El pueblo palestino está viviendo una etapa muy dramática bajo el fuego de Sharon, el asesino de Sabra y Shatila, y hoy, de todo el territorio Palestino.
Los ataques con mísiles que destruyen miles de casas y matan a cientos de hombres, mujeres y niños, continúan por tierra y aire. En verdad que la guerra directa con el pueblo en épocas del gobierno de Barak se ha transformado en una guerra total donde se utilizan todos los medios contra esta gente inocente: tanques, aviones, misiles, etc.
La Conferencia de Apoyo a la Intifadah Palestina fue llevada a cabo en un momento necesario y justo, cuando las Naciones Unidas no hacen nada ante las barbaridades y salvajismo del sionismo, y los países árabes se encuentran desunidos y preocupados por su propia situación de poder en el mundo. Son en su mayoría siervos de Estados Unidos, el ciego aliado del Estado de Israel. Los países europeos se mantienen pasivos olvidando aquello de la democracia y los derechos humanos, como es su costumbre cuando de musulmanes se trata. Por su parte, los norteamericanos en vez de decirle a Israel que debe respetar los derechos humanos, se pusieron muy furiosos y nerviosos y sin ninguna vergüenza dijeron que “llamamos terroristas a los países y personas que participaron en la Conferencia, y a Irán le dispondremos más sanciones económicas”. ¿Acaso esto es el primer mundo? ¡¿Esto es el liderazgo mundial?! Los religiosos cristianos no actuaron como debían actuar. Jesús –que la paz sea con él- siempre estuvo al lado de los oprimidos. Los clérigos judíos y la gente que en verdad cree en Moisés (P) tampoco actuaron debidamente. El profeta Moisés –que la paz sea con él- luchó contra el opresor Faraón y prometió a Dios Todopoderoso no constituir una ayuda y apoyo para los opresores:
«Dijo: “¡Señor mío! Por lo que me has agraciado, jamás seré apoyo para los malhechores”»
(Sagrado Corán, Surah 28, aleya 17).
El Islam, que es una doctrina completa, perfecta y universal, condena todas las formas de opresión y estos actos que realiza el régimen sionista es tiranía. En el Sagrado Corán hay órdenes de estar al lado de los oprimidos, por eso la República Islámica de Irán siempre apoyó a los palestinos y los seguirá apoyando hasta el triunfo. El líder de la Republica Islámica, Hadrat Aiatul•lah Jameneí dijo: “Es un deber islámico, histórico y de conciencia que los países islámicos, y en especial los países árabes apoyen la Intifadah. Palestina seguramente va a llegar a ver un día la desaparición del régimen sionista”.
La Conferencia en Teherán fue la respuesta al grito y llanto de los musulmanes de la Intifadah. Allí mismo el líder dijo:
“Defender a los palestinos es una obligación.”
“El camino del triunfo es el camino de hizbul•lah, no las conversaciones de paz que conducen al fracaso.”
“Nuestra arma es la unidad, la piedad y la fe en Dios.”
“Israel antes había ocupado Beirut pero hoy se encuentra por dentro arruinado y destrozado; por el contrario, la Intifadah se encuentra más preparada que nunca y nosotros la apoyamos.”
El ambiente de la Conferencia estaba impregnado de las consignas de los mártires ensangrentados de la Revolución Islámica de Irán que clamaban: “Hoy Irán, mañana Palestina”. Además, todas las delegaciones dieron su voto de confianza en apoyo a la Intifadah, para el retorno de los emigrantes, para requerir un juzgado internacional por los crímenes cometidos por el sionismo, y asimismo condenaron al régimen de Israel.
Es adecuado reflexionar en la siguiente carta que publicó el diario “El Mundo” de España, con fecha 19-5-2001, para llamar a una protesta, que nosotros traemos a continuación solo una parte de la misma:
Con Palestina.
Palestina es un pueblo que sufre, y que desearía vivir en paz.
Un pueblo que soporta ya 53 años de genocidio.
Setecientas poblaciones borradas del mapa. Más de cuatro millones de refugiados. Treinta y seis masacres constatadas por organismos internacionales independientes. Miles de secuestrados. Miles de encarcelados sin las más mínimas garantías jurídicas. Miles de torturados por un Estado que admite la tortura como un recurso legal sin que la comunidad internacional -¡oh! vieja maldita hipócrita- lo abomine por ello.
Seiscientos muertos y más de 20.000 heridos desde el comienzo de la segunda Intifada. Incesantes asentamientos ilegales. Más y más viviendas demolidas a sangre y saña.
¿Qué hace falta para que la Justicia más elemental encuentre algún resquicio para morar en aquella santa tierra?
Hace falta que Israel deje de ser la niña mimada de Washington y que se vea obligada a aplicar las resoluciones de Naciones Unidas.
Quiera que no. Por la fuerza, si se tercia.
Hace falta que la Unión Europea deje de hacer declaraciones enfáticas y huecas. Que renuncie a considerar que hay terroristas de primera y de segunda, y que se decida de una vez por todas a llamar terroristas también a los de primera.
Javier Ortiz
Que Dios haga realidad lo que todos los hombres justos del mundo y los participantes de la Conferencia pidieron, esto es, el triunfo de la Intifadah de los musulmanes en
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