domingo, 25 de diciembre de 2011

Mark Twain. "Referente a los judíos" ("Concerning the Jews,"), Harper’s Magazine, Septiembre 1899

Mark Twain. "Referente a los judíos" ("Concerning the Jews,"), Harper’s Magazine, Septiembre 1899

Conocido en todo el mundo por su popular pseudónimo, Samuel Clemens puede vanagloriarse con justicia, de ser el más popular de los escritores norteamericano. Sus obras son conocidas y leídas en todos los países y por personas de todas las edades. Este genial escritor nació en 1835, falleciendo en 1910.

En los Estados algodoneros de los EE.UU, después de la guerra, el judío bajo con fuerza, monto tiendas en las plantaciones y proveyó todas las peticiones de los negros a crédito, y al final de la temporada, era ya propietario de todo el porcentaje de la cosecha que le correspondía a los negros y de parte del porcentaje de la de la temporada siguiente. Pasado no mucho tiempo, los blancos detestaban al judio.

Al judío se les expulsa de Rusia. La causa no se nos oculta. Este movimiento se instituyó porque el campesino cristiano no tenía nada que hacer frente a sus habilidades comerciales. El judío estaba siempre dispuestos a ofrecer préstamos por una cosecha; al año siguiente ya era dueño de la granja, como José.

En la Inglaterra de tiempos de Juan, todo el mundo se hallaba en deuda con el judío. Reunía en sus manos todas las empresas lucrativas. Era el Rey del Comercio. Tuvo que ser desterrado del reino. Por idénticas razones España tuvo que expulsarlo hace ya 400 años y Austria un par de siglos más tarde.

En todas las épocas la Europa cristiana se ha visto obligada a restringir sus actividades. Si se metía en un negocio, el cristiano tenía que retirarse del mismo. Si se colocaba de doctor, se hacía con todo el negocio. Si se dedicaba a explotar la agricultura, los otros granjeros tenían que dedicarse a otra cosa. La ley tuvo que intervenir para librar al cristiano de la casa de caridad. Aún con todo, casi sin empleo, encontró el modo de hacer dinero, Incluso de hacerse rico. Esta historia tiene un aspecto comercial de lo más sórdido y práctico. Los prejuicios religiosos pueden justificar una parte, pero no las otras nueve.

Estoy convencido de que la persecución hacia los judíos no se debe en mayor grado a los prejuicios religiosos. No, el judío es un engendrador de dinero. Ha hecho de ello el fin y la meta de su vida. Ya lo era en Roma. Lo ha sido desde entonces. Su éxito ha convertido a toda la raza humana en su enemigo.

Dirán que el judío es en todas partes numéricamente débil. Cuando leí en la Enciclopedia Británica que la población judía de Estados Unidos ascendía a 25.000 escribí al editor explicándole que yo personalmente estaba relacionado con más judíos que esos, y que sin duda se trataba de un error de imprenta, es decir, 25 millones. Alguien me dijo que tenía razones para sospechar que, por motivos comerciales, muchos judíos no se declaraban como tales. Parece plausible. Yo soy de la opinión de que en América existe una inmensa población judía. Personas competentes me han asegurado que los judíos son extremadamente activos en política.

"Referente a los judíos" ("Concerning the Jews,"), Harper’s Magazine, Septiembre 1899

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