domingo, 27 de noviembre de 2011

La Yihad

La Yihad
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Malo Bueno
escrito por Ali Bulac
05.01.2006
Si queremos tener una idea general del significado de las acciones y del comportamiento de los musulmanes, primero tendremos que tomar en consideración tres elementos: el primero es el Corán y la Sunna (o sea, los dichos del Profeta, sus acciones y las acciones que aprobó), los cuales proporciona un marco de legitimidad a todos los musulmanes. Segundo, las estructuras tradicionales y culturales que los musulmanes han desarrollado a lo largo de su historia.
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El desarrollo moderno del concepto de yihad
Si queremos tener una idea general del significado de las acciones y del comportamiento de los musulmanes, primero tendremos que tomar en consideración tres elementos: el primero es el Corán y la Sunna (o sea, los dichos del Profeta, sus acciones y las acciones que aprobó), los cuales proporciona un marco de legitimidad a todos los musulmanes. Segundo, las estructuras tradicionales y culturales que los musulmanes han desarrollado a lo largo de su historia. Y tercero, las ideas y puntos de vista que una persona ajena pueda tener y que cambian según el nivel de conocimiento y la observación del observador. Generalmente, la diferencia entre dichos tres elementos no suele tomarse en consideración, lo cual hace difícil determinar qué es lo que proviene de la naturaleza original de la religión; qué es el resultado del entendimiento limitado de los practicantes de la religión y el impacto de su situación histórica; o, por último, qué está causado por la descuidada observación y el conocimiento insuficiente originadores de perjuicios. En tiempos recientes, debido a las guerras de independencia contra el colonialismo que tuvieron lugar en el 80% de los territorios islámicos ocupados, el término yihad ha activado una energía humana magnífica que había permanecido durmiente. Los eruditos del Islam, que se dieron cuenta de las consecuencias de dicha energía, declararon que la yihad podía emplearse contra el colonialismo. En el Cáucaso, en la India y en el colonizado Medio Oriente, a medida que la lucha contra las fuerzas ocupadoras ganaba terreno, la yihad se utilizó como mecanismo de defensa y como marco que establecía la legitimidad de la guerra. De modo natural, el movimiento de la yihad estaba dirigido contra las «fuerzas occidentales», que constituían el «poder ocupante», cuya definición negativa en la literatura política y religiosa dio lugar a la figura del «otro», figura contra la cual había que luchar. Esto a su vez, originó un fuerte prejuicio en Occidente contra la yihad, donde ya existía una imagen particular de los musulmanes fruto de las relaciones históricas.
Cuando la primera generación de islamistas del siglo XIX formuló su proyecto de islamismo como movimiento intelectual y político, abrieron la puerta del iytihad[1], volviendo al Corán y a las fuentes originales de la religión, poniendo un énfasis especial en el espíritu del yihad. Pero lo que se entendía como yihad fue definido en un nuevo marco conceptual como resistencia contra el colonialismo. El término yihad iba a ser usado de modo pragmático a fin de proporcionar la motivación religiosa necesaria para alcanzar un progreso económico, científico y tecnológico. Otro significado de yihad tuvo lugar al redefinirlo: la erradicación de la pereza que había echado raíces en la sociedad durante largo tiempo y el comienzo de un movimiento encaminado a lograr un despertar intelectual, social y material. Al igual que el agua se estanca cuando permanece quieta, también la sociedad se hunde en un letargo cuando deja de moverse. La yihad se concibió como fuente que promovía una energía espiritual, una fuerza transformadora y propagadora para el nuevo movimiento de la comunidad y para deshacerse del colonialismo. En base a dicha energía, fueron creados proyectos sociales dinámicos.
A pesar de todos los minuciosos esfuerzos, los orientalistas occidentales e investigadores no tuvieron en consideración este importante desarrollo, el cual pertenece a la modernidad y moderniza el concepto de yihad. Consideraron que la yihad era una propaganda religiosa que amenazaba la civilización, algo parecido al concepto de cruzada cristiana: el terror como medio de realización de una meta política determinada o el fanatismo ciego impulsado por el fervor religioso (Peters, 1989).
El lugar de la yihad en la terminología islámica básica
El Islam, que acepta otras tradiciones religiosas como el Judaísmo y el Cristianismo como mensajes sagrados revelados con anterioridad a su aparición, posee algunos «términos clave» en su marco teológico de existencia, conocimiento y sentido ético. Estos términos clave, que constituyen la base de la fe religiosa, son el Tawhid (creencia en la absoluta unicidad de Dios), Risala (la comunicación de Dios con la humanidad a través de un Mensajero), Ajira (vida eterna después de la muerte) y algunos otros más. Aunque el yihad no constituye uno de los pilares de la fe, es un término clave que ayuda a entender los aspectos individuales y sociales del Islam. Las campañas políticas y militares que los musulmanes entablaron contra los no musulmanes a lo largo de la historia han originado ciertas diferencias semánticas en el concepto de yihad, al igual que en otros conceptos. Aquí, se puede decir que los movimientos históricos y los modos de gobierno han jugado un papel crucial. Por ejemplo, el término sadaqa (limosna) está relacionado con el término tasadduq (dar limosna), por lo que puede expresar a la vez la idea de «ayuda financiera voluntaria» o la de «impuesto estatal obligatorio». De hecho, en la actualidad se ha convertido en una mera miseria que se da a los pobres y mendigos a título voluntario.
Asimismo, el término yihad ha cambiado de acepción llegando a significar guerra que se hace por razones de creencia cuyo resultado es la expansión militar y la conquista de territorios. Con ello se discrepa con el significado que poseía en los textos religiosos primordiales de carácter vinculante y con el modo en que fue entendido por los musulmanes del primer período. En realidad, yihad tiene un significado más amplio que abarca otros conceptos y significados, igual que el término infaq (dar de las posesiones de uno). Infaq, como término, abarca los siguientes conceptos: sadaqa (ayuda financiera voluntaria u obligatoria, es decir, limosna); zakat (impuesto y/o tasadduq que los musulmanes han de pagar por la posesión de oro, plata, mercaderías, ganado, minerales, etc.); oshur, que está incluido en el significado de zakat (impuesto de una décima o vigésima parte sobre el valor de los productos agrícolas); jaray (impuesto sobre los que cultivan las tierras que pertenecen al estado); jumus (impuesto de una quinta parte sobre el valor de los productos mineros y metales). Todos estos conceptos y otros relacionados con los impuestos estatales están aglutinados por el término infaq, y cada uno posee un significado específico relacionado con una determinada actividad económica, industrial o comercial. Considerando el término yihad en sus diversas acepciones, vemos que puede albergar otros significados tales como qital (batalla), muharaba (guerra en acción), isyan (rebelión), yadal (conflicto). La semántica árabe es suficientemente rica como para expresar cada acción y actitud con una palabra diferente. Qital significa lucha real, mientras que muharaba significa estado de guerra existente entre dos grupos. Si yihad sólo significase «matar» y «guerra», no hubiese sido necesario emplear palabras como qital y muharaba en el Corán.
El marco de la definición
Si intentamos definir yihad respecto a la estructura de su verdadero significado, podemos decir lo siguiente: «Yihad es el esfuerzo realizado para apartar los obstáculos existentes entre la humanidad y Dios».
En esta definición, humanidad, Dios y obstáculos son palabras clave. En un análisis final, humanidad significa individuo. El individuo es el producto de su historia y de su entorno socio-cultural. Sin embargo, si uno así lo desea, puede liberarse de las falsas creencias, de la historia y del entorno, librándose de ser llevado de un lado para otro por el viento de las circunstancias. El Islam es la última religión revelada por Dios a través del Profeta Muhammad, sobre él sea la paz. Por otra parte, los obstáculos, existen en un espectro tan amplio que va desde las pasiones internas de la persona, las restricciones impuestas sobre la libertad de religión y conciencia a la opresión y la depravación social.
Por consiguiente, es posible hablar de dos dimensiones básicas del yihad, palabra derivada de la raíz yahd, que significa esfuerzo o lucha. La primera es el esfuerzo espiritual y moral que debe realizarse para aliviar las restricciones y obstáculos originados por el mundo interior del individuo y su naturaleza esencial. El segundo es la suma total de todas las actividades que se han de realizar a fin de hacer posible un entorno físico y social donde la vida religiosa pueda ser libremente comunicada y practicada. En ambos casos, el individuo habrá de aplicar el máximo esfuerzo en esta lucha para liberar a la humanidad interna y externamente.
El Islam, que constituye la meta de la vida religiosa del individuo y de sus acciones, significa ”más allá de su marco teológico y jurídico concreto” sumisión a Dios, paz, salvación, seguridad y bienestar. Estos conceptos son el común denominador de de casi todas las religiones. El Corán, refiriéndose al profeta Abraham como antepasado común de las tres religiones monoteístas, le llama «musulmán». Llamándole «musulmán»[2], lo que se quiere decir es que era un profeta que se sometía a la voluntad de Dios y que enseñaba la calma espiritual interna y la paz externa. Fue un profeta elegido que enseñó el camino conducente a una vida social donde reinase la paz. El sometimiento a Dios implica vivir en silm. Silm significa vivir en paz con Dios, la naturaleza, los demás y con uno mismo.
El Corán también nos recuerda que la religión verdadera es «una y única» y que sólo hay diferencias en normas secundarias y terciarias de la ley religiosa. Dichas diferencias surgieron conforme a circunstancias históricas y dentro del ámbito de los principios básicos e inalterables de la religión. Esto hace referencia a que en la raíz de la sumisión a Dios radica la unidad de la existencia, la humanidad y la historia. Por consiguiente, en el mensaje de todos los profetas y mensajeros, del primero al último, se puede apreciar un cambio continuo respecto a cuestiones de orden secundario; pero dichos cambios nunca afectan al núcleo del mensaje y son siempre secundarias.
El hecho de que yihad derive del término yahd indica asimismo la relación de dicho término con la palabra iytihad, que deriva de la misma raíz. El significado de iytihad es el hecho de que una persona capacitada intelectual y científicamente realice el máximo esfuerzo en derivar juicios a partir de pasajes del Corán y de la Sunna. El jahd realizado en este caso en un asl (fuente legítima y fidedigna: el Corán y la Sunna) particular y con un usul (método) determinado hace referencia al esfuerzo científico e intelectual. Muyahada, que deriva de la misma raíz, hace sobre todo referencia al esfuerzo individual de la persona en el ámbito de la madurez espiritual y la purificación moral del ego (muyahada contre el ego carnal). Si aceptamos iytihad como metodología de esfuerzo intelectual, particularmente en el campo de la Ley (jurisprudencia islámica o fiqh), podemos considerar la muyahada como método y vía del Sufismo.
La riqueza etimológica de la palabra yihad demuestra la riqueza de las situaciones humanas en la que nuestras experiencias se manifiestan. No cabe la menor duda de que nuestra vida no está compuesta únicamente de luchas y peleas. Sin embargo, debemos de tener en cuenta que las fuerzas de la ira y el deseo que albergamos pueden llevarnos a situaciones que nos parezcan legítimas, por lo que debemos de estar siempre preparados para dichas eventualidades. Lo esencial es mantener dichas fuerzas bajo el control de la mente, que está iluminada por la luz divina del corazón, la fuerza del intelecto, de un modo que conduzca dichas fuerzas hacia metas legítimas y beneficiosas. En esto consiste la gran lucha o muyahada.
La dimensión básica de la yihad relacionada con la vida interior de la persona expresa la lucha contra la voluntad y los deseos del nafs (ego carnal). Nafs es un concepto básico de la literatura musulmana, cuya raíz ontológica significa «oscuridad densa». Lo que significa es amor por el mundo material y dependencia extrema de la naturaleza mundana de nuestro ser esencial. La ambición, el egoísmo, la sensualidad, la adicción a los deseos carnales, la búsqueda de los placeres materiales, la adoración del mundo y la exaltación de los valores mundanos y sus deseos hasta convertirse en fetiches son las características principales del nafs.
La humanidad tiene una naturaleza dual concéntrica. La primera parte de dicha naturaleza es la mundana, mientras que la otra es la espiritual. La morada de esta segunda naturaleza es el corazón, mientras que la morada de la naturaleza mundana son nuestros deseos y pasiones corporales (nuestro nafs). El propósito de la creación de la humanidad es únicamente poner la naturaleza espiritual por encima de la mundana. La libertad adquirida a través del yahd y de la muyahada radica en poder regular conscientemente nuestra naturaleza mundana y en mantener dicho poder. Dios mismo creó a la humanidad con Sus manos[3] de la mejor manera y forma. Nos ha insuflado Su espíritu, nos ha enseñado los nombres (es decir, el conocimiento de todo lo que existe) y nos ha enseñado el camino a través de Sus mensajeros. El propósito de la creación es servir a Dios del mejor modo posible. El camino hacia esta perfección o el resultado de alcanzar dicho nivel es transformarse en insan al-kamil, ser humano perfecto y maduro, es decir: persona en posesión del más alto grado de madurez moral y espiritual. La esencia divina presente en la humanidad nos llama a Dios y al Paraíso, que es a donde verdaderamente pertenecemos. Mientras, la naturaleza mundana, dimensión de la existencia del nafs, nos llama hacia la tierra y el fango. La humanidad es el fruto del árbol de la existencia, la creación más perfecta. Si lo deseamos, con el permiso, la ayuda y el poder de Dios, podremos luchar contra el mal que el nafs fomenta en nosotros y podremos cumplir el propósito de la creación. Otro nombre de esta lucha es muyahada, es decir: yihad.
Según el Islam, este enorme esfuerzo espiritual es conocido como yihad mayor. Según ha sido transmitido, el Profeta, la paz y la bendición sean sobre él, tras retornar de la batalla de Badr, dijo a sus victoriosos compañeros: «Habéis vuelto de la yihad menor a la yihad mayor». Cuando se le preguntó «Â¿Qué es la yihad mayor?», respondió: «Es la yihad contra el ego»[4]. También ha sido transmitido que dijo: «Los verdaderos muyahidun son los que luchan contra sus nafs»[5].
Esta dimensión interior del yihad es de vital importancia. De la gente que no ha luchado contra el mal inherente a su propia naturaleza, de la gente que ha fracasado en superar los obstáculos que se hallan en el camino de la madurez espiritual y moral, no puede esperarse que realicen un esfuerzo fructífero y exitoso en dirigir a los demás hacia el camino verdadero en lo externo. En este marco de referencia, yihad significa la máxima lucha que emprende el individuo en pos de la purificación espiritual, el control de sus nafs y la disciplina de uno mismo respecto a las virtudes morales. Al ser esta la lucha más difícil, se considera a la «yihad contra el nafs la mayor yihad».
La ley, la Guerra y la yihad
En cuanto al significado superficial de la yihad, existe una opinión ampliamente difundida según la cual los musulmanes se consagran a la guerra a fin de forzar a los adeptos a otras religiones a «convertirse al Islam». Según esta opinión, el yihad se ha politizado hasta tal punto que se usa la violencia y el terrorismo contra los demás para cumplir fines propios, buscando legitimidad en el Islam. Los medios de comunicación occidentales a veces muestran actos de terror y violencia políticamente dirigidos como ejemplos de la llamada «yihad islámica».
Aquí, la mejor manera de evitar la confusión es hacer una distinción entre guerra, que ”según hemos señalado al principio de este artículo” es un asunto de derecho internacional presente en el orden del día de las relaciones internacionales (o sea, el combate en sí), y la yihad, que posee una semántica mucho más amplia. Uno de los aspectos de la yihad es, sin lugar a dudas, la guerra. Cuando se enumeran las cuatro funciones clásicas del estado, los juristas hanafíes (la escuela hanafi es una de las grandes escuelas de pensamiento islámico) incluyen por consenso la yihad. Según ellos, los cuatro deberes básicos del estado son los siguientes: la soberanía y la representación de la misma (la práctica de la oración pública del viernes); la recolección de impuestos y la distribución de los mismos en servicios compartidos e indivisibles (fay); la protección de la seguridad nacional y la independencia de la judicatura (la autoridad judicial); y la defensa del territorio (la declaración de la yihad). Los juristas hanafíes consideran que la defensa depende de la autoridad del estado bajo la denominación de «yihad». Esto no significa una lucha continua como en los regimenes marxista o nazi, que aboga por una lucha continua hasta que el mundo entero acepte la superioridad de una raza determinada. Muy al contrario, la autoridad administrativa considera que todos los asuntos han de ser considerados en el ámbito de la ley. El hecho de que dicho deber sea del estado significa que la autoridad para declarar la guerra contra otro país y entablar una yihad sólo puede estar en las manos de una autoridad pública y legítima. Los individuos, grupos sociales, comunidades o grupos políticos no pueden por sí mismos declarar la guerra y llamarla yihad.
A pesar de este claro hecho establecido por la ley, Hans Kruse define la yihad como «guerra continua entre la comunidad musulmana y los no musulmanes». No está claro si ha llegado a esta conclusión a través del estudio de ejemplos históricos o si se basa en fuentes religiosas fundamentales. En realidad, cuando las fuentes fidedignas son consultadas, no se puede encontrar ninguna «yihad continua» en el sentido de qital o guerra. No es un deber obligatorio (fard) que todos los musulmanes deban realizar. Las fronteras de un país musulmán han de ser protegidos por fuerzas armadas, o sea por el ejército oficial del país. Los primeros juristas de entre los compañeros del Profeta, Abdullah ibn Omar, Amr ibn Dinar y Sufyan al-Sawri eran de esta convicción. Según dichos juristas y eruditos, si las fronteras del territorio musulmán están a salvo, la guerra deja de ser necesaria y deja de ser obligatoria (Abu Suleyman, 1985, p. 24).
La conexión de la yihad con la guerra se encuentra al centrarse en la lucha espiritual en pos de la madurez del carácter y esperando que la recompensa provenga sólo de Dios. Las personas que luchan en dicha vía combatirán en guerras con causas justas y legítimas, ofreciendo sus vidas por la libertad y la independencia de la gente ya que dicho acto es considerado por Dios como una causa noble. La persona que muere defendiendo su fe, riqueza, honor, su salud física o mental o su vida es considerada un «mártir». La yihad no es, como dice el orientalista Joseph Schact, «una Guerra Santa que expande el Dar al-Islam (territorios islámicos) a expensas del Dar al-Harb (territorios no islámicos) y que proseguirá hasta que el mundo entero se convierta al Islam o entre bajo la soberanía del mismo» (Schact 1997, p. 139). Debemos señalar que el concepto de Guerra Santa es un concepto completamente occidental, como otros muchos conceptos. En vez de tratar el yihad considerando su sentido verdadero y el lugar que ocupa en el Islam, algunos intelectuales occidentales han intentado ubicar el yihad en su propio sistema de conceptos y entendimiento, tendiendo a traducir el yihad por Guerra Santa. Es más, Schact confunde «Guerra Santa» con los conflictos militares surgidos en las disputas entre estados. Tal y como hemos dicho anteriormente, «Guerra Santa» es un concepto extraño respecto al las concepciones políticas y militares de los musulmanes. La guerra, siendo todo lo indeseable que es, posee una política totalmente diferente. Yihad, en dicho sentido, sólo puede ser llevado a cabo bajo el poder del estado, a saber: la autoridad pública legítima. El objetivo de dicha guerra debe de ser el obtener un resultado justo y merecido, y dicha guerra debería de ser ejecutada dentro de los límites de la legalidad. Rumi dijo: «La guerra se hizo obligatoria para arrebatar las espadas de las manos de los opresores». Además, la ley islámica nunca usaría el calificativo de «santa» para la guerra. Contrariamente a ello, en el Corán se dice que la guerra siempre le es odiosa a los seres humanos (Al-Baqara 2:216), por lo que está limitada en el Islam a fin de que el resultado final sea positivo. No existe en el Islam la pretensión de convertir al mundo entero al Islam. El Corán dice claramente que no todo el mundo creerá (como musulmanes) (Yusuf 12:106). La persona sólo puede encontrar el camino recto y lograr la salvación (hidaya) a través de la voluntad de Dios (mashia) y de Su guía. A pesar de que el esfuerzo personal sea muy importante y necesario, la fe es un privilegio. Al serlo así, es impensable que a alguien se le haga encontrar la hidaya o entrar en la fe a la fuerza. El Corán se dirige al Profeta, y por consiguiente a todos los creyentes, de la siguiente manera: Así pues, llama al Recuerdo, pues sólo eres alguien que llama al recuerdo. No tienes potestad sobre ellos (Al-Ghashiya 88:21-22). El principio más básico es el siguiente:
No hay coacción en (la elección de) la religión (Al-Baqara 2:256).
Por el contrario, una de las causas que hacen legítima una guerra es la instauración de la libertad religiosa y de conciencia y la disminución de los obstáculos que se interponen entre la conciencia del individuo y Dios. Si como seres humanos tenemos una responsabilidad a este respecto, dicha responsabilidad es la de disminuir dichos obstáculos. Sin embargo, si un estado garantiza la libertad religiosa y de conciencia bajo su ley y su constitución, no habría coerción alguna sobre la gente para que eligiesen una religión determinada. Los regímenes opresores no sólo coartan la libertad religiosa, de conciencia y expresiva, sino que crean una gran cantidad de injusticias y de degeneración moral. La lucha por la libertad y la justicia contra dichos regímenes opresores es uno de los objetivos morales del yihad. El Profeta Muhammad, sobre él sea la paz, dijo lo siguiente como clarificación de los objetivos legítimos de la política interna:
La mayor yihad es decir lo justo y la verdad ante un gobernante opresor[6].
La garantía de la libertad de religión y conciencia, el vivir del modo que uno quiera y el establecimiento de una justicia que beneficie a todos, son derechos de los que tanto musulmanes como no musulmanes deben de poder beneficiarse. Como principio, la existencia de más de una religión, creencia y modo de pensar determina el marco general del pluralismo. Dios no desea que toda la gente sea igual, como si todos hubiesen surgido de un mismo molde. Existen diferencias ontológicas que nos permiten ver a qué comunidad le va mejor. No cabe duda que existirán debates teológicos y epistemológicos entre las diferentes religiones. Pero dichos debates no deben dar lugar a guerras y batallas. Dios juzgará los asuntos sobre los que las distintas personas y comunidades discutan. En esta vida, lo que nos incumbe es competir entre nosotros para alcanzar lo bello y lo verdadero.
Inevitablemente, la humanidad ”que, además de virtudes, posee una naturaleza egoísta, codiciosa, dominadora y destructiva” no siempre se atendrá a principios morales, codiciará aquello a lo que no tiene derecho y violará los derechos ajenos. La razón de una guerra legítima y justa sólo puede existir cuando se dan las mencionadas situaciones. Además de la guerra defensiva y la guerra contra los que albergan malos propósitos, es posible declarar la guerra con el fin de establecer la libertad de religión y conciencia y establecer los derechos y las libertades básicas. Un mundo libre de armas y de la amenaza de la guerra es un mundo ampliamente deseado, un ideal maravilloso. Pero los hechos de la historia y de la vida cotidiana demuestran lo lejos que estamos de dicho ideal. Por lo tanto, debemos de vivir con esa continua amenaza. Y si ese es el caso, por lo menos basemos la guerra en argumentos justos y morales. El Islam acepta el hecho de la guerra, mas no como un deber principal, sino como algo circunstancial e ineludible.
La institución de la libertad de religión y conciencia y la protección de los lugares de culto se mencionan en el Corán del modo siguiente:
A quienes han sido expulsados injustamente de sus hogares, sólo por haber dicho: «Â¡Nuestro Señor es Dios!» Si Dios no hubiera repelido a unos hombres valiéndose de otros, habrían sido demolidas ermitas, iglesias, sinagogas y mezquitas, donde se menciona mucho el nombre de Dios (22:40).
El verbo def (repeler) que figura en este versículo deriva de la raíz d-f-a, una de cuyas acepciones es guerra. Sin embargo, no es posible limitar el significado de yihad meramente al de combate (muqatala). Al contener el verbo la noción principal de «deshacerse de», alberga el significado de resistencia contra todo tipo de presión política e ideológica. Emprender una lucha política y legal para asegurar la libertad religiosa y de consciencia en un país, esforzarse en mitigar la presión impuesta sobre la gente, realizar un esfuerzo intelectual al respecto, desarrollar una reacción cívica, crear plataformas para ello, participar en dichas plataformas y ser un miembro de las mismas, está todo ello comprendido dentro del significado de def.
¿Cómo puede ser que una religión que llama a la acción (e incluso a la guerra) para aliviar la presión ejercida incluso sobre los no musulmanes puede ser contemplada como fundamento legítimo para forzar a la gente a que se convierta al Islam o como fundamento para la violencia o para actos terroristas dirigidos contra gente inocente?
Existe en la historia ejemplos que demuestran la atención que el Islam presta a los derechos de los no musulmanes. Tras la conclusión de una sangrienta guerra contra los mongoles, los musulmanes estipularon la condición de que los esclavos no musulmanes tendrían que ser también liberados. Esto era tan inusual que cuando el general mongol, Kutlu Shah, le preguntó a Ibn Taymiya, el interlocutor por parte de los musulmanes: «Â¿Qué significa? ¿Qué continuaréis luchando si no liberamos a los esclavos judíos y cristianos?», Ibn Taymiya respondió: «En efecto. Eso es lo que significa». Según Ibn Taymiya, los musulmanes deben de luchar para garantizar la libertad de los no musulmanes con quienes los musulmanes han pactado, ya que ello constituye yihad por la causa de Dios[7].
Cuando hayan transcurrido los meses sagrados, matad a los paganos dondequiera que les encontréis. ¡Capturadles! ¡Sitiadles! ¡Tendedles emboscadas por todas partes! Pero si se arrepienten, hacen la oración y dan el zakat, entonces ¡dejadles en paz! Dios es indulgente, misericordioso (At-Tawba 9:5).
Este versículo, según se explica en los primeros cuatro versículos del mismo capítulo (At-Tawba), describe una condición en la que todas las posibilidades de acuerdo y pacto se han agotado, en la que todas las relaciones diplomáticas se han roto y cuando la guerra ya se ha desencadenado. En el cuarto versículo, figura lo siguiente:
Se exceptúan los paganos con quienes habéis concertado una alianza y no os han fallado en nada ni han ayudado a nadie contra vosotros (At-Tawba 9:4).
En el sexto versículo, se estipula que los paganos que busquen refugio o protección han de ser excluidos de la lucha. En resumidas cuentas, los anteriores versículos se refieren únicamente a un estado de guerra.
Aquí ha de quedar claro cuándo se considera que existe guerra, tanto en términos de teoría bélica como religiosos. Tal y como se dijo con antelación, la guerra es una situación de lucha militar originada por diferencias y disputas políticas, esta es su naturaleza secular. Según el general prusiano Clausewitz, la guerra es la «continuación de la política con diferentes medios». La guerra es un método que puede ser utilizado para hacer que la gente acepte un objetivo político a través del uso de la fuerza.
Según la mayoría de los juristas musulmanes (yumhur), la causa principal (illat) de la guerra es el ataque de un enemigo contra el Islam y contra el territorio de los musulmanes[8]. La causa que desencadena la guerra está definida en el siguiente versículo:
Combatid por Dios contra quienes combatan contra vosotros, pero no os excedáis. Dios no ama a los que se exceden (Al-Baqara 2:190).
Es decir, que el principio desencadenante de la guerra no estriba en hacer que los no musulmanes se conviertan al Islam. Si eso fuese así, se debería de luchar contra todos los no musulmanes y matarles sin distinción de sexo, edad o si son seglares o religiosos; y eso sería «rebasar los límites», lo cual está prohibido según consta en el versículo. La realidad es que, aun en situación de guerra, los musulmanes no pueden matar a mujeres, niños, ancianos, minusválidos, al clero o incluso a los civiles que no tomen parte activa en la guerra.
Aun en el caso en que el enemigo no se atenga a las normas morales y las leyes arriba mencionadas, el Islam no permite que se lleve a cabo el resarcimiento mediante la venganza, el ojo por ojo, diente por diente. Dicho de otro modo, si las mujeres musulmanas son violadas durante una guerra, los soldados musulmanes no pueden tomar represalias violando a las mujeres del enemigo (Abu Zahra 1976, 42). Por lo tanto, la violación de las mujeres se considera crimen de guerra desde la revelación del Corán en el siglo VII. Sin embargo, en la actualidad ha sido aceptado como crimen de guerra tan sólo desde el 2001. En 1994, siete años después de que los soldados serbios hubiesen violado a unas cincuenta mil mujeres y niñas musulmanas, sólo tres soldados serbios fueron considerados culpables y sentenciados a prisión por el tribunal establecido en La Haya a tal efecto. Sólo después de la sentencia emitida por dicho tribunal, la comunidad internacional aceptó considerar la violación de mujeres por soldados enemigos como «crimen de guerra». Estas regulaciones relativas a la guerra fueron establecidas claramente por el Profeta hace siglos, y los musulmanes han sido llamados a acatarlas hasta hoy en día. (Para más información, véase Yaman 1998, p. 57).
Tomando en consideración los decretos básicos y las leyes que regulan las acciones que legítimamente pueden realizarse en tiempos de guerra, ¿cómo puede equipararse el yihad al terrorismo, cuyo fin es acabar con las vidas de los inocentes y que es un crimen contra la humanidad?
Al examinarlos de cerca y de acuerdo al marco de referencia islámico, los fundamentos reguladores de las relaciones interreligiosas han de basarse en el mutuo respeto y aceptación. El espacio sagrado de cada cual, junto a su particular modo de creencia y el derecho a adorar ha de concebirse como protegido ante todo tipo de ataques y violaciones. Este respeto mutuo animará a las religiones a «competir (tratar de conseguir más) en jayr (buenas obras)».
Jayr es un concepto de gran amplitud semántica. Alberga valores básicos tales como la belleza, la moralidad, la rectitud y la bondad. Es una llamada al diálogo, la cooperación, la ayuda mutua, la tolerancia y los esfuerzos concertados para alcanzar dicha meta. La situación alcanzada en la actualidad hace que sea imperativo el no hacer hincapié en las disputas interreligiosas, sino más bien en los sentimientos de responsabilidad compartidos ante los problemas comunes y en la mutua cooperación.
Ali Bulaí§ - Columnista del periódico turco Zaman; es, a su vez, sociólogo y teólogo, con más de treinta libros publicados acerca del Islam y el mundo islámico.
Referencias
l Abu Sulayman. Islam'in Uluslararasi Ilií¾kiler Kurami, Estambul: 1985. Traducido por Fehmi Koru. Publicado originalmente como The Theory of International Relations in Islam.
l Abu Zahra, Muhammad. Islam'da Savaí¾ Kavrami, Estambul: 1976, Traducido por C. Karaagaí§li.
l ””. Imam Ibn Taymiyya, Estambul: IslamoGlu Yayinlari.
l Peters, Rodolph. Islam ve Sí¶mürgecilik”Modern Zamanlarda Cihad í–gretisi, Estambul: 1989. Traducido por S. Gündüz. Publicado originalmente como Islam and Colonialism: The Doctrine of Jihad in Modern History.
l Schact, Joseph. Islam Hukukuna Girií¾, Ankara: 1977. Traducido por M. Dag and A. Kadir ížener. Publicado originalmente como A History of Islamic Legal Theories: An Introduction to Sunni Usul Al-Fiqh.
l Yaman, Ahmet. Islam Devletler Hukukuna Girií¾, Estambul: 1998.
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[1] Iytihad: (Literalmente, esfuerzo extremo). El ejercicio de la razón a fin de encontrar una resolución sobre un tema no mencionado directamente en el Corán.
[2] «Musulmán» (muslim en árabe) deriva de la misma raíz que Islam s-l-m, que significa sumisión y paz.
[3] ¡Iblís! ¿Qué es lo que te impide postrarte ante quien he creado con Mis manos? (Sad 38:75). Dios está más allá de cualquier atributo físico o humano. La palabra árabe yad (mano) en este versículo y en otros del Corán implica un significado de exaltación cuando se refiere a Dios. Según muchos comentaristas, este verso realza la importancia de la humanidad en lo que su creación y posición sobre otras criaturas se refiere.
[4] Ayluni, Kashf al-Jafa, 1:45.
[5] Tirmizi, Fada'il al-Yihad, 2.
[6] Abu Dawud, Malahim, 17.
[7] Abu Zahra, Imam Ibn Taymiyya, Estambul: IslamoGlu Yayinlari.
[8] Sarahsi, al Mabsut, 10:5.

Modificado el ( 05.01.2006 )

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