demás, no les engorde el caldo a los chuchos.
Por todo eso, votar por el PRD es avalar la traición al proyecto original del partido y respldar la continuidad del chuchismo.
Por el PT, PC, PVE, PNA, y PSD, el voto patrimonialista
Con sus matices, en buena parte los partidos pequeños representan cotos personales, familiares, o de grupos, que ven a las organizaciones políticas como su patrimonio, una manera de mantener y disponer magníficos ingresos y espacios de poder. El caso más típico es el del PVE, propiedad de la familia Gonzales Torres, aprovechando el analfabetismo político y el gran atraso democrático de amplios sectores de la población, se sostiene con la estupidez de pedir la pena de muerte para criminales y secuestradores (retrógradas del “ojo por ojo y diente por diente”, concepciones superadas por los lineamientos humanitarios y jurídicos más avanzados), idiomas extranjeros, computación, y vales para medicamentos, todo esos únicamente revela su miseria ideológica y política, que no vale ni siquiera comentar, pero que sí, seguramente convencerá a miles de electores, tan ignorantes como ellos.
El Partido Nueva Alianza (PNA), sostenido por el charrismo magisterial y su lideresa, las más corrupta y cínica de todas, Elba Esther Gordillo, personaje que su sola existencia, revela el enorme y terrible atraso político que priva en México, ciertamente uno no se puede explicar ¿Cómo es que hay maestros que la sostengan?, ¿no les dará vergüenza sostener a una líder así?, ¿Qué tipo de conciencia tienen? ¿Quién les dijo que esa es una manera honesta de hacer política?, ¡caramba, y en manos de ellos está la educación de nuestros hijos! Por favor, ni siquiera insinúen la posibilidad de votar por ellos.
PT, PC, y PSD. El Partido del Trabajo (PT), fundado en 1990, bajo la iniciativa de una facción del FDN-PRD que decide crear su propio coto de poder. Entre otros, Alberto Anaya ha sido unos de los dirigentes de siempre, ciertamente, los miembros de la dirección colectiva se han rolado cargos directivos y de elección. Su programa no es muy diferente que el del PRD, de ahí que no había una causa ideológica de fondo, más que los intereses de grupo para trabajar de manera separada del PRD. Algo similar ocurre con el Partido Convergencia, fundado en 1998 por el Lic. Dante Delgado Rannauro, líder moral y de siempre; su programa, no tanto de izquierda, mucho más nacionalista y revolucionario cercano al PRI, se le puede caracterizar simplemente de progresista. El Partido Social Demócrata (PSD) merece un trato diferente, en el decir y hacer ha sido más congruente, su apoyo a la legislación para despenalizar el aborto, su iniciativa para legalizar las drogas, entre otros aspectos claramente socialdemócratas. No obstante, sus conflictos directivos han dejado ver su poco aseo político interno, amén, de alianzas extrañas o secretas con el PAN y a veces con el PRI.
Abstención activa, la opción inteligente
Unos más que otros, los partidos son responsables de la corrupción, del abuso del poder, de la existencia de dirigentes y funcionarios con altísimos sueldos, del desgobierno, de la inseguridad y violencia, del endeudamiento externo, de la transferencia de fondos de la nación a la iniciativa privada ligada a los partidos gobernantes, de la manipulación de conciencia mediante el radio y la televisión, en suma, los partidos no han querido representar los intereses de las mayorías populares, ni siquiera de las clases medias, medianos y pequeños empresarios, sino los de la oligarquía, han sido defensores incondicionales de la gran burguesía nacional y extranjera (baste ver como apoyaron la Ley Televisa, o como tienen en la miseria al magisterio, las universidades e instituciones de salud). Votar por cualquiera de ellos es fortalecer ese estado de cosas, es avalar la corrupción de la vida política nacional.
Por todo eso, la opción inteligente es el abstencionismo activo, no acudir a votar, o acudir y anular el voto, esa bofetada a los demagogos y su sistema deformado podría abrir las puertas para que México avance en la democracia. En lo personal, tengo un único candidato honesto y progresista por quien ir a votar, no lo dejaré solo frente al conservadurismo panista, ni la demagogia priista, pero, he de anular los votos que me restan, en mi opinión, los candidatos a otros cargos están jugando únicamente por el atractivo del alto sueldo que podrían devengar en caso de ganar. ¡Para ellos, ni un voto!

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