jueves, 1 de marzo de 2012

Algunos Secretos Revelados en el Corán

Algunos Secretos
Revelados en
el Corán

He aquí (en este Corán) un comunicado

para gente que rinde culto a Dios

(Corán, 21:106)

HARUN YAHYA


Todos los derechos reservados © Harun Yahya XXX/2001 CE

Primera edición: Vural Yayincilik, Estambul, Turquía, Noviembre de 2000



Primera edición en inglés: “Some Secrets of the Qur’an”, Shafiq Books, Enero de 2002



Primera corrección de la edición en español: Agosto de 2005

Corrector de la edición en español: Abu Dharr Manzolillo – Buenos Aires – Argentina



Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida o difundida por medios mecánicos o eléctricos, por fotocopia, grabación magnetofónica o cualquier sistema de información sin previo consentimiento del autor.



Por: Harun Yahya



Las citas coránicas son tomadas de la edición en español del Sagrado Corán preparada por Julio Cortés, Editorial Heider, Barcelona, España, 1986.



Website: http:// www.hyahya.org

www.harunyahya.com





INDICE





Introducción

Dios responde a todas las personas que Le rezan

Dios aumenta Sus bendiciones a quienes Le son agradecidos

Los secretos que encierran el someterse y confiar en Dios

En todo acontecimiento hay algo conveniente

Cada dificultad conlleva su facilidad

Dios ciega el entendimiento de los incrédulos

Dios concede entendimiento a quienes Le aprecian

Los benevolentes encuentran benevolencia

El rostro de los creyentes irradia luz y el de los incrédulos aflicción

Motivo por el que Dios borra las malas acciones

Dios anima a gastar sinceramente en Su camino

El efecto positivo del buen hablar y del buen obrar

Modo por el que Dios provee sitio amplio a los creyentes

Dios ayuda a quienes respaldan Su religión

Las disputas debilitan

Los corazones sólo encuentran satisfacción en el recuerdo de Dios

La astucia de Satanás es débil

Seguir la opinión de la mayoría aparta al ser humano del sendero recto

Motivos por los que las bendiciones se multiplican o se reducen

Obedecer al Mensajero es obedecer a Dios

Un pequeño grupo de creyentes puede imponerse a una gran cantidad de incrédulos

Dios hace triunfar Su religión cuando el creyente lo adora sólo a El

La vida en este mundo es muy breve

Dios llena de miedo los corazones de los incrédulos

La sabiduría y el hablar resuelto y prudente son bendiciones de Dios

El ser humano también rendirá cuentas por sus pensamientos e intenciones

Es Dios Quien hace al ser humano afectuoso y cariñoso

El incrédulo y el creyente no mueren de la misma manera

La oración mantiene al ser humano alejado del mal

Quien muere en el camino de Dios, está vivo en el otro mundo

Es Dios Quien hace digno a quien El quiere

Claves para encontrar el sendero recto

Es el alma la que insinúa el pecado

Propósitos de Dios al otorgar a la gente riqueza y abundancia de bienes materiales

Causa por la que Dios no castiga de inmediato a los incrédulos

Conclusión

El engaño del evolucionismo



AL LECTOR





El motivo por el cual dedicamos un capítulo especial al “colapso de la teoría de la evolución” es que ésta constituye la base de todas las filosofías antiespirituales. Dado que el darwinismo niega el hecho de la creación y, por lo tanto, la existencia de Dios, ha provocado durante los últimos ciento cuarenta años, que mucha gente haya abandonado su fe o se vea invadida por la duda. Debido a esto, consideramos un deber importantísimo y estrechamente ligado a la religión, mostrar que esta teoría es un engaño y creemos imperativo que este importante servicio llegue a todos. Posiblemente, algunos de nuestros lectores solamente puedan leer uno de nuestros libros, de ahí, que pensemos apropiado reservar un capítulo para tratar este tema de manera resumida.

En todos los trabajos del autor, las cuestiones relacionadas con la fe se explican a la luz de los versículos coránicos, y se invita a los lectores a aprender las palabras de Dios y a vivir según ellas. Todos los temas referidos a los versículos de Dios se tratan de tal manera que no dejan lugar a dudas o preguntas en la mente del lector. El estilo sincero, llano y fluido de estos libros garantiza que cualquier persona, de cualquier edad y clase social, pueda comprenderlos fácilmente. Gracias a su estilo lúcido y efectivo, se pueden leer de una tirada. Incluso quienes rechazan firmemente la espiritualidad son influenciados por los hechos a los que se hace referencia en estos escritos, y no pueden refutar la verdad de sus contenidos.

Este libro y todos los otros trabajos de Harun Yahya se pueden leer individualmente o discutirse en grupo. Esto último será más beneficioso gracias al intercambio de reflexiones y experiencias.

Además, contribuir a la presentación y circulación de estos libros, que han sido escritos solamente para el agrado de Dios, es un gran servicio a la religión. Todos los libros de este autor son muy convincentes, así que impulsar su lectura es uno de los métodos más efectivos para comunicar la religión a otras personas. Esperamos que el lector dedique unos momentos a echar una mirada a los resúmenes de otros libros que se presentan al final de éste, y aprecie la riqueza del material sobre cuestiones relacionadas con la fe, que no solamente son útiles sino que también es un placer su lectura.

En estos libros, contrariamente a lo que sucede con otros, no hay ideas personales del autor, explicaciones basadas en fuentes dudosas, ni relatos vanos y pesimistas que no hacen más que crear dudas y desviaciones en el corazón. Además, su estilo es muy acorde al respeto y la reverencia debidos a temas sagrados.





ACERCA DEL AUTOR





El autor, que escribe bajo el seudónimo de HARUN YAHYA, nació en Ankara en 1956. Tras completar la educación básica y secundaria en esta ciudad, estudió artes en la Universidad Mimar Sinan de Estambul y filosofía en la Universidad de Estambul. Desde los años 80 publicó muchos libros sobre cuestiones políticas, científicas y relacionadas con la fe. Harun Yahya es conocido como autor de varios trabajos muy importantes que revelan el engaño de los evolucionistas, la invalidez de sus afirmaciones y la oscura relación entre el darwinismo e ideologías sangrientas como el fascismo o el comunismo. El seudónimo está formado por la combinación de los nombres “Harún” (Aaron) y “Yahya” (Juan), en memoria de ambos profetas, muy estimados por su lucha contra la infidelidad. El sello del Profeta (la paz y la bendición de Dios sean con él ―PB―) que aparece en la portada de los libros es simbólico y está relacionado con los contenidos de éstos. Representa al Corán (la escritura verdadera) y al Profeta Muhammad (―PB―), el último profeta. El autor de esta obra, guiado por el Corán y la Sunnah, se propone demostrar la falsedad de todos los principios fundamentales de las ideologías ateas y tener “la última palabra”, de modo que las objeciones contra la religión deban llamarse a silencio para siempre. El sello del último Profeta, quien alcanzó la sabiduría máxima y la perfección moral, se usa como signo de la mencionada intención del autor.

Todos los trabajos de Harun Yahya se centran en un objetivo: llevar el mensaje del Corán a la gente, invitándolas a pensar en cuestiones básicas relacionadas con la fe (como por ejemplo, la existencia de Dios, Su Unidad y el Más Allá) y sacar a la luz la debilidad de los fundamentos de los sistemas ateos y la perversa ideología que hay tras ellos.

Harun Yahya goza de un amplio abanico de lectores en muchos países: de India a América, de Inglaterra a Indonesia, de Polonia a Bosnia, y de España a Brasil. Algunos de sus libros se pueden encontrar en inglés, francés, alemán, español, italiano, portugués, urdu, árabe, albanés, ruso, serbocroata (bosnio), polaco, malayo, turco uyghur e indonesio, lo que permite a lectores de todo el mundo disfrutar de ellos.

Estas obras, apreciadas en todo el mundo, han sido básicas para que muchos recuperen su fe en Dios y tantos otros la profundicen. El sentido común y el estilo sincero y fácil con el que están imbuidos estos escritos, les dan un toque distintivo que afecta directamente a todo el que los lee o estudia. Estos trabajos de una gran coherencia, se caracterizan por su rápida efectividad, el saldo positivo en los lectores y lo irrefutable de sus argumentos. Es difícil imaginar que alguien pueda leerlos, reflexionar seriamente sobre sus contenidos y aún así continuar defendiendo sinceramente la filosofía materialista, el ateísmo o cualquier otra ideología o filosofía perversa. Y si alguno lo hiciera, sería solamente una insistencia sentimental, puesto que ellos refutan tales conceptos desde sus fundamentos. Gracias al conjunto del trabajo de Harun Yahya, todos los movimientos contemporáneos que niegan la creación han sido derrotados ideológicamente.

No hay duda de que estas características se nutren de la sabiduría y lucidez del Corán. El autor sólo pretende, humildemente, servir como medio en la búsqueda humana del camino de Dios. Estas obras se publican sin afán de lucro. Teniendo esto en cuenta, podemos decir que quien invite a otros a leerlas está ofreciendo un servicio de valor incalculable ya que abren los “ojos” del corazón y son una guía para convertirse en sirvientes más devotos de Dios.

En cambio, fomentar la lectura de libros que confunden a la gente (hasta llevar al lector al caos ideológico) y que claramente no sirven para borrar las dudas de sus corazones, es una pérdida de tiempo y energía, como sabemos por propia experiencia. Está claro que lo escrito con el afán de ganar renombre literario, y no con la intención de impedir la pérdida de la fe, jamás tendrá el efecto que buscamos. Es por eso que el único objetivo de los libros de Harun Yahya es derrotar al ateísmo y difundir los valores morales del Corán. El éxito y el impacto de este servicio se verán en la convicción de los lectores.

Debemos tener en cuenta una cosa: la causa principal de la crueldad, de los conflictos constantes y de todos los sufrimientos que padece la mayoría de la humanidad, reside en el predominio ideológico del ateísmo, con el que sólo se puede acabar venciéndolo ideológicamente por medio de dar a conocer las maravillas de la creación y difundiendo la moral coránica. De ese modo, la gente podrá vivir según ésta. Si consideramos el estado del mundo, que conduce a los individuos por una espiral descendente de violencia, corrupción y conflicto, queda claro que este servicio se tiene que ofrecer de la manera más rápida y efectiva posibles. De lo contrario, es probable que sea demasiado tarde.

No es exagerado decir que los libros de Harun Yahya han asumido dicho papel principal. Con la ayuda de Dios, serán el medio por el que la gente del siglo XXI conseguirá la paz, la justicia y la felicidad prometidas en el Corán.

Sus obras incluyen: Judaísmo y Masonería, Masonería Mundial, Terrorismo: El Ritual del Mal, Cábala y Masonería, El Nuevo Orden Masónico, Los Caballeros Templarios, El Islam Denuncia el Terrorismo, La ‘Mano Secreta’ en Bosnia, Los Kurdos la Carta Secreta de Israel, El Comunismo al Acecho, Fascismo: La Ideología Sangrienta del Darwinismo, Los Desastres Que Produjo el Darwinismo a la Humanidad (disponible versión en castellano), Entre Bastidores del Terrorismo, Entre Bastidores del Holocausto, La Política Opresiva de China Comunista y la Situación en Turkestán Oriental, Palestina: La Solución, Las Normas Eticas del Corán, El Invierno del Islam y la Primavera Esperada, Declaración de Fe (1, 2 y 3), Un Arma de Satanás: el Romanticismo, La Luz del Corán Destruyó el Satanismo, Los Ultimos Tiempos y Sus Signos en el Capítulo del Corán “La Vaca”, Signos del Ultimo Día y la Bestia de la Tierra, Realidades (1 y 2), El Mundo Occidental se Vuelve Hacia Dios, El Engaño del Evolucionismo (disponible versión en castellano), Respuestas Precisas a los Evolucionistas, Las Equivocaciones de los Evolucionistas, El Corán se Opone al Darwinismo, La Epoca de Oro, Pueblos Desaparecidos (disponible versión en castellano), El Arte del Color de Dios, La Verdad de la Vida en Este Mundo, Signos en los Cielos y en la Tierra Para las Personas de Entendimiento (disponible versión en castellano), El Profeta Moisés, El Profeta Yusuf, El Profeta Muhammad (BP), El Profeta Salomón, La Gloria Está por Todas Partes, La Importancia de las Evidencias de la Creación, La Pesadilla del Incrédulo, Conocimiento de la Verdad, La Eternidad Ya Ha Comenzado, La Eternidad y la Realidad del Destino, Materia: Otro Nombre de la Ilusión, El Hombrecito en la Torre, El Islam y la Filosofía del Karma, La Magia Negra del Darwinsimo, La Religión del Darwinismo, El Colapso de la Teoría de la Evolución en 20 Preguntas, La Ingeniería de la Naturaleza, La Tecnología Copia a la Naturaleza, El Atolladero del Evolucionismo I (Enciclopédico), El Atolladero del Evolucionismo II (Enciclopédico), Dios es Conocido a Través de la Razón, El Corán Guía el Camino de la Ciencia, El Verdadero Origen de la Vida, Conciencia en la Célula, La Tecnología Imita a la Naturaleza, Una Retahíla de Milagros, La Creación del Universo (disponible versión en castellano), Los Milagros en el Corán, El Designio de la Naturaleza, Autosacrificio y Modelos Inteligentes de Comportamiento entre los Animales, El Fin del Darwinismo, Nunca Defienda la Ignorancia, El Milagro Verde: La Fotosíntesis, El Milagro del Atomo, El Milagro en la Célula, El Milagro del Sistema Inmune, El Milagro en el Ojo, El Milagro de la Creación en los Vegetales, El Milagro en la Araña, El Milagro en el Mosquito, El Milagro en la Abeja, El Milagro en la Hormiga, El Milagro de la Semilla, El Milagro en la Termita, El Milagro de la Hormona, El Milagro del Cuerpo Humano, El Milagro de la Creación del Ser Humano, El Milagro de la Proteína, El Milagro del Olfato y del Gusto, El Milagro del Micromundo, Los Secretos del ADN.

Los libros para niños del autor son: Maravillas en la Creación de Dios, El Mundo de los Animales, La Gloria en los Cielos, Criaturas Asombrosas, Aprendamos Nuestro Islam, Los Milagros en Nuestros Cuerpos, El Mundo de Nuestras Amiguitas: Las Hormigas, Los Panales Perfectos de las Abejas, Constructores Hábiles de Diques: Los Castores, ¡Chicos, Darwin Mentía!.

Otros trabajos del autor sobre temas coránicos incluyen: ¿Nunca Pensaron Acerca de la Verdad?; Devotos de Dios; Abandono de la Sociedad de la Ignorancia; La Real Morada de los Creyentes, El Paraíso; Valores Morales en el Corán; Conocimiento del Corán; Index del Corán; La Emigración por la Causa de Dios; Referencia a los Hipócritas en el Corán; Los Secretos del Hipócrita; Los Nombres de Dios; La Comunicación del Mensaje y la Discusión en el Corán; Conceptos Básicos en el Corán; Respuestas Desde el Corán; Muerte, Resurrección, Infierno; La Lucha de los Mensajeros; El Enemigo Jurado del Ser Humano: Satanás; La Mayor Difamación, La Teoría de la Evolución; Idolatría, la Religión del Ignorante; La Arrogancia de Satanás; El Rezo en el Corán; La Importancia de la Conciencia en el Corán; El Día de la Resurrección; No Olvidar Nunca; Desprecio de los Dictámenes Coránicos; Abandono de la Sociedad de la Ignorancia; La Importancia de la Paciencia en el Corán; Conocimiento General a Partir del Corán; Rápida Adhesión a la Fe (partes 1, 2 y 3); Razonamiento Imperfecto del Incrédulo; La Fe Perfeccionada; Lo Que Dicen Nuestros Mensajeros; La Compasión de los Creyentes; El Temor a Dios; La Pesadilla del Incrédulo; El Profeta ‘Isa (Jesucristo) Vendrá; Las Bellezas de la Vida Presentadas por el Corán; Un Conjunto de las Bellezas de Dios (partes 1, 2, 3 y 4), La Iniquidad Llamada “Burla”; El Secreto de la Prueba; La Verdadera Sabiduría Según el Corán; El Combate con la Religión de la Irreligión; La Escuela de Yusuf; La Alianza de Dios; La Difamación Contra los Musulmanes a lo Largo de la Historia; La Importancia de Seguir la Buena Palabra; ¿Por Qué Te Autoengañas?; El Islam: La Religión de la Tranquilidad; el Entusiasmo y el Vigor Según el Corán; El Ver el Bien en Todo; ¿Cómo Interpreta el Corán el Ignorante?; Algunos Secretos del Corán; El Valor de los Creyentes, Confiados en el Corán, La Justicia y la Tolerancia en el Corán, Pilares Fundamentales del Islam, Los Que Desatienden el Corán, El Corán Como Guía, Una Amenaza al Acecho: La Negligencia, La Sinceridad en el Corán, La Religión de las Personas Devotas, Los Procedimientos del Mentiroso Según el Corán.





Introducción





Hay muchas personas que no tienen fe en el Córan a pesar de que suponen que son buenos creyentes. Adhieren a ilusiones y llevan una vida contradictoria y deficiente rechazando tomar el Corán como guía, aunque es el único Libro que les provee de un conocimiento auténtico y de las claves más perfectas de la creación de Dios. Cualquier información al respecto que no se base en el Corán resulta contradictoria y por lo tanto engañosa e ilusoria. Por lo tanto, quienes no adhieren al Corán viven en el error. En el Más Allá estarán condenados a un castigo eterno.

En el Corán Dios comunica a la humanidad muchas cuestiones claves, además de las oraciones, mandamientos, prohibiciones y altas normas morales. La persona atenta puede ser testigo de las mismas a lo largo de su vida. Y como dijimos, la única fuente que las brinda es el Corán, por lo que independientemente de la inteligencia, erudición o sagacidad humanas, no se las podrá hallar en ningún otro lugar.

Es Dios Quien dispone que unas personas puedan comprender algunos de los mensajes ocultos en el Corán. Quienes no se preocupan por ellos, llevan una vida problemática y nunca entenderán las causas de sus aflicciones. Por el contrario, quienes estén atentos a esas claves coránicas, gozarán de una vida agradable.

Por eso mismo, el Corán es claro, de fácil comprensión y bastante directo. Allí Dios manifiesta:



¡Hombres! Os ha venido de vuestro Señor una prueba (mediante la Revelación). Y os hemos hecho bajar una Luz (el Corán) manifiesta. A quienes hayan creído en Dios y se hayan aferrado a El, les introducirá en Su misericordia y favor y les dirigirá a Sí por una vía recta. (Corán, 4:174-175)



Sin embargo, gran parte de los humanos, aunque sean capaces de resolver los problemas más complicados y llevar a la práctica las filosofías más desconcertantes y ambiguas, no son capaces de captar los comunicados claros y simples del Corán. Y como explica el Libro, este mismo hecho es un misterio importante. La muerte se nos acerca inevitablemente día a día aunque seamos impotentes para comprender la naturaleza fugaz de la vida temporal. Esas claves del Corán son una gracia para los creyentes, en tanto que representan un tormento para los incrédulos, en este mundo y en el otro. Dios se refiere a ello en un versículo:



Hacemos descender, por medio del Corán, lo que es curación y misericordia para los creyentes, pero esto no hace sino perder más a los impíos. (Corán, 17:82)



Este libro se ocupa de temas a los que se refieren algunos versículos que Dios ha revelado a la humanidad en puridad. Al leerlos y ser atraído por ellos, se debe indagar sobre sus propósitos recónditos, evaluando todo a la luz del Corán. Entonces se comprenderá con entusiasmo que esos temas coránicos claves abarcan la vida en este y en el otro mundo.

Podemos ver la manifestación de esas claves de Dios desde el momento en que nos levantamos a la mañana. Para percibirlas sólo tenemos que estar atentos, volvernos a Dios y meditar. Entonces comprobaremos que esta vida no depende para nada de las leyes perjudiciales que muchos adoptan y que las únicas válidas y con autoridad son las de Dios. Esta es una clave muy importante. En gran cantidad de las reglas y prácticas adoptadas por la gente durante siglos como verdades inmutables no hay nada de bueno. En realidad, dichas personas sufren de un gran engaño. La verdad es la que está revelada en el Corán y cualquiera que lo lea sin prejuicios ni mala voluntad y evalúe todo como amigo de Dios, percibirá esas claves con toda claridad. Eso guiará a entender mejor que sólo Dios Uno es quien tiene control sobre todo lo material, los sentimientos y las ideas. Dice El en un versículo:



Les mostraremos Nuestros signos fuera y dentro de sí mismos hasta que vean claramente que (el Corán) es la Verdad. ¿Es que no basta que tu Señor sea testigo de todo? Seguramente dudan del encuentro de su Señor. Seguramente El abarca todo. (Corán, 41:53-54)











Dios responde a todas las personas que Le rezan





Dios, Todopoderoso, Misericordioso y Compasivo, reveló en el Corán que está cerca del ser humano y responderá a quienes Le oren. Uno de esos versos significativos es el siguiente:



Cuando Mis siervos te pregunten por Mí, estoy cerca y escucho la oración del que ora cuando Me invoca. ¡Que Me escuchen y crean en Mí! Quizás, así, sean bien dirigidos. (Corán, 2:186)



Como se manifiesta en este versículo, Dios está cerca de todos. Conoce los deseos, sentimientos, ideas, cada palabra pronunciada, cualquier susurro y hasta lo que está oculto dentro de nuestros pensamientos. En consecuencia, Dios oye y conoce a todos los que se vuelven a El y Le oran. Esta es una bendición de Dios a la humanidad, y expresión de Su misericordia, gracia y poder infinitos.

Dios posee poder y conocimiento sin límites. Es el Poseedor de todo. Cada ser, cada objeto --desde las personas aparentemente más poderosas a las más pobres, desde los magníficos cuerpos celestiales al animal más diminuto de la tierra-- pertenece a Dios y está completamente bajo su voluntad y control.

Una persona que cree sinceramente en ello, puede orar a Dios por cualquier cosa y esperar que Dios conteste sus oraciones. Por ejemplo, si una persona posee una enfermedad incurable seguramente recurrirá a todas las formas de atención médica. Pero sabiendo que sólo Dios restaura la salud, a El le rezará para su recuperación. Alternativamente, una persona con algún tipo de temor o ansiedad puede orarle a Dios para que la alivie y remueva toda clase de miedo. Y quien enfrente dificultades en una tarea también puede rezarle a El para superarlas. Se puede rogar a Dios por muchas cosas: por la guía hacia el sendero correcto, para que nos acepte en el paraíso, para comprender mejor lo que es el Jardín, el infierno y el Poder de Dios, por una buena salud, etc. Esto es lo que subrayó el Mensajero de Dios (la paz sea con él), cuando dijo:

“¿Quieren que les presente un medio con el cual se protegerán de las maldades de los enemigos y aumentarán sus recursos?” Dijeron: “Sí, oh Mensajero de Dios”. Dijo el Profeta: “Implora a tu Señor día y noche, porque la ‘Oración’ es el recurso del creyente”.1

Sin embargo, en el Corán hay otro secreto revelado que merece nuestra atención en este momento. Como Dios comunica en el versículo, “El hombre invoca el mal con la misma facilidad con que invoca el bien: el hombre es muy precipitado (Corán, 17:11). No todo lo que invoca el ser humano puede ser provechoso. Por ejemplo, una persona puede pedirle a Dios que le dé más propiedades y riquezas para el bienestar de sus hijos el día de mañana, pero Dios puede ver que ello no es algo bueno. Puede ser que la vida fácil aparte a sus hijos de Dios. Entonces Dios oye la súplica y la acepta como adoración pero responde de la manera más conveniente. Por otra parte, alguien puede pedir a Dios que le ayude a no llegar tarde a una cita. Pero puede ser que eso es lo que le conviene ya que así se encontrará con alguien que le será beneficioso para la vida eterna. Es decir, Dios no ve nada bueno para la persona en la cita a la que quería llegar a tiempo y le responde entonces de la manera que más conviene a la misma. Esto encierra un secreto muy importante.

Quienes desconocen esa realidad piensan que cuando Dios no les concede lo que quieren es porque no escuchó sus invocaciones. Pero en realidad se trata del producto de su ignorancia, porque Dios está “más cerca de él que su misma vena yugular” (Corán, 50:16). Dios está enterado de cada palabra que se pronuncia, cada pensamiento que se tiene y cada instante de la vida de cada uno. Incluso Dios conoce lo que experimentamos cuando dormimos. Dios es el creador de todo. En consecuencia, habría que ser consciente de que cada vez que se reza El acepta ese acto como adoración, responde de la manera más conveniente y facilitará lo que sea mejor para uno.

La oración, una forma de adoración, también es un regalo precioso de Dios a la humanidad porque por medio de ella Dios permite que el ser humano logre cualquier cosa que considera buena y beneficiosa para sí mismo. El Corán se refiere a la importancia de la oración: “Di: ‘Mi Señor no se cuidaría de vosotros si no Le invocarais. Pero habéis desmentido (la Revelación) y es ineludible (el castigo)’”. (Corán, 25:77)




Dios responde las oraciones de los afligidos y necesitados


Es cuando se realiza la oración que se siente la proximidad explícita de Dios. Es el momento en que, como siervo del Señor, se siente Su cercanía y la necesidad de El. Es por eso que al rezar se percibe la debilidad de uno y que nadie excepto El puede ayudarnos. La sinceridad con que rezamos depende de la angustia que nos embarga. Por ejemplo, todo el mundo reza a Dios por la paz en el mundo. Pero el angustiado en medio de una guerra rezará con más entrega y humildad. Del mismo modo, durante una tormenta en un barco o a bordo de un avión en peligro de estrellarse, la súplica a Dios será con un gran fervor, sinceridad y sumisión. Dios se refiere a esta realidad:



Di: “¿Quien os liberará de las tinieblas de la tierra y del mar?” Le invocáis humildemente y en secreto: “Si nos libras de ésta, seremos, ciertamente, de los agradecidos”. (Corán, 6:63)



En el Corán, Dios ordena al ser humano que ore con humildad:



¡Invocad a vuestro Señor humilde y secretamente! El no ama a quienes violan la ley. (Corán, 7:55)



En otro versículo Dios comunica que responde las súplicas de los oprimidos y necesitados:



¿Quién, si no, escucha la invocación del necesitado, quita el mal y hace de vosotros sucesores en la tierra? ¿Hay un dios junto con Dios? ¡Qué poco os dejáis amonestar! (Corán, 27:62)



Está claro que no necesariamente se debe enfrentar la muerte para implorar a Dios y pedirle ayuda. Los ejemplos que damos aquí tienen por objeto hacer notar las formas en que el que cree en Dios reacciona ineludiblemente cuando se enfrenta con la muerte, es decir, volviéndose a El con absoluta sinceridad. Por otra parte, los creyentes de corazón, conscientes de su debilidad y necesidad, siempre se vuelven a Dios sinceramente, aunque sus vidas no corran peligro. Es una característica importante que los distingue de los incrédulos y de los de poca fe.





La súplica no tiene límites


A Dios se le puede pedir todo lo correcto (halal) porque El es el único gobernante y dueño absoluto de todo y, si quiere, otorga al ser humano lo que sea. Quien se vuelve a Dios y le reza, comprueba la potestad sin límites de Dios y en consecuencia debemos “mantenernos firmes en la súplica”, como manifestó nuestro querido Profeta (la paz sea con él)2. Debemos saber que para El es fácil cumplimentar cualquier deseo y conceder cualquier cosa, siempre que sea bueno para el suplicante. Los rezos de los profetas y de los creyentes auténticos mencionados en el Corán son un ejemplo para los creyentes respecto a las cosas que pueden pedir a Dios. Por ejemplo, el profeta Zacarías (Zakariyya) (la paz sea con él), suplicó a Dios por un heredero complaciente y Dios respondió sus ruegos, a pesar de que su esposa era estéril:



Cuando invocó internamente a su Señor. Dijo: “¡Señor! Se me han debilitado los huesos, mis cabellos han encanecido. Cuando te he invocado, Señor, nunca me has decepcionado. Temo la conducta de mis parientes a mi muerte, pues mi mujer es estéril. Regálame, pues, de Ti un descendiente, que me herede a mí y herede de la familia de Jacob, y ¡haz, Señor, que él te sea agradable!”. (Corán. 19:3-6)



Dios respondió las oraciones del profeta Zacarías y le dio la buena noticia del profeta Juan (Yahya -la paz sea con él-). El profeta Zacarías se sorprendió al recibir la noticia de un hijo porque su esposa era estéril. La respuesta de Dios a él revela un secreto que los creyentes siempre deberían tener presente:



“¡Señor!”, dijo (Zacarías), “¿Cómo puedo tener un muchacho, siendo mi mujer estéril y yo un viejo decrépito?”. “Así será”, dijo (el Señor). “Tu Señor dice: ‘Es cosa fácil para Mí. Ya te he creado antes cuando no eras nada’”. (Corán, 19:8-9)



Hay muchos otros profetas mencionados en el Corán cuyas oraciones tuvieron respuesta. Por ejemplo, el profeta Noé (la paz sea con él) pidió a Dios que infligiera un castigo a su gente, pues habían seguido el camino del mal a pesar de sus mejores esfuerzos para guiarlas al camino recto. Como respuesta a sus oraciones, Dios les asestó una gran aflicción, conocida por la historia.

El profeta Job (Aiyub) (la paz sea con él), imploró a Dios debido a su enfermedad: … “¡He sufrido una desgracia, pero Tú eres la Suma Misericordia!” (Corán, 21:83). La respuesta al profeta Job fue:



Y le escuchamos, alejando de él la desgracia que tenía, dándole su familia y otro tanto, como misericordia venida de Nosotros y como amonestación para Nuestros siervos. (Corán, 21:84)



Dios respondió al profeta Salomón (la paz sea con él), quien rogó, “¡Señor!”, dijo. “¡Perdóname y regálame un dominio tal que a nadie después de mí le esté bien. Tú eres el Munífico!” (Corán, 38:35). Dios le concedió un gran poder y riqueza.

En consecuencia, quienes rezan deberían tener presente el versículo, “Su orden, cuando quiere algo, se reduce a decirle (a ese algo): “¡Sea!”. Y es. (Corán, 36:82)





Dios da bendiciones de este mundo a quienes las desean,
pero en la otra vida sufrirán una fuerte pérdida


Los deseos de quienes no albergan un respeto reverencial a Dios en sus corazones y carecen de una fe profunda en el Más Allá, son mundanales. Buscan riquezas, propiedades y estatus sólo para la vida de este mundo. Dios nos informa que quienes desean solamente lo mundanal no recibirán ninguna recompensa en la otra vida. Los creyentes, por otra parte, ruegan por la vida en este mundo y en el otro puesto que están seguros que la del Más Allá es tan cierta y próxima como la de aquí. Dios dice lo siguiente:



…Hay entre los hombres quienes dicen: “¡Señor! ¡Danos (bien) en la vida de acá!” Esos no tendrán parte en la otra vida. Otros dicen: “¡Señor! Danos bien en la vida de acá y en la otra presérvanos del castigo del Fuego!” Esos tendrán parte (recompensa) según sus méritos. Dios es rápido en ajustar cuentas. (Corán, 2:200-202)



Los creyentes también rezan por buena salud, riquezas, conocimiento y felicidad. Sin embargo, todas sus oraciones contienen la intención de agradar a Dios y buscan favorecer a la religión (din) en alguna medida. Por ejemplo, piden riquezas para usarlas en el camino de Dios. El Corán nos brinda el ejemplo del profeta Salomón. Su pedido de posesiones sin precedentes no tenía propósitos mundanales sino la noble intención de ser usadas en el camino de Dios, es decir, para llamar a la gente a la religión de Dios y ocuparse en la remembranza de El. Las palabras del profeta Salomón en el Corán indican esa intención sincera:



“.. Seguramente preferí las cosas buenas del mundo a la remembranza de mi Señor…” (Corán, 38:32)



Dios respondió a esa manifestación de Salomón, le concedió una gran riqueza en el mundo y le recompensó con las bendiciones de la otra vida. Por otra parte, Dios también concede los deseos de los que solamente quieren la vida de este mundo, aunque en el otro les aguarda un castigo doloroso. En la otra vida no tendrán acceso a ninguna de las bendiciones recibidas aquí.

Esta realidad importante se relata en el Corán así:



A quien desee labrar el campo de la vida futura se lo acrecentaremos. A quien, en cambio, desee labrar el campo de la vida de acá, le daremos de ella, pero no tendrá ninguna parte en la otra vida. (Corán, 42:20)



Si alguien desea la vida fugaz, Nosotros nos apresuraremos a darle en ella lo que queremos ―y a quien queremos―. Luego, le destinamos al infierno, donde arderá denigrado, desechado. (Corán, 17:18)





Dios aumenta Sus bendiciones a quienes Le son agradecidos


Toda persona necesita de Dios en todo instante de su vida. Desde el aire que respira hasta el alimento que come, desde la capacidad de valerse de sus manos hasta la facultad de hablar, desde el vivir en la clandestinidad a expresarse libremente con alegría, vive completamente en necesidad de lo que Dios crea y le otorga. Aún la gran mayoría de las personas no perciben su debilidad y su necesidad de Dios. Suponen que las cosas se desarrollan espontáneamente o que adquieren todo por su propio esfuerzo. Se trata de un error importante como así también una seria ingratitud hacia Dios. Irónicamente, la gente agradece a una persona que le regala algo insignificante y se pasa la vida ignorando las bendiciones incontables que Dios le ha dado en el transcurso del tiempo. Sin embargo, las bendiciones otorgadas son tan numerosas que nunca se las podría contabilizar. Dios nos informa así de esta realidad:



Si os pusierais a contar las gracias de Dios, no podríais enumerarlas. Dios es, en verdad, indulgente, misericordioso. (Corán, 16:18)



A pesar de esta realidad, la mayoría de la gente no agradece las bendiciones que recibe. El motivo de esa actitud nos lo cuenta el Corán: Satanás, quien juró descarriar a la gente del sendero de Dios, dijo que su objetivo fundamental es promover la ingratitud hacia Dios. Las expresiones desafiantes que Satanás dirige al Todopoderoso enfatizan la importancia de darle gracias a Dios:



“He de atacarles por delante y por detrás, por la derecha y por la izquierda. Y verás que la mayoría no son agradecidos”. Dijo: “¡Sal de aquí (del Paraíso)!, detestable, vil! ¡He de llenar el infierno de tus secuaces! ¡De todos vosotros!”. (Corán, 7:17-18)



Los creyentes, por otra parte, concientes de sus debilidades y mostrándose sumisos ante Dios, Le agradecen todas las bendiciones concedidas. Riquezas y posesiones no son las únicas bendiciones por las cuales los creyentes agradecen a Dios. Saben que Dios es el Dueño y Poseedor de todo y entonces expresan su gratitud de corazón por la buena salud, la belleza, el conocimiento, la sabiduría, la fe sincera, el rechazo de la incredulidad, la comprensión, el discernimiento, la previsión y la autoridad. Son agradecidos por ser guiados rectamente y por estar en compañía de los creyentes. Un hermoso paisaje, el fácil manejo de sus asuntos, la realización de sus deseos, las noticias que producen una gran alegría, una conducta respetuosa o cualesquiera de otras bendiciones, hacen que los creyentes se vuelvan inmediatamente a Dios, Le expresen su gratitud y reflexionen sobre su misericordia y compasión.

A cambio, por las buenas normas éticas exhibidas, los creyentes recibirán una recompensa. Este es otro de los secretos revelados en el Corán. Dios aumenta Sus bendiciones sobre quienes son agradecidos. Por ejemplo, Dios otorga más salud y poder a quienes Le agradecen por la buena salud y fortaleza con que cuentan. Dios concede más conocimiento y bienes a quienes Le agradecen esos beneficios recibidos. Esas recompensas les corresponden porque son personas sinceras que toman a Dios como amigo, están satisfechas con lo que El les da y se sienten complacidas con Sus bendiciones. Dios se refiere a estas cuestiones claves en el Corán:



“Y cuando vuestro Señor anunció: “Si sois agradecidos, os daré más (de Mi gracia). Pero, si sois desagradecidos,…Ciertamente, Mi castigo es severo.” (Corán, 14:7)



El ser agradecido también es un signo de la cercanía y amor a Dios. Los agradecidos poseen el discernimiento y capacidad para percibir las bellezas y bendiciones que Dios crea. El Mensajero de Dios (la paz sea con él), también se refirió a esto cuando dijo:

Cuando Dios te da hacienda, el deleite de las bendiciones y tributos de Dios tiene que manifestarse en ti3.

Por otra parte, el incrédulo o ingrato siempre verá las imperfecciones y errores incluso en el ámbito más hermoso y de esa manera se sentirá desdichado y descontento. En efecto, como propósito divino de la creación de Dios, dicha gente siempre se cruza con eventos aparentemente desfavorables y escenas desagradables. Asimismo, Dios despliega más de sus dones y bendiciones para aquellos que actúan de manera sincera y clarividente.

Uno de los secretos revelados en el Corán es el aumento de las bendiciones de Dios para quienes son agradecidos. Sin embargo, hay que tener presente que la sinceridad es un requisito de la gratitud. No hay duda de que mostrarse como agradecido sólo para impresionar a los demás, sin volverse sinceramente a Dios y sin percibir la paz interna producto de la misericordia y compasión, no sería más que una deshonestidad consumada. Dios sabe lo que nuestros corazones albergan, y será testigo de dicha deshonestidad. Los que tengan esa mala intención podrán engañar a otros pero no a Dios. Podrán ser agradecidos formalmente mientras no haya mayores problemas pero en tiempos difíciles lo más probable es que se muestren de inmediato desagradecidos.

También debería advertirse que los creyentes auténticos siguen siendo agradecidos a Dios incluso bajo las condiciones más difíciles. Alguien que observe desde afuera puede notar que se reducen algunas de las bendiciones de las que gozan los creyentes, pero éstos, al ser capaces de percibir los aspectos positivos de todo evento y situación, no dejan de tener en cuenta los favores que hay en ello. Por ejemplo, Dios comunica que probará a la gente con el temor, el hambre y la pérdida de la riqueza o la vida. En esos casos los creyentes no se entristecen ni se irritan pues confían en que Dios les premiará con los dones del Paraíso debido a la firmeza que demostraron en esa prueba. Saben que Dios no impone a nadie más que lo que puede soportar. La firmeza y sumisión consciente conduce a la paciencia y al reconocimiento. Por lo tanto es un atributo obvio de los creyentes exhibir una inquebrantable sumisión y entrega, a cambio de lo cual Dios promete expandir sus bendiciones sobre Sus siervos agradecidos, en este y en el otro mundo.



Los secretos que encierran el someterse y confiar en Dios


Confiar en Dios es un atributo peculiar de los creyentes que tienen una fe profunda, que pueden apreciar Su potestad, y que están en Su cercanía. El confiar en Dios implica la revelación de secretos y bendiciones importantes. Implica una sumisión definida y la plena confianza en el destino que El determina. Dios es el creador de todo: de los seres humanos, de los animales, de las plantas, así como de lo inorgánico. Y cada cosa tiene un propósito y destino determinados. El sol, la luna, los mares, los lagos, los árboles, las flores, una pequeña hormiga, una simple hoja que se desprende de la rama, una partícula de polvo sobre el escritorio, una piedra con la cual se puede tropezar, la camisa comprada diez años atrás, el durazno en el refrigerador, su madre, sus amigos de primaria, usted mismo, en resumen, todas las cosas, poseen un destino que fue predeterminado hace millones de años por Dios. El destino de todo está guardado en un libro que es llamado en el Corán “El Libro Madre”. El momento de la muerte, de la caída de la hoja, del comienzo de la descomposición del durazno en el refrigerador, y todas las etapas por las que pasó la piedra hasta que se tropieza con ella, es decir, todo evento, insignificante o importante, está en este libro.

Los creyentes tienen fe en el destino y saben que el dispuesto por Dios para ellos es el mejor. Es por eso que en todo momento confían en Dios. En otras palabras, saben que Dios genera todos los sucesos con un propósito divino y que todo lo que crea es beneficioso. Por ejemplo, contraer una enfermedad fatal, confrontar con un enemigo inmisericorde y desagradable, padecer acusaciones falsas siendo inocente o tropezar con las situaciones más terribles, no hace trepidar la fe de los creyentes ni suscita miedo en sus corazones. Dan la bienvenida a lo que Dios ha creado para ellos y se alegran de no asustarse de las cosas que normalmente aterrorizan o desesperan a los incrédulos. A eso se debe que hasta los escenarios más espantosos fueron dispuestos por Dios para ponerles a prueba. Quienes los enfrentan con firmeza, confían en Dios y en el destino que El pergeña, obtendrán el amor y contento de Dios. De ese modo se ganan el Paraíso eterno. Por lo tanto, los creyentes obtienen el goce de confiar en su Señor a lo largo de sus vidas. Se trata de una bendición y un secreto que Dios revela a los creyentes. Dios comunica en el Corán (Corán, 3:159) que ama a quienes confían en El. A eso también se refiere el Mensajero de Dios (la paz sea con él):

La fe de un siervo de Dios no es tal a menos que crea en el destino, con sus partes buenas y malas, sepa que no puede evitar nada de lo que le sucede (sea bueno o malo) y que no puede lograr nada de lo que le es esquivo y que no puede agarrar nada que se escape de él (sea bueno o malo)4.

Otro punto mencionado en el Corán acerca de la confianza en Dios es “la toma de medidas.” El Corán nos informa sobre numerosas medidas que pueden tomar los creyentes en diversas situaciones. En muchos otros versículos Dios también revela que esas medidas aceptadas como una forma de adoración por Dios, no modifican el destino. El Profeta Jacob (la paz sea con él), advirtió a sus hijos que tomen ciertas medidas al entrar a la ciudad, pero después les recordó que pusieran su confianza en Dios. El versículo de marras dice:



Y dijo: “¡Hijos míos! No entréis por una sola puerta, sino por puertas diferentes. Yo no os serviría de nada frente a Dios. La decisión pertenece sólo a Dios. ¡En El confío! ¡Que los que confían confíen en El! (Corán, 12:67)



Como se puede ver en las palabras del profeta Jacob, los creyentes toman precauciones definidas pero saben que no pueden modificar el destino que Dios ha deseado para ellos. Por ejemplo, una persona debería seguir las reglas de tránsito y conducir con cuidado. Esto es una medida importante y una forma de adoración ejecutada a favor de su vida y la de otros. Sin embargo, si Dios desea que esa persona fallezca en un accidente automovilístico, ninguna medida evitará su muerte. Algunas veces puede parecer que una acción precautoria le permite escapar de la muerte. También puede tomar una medida decisiva que cambia el curso de toda su vida; o puede recuperarse de una enfermedad fatal gracias a la fortaleza y resistencia física. Pero todo eso ocurre porque Dios lo ha decretado. Algunos malinterpretan distintas situaciones al expresar “se sobrepuso a su destino” o “cambió su destino”. En verdad nadie, ni siquiera la persona que parece más firme y resuelta en el mundo, puede modificar lo que Dios ha decretado. Nadie tiene semejante poder. Por el contrario, la fuerza del decreto de Dios no es sobrepasada por nadie. Y para nada afecta esta verdad el hecho de que alguien no acepte esto. En realidad, ese rechazo también está decretado. Por ese motivo, quien escapa de la muerte o de la enfermedad o ve completamente modificado el curso de su vida es porque estaba decretado. Dios se refiere a esto en el Corán:



No ocurre ninguna desgracia, ni a la tierra ni a vosotros mismos, que no esté en una Escritura antes de que la ocasionemos. Es cosa fácil para Dios. Para que no desesperéis si no conseguís algo y para que no os regocijéis si lo conseguís. Dios no ama a nadie que sea presumido, jactancioso. (Corán, 57:22-23)



Como dice el versículo, todo lo que sucede está predeterminado y anotado en un libro resguardado por Dios. Por lo tanto, el Señor dice al ser humano que no sufra por las pérdidas que experimente. Por ejemplo, si a alguien se le incendia la casa o pierde mucho dinero en un negocio, son situaciones ya decretadas, imposibles de prevenir o evitar. Entonces no tiene sentido lamentarse o sentirse culpable. Dios nos pone a prueba a todos a través de diversos sucesos decretados por El. Y quienes confían en Dios al enfrentarse con situaciones como ésas obtienen Su contento y amor. Por otra parte, quienes no ponen su confianza en Dios nunca estarán libres de problemas, impaciencia e infelicidad a lo largo de la vida en este mundo, y tendrán un castigo eterno en la otra vida. Queda sumamente en claro que confiar en Dios significa obtener beneficio y un buen pasar tanto en este mundo como en el otro. Al revelar Dios estos secretos a los creyentes, les alivia sus dificultades y hace fácil su prueba en esta vida.



En todo acontecimiento hay algo conveniente

Dios nos informa que todo lo que crea encierra un beneficio. Es otro secreto que facilita al creyente confiar plenamente en Dios, Quien nos comunica que hasta lo que parece desfavorable tiene mucho de bueno:



…Y si os resultan antipáticas, puede que Dios haya puesto mucho bien en el objeto de vuestra antipatía. (Corán, 4:19)



…Puede que os disguste algo que os conviene y améis algo que no os conviene. Dios sabe, mientras que vosotros no sabéis. (Corán, 2:216)



Los creyentes, conscientes de este secreto, buscan la bondad y la belleza en todo acontecimiento. Ningún incidente, penalidad o desventaja, aparentemente cosas adversas, les aflige o atemoriza. Mantienen la compostura frente a una pequeña experiencia o a una gran prueba. Los musulmanes sinceros ven incluso un propósito divino en la pérdida de todo lo ganado con sacrificio. Agradecen a Dios los regalos de la vida. Creen que Dios pudo haberlos protegido de cometer una mala acción debido al excesivo apego a las posesiones. En consecuencia, agradecen en su corazón de la manera más ferviente a Dios porque ninguna pérdida en este mundo se equipara a la del Más Allá pues ésta significa un castigo eterno e intolerable. Quienes en todo momento tienen en cuenta la otra vida consideran todos los acontecimientos como un favor para un buen fin. Quienes superen esas pruebas reconocerán su debilidad ante Dios y reconsiderarán lo mucho que necesitan de El. Se volverán a Dios con más humildad a través del rezo, lo cual a su vez les acercará más a El. Sin duda esto se trata de un gran beneficio personal en la otra vida. Al ponerse la confianza absoluta en Dios y exhibirse firmeza, se obtiene el contento de Dios y se logrará el premio de la bienaventuranza eterna.

El ser humano debería buscar lo bueno y agradable no sólo en las pruebas serias sino en la rutina diaria. Por ejemplo, que se queme el alimento que se preparó con esmero puede conducir a que, por voluntad de Dios, se tomen medidas que eviten otros accidentes más graves en el futuro. Un joven puede no aprobar el examen de admisión al colegio, cosa en la que centraba sus esperanzas. Sin embargo, debería saber que en ese fracaso también hay beneficio. Debería comprender que Dios podría haber deseado evitarle algunas circunstancias o gente adversas y entonces sentirse contento. De la misma manera, el pensar que Dios ha puesto muchas otras bendiciones, evidentes o que escapan a la comprensión, en cada suceso, hace que los creyentes perciban la gracia de la total sumisión a Su guía.

La persona no siempre ve el beneficio y propósito divino detrás de cada incidente. Si lo percibe y está segura de las mercedes que encierra, entonces ruega a Dios que le muestre esos favores que se ocultan detrás de cada suceso.

Quienes son conscientes de que Dios genera todo con un propósito, nunca usan expresiones como “Me hubiera gustado no hacer esto…” o “Me hubiera gustado no haber dicho eso”, etc. Errores, defectos o sucesos aparentemente desgraciados poseen bendiciones esenciales y son pruebas del destino. Dios brinda importantes lecciones y recordatorios en el destino que adjudica a cada individuo. Para quienes son capaces de discernir esto no existen equivocaciones o adversidades sino lecciones, advertencias y sabiduría Divina. Por ejemplo, el musulmán a quien se le quema su local comercial examinará su alma y se volverá más auténtico y sincero en su fe, a la vez que considerará lo sucedido como una advertencia de Dios debido a la vinculación y permisividad con las cuestiones mundanales.

En consecuencia, independientemente de lo que se encuentre en la vida, la prueba eventualmente finalizará. Quien recuerda un padecimiento se asombrará de que lo que le queda del mismo es sólo una tenue idea, como si fuesen borrosas escenas de una película vista hace mucho tiempo. Dicho en otras palabras, llegará el día en que la mayoría de las experiencias dolorosas se convertirán en un recuerdo desdibujado. Lo único que quedará bien en claro es la actitud asumida ante la penalidad y si se trataba de algo que resultaría o no del agrado de Dios. El ser humano no tendrá que rendir cuentas por las experiencias sino por las posturas, ideas y sinceridad exhibidas en esos momentos. Por lo tanto, los creyentes se deleitarán en este mundo y en el otro si se esfuerzan por ver los beneficios y el propósito divino en las situaciones que atraviesan. Quienes descubran este secreto no sufrirán tristeza ni temor. Ningún suceso y ninguna persona les afectarán en esta vida ni en la otra. El Corán lo expresa así:



Dijimos: “¡Descended todos de él (del Paraíso a la tierra)! Si, pues, recibís de Mí una dirección, quienes sigan Mi dirección no tendrán que temer (el Juicio) y no estarán tristes (del resultado del Juicio). (Corán, 2:38)



Ciertamente, los amigos de Dios no tienen que temer y no estarán tristes. Creyeron y temieron a Dios. Recibirán la buena nueva en la vida de acá y en la otra. No cabe alteración en la palabra de Dios. ¡Ese es el éxito grandioso! (Corán, 10:62-64)





Cada dificultad conlleva su facilidad



Dios ha creado el mundo para probar a la humanidad. Algo propio de ese examen es probar al ser humano unas veces con bendiciones y otras con penalidades. La gente que no evalúa los acontecimientos a la luz del Corán no puede interpretarlos de modo apropiado, se desanima y descorazona. De todos modos, Dios revela un secreto importante en el Corán que sólo lo perciben los creyentes sumisos y auténticos:



¡La dificultad y la facilidad van a una! ¡La dificultad y la facilidad van a una! (Corán, 94:5-6)



Como nos informa Dios en estos versículos, independientemente del tipo de adversidad o la situación que le sobrevenga a la persona, Dios crea un sendero con un camino de salida y auxilia a los creyentes. Efectivamente, el creyente testimoniará que Dios pone la facilidad junto con la dificultad si se mantiene firme y paciente. En Sus versículos Dios nos da la buena nueva de la guía y bendiciones para Sus siervos que Le reverencian:



... A quien teme a Dios, El le da una salida y le proveerá de un modo insospechado por él. A quien confía en Dios, El le basta… (Corán, 65:2-3)



Dios no carga a nadie con un peso mayor al que puede soportar



Dios, el Misericordioso, Compasivo y Justo, pone la felicidad en todo a la vez que prueba a la persona dentro de los límites de su aguante: distintos tipos de súplicas que Dios le ordena cumplir, dificultades para ver cómo reacciona, responsabilidades que carga sobre sus espaldas, son todas cosas en proporción con las capacidades individuales. Se trata de una buena nueva y solaz para los creyentes y una manifestación de la misericordia y gracia de Dios, que se expresa así en el Corán:



“¡No toquéis la hacienda del huérfano, sino de manera conveniente, hasta que sea mayor de edad! ¡Dad con equidad la medida y el peso justos! No pedimos a nadie sino según sus posibilidades ¡Sed justos cuando declaréis, aún si se trata de un pariente! ¡Sed fieles a la alianza con Dios! Esto os ha ordenado El. Quizás, así, os dejéis amonestar” (Corán, 6:152)



Quienes creyeron y obraron bien ―a nadie pedimos sino según sus posibilidades―, ésos morarán en el Jardín eternamente. (Corán, 7:42)



No pedimos a nadie sino según sus posibilidades. Tenemos al lado una Escritura que dice la verdad. Y no serán tratados injustamente. (Corán, 23:62)





Es fácil vivir cumpliendo con la religión de Dios



Gran parte de la gente cree que la religión le dificultará la vida e impondrá pesadas obligaciones. Se trata de un engaño que Satanás susurra para conducir al extravío. Como dijimos antes, se puede cumplir con la religión fácilmente. Dios nos comunica que nos brinda la facilidad después de la dificultad. Además, los fundamentos de la religión ―confiar en Dios, entender lo que significa el destino, etc.―, nos sacan de encima todas las molestias, dificultades y motivos de aflicción. El que vive la religión de Dios no se acongoja, entristece o desespera. Dios promete en muchos versículos apoyar a quienes se Le someten voluntariamente y Le ayudan en Su religión, así como darle una buena vida en este mundo y en el Más Allá. Nuestro Señor, Quien jamás falta a Su palabra, dice:



A los que temieron a Dios se les dirá: “¿Qué ha revelado vuestro Señor?”. Dirán: “Un bien”. Quienes obren bien tendrán en la vida de acá una bella recompensa, pero la Morada de la otra vida será mejor aún. ¡Qué agradable será la Morada de los que hayan temido a Dios! (Corán, 16:30)



Dios da a los creyentes la buena nueva que brindará el éxito a quienes obren de acuerdo con Su religión:



A quien da, teme a Dios, y cree en lo más bello (en el Paraíso), le facilitaremos el acceso a la mayor felicidad. (Corán, 92:5-7)



Como revelan estos puntos claves, quien se vuelve con sinceridad hacia la religión de Dios elige correctamente un sendero apropiado que le resultará exitoso en este mundo y en el otro. Por otra parte, para los incrédulos corresponde lo contrario, pues sufrirán pérdidas, congojas y aflicciones en esta vida y en la otra. Dice un versículo:



En cambio, a quien es avaro, cree bastarse a sí mismo y desmiente lo más bello (el Jardín), le facilitaremos el acceso a la mayor adversidad, (Corán, 92:8-10)



Dios es el Poseedor y Creador de todo. Obtener el apoyo, ayuda y amistad de Dios es, seguramente, la cumbre de los logros para un ser humano. Quien toma a Dios como amigo y se Le somete absolutamente, vivirá en este mundo y en el otro pleno de mercedes y bendiciones y no le acechará ningún tipo de daño. Se trata de una realidad inmutable. Siendo así, cada persona consciente y con sentido común debería entender lo antedicho y elegir el sendero sensato y correcto. A los incrédulos toda esta realidad clave les resulta incomprensible e imperceptible, más allá de lo inteligentes o cultos que sean.





Dios ciega el entendimiento de los incrédulos



Uno de los secretos más importantes revelados en el Corán es el que se refiere a la incomprensión de este Libro ―claro, fácil de entender e íntegro― por parte de determinadas personas. Cualquiera puede leer el Corán y enterarse de las órdenes de Dios, las normas éticas que son de Su agrado, los atributos del Paraíso y del Infierno y muchas otras cuestiones claves. Sin embargo, aunque es muy claro algunas personas no pueden comprenderlo por decisión inmutable de Dios. Además, esas personas pueden ser profesores de biología o ingenieros atómicos, comprender complicadas ramas de la ciencia como la física, química o matemáticas, captar el sentido del budismo, el hinduismo, el shintoismo, el materialismo o el comunismo, y no obstante ser incapaces de comprender el Corán. Gente que adopta estructuras complicadas de sistemas no coránicos, se ven imposibilitados de entender la clara y sencilla religión de Dios y comprender sus temas manifiestos.

Esta incomprensión es ella misma un milagro y Dios explica que se debe a una seria deficiencia, propia de personas con una naturaleza distinta. Por otra parte, aporta evidencias al hecho de que Dios velará el corazón, la mente y la comprensión de los que no se le someten y son engreídos, pues El es el Controlador de todo. El que esa gente comprenda cualquier otra cosa y no el Corán, revela que Dios los ha apartado y excluido del entendimiento de Sus signos debido a su doblez. Veamos algunos versículos que se refieren a esto:



Cuando recitas el Corán, tendemos un velo opaco entre ti y los que no creen en la otra vida, velamos sus corazones y endurecemos sus oídos para que no lo entiendan. Cuando invocas en el Corán a tu Señor Solo, vuelven la espalda en repulsa. (Corán, 17:45-46)



Hay entre ellos quienes te escuchan, pero hemos velado sus corazones y endurecido sus oídos para que no lo entiendan. Aunque vieran toda clase de signos, no creerían en ellos. Hasta el punto de que, cuando vienen a disputar contigo, dicen los que no creen: “Estas no son sino patrañas de los antiguos”. (Corán, 6:25)



¿Hay alguien que sea más impío que quien, habiéndosele recordado los signos de su Señor, se desvía luego de ellos y olvida lo que sus manos obraron (sus pecados anteriores)? Hemos velado sus corazones y endurecido sus oídos para que no lo entiendan. Aunque les llames hacia la Dirección, no serán nunca bien dirigidos. (Corán, 18:57)



Como se revela en estos versículos, la clave de porqué los incrédulos no pueden comprender el Corán estriba en que Dios ha colocado una barrera a su comprensión y sellado sus corazones debido a su rechazo. Se trata de un gran milagro que exhibe la grandeza de Dios y Su posesión de los corazones y el entendimiento de todos los seres humanos.



Dios concede entendimiento a quienes Le aprecian



Otro secreto revelado en el Corán es que Dios concede a los que Le reverencian la capacidad de juzgar y discriminar entre lo correcto e incorrecto. A ello denomina“criterio”. Dice el Corán:



¡Creyentes! Si teméis a Dios, él os concederá un Criterio (para distinguir la verdad de la falsedad), borrará vuestras malas obras y os perdonará. Dios es el dueño del favor inmenso. (Corán, 8:29)



Según lo explicado en el capítulo anterior, Dios confunde el criterio y la comprensión de los incrédulos. Independientemente de lo inteligentes que sean, ni siquiera pueden captar los conceptos más obvios de la religión. El criterio es una cualidad peculiar de los creyentes. La mayoría de la gente sobreentiende que inteligencia y criterio es lo mismo. En cambio, “inteligencia” es la capacidad mental que todos poseemos. Por ejemplo, ser científico atómico o genio matemático indica inteligencia. Por otra parte, el criterio es la consecuencia del respeto reverencial conciente a Dios, pero no se relaciona de ninguna manera con la inteligencia. Una persona puede ser muy inteligente, pero permanecerá irreflexiva si no reconoce a Dios.

Por lo tanto, el criterio es una bendición que Dios concede a los creyentes. El privado del mismo ni siquiera es conciente de su situación. Por ejemplo, los que asumen que la fuerza y bienes que poseen los generaron por sí mismos, se vuelven arrogantes. Esto es, simplemente, carencia de criterio. Si lo tuvieran, comprobarían que nada es más potente que la Voluntad de Dios. La conciencia de ello conduce en definitiva a la humildad. El carente de criterio no piensa que, Dios mediante, toda su propiedad puede reducirse a algo insignificante en unos segundos o toparse con la muerte y marcharse al otro mundo sin nada de lo que poseía para quedar frente al fuego a la espera de la rendición de cuentas. Se trata de cosas que son más ciertas y reales que lo que se acumula en este mundo. Sólo poseen esa comprensión los creyentes que veneran a Dios y no se deslizan hacia la índole engañosa de la vida de este mundo e invierten todo su tiempo en el conocimiento de la real esencia de las cosas. Dios concede entendimiento a los creyentes a través de la fe. Cuanto más se acercan a Dios aumenta su sapiencia de los secretos en la creación de Dios y profundizan su comprensión.





Los benevolentes encuentran benevolencia



Otro secreto revelado por Dios en el Corán es que quienes hacen el bien serán recompensados con el bien en este mundo y en el otro. Dice Dios:



Di: “¡Servidores Míos que creéis! ¡Temed a vuestro Señor¡ Quienes obren bien tendrán en la vida de acá una bella recompensa. La tierra de Dios es vasta. Los pacientes recibirán una recompensa ilimitada”. (Corán, 39:10)



Sin embargo, es necesario saber cuál es el real “bien obrar”. Cada sociedad ha desarrollado su propia comprensión al respecto. A menudo se entiende como signos del “bien obrar”, ser afable, dar dinero a los pobres, ser tolerante ante todo tipo de conducta. Pero Dios nos informa cuál es el real "bien obrar":



La piedad no estriba en que volváis vuestro rostro hacia el Oriente o hacia el Occidente, sino en creer en Dios y en el Ultimo Día, en los ángeles, en la Escritura y en los profetas, en dar de la hacienda, por mucho amor que se le tenga, a los parientes, huérfanos, necesitados, viajero (seguidor de la causa de Dios), mendigos y esclavos, en hacer la oración y dar la limosna, en cumplir con los compromisos contraídos, en ser pacientes en el infortunio, en la aflicción y en tiempo de peligro. ¡Esos son los hombres sinceros, ésos los temerosos de Dios! (Corán, 2:177)



Como nos señala el versículo, el correcto bien obrar o piedad es el respeto reverencial a Dios, no dejar de tener en cuenta en ningún momento el día de la rendición de cuentas, cumplir con lo que la conciencia nos dicta y realizar siempre acciones que sean del agrado de Dios. Muhammad (la paz sea con él), el Mensajero y Profeta de Dios, también invitaba a los creyentes a hacer eso:

Teme a Dios (respétalo como corresponde) en cualquier lugar que te encuentres. Para borrar un pecado, luego de cometerlo haz de inmediato una buena acción y siempre sé cortés en tu relación con la gente5.

Dios revela en el Corán que ama a esos que siempre hacen el bien debido a su fe, respeto y amor a Dios. También dice que les premiará con el bien:



Dios les dio la recompensa de la vida de acá y la buena recompensa de la otra. Dios ama a quienes hacen el bien. (Corán, 3:148)



…Quienes obren bien tendrán en la vida de acá una bella recompensa, pero la Morada de la otra vida será mejor aún. ¡Qué agradable será la Morada de los que hayan temido a Dios! (Corán, 16:30)



Se trata de una buena nueva dada por el Corán a quienes hacen el bien, se sacrifican y se esfuerzan por ganar el contento de Dios.

A esa gente le dio la buena nueva de una vida favorable en este mundo y en el otro con mayores bendiciones tanto en lo material como en lo espiritual. En el Corán se mencionan, entre otros, el ejemplo del profeta Salomón, a quien se le dio un reino igual al cual a nadie le fue concedido, y el del profeta José (Yusuf), a quien se lo colocó como autoridad de los tesoros de Egipto. Dios nos informa sobre las bendiciones que concedió al Profeta Muhammad (la paz sea con él): ¿No te encontró pobre y te enriqueció? (Corán, 93:8)

Hay que recordar que una vida de gloria y esplendor no se concedió solamente a las primeras generaciones de creyentes. Dios la promete para cada período histórico:



Al creyente, varón o hembra, que obre bien, le haremos, ciertamente, que viva una vida buena y le retribuiremos, sí, con arreglo a sus mejores obras. (Corán, 16:97)



Los creyentes nunca corren tras las cosas mundanales. Es decir, no codician los bienes materiales, una buena posición social o el poder. Como dice Dios en un versículo, entregan sus vidas y riquezas a cambio del Paraíso. El comercio o los negocios no les distraen del recuerdo de Dios, el cumplimiento de las oraciones y el servicio a la religión. Además, exhiben firmeza y sumisión incluso cuando son probados por medio del hambre o la pérdida de riqueza y nunca se quejan. Los creyentes que emigraron en la época del Profeta fueron un ejemplo. Emigraron a otra ciudad y dejaron sus casas, ocupaciones, negocios, propiedades y huertas y se contentaron con poco. Sólo querían ganarse el contento de Dios. Su satisfacción y sincero pensamiento en el Más Allá les hizo ganar las bendiciones de Dios, una buena vida, una moral elevada y otros beneficios. Estas cosas no les ligaron más al mundo sino que les condujeron a aumentar el agradecimiento a Dios y Su remembranza.





Dios ha prometido multiplicar las obras

de sus siervos que actúen con rectitud



Dios ha prometido multiplicar los frutos de Sus siervos que hagan el bien. Algunos versículos coránicos al respecto dicen:



Quien presente una buena obra, recibirá diez veces más. Y quien presente una mala obra, será retribuido con sólo una pena semejante. No serán tratados injustamente. (Corán, 6:160)



Dios no hará ni el peso de un átomo de injusticia a nadie. Y si se trata de una obra buena, la doblará y dará, por Su parte, una magnífica recompensa. (Corán, 4:40)



El signo más obvio de que Dios multiplica toda buena acción es la diferencia que hay entre la vida en este mundo y en el otro. La vida aquí es por un período corto, que dura 60 años término medio. Sin embargo, quienes se purifican y realizan buenas acciones en este mundo serán premiados con un favor infinito en el Más Allá. Dios lo promete:



Para quienes obren bien, lo mejor (el Paraíso) y más (la visión beatífica)… (Corán, 10:26)



Es necesario meditar sobre el concepto de “infinito” con el objeto de comprender la importancia de este premio. Supongamos que todas las personas que han vivido, viven y vivirán en nuestro planeta se pasan numerando cada segundo de su vida. Seguramente que la cifra que se obtenga será demasiado grande para enunciarla. Así y todo, comparada con “el infinito”, esa cifra sería muy pequeña porque “infinito” significa “sin límite” temporal. Es decir, quienes vivan bien eternamente lograrán todo lo que sus almas deseen, sin ningún tipo de límite. Seguramente que este es un ejemplo sobre el que vale la pena reflexionar con el objeto de comprender lo enormes que son la misericordia y gracia de Dios.





El rostro de los creyentes irradia luz y el

de los incrédulos aflicción



Uno de los secretos que Dios revela en el Corán es que la fe y la incredulidad se reflejan en el rostro y piel de cada persona. En muchos versículos nos informa que el rostro del creyente irradia luz, mientras que el del incrédulo la ignominia:



Les verás expuestos a él (al Fuego), abatidos de humillación, mirando con disimulo… (Corán, 42:45)





Para quienes obren bien, lo mejor (el Paraíso) y más (la visión beatífica). Ni el polvo ni la humillación cubrirán sus rostros. Esos morarán en el Jardín eternamente. A quienes obren mal, se les retribuirá con otro tanto. Les cubrirá la humillación ―no tendrán quien les proteja de Dios―, como si jirones de tinieblas nocturnas cubrieran sus rostros. Esos morarán en el Fuego eternamente. (Corán, 10:26-27)



Como se expresa en los versículos, los rostros de los incrédulos son ensombrecidos por la degradación, mientras que los creyentes tendrán luz en sus rostros. Dios comunica que éstos serán reconocidos por las huellas de la prosternación en sus frentes:



Muhammad es el Enviado de Dios. Quienes están con él son severos con los infieles y cariñosos entre sí. Se les ve inclinados o prosternados, buscando favor de Dios y satisfacerle. Se les nota en el rostro que se prosternan… (Corán, 48:29)



En otros versículos Dios informa que los incrédulos y malhechores serán reconocidos por sus rostros:



Los pecadores serán reconocidos por sus rasgos y se les agarrará por el copete y por los pies. (Corán, 55:41)



Si quisiéramos, haríamos que les vieras: les reconocerías por sus rasgos; y, ciertamente, les reconocerás por el tono de sus palabras (es decir, porque sus palabras suenan a falso). Dios sabe lo que hacéis. (Corán, 47:30)



El Corán revela un milagro y un importante secreto: en nuestros rostros ocurren distintos cambios físicos que dependen de que seamos pecadores o virtuosos. Los sentimientos espirituales también producen efectos físicos sobre el cuerpo aunque se mantenga el perfil. Se modifica la expresión del rostro o éste se ensombrece o se ilumina. Por la Voluntad de Dios la persona de fe puede ver estos milagros que El obra sobre el género humano.





Motivo por el que Dios borra las malas acciones



El objetivo de los creyentes es obtener el contento, la misericordia y el paraíso de Dios. Pero el ser humano fue creado débil y descuidado, por lo que comete muchos errores y cae en muchas frustraciones. Dios, el más compasivo y misericordioso y Quien mejor conoce a Sus siervos, nos ha informado que borrará las malas acciones de Sus servidores sinceros y que el ajuste de cuentas será fácil para ellos:



Aquél que reciba su Escritura (el registro de sus acciones) en la diestra será juzgado benignamente y regresará, alegre, a los suyos. (Corán, 84:7-9)



Sin duda, Dios no borra automáticamente las malas acciones de todas las personas. Los creyentes que reciban ese beneficio deben tener determinados atributos.







No realizar acciones erróneas graves



Dice Dios: Si evitáis los pecados graves que se os han prohibido, borraremos vuestras malas obras y os introduciremos (en el Paraíso) con honor. (Corán, 4:31). Los creyentes conscientes de esto observan meticulosamente los límites establecidos por Dios y evitan realizar lo que está prohibido. Si les sucede que se equivocan debido al descuido o desatención, inmediatamente se vuelven a Dios, se arrepienten y piden perdón.

Dios nos informa en el Corán de quiénes aceptará el arrepentimiento. Seguramente no lo hará de quienes, conociendo los mandatos de su Señor, cometen pecados deliberadamente y dicen “independientemente de lo que haga seré perdonado”, pues exhiben un razonamiento totalmente defectuoso. En cambió, perdonará los pecados de quienes los cometen por ignorancia y sin pérdida de tiempo se arrepienten, demuestran no tener ninguna intención de volverlos a realizar y los reparan:



Dios perdona sólo a quienes cometen el mal por ignorancia y se arrepienten en seguida. A éstos se vuelve Dios. Dios es omnisciente, sabio. Que no espere perdón quien sigue obrando mal hasta que, en el artículo de la muerte, dice: “Ahora me arrepiento”. Ni tampoco quienes mueren siendo infieles. A éstos les hemos preparado un castigo doloroso. (Corán, 4:17-18)



Como sugieren los versículos, es esencial evitar solícitamente cometer pecados si se quiere que las malas acciones sean borradas y no sentirse apesadumbrado el Día del Juicio. Y el creyente que incurre en ello debería buscar el perdón de Dios instantáneamente.





Realizar buenas acciones



En otros versículos el Corán nos comunica que Dios ocultará las malas acciones de los que obran bien:



El día que El os congregue para el día de la Reunión (el Día del Juicio), ése será el día del Engaño Mutuo (cuando los impíos que creían engañaban a los creyentes se vean engañados por éstos). Entonces, a quienes crean en Dios y obren bien, El les borrará sus malas obras y les introducirá en Jardines por cuyos bajos fluyen arroyos, en los que estarán eternamente, para siempre. ¡Ese es el éxito grandioso! (Corán, 64:9)



No así quien se arrepienta, crea y obre bien. A éstos Dios les cambiará sus malas obras en buenas. Dios es indulgente, misericordioso. (Corán, 25:70)



Todo acto y comportamiento exhibido en la búsqueda del favor de Dios son “obras correctas”. Ejemplos de ellas son: comunicar el mensaje de la religión de Dios, recordar lo que significa el destino a aquellos que no confían en Dios, oponerse a los chismes, mantener la limpieza corporal y la del hogar, expandir el horizonte de la instrucción por medio de leer y escuchar cosas adecuadas, hablar amablemente, recordar a la gente la existencia de la otra vida, cuidar al enfermo, exhibir amor y cariño a los ancianos, ganar dinero por medios legales y usarlo en beneficio del necesitado. Rechazar el mal de buena manera y con paciencia puede convertirse también en una acción correcta si se lo hace para obtener el contento de Dios. Quienes deseen que sus comportamientos equivocados sean anulados y transformados en correctos en el Más Allá, siempre deberían actuar de la manera que es del mayor agrado de Dios. Para ello habría que recordar siempre el ajuste de cuentas del Día del Juicio. Por ejemplo, es obvio como se comportará aquel a quien, colocado frente al fuego del Infierno, se le exhiban las malas acciones realizadas a lo largo de su vida y se le diga que tendría que haber actuado de manera correcta para no ser arrojado allí. Quien vea el fuego, oiga los quejidos y gritos de desesperación y remordimiento de los habitantes del Infierno, siendo testigo de los dolorosos castigos que se reciben allí, seguramente actuará de un modo que será del mayor agrado de Dios y se esforzará en tal sentido con todo su vigor. Esa persona rezará puntualmente en las horas correspondientes, realizará buenas acciones, para nada será negligente, nunca hará cosas que sabe que a Dios le agradarán poco pudiendo realizar acciones que Le agradarán más. Y actuará así porque el infierno que tiene frente a él le recuerda la existencia de la vida eterna y el castigo de Dios. Seguramente que se apresurará a realizar buenas acciones y cumplirá de inmediato y a la perfección lo que su conciencia le ordena. Será meticuloso y persistente en sus rezos. En consecuencia, las malas acciones de aquéllos que actúan correctamente en general sólo serán transformadas en buenas si respetan con reverencia a Dios y temen el Día del Juicio, si reaccionan como quien ha visto el Infierno y vuelve a este mundo, o como si estuviesen viéndolo permanentemente. Esos son los creyentes que están seguros del Más Allá, respetan a Dios como corresponde e intentan evitar Su castigo.





Dios anima a gastar sinceramente en Su camino



Uno de los actos de adoración más importante que limpia las bajezas materiales y espirituales y capacita al ser humano para disciplinar su alma y obtener una elevada moral con la que Dios seguramente estará contento, es gastar en el camino de Dios para causas benevolentes. Dios ha dicho al Profeta (la paz sea con él) que acepte limosnas de los creyentes a ese objeto.



¡Deduce de sus bienes una limosna para limpiarles y purificarles con ella!... (Corán, 9:103)



Sin embargo, ese acto de gastar que purifica y limpia debe hacerse como lo especifica el Corán. Las personas creen por lo general que han cumplido en exceso su obligación cuando dan una suma de dinero bastante pequeña al necesitado, cuando entregan alguna ropa vieja al pobre o cuando alimentan a un hambriento. Sin duda, Dios premiará esas actitudes si son realizadas con la intención de alcanzar el contento de su Señor. Así y todo, el Corán especifica las condiciones de ello. Por ejemplo, Dios ordena gastar todo lo que supere a sus necesidades:



...Te preguntan qué deben gastar (en limosnas). Di: “Lo superfluo”. Así os explica Dios los versículos. Quizás, así, meditéis. (Corán, 2:219)



El ser humano necesita muy poco para vivir en este mundo. Todo lo que exceda la necesidad de uno es algo sobrante. Lo importante no es la cantidad dada sino que la entrega sea desinteresada. Dios sabe cómo evalúa y decide el ser humano lo que no necesita. Regalar es una forma de adoración muy fácil para quienes no son capturados por las ambiciones mundanales, no se entregaron a este mundo y sí anhelan, en cambio, el Más Allá. Dios nos ha ordenado renunciar a nuestra riqueza para evitar ligarse a este mundo. Es un medio para purificarse de la codicia. Sin duda, esta forma de adoración es muy importante para los creyentes respecto al ajuste de cuentas en el Más Allá. El Mensajero de Dios (la paz sea con él) también dijo que es favorecido quien gasta en el camino de Dios:

Son dos las personas favorecidas: Una de ellas es a quien Dios dio el Corán y vive según él y acepta como legal o ilegal lo que el Libro así lo determina. La otra es esa a quien Dios le dio bienes que reparte entre sus familiares y lo gasta en el camino de Dios6.





El ser humano debería dar a los necesitados de eso que le gusta



Los seres humanos por lo general hacen favores si los mismos no afectan sus intereses. Por ejemplo, entregan algo al necesitado de aquello que ya no desean, no les gusta, está fuera de moda o ya no sirve.

Pero Dios ordena dar de aquello que aprecia. Puede resultar difícil renunciar a lo material que se aprecia, pero esa generosidad es esencial para la purificación y la obtención de la rectitud. Se trata de un importante secreto que Dios reveló a la humanidad. El dijo que esa es la única manera de obtener Su favor:



No alcanzaréis la piedad auténtica mientras no gastéis (en limosna) algo de lo que amáis. Y Dios conoce bien cualquier cosa que gastáis. (Corán, 3:92)



¡Creyentes! Dad limosnas de las cosas buenas que habéis adquirido y de lo que, para vosotros, hemos sacado de la tierra. Y no elijáis lo malo para vuestras limosnas, como tampoco vos lo tomaríais a menos que tuvierais los ojos cerrados. Sabed que Dios se basta a Sí mismo, es digno de alabanza. (Corán, 2:267)





Gastar en el camino de Dios es un medio de lograr Su cercanía



Lo que más quiere el creyente es obtener el contento y amor de Dios y busca los medios para ello a lo largo de la vida. Dice Dios:



¡Creyentes! ¡Temed a Dios y buscad el medio (es decir, el Islam) de acercaros a El! ¡Combatid por Su causa! Quizás, así, prosperéis. (Corán, 5:35)



Dios reveló al creyente en el Corán un secreto y una buena nueva, al decirle que lo que se gaste debería ser un medio para obtener Su cercanía. Por lo tanto, dar de lo que ama y tiene de más no le resulta un sacrificio sino una preciosa oportunidad para demostrar la devoción y amor por Dios, Quien dice:



Pero hay otros beduinos que creen en Dios y en el Ultimo Día y consideran lo que gastan (por la causa de Dios) y las oraciones del Enviado como medio de acercarse a Dios. ¿No es esto para ellos un medio de acercarse? Dios les introducirá en Su misericordia. Dios es indulgente, misericordioso. (Corán, 9:99)





Todo lo que se gaste en el camino de Dios

tendrá una buena recompensa



Otro secreto revelado en el Corán respecto al dar de lo que uno tiene, es que será reemplazado por más bienes. Es una promesa de Dios. A quienes gastan en el camino de Dios sin temor de empobrecerse se les presentan bendiciones asombrosas a lo largo de sus vidas. Todo lo que se gasta en el camino de Dios se recupera completamente:



No tienes tú (Muhammad) porqué dirigirles (a los infieles) sino que Dios dirige a quien El quiere. Lo que hagáis de bien redundará en vuestro perfecto beneficio. Y no lo hagáis si no es por deseo de agradar a Dios. Lo que hagáis de bien os será devuelto y no seréis tratados injustamente. (Corán, 2:272)



...Cualquier cosa que gastéis por la causa de Dios os será devuelta, sin que seáis tratados injustamente. (Corán, 8:60)



Di: “Mi Señor dispensa el sustento a quien El quiere de Sus siervos: a unos con largueza a otros con mesura. No dejará de restituiros ninguna limosna que deis. El es el mejor de los proveedores”. (Corán, 34:39)



Los creyentes desean obtener el contento y Paraíso de Dios cuando dan de sus bienes y se ofrecen ellos mismos. Pero Dios les devuelve todo lo que dan en la forma de bendiciones en este mundo y, especialmente, obsequios en el Paraíso que ha preparado para los creyentes. Por otra parte, Dios disminuye los medios de esa gente miserable que no quiere dar de su riqueza o que desea acumular más aún, no teniendo en cuenta los límites establecidos por Dios. Uno de los versículos se refiere a quienes cobran intereses:



Dios hace que se malogre la usura, pero hace fructificar la limosna. Dios no ama a nadie que sea infiel pertinaz, pecador. (Corán, 2:276)



Dios nos informa acerca de la abundancia que obtienen quienes dan de sus bienes:



Quienes gastan su hacienda por Dios son semejantes a un grano que produce siete espigas, cada una de las cuales contiene cien granos. Así dobla (la recompensa) Dios a quien El quiere. Dios es inmenso, omnisciente. (Corán, 2:261)



¡Creyentes! No malogréis vuestras limosnas alardeando de ellas o agraviando, como quien gasta su hacienda para ser visto de los hombres, sin creer en Dios ni en el Ultimo Día. Ese tal es semejante a una roca cubierta de tierra. Cae sobre ella un aguacero y la deja desnuda. No pueden esperar nada por lo que han merecido. Dios no dirige al pueblo infiel.

Quienes gastan su hacienda por deseo de agradar a Dios y por su propio fortalecimiento son semejantes a un jardín plantado en una colina. Si cae sobre él un aguacero, da fruto doble; si no cae, (al menos) rocío. Dios ve bien lo que hacéis. (Corán, 2:264-265)

Cada uno de estos versículos es un secreto que Dios revela en el Corán a los creyentes. Estos gastan sus bienes solamente para obtener el contento, misericordia y Paraíso de Dios, aunque también esperan Sus bendiciones y gracia. Cuanto más dan de sus riquezas, se ofrecen ellos mismos en el camino de Dios, se esmeran en la observancia de lo que está permitido y prohibido, Dios aumenta más sus bienes, les facilita las tareas y les provee de más oportunidades para gastar en Su camino. Todo creyente que respeta a Dios como corresponde y no alberga ningún temor en su corazón por el futuro, experimenta este secreto revelado a lo largo de la vida.



El efecto positivo del buen hablar y del buen obrar



La gente busca incansablemente vivir en un entorno pacífico y seguro para pasarla bien junto a aquellos que aprecia. Pero aunque anhelan eso, por lo general nunca se esfuerzan por lograrlo y más bien fogonean los conflictos y las aflicciones. Si no, esperan que otros provean el clima de paz, seguridad y amistad. Lo dicho vale para las relaciones familiares, las relaciones laborales, la paz social y los asuntos internacionales. Pero el logro de eso demanda altruismo. Los conflictos y el desasosiego no pueden evitarse cuando cada uno quiere quedarse con la última palabra, cuando cada uno considera solamente su propio interés y no tienen la voluntad de realizar compromisos y sacrificios. Pero los creyentes que reverencian a Dios actúan de un modo distinto. No son egoístas, perdonan y son pacientes. Cuando se equivocan renuncian a sus propios derechos, consideran la paz y la seguridad de otros por encima de sus propios intereses y tienen un comportamiento cortés. Se trata de atributos nobles que Dios ordena ponerlos en práctica a los creyentes:



No es igual obrar bien y obrar mal. ¡Repele (el mal) con lo que sea mejor y he aquí que aquél de quien te separe la enemistad se convertirá en amigo ferviente! Esto sólo lo consiguen los pacientes, sólo lo consigue el de suerte extraordinaria. (Corán, 41:34-35)



Llama al camino de tu Señor con sabiduría y buena exhortación. Discute con ellos de la manera más conveniente. Tu Señor conoce mejor que nadie a quien se extravía de Su camino y conoce mejor que nadie a quien está bien dirigido. (Corán, 16:125)



Como se expresa en el versículo, a cambio del buen obrar de los creyentes Dios transforma a sus enemigos en “amigos del alma”. Este es uno de los secretos que Dios revela. Después de todo, las almas están en Sus manos y El modifica los sentimientos y pensamientos de quien desee.

En otro versículo Dios llama nuestra atención sobre los efectos de la bondad y la palabra amable. Dios ordena al profeta Moisés y a Aarón (la paz sea con ellos) que vayan donde Faraón y le hablen amablemente. A pesar de la injusticia, insolencia y falta de misericordia de Faraón, Dios ha ordenado a ambos que le hablen con cortesía. Dios explica la razón de ello:



¡Id a Faraón! Se muestra rebelde. ¡Hablad con él amablemente! Quizás, así, se deje amonestar o tenga miedo de Dios”. (Corán, 20:43-44)



Estos versículos informan a los creyentes acerca del tipo de actitud que deberían exhibir hacia los incrédulos, los enemigos y las personas insolentes. Seguramente que eso estimula la paciencia, la voluntad, la humildad y el sentido común. Dios ha revelado que el creyente que obedezca Sus órdenes y actúe de acuerdo con las normas éticas verá consolidado su buen obrar.


Modo por el que Dios provee sitio amplio a los creyentes



Uno de los serios errores que comete la gente es considerar que todo es consecuencia de otra cosa. Por ejemplo, como mencionamos en las páginas anteriores, se piensa que si una persona gasta sus bienes en el camino de Dios se quedará sin nada. Los que piensan así desconocen un secreto de la creación de Dios: El Señor aumenta Sus bendiciones tanto en este mundo como en el otro sobre quienes aportan a Su Causa. Lo más probable es que Dios haga percibir eso al ser humano como la relación causa-efecto. Por ejemplo, como ya dijimos, Dios facilita todo a quien gasta mucho de la riqueza que posee en Su Causa, a la vez que aumenta los beneficios que obtiene en su trabajo diario. O también alguien puede recurrir a la fuerza para enfrentar a una persona furiosa porque cree que las palabras amables no la calmarán. Sin embargo, para quien obedece a Dios la única solución es lo que revela El en el Corán.

Una de esas revelaciones es otra orden de Dios:



¡Creyentes! Cuando se os dice: “¡Haced sitio en las asambleas!”, hacedlo así para que Dios os haga también sitio (en el Paraíso). Y si se os dice: “¡Levantaos!”, hacedlo así para que Dios también eleve la categoría de aquéllos de vosotros que crean y reciban la Ciencia. Dios está bien informado de lo que hacéis. (Corán, 58:11)



Dios ordena a los creyentes que obedezcan el pedido de hacer sitio en una reunión para los que se suman o para evitar el amontonamiento. Esto, que al cumplirse indica consideración y amabilidad hacia otros, también es un signo de obediencia. Dios reveló que proveerá sitio amplio a los creyentes y los elevará en categoría debido a su comportamiento. Dios tiene en sus manos la intención y el alma de cada persona. Si a El le agrada la forma en que actúa un individuo, puede darle el obsequio y la preciosidad que desee. Es por eso que los creyentes esperan todo sólo de Dios. Al hacer lugar en una reunión no buscan el agradecimiento de la gente sino el agrado de Dios por la paz que dará a sus corazones y por la elevación de categoría.





Dios ayuda a quienes respaldan Su religión



Dios revela un secreto en el Corán:



¡Creyentes! Si auxiliáis a Dios, El os auxiliará y afirmará vuestros pasos. (Corán, 47:7)



Los creyentes hacen grandes esfuerzos a lo largo de sus vidas para expandir los valores coránicos entre la gente y difundir el mensaje de Dios. Pero también siempre existieron grupos de incrédulos que se les opusieron e intentaron impedirles su trabajo mediante la fuerza y la presión. Dios dice en el Corán que siempre está con los creyentes frente a los incrédulos y que les facilitará, ayudará y respaldará en sus vidas. Quienes se esfuerzan sinceramente en el camino de Dios experimentan esa realidad segundo a segundo y su Señor les aligera y perfecciona las tareas, incluso en situaciones comprometidas, para que las culminen con éxito. Incluso cuando los débiles en su fe dicen, ¡Ay de mí!, se desesperan y no encuentran ninguna salida, Dios les envía Su ayuda para hacerles triunfar.

Los creyentes que tienen la certeza de que Dios les ayuda y respalda, nunca pierden la confianza en Dios y esperan animadamente la decisión de Dios frente a cada cosa. El profeta Moisés y su pueblo son un ejemplo en este sentido cuando se van de Egipto para ponerse a resguardo de la crueldad de Faraón, quien los persiguió. Al llegar al mar, los israelitas de poca fe entraron en pánico y perdieron las esperanzas al pensar que Faraón les alcanzaría. No obstante el profeta Moisés dijo: “¡No! ¡Mi Señor está conmigo, El me dirigirá! (Corán, 26:62). Así exhibió su fe en el respaldo de Dios a los creyentes. Efectivamente, Dios separó las aguas del mar y permitió al profeta Moisés y a sus compañeros cruzar con seguridad a la otra costa. Después unió nuevamente las aguas sobre Faraón y sus soldados, con lo que perecieron ahogados.

El creyente que se siente cercano a Dios, Le toma como amigo y sabe que El respalda a quienes Le aman, verá la manifestación de esta verdad revelada en cada instante de su vida. Dios exhibe a algunos de Sus mensajeros signos como el de la separación de las aguas. Si los creyentes sopesan apropiadamente cada incidente y reflexionan sobre la creación de Dios y los versículos coránicos, pueden ver las manifestaciones de tipo milagroso, de apoyo y ayuda, a cada momento.





Dios también ayuda a los creyentes por medios imperceptibles



Dios ha informado a los creyentes en muchos versículos sobre el apoyo que les brinda. Por ejemplo, en uno de ellos comunica que El hace que sus enemigos los vean mucho más numerosos de lo que son:



Tuvisteis un signo en las dos tropas (el ejército de los musulmanes unos trescientos y el de los infieles mecanos alrededor de un millar) que se encontraron: la que combatía por Dios y la otra, infiel, que, a simple vista, creyó que aquella le doblaba en número. Dios fortalece con su auxilio a quien El quiere. Sí, hay en ello motivo de reflexión para quienes tienen ojos. (Corán, 3:13)





Dios ayuda a los creyentes frustrando los

complots urdidos en su contra



Como dijimos antes, los incrédulos provocan distintas dificultades a los creyentes y urden complots en su contra con el objeto de obstaculizarles el camino de Dios. Pero Dios nos informa en el Corán que fracasarán en esos intentos, todo se volverá en su contra y no podrán dañar a los creyentes de ninguna manera:



… Y, cuando ha venido a ellos un monitor, esto no ha hecho sino acrecentar su repulsa, portándose altivamente en la tierra y tramando maldad. Pero el tramar maldad no recae sino en sus propios autores. ¿Es que esperan una suerte diferente de la que cupo a los antiguos? Pues encontrarás la práctica de Dios irremplazable, y encontrarás la práctica de Dios inmutable. (Corán, 35:42-43)



Si os sucede un bien, les duele, si os hiere un mal, se alegran. Pero, si tenéis paciencia y teméis a Dios, sus artimañas no os harán ningún daño. Dios abarca todo lo que hacen. (Corán, 3:120)

La vida del profeta José es un ejemplo en el sentido de que lo que se urde para perjudicar a los creyentes en definitiva se volverá a favor de éstos y en contra de los conspiradores. Como se relata en el capítulo doce titulado José, los hermanos de éste, consumidos por la envidia, se conjuraron y le arrojaron a un pozo. Por otra parte, cuando José fue a vivir a la casa del gobernador, la esposa de éste también urdió un plan en el que incluía al profeta. La promesa de Dios aseguró la frustración de esos complots y le protegió de los perjuicios. Fue Dios quien siguió adelante con lo que había planificado y estableció como autoridad de los tesoros reales a José, quien manifestó que las intrigas de los incrédulos están condenadas al fracaso:



(Dijo José:) “Esto es así para que sepa (mi señor, es decir, el rey) que no le he traicionado a escondidas y que Dios no dirige la astucia de los traidores. (Corán, 12:52)





Las disputas debilitan



Uno de los secretos importantes que Dios revela a los creyentes es el de evitar las disputas, pues si incurren en ello perderán fuerza y se les debilitará el corazón:



¡Y obedeced a Dios y a Su Enviado! ¡No discutáis! Si no, os desanimaréis y se enfriará vuestro ardor. ¡Tened paciencia, que Dios está con los pacientes! (Corán, 8:46)



La moral coránica está marcada por la modestia. Quienes adhieren a esos valores morales aclaran las disputas, encuentran soluciones a los problemas, hacen las cosas fáciles para los demás y no exhiben codicia. Las peleas serían inevitables si dicha moral no existiese. Es totalmente normal que cada uno tenga su propia opinión sobre algo. Por ejemplo, veinte personas pueden proponer veinte soluciones distintas a un problema y cada solución puede tener una coherencia determinada. Si cada uno insiste en que lo suyo es lo correcto, es obvio que habrá conflicto. En ese caso, más que llegar a un consenso, se impondrán la disputa y las ambiciones personales, lo cual impedirá acciones correctas por la causa de Dios. En consecuencia, se disipará la fuerza que representan esas veinte personas y desaparecerá la unión y hermandad entre ellos.

Los creyentes deberían amarse, sacrificarse el uno por el otro y establecer la solidaridad y la cooperación entre ellos. En los momentos de dificultades deberían ocuparse especialmente del recuerdo de Dios, ser más pacientes y defenderse más solidariamente. La disputa les reduce la fortaleza en tanto que la cooperación la aumenta. Dios reveló que si los creyentes no son amigos y se protegen entre ellos, la tierra será inundada por la confusión y una inmensa corrupción:



Los infieles son amigos unos de otros. Si no obráis así (como ordena a los creyentes en el versículo anterior), habrá en la tierra desorden y gran corrupción. (Corán, 8:73)



Cada cosa de las mencionadas es algo clave revelado por Dios y de cuyo cumplimiento y responsabilidad hizo cargo a los musulmanes. Ningún musulmán debería considerar algo trivial decir a otro musulmán, por ejemplo, “¿Y qué pasa si discutimos?”. Eso es así porque Dios nos informa que toda disputa entre musulmanes significa la disminución de la fortaleza de los creyentes, de lo que deberán rendir cuentas a Dios. A eso se debe que nuestro amado Profeta dijo: “Teman a Dios. Hagan las paces entre ustedes. Por cierto, Dios hace las paces entre los musulmanes7”.

Los musulmanes no deberían tratar de descubrir los errores de otros o hacerlos conocer, y sí, en cambio, disimularlos con compasión. La fortaleza de los creyentes proviene de su unidad, lo cual significa que hay que invertir todas las energías en la difusión de la religión de Dios y la moral coránica. De manera unida pueden concentrarse en comunicar los signos de Dios a través de trabajos científicos y prestar un valioso servicio a la humanidad. De todos modos hay que recordar que todos debemos esforzarnos esencialmente por ganarnos la vida eterna en el otro mundo y quedar a salvo del castigo de Dios.





Los corazones sólo encuentran satisfacción en el recuerdo de Dios



Todos los que viven en la tierra buscan la manera de obtener una verdadera felicidad. Las esperanzas se centran en ese objetivo. Algunos la buscan mediante un estilo de vida opulento, otros como profesionales prestigiosos y otros más por medio del matrimonio, la cirugía estética o la admisión en un colegio de renombre. Sin embargo, luego que se alcanza eso que se persigue, generalmente se convierte en algo transitorio. O simplemente no se logra la satisfacción que se esperaba. Además, nadie ha obtenido en este mundo la felicidad que pretendía apuntando a esos logros. Muchas cuestiones siguen incomodando o inquietando incluso a aquellos que creen que han logrado lo que hace a su felicidad.

La verdadera felicidad, paz, agrado y comodidad sólo se pueden encontrar en el recuerdo de Dios:



Quienes crean, aquéllos cuyos corazones se tranquilicen con el recuerdo de Dios ―¿cómo no van a tranquilizarse los corazones con el recuerdo de Dios? ―, (Corán, 13:28)



Este es un secreto muy importante que Dios revela a la humanidad en el Corán. Mucha gente que no sabe esto, transcurre su vida creyendo, engañada, que los obsequios de este mundo producen satisfacción. Sin tener en cuenta que un día morirán y se enfrentarán al ajuste de cuentas, se esfuerzan con codicia por obtener los bienes mundanales.

Pero eso, como dijimos, se trata de un gran engaño. Nada de lo de este mundo puede producir la verdadera paz y felicidad. Sólo los creyentes devotos de Dios, conscientes de Su misericordia, compasión y protección sobre toda la humanidad, pueden alcanzar la paz espiritual. Dios socorre los corazones de quienes buscan las evidencias de la creación de Dios y Le recuerdan permanentemente. En consecuencia, es algo fútil buscar tranquilidad, paz o felicidad por cualquier otro medio.





La astucia de Satanás es débil



El mayor enemigo del ser humano desde el profeta Adán (la paz sea con él), siempre ha sido Satanás, quien rogó (a Dios) cuando Adán fue creado, que se le permita tentar al extravío a la gente por medio de hacer que el mundo se presente encantador y seductor. El Corán nos dice que ese plan es débil y que Satanás no tiene ninguna autoridad sobre la gente:



Quienes creen, combaten por Dios. Quienes no creen, combaten por los taguts (es decir, todo lo que es adorado fuera de Dios y aleja de El: demonios, ídolos, magos, adivinos, etc.). Combatid, pues, contra los amigos del Demonio. ¡Las artimañas del Demonio son débiles! (Corán, 4:76)



Iblis (Satanás) confirmó la opinión que se había formado de ellos (es decir, de los seres humanos). Le siguieron todos (a Iblis), menos un grupo de creyentes. No tenía (Iblis) poder sobre ellos. Queríamos sólo distinguir a los que creían en la otra vida de los que dudaban de ella. Tu Señor cuida de todo. (Corán, 34:20-21)



En efecto, Dios hace las cosas fáciles para la humanidad y los planes de Satanás son débiles e ineficaces con quienes creen. Satanás es la única fuerza negativa frente a la religión y su debilidad reside en que los creyentes no experimentarán ninguna dificultad al vivir según determina Dios. Pero para que eso sea así es esencial una fe sincera. Dios se refiere a ello en el Corán:



Dijo (Iblis): “¡Señor! Por haberme Tú descarriado, he de engalanarles en la tierra y he de descarriarles a todos, salvo a aquéllos que sean siervos Tuyos escogidos”. (Corán, 15:39-40)



Dios revela en otro versículo que Satanás no tendrá ningún poder sobre quienes creen y confían en El:



El (Iblis) no puede nada contra los que creen y confían en su Señor. Sólo tiene poder sobre los que traban amistad con él y asocian a Dios otros dioses. (Corán, 16:99-100)





La clave para escapar de las falsas esperanzas

y de los susurros de Satanás



Aunque Satanás no puede influir sobre los creyentes, a veces puede intentar molestarles con sus susurros debido a los errores o malas acciones cometidos.

Otro secreto importante que revela Dios en el Corán es cómo escapar de los susurros de Satanás. Se trata de algo muy importante para los creyentes que respetan a Dios como corresponde y esperan obtener el Paraíso, ya que los susurros de Satanás son una forma de hablar que lleva a conclusiones erróneas, apartan al ser humano de Su camino y lo mantienen ocupado con cuestiones triviales y vanas. Satanás intenta inyectar a la gente sentimientos de pesar, temor y preocupación, sembrar la discordia entre ellas, insuflar la duda acerca de Dios, el Corán y la religión (din), además de saturarla con falsas esperanzas. Algunos versículos describen los susurros de Satanás:



…he de extraviarles, he de inspirarles vanos deseos, he de ordenarles que hiendan las orejas del ganado (se trata de una práctica pagana por medio de la que se consagraba el animal a una deidad) y que alteren la creación de Dios!”. Quien tome como amigo al Demonio, en lugar de tomar a Dios, está manifiestamente perdido. El Demonio les hace promesas y les inspira vanos deseos, pero lo que les promete no es sino falacia. (Corán, 4:119-120)



…(del insidioso susurrador) que insinúa en el ánimo (pecho) de los hombres, (Corán, 114:5)



Satanás no será capaz de distraer de la guía de Dios a quienes siguen Su camino, independientemente de lo que susurre.



Si el Demonio te incita al mal, busca refugio en Dios. El todo lo oye, todo lo sabe. Cuando los que temen a Dios sufren una aparición del Demonio, se dejan amonestar y ven claro. (Corán, 7:200-201)



Como se puede comprender de los versículos, los creyentes permanecen alertas para protegerse de los susurros de Satanás. No pierden el tiempo en considerarlos y, concientes de que no son del agrado de Dios, nunca se permiten dejarse llevar por el pesimismo, el temor o el pesar, los cuales son sentimientos negativos que los creyentes evitan. Cuando éstos se ven preocupados por algo que no está de acuerdo con la moralidad coránica, inmediatamente reconocen que se trata de un nocivo susurro de Satanás que disgusta a Dios. Dejan a un lado el mismo a través del recuerdo de Dios y de los versículos del Corán.





Seguir la opinión de la mayoría aparta al

ser humano del sendero recto



Asumir que la convicción de la mayoría es lo correcto, a veces es engañoso. En realidad, cuando preguntamos acerca de la razón que respalda una realización o actitud particular, mucha gente responde: “porque así lo hace la mayoría”. Pero Dios nos informa que obedecer mecánicamente a la mayoría no es lo correcto:



Si obedecieras (dirigido a Muhammad) a la mayoría de los que están en la tierra, te extraviarían del camino de Dios. No siguen sino conjeturas, no formulan sino hipótesis. (Corán, 6:116)



En otro versículo Dios dice que la mayoría de la gente no creerá:



La mayoría de los hombres, a pesar de tu celo, no creen. (Corán, 12:103)



En el capítulo cinco (La Mesa Servida) Dios menciona la exuberancia del “mal” y llama a la gente de entendimiento a evitarla.



Di: “No es lo mismo el mal que el bien, aunque te plazca lo mucho malo que hay. ¡Temed, pues, a Dios, hombres de intelecto! Quizás, así, prosperéis”. (Corán, 5:100)



En consecuencia, lo que la mayoría hace, cree o defiende, nunca puede ser una fuente de referencia o confiable. La gente tiende a seguir a la mayoría debido a la influencia del “instinto de manada”. Sin embargo, los creyentes que actúan concientes de esta clave divina que Dios suministra en el Corán, no sigue lo que opina o hace la mayoría sino que sólo observa las órdenes de su Señor y de Su religión. Incluso aunque estén solos nunca albergan duda alguna respecto a su creencia y al sendero que deben seguir.







Motivos por los que las bendiciones se multiplican o se reducen



En el Corán Dios revela la razón por la que concede bendiciones o las retira:



Esto es así porque Dios no modifica la gracia que dispensa a un pueblo mientras éste no cambie lo que en sí tiene. Dios todo lo oye, todo lo sabe. (Corán, 8:53)



Tiene (el ser humano), por delante y por detrás, pegados (ángeles) a él, que le custodian por orden de Dios. Dios no cambiará la condición de un pueblo mientras éste no cambie lo que en sí tiene. Pero, si Dios quiere mal a un pueblo, no hay manera de evitarlo: fuera de El no tienen amigo. (Corán, 13:11)



Lo que se relata en estos versículos son claves muy importantes que la gente en general desconoce o desecha. Dios dice que multiplicará las bendiciones de quienes se ocupan de obrar correctamente, en tanto que las restringirá a quienes realicen malas acciones. Dice asimismo que la variación en la cantidad de bendiciones se producirá según las modificaciones en sus comportamientos y según su sinceridad.

Los creyentes que conocen este secreto de Dios, siempre atentos, intentan ver los propósitos ocultos en Su creación en cada situación con la que se cruzan. Nunca se sienten autosuficientes sino que se esfuerzan al máximo por obtener la perfección moral descrita en el Corán y para corregir sus equivocaciones y faltas. Nunca se atreven a dejar de exhibir la perfección moral y el refinamiento en sus conductas.





Obedecer al Mensajero es obedecer a Dios



Uno de los más importantes actos de adoración que Dios ordena a los creyentes en el Corán es la obediencia a Sus mensajeros. El dice que ha enviado mensajeros para que se les obedezca. Y en cada época los creyentes han sido probados en tal sentido. Los mensajeros son personas que comunican a la gente el mensaje de Dios y Sus órdenes, les advierten sobre el día del ajuste de cuentas y les avisan de la existencia de Sus signos. Se trata de individuos sinceros y bendecidos a los que Dios elige por sobre todos los demás y cuyas realizaciones, actitudes y principios morales perfectos son ejemplares. Son los amigos de Dios llevados a Su cercanía. Como se comunica en el versículo que sigue, la obediencia a los mensajeros es un indicio de la obediencia a Dios.



Quien obedece al Enviado, obedece a Dios. Quien se aparta… Nosotros no te hemos mandado para que seas su custodio. (Corán, 4:80)



El Mensajero de Dios (la paz sea con él) también ha dicho que las buenas noticias son para quienes testimonian dicha verdad:

Ustedes son testigos de que no hay más deidad que Dios y que yo soy Su Mensajero, ¿no? Siendo así, son los receptores de gratas noticias. El Corán es una cuerda uno de cuyos extremos llega a Dios y el otro a ustedes. Aférrense a ella. Si lo hacen, nunca se equivocarán ni correrán peligro8.

La desobediencia al mensajero es una desobediencia directa a Dios y Su religión. Este es uno de los secretos más importantes que Dios revela en el Corán. Dios nos comunica la condición de quienes obedecen y no obedecen al mensajero:



Estas son las leyes de Dios. A quien obedezca a Dios y a Su Enviado, El le introducirá en jardines por cuyos bajos fluyen arroyos, en los que estará eternamente. ¡Este es el éxito grandioso! A quien, al contrario, desobedezca a Dios y a Su enviado y viole Sus leyes, El le introducirá en un Fuego, eternamente. Tendrá un castigo humillante. (Corán, 4:13-14)



Dios revela en el Corán muchos detalles acerca de la obediencia al mensajero y deja en claro que la verdadera aceptación y sumisión a él debería ser semejante a la que es de Su agrado. Como vemos en los versículos anteriores, si una persona fracasa en adoptar la actitud y moral propia de la obediencia al mensajero de la manera que Dios describe en el Corán, puede ser que Dios haga todas sus acciones inválidas. Bajo distintos subtítulos examinaremos los versículos más relevantes en la materia:





No se es creyente hasta no obedecer en todo al Mensajero



Dios revela un secreto importante en el capítulo “Las Mujeres”:



Pero, ¡no, por tu Señor! No creerán hasta que te hayan hecho juez de su disputa; entonces, ya no encontrarán en sí mismos dificultad en aceptar tu decisión y se adherirán plenamente (a la misma). (Corán, 4:65)



En este versículo se revela un secreto muy importante acerca del ideal de obediencia al mensajero. La mayoría de la gente conoce el concepto de obediencia. Pero la que se debe prestar al mensajero es muy distinta de la que en general corresponde respecto a otros. Como manifiesta Dios en el versículo anterior, los creyentes deberían obedecer al mensajero plenamente y de corazón, sin albergar la más mínima duda ni vacilar. Si alguien duda de lo que el mensajero dice y considera sus propias ideas más apropiadas, significa, como sugiere el versículo, que no es un verdadero creyente.

Los creyentes con fe y obediencia auténticas saben que lo mejor para ellos es lo que dice el mensajero. Y aunque lo manifestado entre en conflicto con sus intereses personales, lo aceptan y le obedecen con entusiasmo y esperanza. Tal conducta virtuosa es un signo de fe auténtica. Y Dios comunica la hermosa noticia de salvación a quienes obedecen al mensajero, de corazón:



Quienes obedecen a Dios y al Enviado, están con los profetas, los veraces, los testigos y los justos a los que Dios ha agraciado. ¡Qué buena compañía!”. (Corán, 4:69)



Quienes obedecen a Dios y a Su Enviado, tienen miedo de Dios y Le temen, ésos son los que triunfarán. (Corán, 24:52)



Di: “¡Obedeced a Dios y obedeced al Enviado!”. Si volvéis la espalda… El (Enviado) es responsable de lo que se le ha encargado y vosotros de lo que se os ha encargado. Si le obedecéis, seguís la buena dirección. Al Enviado no le incumbe más que la transmisión clara. (Corán, 24:54)



Como se dijo arriba, quienes obedecen al mensajero son guiados rectamente. Todos los pueblos a lo largo de la historia han sido probados en su obediencia a los respectivos mensajeros, a los que Dios siempre los eligió de entre la gente. Debido a esto, algunas personas de mente estrecha y necia no entienden porqué hay que obedecer a un individuo igual a ellas. Del mismo modo, hay ricos que tampoco entienden el motivo de esa obediencia a quien no posee la opulencia de la que ellos disfrutan. De todos modos, Dios ha elegido Sus mensajeros, los ha respaldado y les ha dado conocimiento y fortaleza. La esencia de la cuestión que la gente mencionada no puede comprender es que Dios elige a quien El desea. Un creyente de corazón obedece y respeta a quien Dios ha elegido y se vuelve un devoto sincero. Sabe que cada vez que obedece al mensajero en realidad obedece a Dios. Quienes son sumisos a Dios y a la religión lo son también a Su mensajero:



¡Pues sí! Quien se someta a Dios y haga el bien, tendrá su recompensa junto a su Señor. No tiene que temer y no estará triste. (Corán, 2:112)





Las acciones de quienes elevan su voz por encima

de la del profeta se convierten en nulas



Dice Dios:



¡Creyentes! ¡No elevéis vuestra voz por encima de la del Profeta! ¡No le habléis en voz alta, como hacéis entre vosotros! Os expondríais a hacer vanas vuestras obras sin daros cuenta. Quienes en presencia del Enviado de Dios bajan la voz son aquéllos cuyos corazones ha probado Dios para disponerlos a Su temor. Obtendrán perdón y magnífica recompensa. (Corán, 49:2-3)



El mensajero de Dios siempre invita a los creyentes al sendero recto y a la mayor sublimidad. Seguramente hay momentos en que lo que dicen los mensajeros entra en conflicto con los intereses de la gente en su entorno. Pero el que cree y les obedece no prioriza su opinión sino que admite las palabras de Dios, de Su Mensajero y del Corán. Por otra parte, la gente de fe débil no puede mantener bajo control sus antojos y llega a desobedecer al mensajero o resistir sus criterios. Como manifiesta el versículo, los discursos, voces y palabras que pronuncian revela la enfermad de sus corazones y la debilidad en la obediencia. Debido a su necedad se oponen a lo que dice el profeta y hablan en tono más elevado que el mismo. Dios nos informa que todos los esfuerzos de personas así, aunque trabajen día y noche para expandir la religión, no valdrán de nada a causa de su desobediencia.

Este es un secreto muy importante revelado en muchos versículos coránicos. Dios ha ordenado las buenas acciones, servir con afán y firmeza al Islam, actuar en consonancia con las correctas normas morales descritas en el Corán, ser generoso, firme, tolerante, veraz y leal. Sin duda, lo dicho son importantes formas de adoración que ayudarán a la persona en el Más Allá. De todos modos, como vemos en el capítulo “Las Habitaciones Privadas”, un solo acto de comportamiento irrespetuoso hacia el mensajero de Dios puede anular todas las obras de la persona en cuestión. Esto nos recuerda una vez más, indudablemente, lo importante que es obedecer y respetar a los mensajeros de Dios.





Dios debilita a quienes no obedecen al mensajero



El incidente de Saúl (Talut) y su ejército relatado en el Corán es otro recordatorio que pone un fuerte énfasis sobre la importancia de la obediencia al mensajero de Dios. Cuenta el Corán que al marchar Saúl, el mensajero de Dios, con su ejército para enfrentar al enemigo, advirtió a sus hombres que no bebiesen de la corriente de agua que atravesarían:



Y, cuando Saúl (denominado Gedeón en la Biblia) marchó con los soldados, dijo: “Dios os probará con un arroyo. Quien beba de él no será de los míos. Quien no lo pruebe, será de los míos, a menos que beba una sola vez del hueco de la mano”. Y bebieron de él, salvo unos pocos. Y, cuando él y los que creían lo hubieron cruzado, dijeron: “Hoy no podemos nada contra Goliat y sus soldados”. Los que contaban con encontrar a Dios (el Día del Juicio) dijeron: “¡Cuántas veces una tropa reducida ha vencido a otra considerable con permiso de Dios! Dios está con los que tienen paciencia”. (Corán, 2:249)



Como nos enseña el versículo, quienes no obedecieron la orden de Saúl se debilitaron, perdieron intrepidez, en tanto que a los que le obedecieron Dios, a pesar de ser numéricamente inferiores, los fortaleció y por Su voluntad aplastaron al enemigo. Es este tipo de secretos que Dios revela en el Corán. La fortaleza, la victoria y la superioridad no descansan en la riqueza material, en la categoría de prestigio, en ser más numerosos que otros o en ser superiores físicamente. Dios hará más fuerte que a otros y premiará con innumerables obsequios ―sabiduría, salud, prestancia, riqueza y otras bendiciones― a cualquiera que observe Sus límites y le obedezca a El y a Su mensajero. Los dispuestos a estar al lado de los mensajeros de Dios tienen preparada un hermosa vida eterna en el otro mundo.





Un pequeño grupo de creyentes puede imponerse

a una gran cantidad de incrédulos



Uno de los milagros de Dios es que los creyentes, a pesar de estar en minoría, siempre vencen a sus oponentes por la Voluntad de Dios. Se trata de un secreto importante que Dios revela en muchos versículos y conduce a los incrédulos al error. Como vimos en la historia de Saúl, debido a la obediencia a Dios los creyentes obtuvieron la victoria aunque eran menos numerosos. El Señor concluye la historia de Saúl con las siguientes palabras: “¡Cuántas veces una tropa reducida ha vencido a otra considerable con permiso de Dios! Dios está con los que tienen paciencia”. (Corán, 2:249)







La constancia fortalece extraordinariamente a los creyentes



Como venimos enfatizando con frecuencia, los versículos coránicos revelan muchos secretos. Y uno de ellos es el de la constancia. Dios da la prometedora noticia de que la constancia otorga firmeza. Hay que recordar que todo el poder pertenece a Dios. Incluso aquél de quien se Le opone. Dios concede distintas facultades a la gente para probarla. Da lo que quiere con la misma facilidad que lo saca. Dios nos informa que los constantes serán fuertes, es decir, El les fortalecerá:



¡Pues sí! Si tenéis paciencia y teméis a Dios, si os acometen (los enemigos) así de súbito, vuestro Señor os reforzará con cinco mil ángeles provistos de distintivos”. (Corán, 3:125)



Como se comunica en este versículo si Dios desea puede darle la victoria a quien corresponda de manera imperceptible. Cuando, por ejemplo, alguien se esfuerza por sostener la religión de Dios, éste puede proveerle de un sutil apoyo inspirándole un hablar convincente con el que logra que los corazones se vuelvan hacia la religión. En consecuencia, nadie puede ganar una victoria o influenciar a otros a menos que Dios lo desee. El dueño de todos los logros, victorias e inspiraciones es Dios. A la humanidad le corresponde seguir las órdenes de Dios y observar Sus límites. Dios informa a los creyentes cómo lograr una gran fortaleza:



¡Profeta! ¡Anima a los creyentes al combate! Si hay entre vosotros veinte hombres tenaces, vencerán a doscientos. Y si cien, vencerán a mil infieles, pues éstos son gente que no comprende. Ahora, Dios os ha aliviado. Sabe que sois débiles. Si hay entre vosotros cien hombres tenaces, vencerán a doscientos. Y si mil, vencerán a dos mil, con permiso de Dios. Dios está con los tenaces. (Corán, 8:65-66)



Como comunica Dios en los versículos de arriba, si los creyentes no son débiles y mantienen erguida su constancia y fe, la fortaleza de un solo creyente puede equivaler a la de diez hombres. En este contexto, la palabra “vigor” tiene otras connotaciones distintas a la de fuerza física. Por ejemplo, el esfuerzo de un creyente para comunicar el mensaje de la religión y llamar a la gente al camino de Dios, sería equivalente al hecho por diez personas. También, el conocimiento de un creyente puede ser equivalente al de diez personas. El buen obrar de un creyente, que lo hace con el único objetivo de lograr el contento de Dios, sería equivalente a las realizaciones de diez personas. Un solo creyente puede invitar a diez personas extraviadas a circular por el sendero recto de Dios, como medio para mejorar su fe. Un solo creyente puede demoler los argumentos de diez incrédulos y reemplazarlos con la verdad.

Este secreto que Dios revela en el Corán es de gran importancia, porque significa que si los musulmanes, aunque se trate de un grupo pequeño, se apresuran a seguir el sendero recto, Dios les dará la victoria en todo lo que emprendan. Por ejemplo, si hay un mundo de incrédulos y profesores universitarios ateos que en todos los continentes conducen a sus alumnos al ateísmo, Dios convertirá a un pequeño grupo de musulmanes lo suficientemente fuerte, competente y sensato para que muestren a todos el sendero recto. Dios facilita sus asuntos a los creyentes y complica los de los incrédulos. Debido a ello, los creyentes concientes de dicha realidad nunca reducen el valor de sus esfuerzos diciendo: “¿Servirán de algo mis esfuerzos para modificar la situación?”, sino que están seguros que Dios los hará más efectivos al ser realizados sinceramente y con el único propósito de agradar a Dios. Un pequeño escrito sobre la existencia de Dios, un simple llamado a la gente a volverse a Dios o una acción en consonancia con la moralidad coránica, puede conducir a muchas personas a la salvación y alentar en ellas el amor y respeto reverencial a Dios. Necesitamos tener presente que las leyes y los fenómenos de causa-efecto que se aplican a este mundo son sólo los revelados por Dios en el Corán. Cualquiera que piense según la lógica coránica puede comprender los secretos en la creación de Dios y, por Su Voluntad, obtener un vigor y juicio superiores, por encima de lo que cualquier otro puede lograr. Dios da a los creyentes la buena nueva de que se impondrán sobre los incrédulos siempre y cuando permanezcan firmes en su fe:



¡No os desaniméis ni estéis tristes, ya que seréis vosotros quienes ganen! Si es que sois creyentes... (Corán, 3:139)



Como se puede apreciar en los versículos, la condición indispensable para ser victoriosos en esta vida y en la otra es la fe sincera. Otro secreto revelado sobre esta cuestión en el Corán es tener fe sin adscribir iguales a Dios.





Dios hace triunfar Su religión cuando

el creyente lo adora sólo a El



Uno de los más importantes objetivos del musulmán en esta vida es difundir por todas partes las normas éticas coránicas, de modo que las personas sirvan a Dios como corresponde. En el Corán se nos indica cómo hacerlo:



A quienes de vosotros crean y obren bien, Dios les ha prometido que ha de hacerles sucesores en la tierra, como ya había hecho con sus antecesores. Y que ha de consolidar la religión (el Islam) que le plugo profesaran. Y que ha de trocar su temor en seguridad. Me servirán sin asociarme nada. Quienes, después de esto, no crean, ésos son los perversos. (Corán, 24:55)



En consonancia con los secretos que Dios revela a los creyentes en el Corán, asegura el establecimiento de los valores coránicos en todo el mundo si le adoran sólo a El, sin adscribirle socios. Esta es una clave muy importante porque indica que es responsabilidad de cada creyente llevar la guía del Corán a todos. Siendo así, los concientes de su fe deberían evitar sin excepciones asociar iguales a Dios y adorar sólo a El. Antes que nada, esa asociación es un pecado que Dios no perdona y que implica ir a parar al infierno. La mayoría de la gente cree que este concepto se relaciona sólo con los paganos que adoran ídolos, pero habría que ser conscientes de la “idolatría oculta”. Es decir, se puede expresar la fe en Dios, aceptar que Dios es Uno y el único creador y que toda la obediencia se le debe a El. Pero el considerar a otros distintos a Dios más significativos debido al beneficio que brindarían o considerar a los negocios, la familia y los antepasados más importantes, es caer en la idolatría plena. El sentido auténtico de la fe como se explica en el Corán es procurar el contento de Dios por sobre cualquier otra cosa. El afecto exhibido a otros distintos de Dios sólo es correcto si es un medio para obtener Su agrado. Quienes se sienten deudores de otros por alguna bendición recibida o los consideran sus protectores, en realidad son idólatras, puesto que es sólo El Quien concede todo tipo de sustento, Quien alimenta, protege y alberga a todos los seres vivientes, Quien cura al enfermo y devuelve la salud a través del médico. Resulta ilógico, desde este punto de vista, centrar la esperanza únicamente en el médico, porque éste no puede curar si no es por la Voluntad de Dios. Aquél que recupera la salud debería ver al médico como una persona a través de la cual Dios le restaura la salud y, en consecuencia, agradecerle. Pero siempre debe tener en cuenta que el mayor reconocimiento es para Dios, puesto que es quien realmente le cura. De lo contrario estaría adscribiendo un atributo de Dios a un ser humano y por lo tanto asociándolo a El. Todos los musulmanes deberían evitar estrictamente la idolatría oculta, es decir, poner a cualquier otro ―amigos, confidentes o protectores― por encima de Dios.





La vida en este mundo es muy breve



La mayoría de la gente se liga a este mundo como si nunca fuera a morir, lo que hace que no tome como guía la religión y reflexione sobre la muerte y el otro mundo. Pero en realidad, la vida en este mundo, a la que tanto se atan, es muy corta, transitoria. A todos nos llega en su momento la muerte. Además, el tiempo que se pasa en este mundo no es tan largo como parece. Dios revela a la humanidad dicho secreto en muchos versículos coránicos:



Dirá (Dios): “¿Cuántos años habéis permanecido en la tierra?”. Dirán: “Hemos permanecido un día o parte de un día (al comparar los años terrenales con la eternidad). ¡Interroga a los encargados (es decir, los ángeles) de contar!”. Dirá (Dios): “No habéis permanecido sino poco tiempo. Si hubierais sabido... ¿Os figurabais que os habíamos creado para pasar el rato y que no ibais a ser devueltos a Nosotros?”. (Corán, 23:112-115)



El día que llegue la Hora, jurarán los pecadores que no han permanecido sino una hora. Así estaban de desviados… (Corán, 30:55)



Lo presentado es alguno de los diálogos que se producirán el día del ajuste de cuentas. Como se ve, después de la muerte la gente comprobará que estuvo poco tiempo en este mundo. Es decir, lo que se nos presenta como seis o siete decenios en esta vida, sólo se trata de un día o algo mucho menor. Es algo que se asemeja a lo que nos pasa cuando soñamos. A veces parece que la escena dura días, meses o años, pero al despertarnos nos damos cuenta que se trató de segundos.

La consideración de algunas cosas nos ayudaría a entender lo breve y temporal que es la vida en este mundo. Por ejemplo, todos hacemos ciertos planes y nos fijamos ciertos objetivos mientras vivimos. Un caso típico es el de quien termina la escuela secundaria, ingresa a la universidad, se recibe y busca un buen trabajo. Pero todo ello se trata, después de todo, de experiencias pasajeras. En la juventud es difícil que alguien piense en el momento en que tendrá treinta años. No obstante, demasiado pronto llega, incluso, al de los cuarenta años.

Lo breve de la vida en este mundo es una realidad que Dios revela en el Corán y que cualquiera puede comprender antes de morir. Sería una falta de sentido común que aquellos que disciernen esto rechacen la vida real ilimitada en el Más Allá por amor a una vida temporaria aquí:



¡Pueblo! Esta vida de acá no es sino breve disfrute, mientras que la otra vida es la Morada de la Estabilidad. (Corán, 40:39)



Estos (los paisanos del Profeta) aman la vida fugaz y descuidan un día grave (el Día del Juicio). (Corán, 76:27)



Dios llena de miedo los corazones de los incrédulos



Dios dice en muchos versículos que llena de temor los corazones de los incrédulos:



Cuando vuestro Señor inspiró a los ángeles: “Yo estoy con vosotros. ¡Confirmad, pues, a los que creen! Infundiré el terror en los corazones de quienes no crean....”. (Corán, 8:12)



El es Quien expulsó de sus viviendas a los de la gente de la Escritura que no creían, cuando la primera reunión. No creíais (dirigido a los creyentes) que iban a salir y ellos creían que sus fortalezas iban a protegerles contra Dios. Pero Dios les sorprendió por donde menos lo esperaban. Sembró el terror en sus corazones y demolieron sus casas con sus propias manos y con la ayuda de los creyentes. Los que tengáis ojos ¡escarmentad! (Corán, 59:2)



Dios debilita la fortaleza de quienes se oponen a los creyentes y resisten a El y a Su religión, infundiendo terror en sus corazones. Se trata de un milagro. Es de gran importancia que los creyentes sopesen estos versículos y extraigan lecciones. Esto es así porque, como mencionamos en los capítulos anteriores, nuestros corazones están en las manos de Dios, Quien siembra lo que desea en el corazón de quien El quiera. La tarea de los creyentes no es buscar impactar sobre otros sino ser solamente sinceros. Por ejemplo, el creyente es responsable de advertir a una persona a la luz de los versículos coránicos, pero ésta obtendrá la guía correcta, independientemente de lo lúcido de la explicación que reciba, sólo si Dios lo permite. De la misma manera, el creyente está indefenso frente a los peligros. No puede amedrentar de ningún modo a los enemigos. Es Dios quien protege y respalda a los creyentes que se esfuerzan sinceramente en consideración del agrado de Dios. Como se dice en los versículos anteriores, infunde terror en los corazones de sus enemigos y los complica muchísimo con sus propios problemas. De esta manera Dios socorre a los creyentes.

Dios inspira distintos temores en las almas de los incrédulos: el temor a la muerte, al futuro, al perjuicio, a los desastres naturales, a la pérdida de la riqueza. Y el temor a la muerte es el principal, pues dicha gente no cree en el Más Allá, está fuertemente ligada a este mundo y supone que será reducida a la nada y perderá todo lo que tiene. Es este temor el que alimenta otras flaquezas.

Dios nos dice que infunde pavor en el corazón de los incrédulos debido a que asocian otros a El. El Corán relata cuál es el fin de esta gente:



Infundiremos el terror en los corazones de los que no crean, por haber asociado a Dios algo a lo que El no ha conferido autoridad. Su morada será el Fuego. ¡Qué mala es la mansión de los impíos! (Corán, 3:151)





La sabiduría y el hablar resuelto y prudente

son bendiciones de Dios



La sabiduría y el hablar resuelto son bendiciones de Dios:



Concede la sabiduría a quien El quiere. Y quien recibe la sabiduría recibe mucho bien. Pero no se dejan amonestar sino los dotados de intelecto. (Corán, 2:269)



Consolidamos su dominio y le dimos la sabiduría y la facultad de arbitrar. (Corán, 38:20)



La sabiduría y la impronta correcta son obsequios admirables. Un tema puede ser explicado por distintas personas con distintos estilos. Pero la explicación más solemne es la sabia y terminante, es decir, la que hace que nos centremos en algo, crea conciencia, anima a la reflexión sobre algo ya conocido pero a menudo descuidado. La persona con un lenguaje idóneo y concluyente no realiza peroratas prolongadas sin sentido sino que expresa ideas y pensamientos de la manera más breve y concisa pero también más entendible y directa. Las explicaciones dadas por el ser humano sabio sobre un tema se limitan a unas pocas expresiones sinceras, lo cual impacta más. Lo que sí debemos señalar es que ese tipo de hablar no se puede aprender, no dispone de un método. Exige sólo la honestidad y el rezo por las bendiciones de Dios, pues es El quien inspira en el curso de una exposición la sabiduría a quien quiere.

Seguramente la obra cumbre de sabiduría y oratoria es el Corán, palabra directa de Dios. Se trata de una sabiduría peculiar de todos los libros revelados por Dios a la humanidad:



Ya han recibido noticias disuasivas (sobre las generaciones pasadas de infieles), consumada sabiduría. Pero las advertencias no sirven. (Corán, 54:4-5)





El ser humano también rendirá cuentas

por sus pensamientos e intenciones



Dios ordena al ser humano en el Corán vivir guiado por los principios de la religión de modo voluntario y devoto:



… Y, si uno hace el bien espontáneamente, tanto mejor para él. Pero os conviene más ayunar. Si supierais… (Corán, 2:184)



¡Observad los rezos ―sobre todo, el rezo intermedio― y estado con devoción ante Dios! (Corán, 2:238)



Abraham fue una comunidad, devoto de Dios, hanif (monoteísta inflexible) y no asociador, (Corán, 16:120)



Como vimos en los versículos anteriores, Dios ordena a la humanidad cumplir sus rezos con devoción. Pero lo que realmente importa mientras reza, ayuna, da limosnas y se muestra obediente, es la real intención y los pensamientos sinceros. En el Corán Dios llama la atención sobre la existencia de alguna gente que reza o reparte sus bienes sólo para pavonearse. Puede ser que no reflexionen sobre Dios sino que piensen sobre sus características personales mientras rezan, pero no vayan mucho más allá de cumplir con los rituales de modo mecánico. A la vez se pueden realizar acciones de caridad, establecer escuelas o ayudar al pobre. Pero si todo ello no es hecho con el único propósito de obtener el contento de Dios, reflexionando sobre nuestra debilidad y necesidad de El, así como sobre el serio significado de la otra vida, puede ser que todo lo realizado no sea aceptado por Dios. El Señor nos comunica que no es la sangre de los sacrificios animales sino la devoción (taqwa) lo que le interesa:



Dios no presta atención a su carne ni a su sangre, sino a vuestro temor de El. Así os los ha sujetado a vuestro servicio, para que ensalcéis a Dios por haberos dirigido. ¡Y (tú Muhmmad) anuncia la buena nueva a quienes hacen el bien! (Corán, 22:37)



Una de las suposiciones más erróneas es asumir que la gente sólo será juzgada por sus acciones. Dios nos informa que también rendiremos cuenta por nuestras intenciones, pensamientos e incluso lo que ocultamos profundamente en nuestros corazones:



De Dios es lo que está en los cielos y en la tierra. Lo mismo si manifestáis lo que tenéis en vosotros que si lo ocultáis, Dios os pedirá cuenta de ello. Perdona a quien El quiere y castiga a quien El quiere. Dios es omnipotente. (Corán, 2:284)



Dios conoce lo que encierra el corazón, pensamiento, subconsciente de cada uno de nosotros, así como lo que ocultamos a otros. Dios se ubica entre el ser humano y su alma, motivo por el cual no se Le puede ocultar nada. Dios es sabedor de cualquier duda que se cruce por la mente, cualquier susurro de Satanás, la opinión que se tiene de los creyentes, lo que se piensa en el momento de la oración, la fe en el Corán, etc. Por ejemplo, Dios sabe cuando uno reza de modo insensible o alberga pensamientos contradictorios. El Día del Juicio cada ser humano se encontrará con todo eso. Para obtener la salvación es necesario purificar el corazón y vivir según marca la religión, de manera sincera y comprometida y no sólo cumplir con los rituales.

Sería simplemente imprudente que en consideración de una vida breve y pasajera aquí, actuemos con indiferencia respecto a la vida eterna en el Más Allá:



¡Pueblo! Esta vida de acá no es sino breve disfrute, mientras que la otra vida es la Morada de la Estabilidad. (Corán, 40:39)



Estos aman la vida fugaz y descuidan un día grave (el Día del Juicio). (Corán, 76:27)





Es Dios Quien hace al ser humano afectuoso y cariñoso



Se revela en muchos versículos que el amor y afecto que encierran los corazones de la gente es algo dado, insuflado por Dios. Uno de ellos dice que es El Quien reúne a los creyentes y crea la fraternidad entre los mismos:



Aferraos al pacto de Dios, todos juntos, sin dividiros. Recordad la gracia que Dios os dispensó cuando erais enemigos: reconcilió vuestros corazones y, por Su gracia, os transformasteis en hermanos; estabais al borde de un abismo de fuego (es decir, al borde del infierno) y os libró de él. Así os explica Dios Sus Signos. Quizás, así, seáis bien dirigidos. (Corán, 3:103)



Otro versículo nos informa que la compasión y ternura que poseemos es dada por Dios.



... Y le otorgamos el juicio cuando aún era niño, así como ternura de Nosotros y pureza. Y fue temeroso de Dios. (Corán, 19:12-13)



A quienes hayan creído y obrado bien, el Compasivo les dará amor. (Corán, 19:96)



Y entre Sus Signos está el haberos creado esposas nacidas entre vosotros, para que os sirvan de quietud, y el haber suscitado entre vosotros (entre ellos y sus esposas) el afecto y la bondad. Ciertamente, hay en ello Signos para gente que reflexiona. (Corán, 30:21)



Dios dice también que hará desaparecer la hostilidad de quienes rechazan a los creyentes. Es evidente que El controla todos los corazones, tanto de los creyentes como de otros.



Quizá establezca Dios la amistad entre vosotros y los que de ellos (de los infieles) tenéis por enemigos. Dios es capaz, Dios es indulgente, misericordioso. (Corán, 60:7)





El incrédulo y el creyente no mueren de la misma manera



Dios revela en el Corán un secreto acerca de la muerte, algo desconocido para mucha gente: lo que experimenta una persona que se está muriendo no es lo que ve quien la observa:



¿Por qué, pues, cuando se sube (el alma) a la garganta (en la agonía), viéndolo vosotros, ―y Nosotros estamos más cerca que vosotros de él (del moribundo), aunque no lo percibís―, (Corán, 56:83-85)



Otros secreto revelado es el gran terror y agonía que experimentan los incrédulos al momento de la muerte, difícilmente percibido por quienes los acompañan en ese trance:



¿Hay alguien que sea más impío que quien inventa una mentira contra Dios, o quien dice: “He recibido una revelación”, siendo así que no se le ha revelado nada, o quien dice: “Yo puedo revelar otro tanto de lo que Dios ha revelado”? Si pudieras ver cuando estén los impíos en su agonía y los ángeles (que interrogarán al fallecido) extiendan las manos: “¡Entregad vuestras almas! Hoy se os va a retribuir con un castigo degradante, por haber dicho falsedades contra Dios y por haberos desviado tan altivamente de Sus Signos”. (Corán, 6:93)



¡No te maravilles de su hacienda y de sus hijos! Dios sólo quiere con ello castigarles en la vida de acá y que exhalen su último suspiro siendo infieles. (Corán, 9:85)



En concordancia con este secreto revelado en el Corán, puede parecer que un incrédulo muere pacíficamente en su cama, sin sufrimiento de ningún tipo durante la agonía. Pero Dios nos informa que sufren profundamente en esos momentos, aunque no lo podamos comprobar. El Corán nos explica cómo actúan los ángeles con los incrédulos:

¿Qué pasará cuando los ángeles (de la muerte) les llamen (a la hora de la muerte), golpeándoles en el rostro y en la espalda? Esto es así porque van en pos de algo que irrita a Dios y, en cambio, les repugna lo que Le satisface. Por eso (Dios), hace vanas sus obras. (Corán, 47:27-28)



Si pudieras ver (el Día del Juicio) cuando los ángeles (de la muerte) llamen (a la hora de la muerte) a los que no han creído, golpeándoles en el rostro y en la espalda. Y: “¡Gustad el castigo del fuego del infierno por las obras que habéis cometido, que Dios no es injusto, en absoluto, con Sus siervos!”. (Corán, 8:50-51)



Los creyentes, por el contrario, experimentan una muerte tranquila, sencilla. Por ejemplo, el creyente que combatía cercano al profeta y resultaba herido gravemente, al momento de la muerte sentía una profunda paz, libre de todo temor. Dios nos informó que las almas de los creyentes iban a ser tomadas sin mácula alguna y serían recibidas con saludos y buenas nuevas por los ángeles:



A quienes, buenos, llaman (a la hora de la muerte) los ángeles diciendo: “¡Paz sobre vosotros! ¡Entrad en el Jardín, como premio a vuestras obras!”. (Corán, 16:32)





La oración mantiene al ser humano alejado del mal



A los creyentes se les prescriben las oraciones en momentos específicos del día, como lo especifica el Corán. Dios promete premiar a quienes cumplen esa prescripción regularmente:



¡Recita lo que se te ha revelado de la Escritura! ¡Haz la oración! La oración prohíbe la deshonestidad y lo reprobable. Pero el recuerdo de Dios es más importante aún. Dios sabe lo que hacéis. (Corán, 29:45)



Como comunica Dios, quienes cumplen con la oración se mantienen alejados de la indecencia y el mal. Es Dios quien inspira el no hacer cosas equivocadas.

El que respeta a Dios como corresponde cumple con las oraciones como lo prescribe el Corán. El que se para, inclina y prosterna ante el Señor a ciertas horas del día, seguramente se mantendrá alejado de las acciones incorrectas y sentirá un temor reverente por Dios. La conciencia de gente así descartará lo inmoral y perjudicial gracias a la inspiración y voluntad de Dios. Incluso, si en algún momento hacen algo incorrecto por un brevísimo tiempo, se darán cuenta de ello mientras hacen la oración y reflexionan ante el Señor sobre Su poder infinito. De inmediato se arrepentirán y evitarán caer de nuevo en lo nocivo.





Quien muere en el camino de Dios, está vivo en el otro mundo



Dios ha revelado en el Corán que quienes mueren en Su camino en realidad no están “muertos” sino que viven en Su presencia:





Y no penséis que quienes han caído por Dios hayan muerto. ¡Al contrario! Están vivos y sustentados junto a Su Señor, contentos por el favor que Dios les ha hecho y alegres por quienes aún no les han seguido, porque no tienen que temer y no estarán tristes, alegres por una gracia y favor de Dios y porque Dios no deja de remunerar a los creyentes. (Corán, 3:169-171)



¡Y no digáis de quienes han caído por Dios que han muerto! No, sino que viven. Pero no os dais cuenta... (Corán, 2:154)



El Corán también revela que la guía concedida por Dios a los mártires se completa al llegar a Su presencia, motivo por el cual se les da la bienvenida en el Paraíso:



... (El) No dejará que se pierdan las obras de los que hayan caído por Dios. El les dirigirá, mejorará su condición y les introducirá en el Jardín, que El les habrá ya dado a conocer (en esta vida, a modo de anticipo de la bienaventuranza eterna). (Corán, 47:4-6)



Su Señor escuchó su plegaria: “No permitiré que se pierda obra de ninguno de vosotros, lo mismo si es varón que si es hembra, que habéis salido los unos de los otros. He de borrar las malas obras de quienes emigraron y fueron expulsados de sus hogares, de quienes padecieron por causa Mía, de quienes combatieron y fueron muertos, y he de introducirles en Jardines por cuyos bajos fluyen arroyos, a título de recompensa de Dios”. Dios tiene junto a Sí la bella recompensa. (Corán, 3:195)



A quienes habiendo emigrado por Dios, sean muertos o mueran (de muerte natural), Dios les proveerá de bello sustento (es decir, el Paraíso). Dios es el mejor de los proveedores. Ha de introducirles en un lugar que les placerá. Dios es, ciertamente, omnisciente, benigno. (Corán, 22:58-59).



Por lo general la gente desconoce los secretos revelados por Dios en el Corán respecto a lo que les acontece a quienes mueren en Su camino.





Es Dios Quien hace digno a quien El quiere



Muchos de los que no creen en el Más Allá se esfuerzan con codicia por poseer el poder, la fuerza y la superioridad en este mundo. Tienen un criterio propio de lo que significa ser poderoso, fuerte y honorable: hay que ser rico, tener un papel de dirigente en la sociedad y ser famoso. Consideran que la pérdida de alguna de estas características conlleva el fin de su honor, estima y prestigio. Sin embargo, se equivocan. El Corán explica ese error:



Han tomado a dioses en lugar de tomar a Dios, para alcanzar el poder. ¡No! (Esos dioses) Negarán haberles servido y se convertirán en adversarios suyos. (Corán, 19:81-82)



El único que posee poder y potestad es Dios, Quien se lo da a quien El quiere. En consecuencia, quienes recurren a otros medios para conseguir fuerza y superioridad, en realidad Le están asociando iguales. Hay que tener en claro que la autoridad no es dada por la riqueza, el prestigio o el estatus, los cuales Dios puede arrebatárselos a quien sea en un abrir y cerrar de ojos. Por ejemplo, un alto ejecutivo puede perder su riqueza, ascendiente y buena posición de la noche al día por la simple razón de que el real poseedor de todo es Dios.

Dios concede superioridad y distinción a Sus siervos y amigos, entregados de corazón a El y seguidores del Corán. Quien vive según el Corán nunca hace nada que ocasione desgracias, remordimientos o vergüenza frente al Señor. Los creyentes auténticos no temen a nada ni a nadie y nunca buscan favores de nadie. Sólo quieren obtener el agrado de Dios y respetarle como es debido. Es por eso que nunca se sienten débiles o fuera de lugar. Lo que logran es lo que Dios les da, a la vez que poseen la dignidad y el honor de ser fieles y vivir según las normas coránicas:



... Pero el poder pertenece a Dios, a Su enviado y a los creyentes. Los hipócritas, empero, no lo saben. (Corán, 63:8)





Claves para encontrar el sendero recto



Casi todos tienen sus aciertos y errores. Los criterios para determinar unos y otros difieren bastante. A veces la persona toma como guía en tal sentido a un libro, a un individuo, a un político o a un filósofo. Sin embargo, el sendero recto, el único que conduce a la salvación, está dado por la religión elegida por Dios. En dicho sendero la única meta es obtener el agrado, misericordia y paraíso de Dios. Cualquier otro rumbo, por más atractivo que parezca, es engañoso y conduce a la ruina, la desesperanza, la infelicidad y el castigo doloroso en este y en el otro mundo.

El Corán revela quiénes son los guiados al sendero recto: los siervos de Dios guiados por El que obtienen Su paraíso.





La Fe segura



Para ser guiado al sendero recto, antes que nada, hay que tener fe. Si se cree que el único poseedor y creador de los cielos, de la tierra y de todo lo que hay entre ellos es Dios; si se tiene la certeza de que la única razón para existir en este mundo es la de ser siervo de Dios; si se busca obtener el contento de Dios a lo largo de la vida, Dios guía al sendero recto. La fe en Dios, en el otro mundo y en el Corán tiene que ser firme y cierta. Puede ser que algunos que dicen que son creyentes, alberguen dudas y cuando se juntan con los incrédulos sean influenciados por éstos, se muestren débiles o esgriman algún tipo de crítica a Dios y Su religión. Por el contrario, los guiados al sendero recto poseen una fe resuelta e inamovible:



Y para que sepan quienes han recibido la Ciencia que esto (el Corán) es la Verdad venida de tu Señor, para que crean en ella y se humille ante ella su corazón. En verdad, Dios dirige a los creyentes a una vía recta. (Corán, 22:54)







Volverse a Dios con completa sumisión



El volverse a Dios con completa sumisión revela la guía al sendero recto. Este mundo no tiene ningún encanto para quien cree en Dios y espera ansioso la otra vida.

Si la única ambición es agradar a Dios, uno se vuelve a Dios en todos sus actos. Y sabiendo que El nos prueba, se somete al destino predeterminado por Dios. El nos informa que los que se Le someten voluntariamente serán guiados al sendero recto:



¿Cómo podéis dejar de creer si se os recitan los versículos de Dios y Su Enviado se halla entre vosotros? Quien se aferre a Dios será dirigido a una vía recta. (Corán, 3:101)



Os ha prescrito en materia de religión lo que ya había ordenado a Noé, lo que Nosotros te hemos revelado y lo que ya habíamos ordenado a Abraham, a Moisés y a Jesús: “¡Que rindáis culto (a Dios) y que esto no os sirva de motivo de división!”. A los asociadores les resulta difícil aquello a que tú les llamas. Dios elige para Sí a quien El quiere y dirige a El a quien se arrepiente. (Corán, 42:13)





Seguir los consejos dados



La siguiente es otra orden de Dios a Sus siervos que desean ser guiados al sendero recto:



... Pero, si se hubieran conformado a las exhortaciones recibidas, habría sido mejor para ellos y habrían salido más fortalecidos, les habríamos dado entonces, por parte Nuestra, una magnífica recompensa y les habríamos dirigido por una vía recta. (Corán, 4:66-68)



Los creyentes que respetan a Dios como es debido se esfuerzan por purificarse de sus malas acciones y obtener la perfección moral que más satisface a Dios. Pero para ser absuelto de los errores y recibir la guía al sendero recto, hace falta ser modesto. La persona así busca purificarse y, antes que nada, seguirá las órdenes de Dios. Además, los creyentes sinceros son amigos y se protegen entre sí. Ordenan lo correcto y prohíben lo incorrecto. En consecuencia, si se sabe que la advertencia de un creyente a otro es de gran importancia para el día del ajuste de cuentas, toda la gente de fe debe ser receptiva a los consejos que se dan unos a otros. Quien sigue el buen consejo será guiado al sendero recto. Dios da la buena nueva a Sus siervos que evitan seguir a Satanás y obedecen las órdenes y a lo que llama el Corán:



¡Buena nueva (es decir, la salvación eterna) para quienes hayan evitado a los taguts (es decir, todo lo que es adorado fuera de Dios: demonios, adivinos, magos, etc.), rehusando servirles, y se hayan vuelto arrepentidos a Dios! ¡Y anuncia la buena nueva a Mis siervos, que escuchan la Palabra (el mensaje coránico) y siguen lo mejor de ella (es decir, el reconocimiento de que Dios es Uno)! ¡Esos son los que Dios ha dirigido! ¡Esos son los dotados de intelecto! (Corán, 39:17-18)



Es el alma la que insinúa el pecado



Es la propia alma la que posee la capacidad de conocer la depravación de la persona y cómo evitarla. En otras palabras, es la propia alma la que inspira el mal y las acciones ruines. Dios se refiere a estos dos rasgos:



¡Por el alma y Quien le ha dado forma armoniosa, instruyéndole sobre su propensión al pecado y su temor a Dios! ¡Bienaventurado quien la purifique! (Corán, 91:7-9)



En los versículos se menciona al alma como la fuente de los actos erróneos y depravados. Esa característica la convierte en una de los más jurados enemigos del ser humano. Es arrogante y egoísta. Siempre quiere satisfacer sus propios deseos y vanidades. Le importa sólo lo que necesita y le interesa. Sólo busca el placer. Recurre a cualquier medio para tentar a los seres humanos ya que no siempre es posible conseguir ciertas cosas por medios legítimos. Las palabras del profeta José explican en el Corán esta realidad:



Yo no pretendo ser inocente. El alma exige el mal, a menos que mi Señor use de Su misericordia. Mi Señor es indulgente, misericordioso”. (Corán, 12:53)



Un secreto muy importante revelado a los creyentes que reverencian a Dios es que el alma inspire el mal y acciones ruines. De este modo saben que sus engaños estarán siempre presentes y que a través de las tentaciones no ceja por apartar al ser humano del camino de Dios. En consecuencia, siempre justificará sus actos, se amará a sí misma más que a otros, crecerá en arrogancia, deseará la mayor de las posesiones terrenales y la máxima vida placentera. En resumen, recurrirá a cualquier medio para intentar que el ser humano exhiba un comportamiento contrario a las normas éticas que agradan a Dios.

Efectivamente, los comportamientos y actitudes de los incrédulos, que no satisfacen los valores coránicos, son totalmente moldeados por sus almas. Debido a que los incrédulos no consideran a Dios para nada, es imposible que obedezcan a sus conciencias y se dejan llevar sólo por sus almas. Las rencillas, los conflictos de intereses y la infelicidad que abruma a las sociedades en las que a la religión se la deja a un lado, tienen sus raíces en que los individuos se hunden en sus propias almas e intereses, con lo que pierden sus atributos humanos, como ser, el amor, respeto y entrega sinceros.

A ello se debe la gran importancia de este secreto revelado en el Corán. En tanto se mantenga presente esta revelación, la persona puede precaverse de su alma y asumir una forma de conducta buena. Al alma se la puede disciplinar haciendo exactamente lo opuesto a lo que ordena. Por ejemplo, cuando el alma ordena la pereza, hay que trabajar con mayor tesón. Cuando ordena el egoísmo, hay que entregarse más a los demás. Cuando ordena la mezquindad, hay que ser más generoso.

Además de la faceta ruin del alma, exhibida en el capítulo “El Sol”, sabemos que Dios también inspiró en el alma una conciencia que le impide cumplimentar los peores deseos. Es decir, junto a la inspiración al alma para que instigue al mal, está la inspiración para que instigue al bien. Cada ser humano es conciente del susurro de esas voces y reconoce el mal y el bien. No obstante, sólo quienes reverencian a Dios como corresponde siguen la voz de sus conciencias.



Propósitos de Dios al otorgar a la gente

riqueza y abundancia de bienes materiales



Todo el universo pertenece a Dios, y da lo que El desea a quien quiere. Es Dios quien da sustento a los seres humanos, los hace ricos y les concede cosechas abundantes. Un versículo coránico dice que Dios aumenta la provisión de Sus siervos según Su deseo o, de modo similar, la restringe. Procede así por algún motivo. Tanto los que ven aumentadas como los que ven disminuidas sus provisiones son puestos a prueba por Dios. Quienes no se vuelven arrogantes y corrompidos debido a lo que reciben y agradecen a Dios por todo lo que se les otorga, que confían plenamente en Dios y no dejan de hacerlo cuando sus bienes disminuyen, son los siervos con los que está contento Dios. Las palabras del profeta Salomón citadas en el Corán dejan en claro que Sus bendiciones que derrama sobre la gente en realidad son parte de la prueba:



El que tenía ciencia de la Escritura dijo: “Yo te lo traeré en un abrir y cerrar de ojos”. Cuando lo vio puesto (es decir, cuando Salomón vio el trono) junto a sí, dijo: “Este es un favor de mi Señor para probarme si soy o no agradecido. Quien es agradecido, lo es en realidad, en provecho propio. Y quien es desagradecido… Mi Señor se basta a Sí mismo, es generoso”. (Corán, 27:40)



Las palabras del profeta Salomón, “Este es un favor de mi Señor para probarme si soy o no agradecido”, explican una de las razones por las que se da cosas a la gente.

Todo lo que Dios da es para ponernos a prueba a los seres humanos. Por eso al hablar de las “atracciones del mundo”, incluye la riqueza, los hijos, las esposas, los parientes, el prestigio, el reconocimiento social, la inteligencia, la belleza, la salud, los beneficios comerciales, etc.





Motivo por el que Dios da de modo abundante a los incrédulos



Son muchos en el mundo los que sin considerar a Dios para nada, tienen una vida prolongada, gozan de incontables bendiciones, poseen tierras fructíferas y crían hijos saludables. Pero en vez de buscar el agrado de Dios se han desviado por todo lo recibido y se apartan de Dios. Esa gente que lleva una prolongada vida de rebeldía hacia su Señor y que suma pecados todos los días, considera que lo que posee es sólo gracias a sí misma. Pero el Corán llama nuestra atención sobre otro secreto y propósito divino que existe por detrás de esas bendiciones y largos plazos de tiempo concedidos:



¡No te maravilles de su hacienda y de sus hijos! Dios sólo quiere con ello castigarles en la vida de acá y que exhalen su último suspiro siendo infieles. (Corán, 9:85)



Que no piensen los infieles que el que les concedamos una prórroga supone un bien para ellos. El concedérsela es para que aumente su pecado. Tendrán un castigo humillante. (Corán, 3:178)



Déjales (a los infieles) por algún tiempo en su abismo (de extravío e ignorancia). ¿Creen que, al proveerles de hacienda y de hijos varones, estamos anticipándoles las cosas buenas (es decir, los bienes de la otra vida)? No, no se dan cuenta. (Corán, 23:54-56)

Como se explica en estos versículos, lo que esa gente posee, en realidad, no es algo bueno para ellos. Sus hijos, riquezas y reconocimiento público no les salvarán del castigo doloroso que recibirán después de morir. Y si se les da mayor tiempo de vida es sólo para que aumenten sus pecados. Dios se refiere a gente así:



¡A cuántas generaciones antes de ellos, que les superaban en bienes y en apariencia, hemos hecho perecer…! (Corán, 19:74)



Otro versículo explica porqué se les prolonga el tiempo de vida:



Di: “¡Que el compasivo prolongue la vida de los que están extraviados, hasta que vean lo que les amenaza: el castigo o la Hora! Entonces verán quién es el que se encuentra en la situación peor y dispone de tropas más débiles”. (Corán, 19:75)



Dios es Justo y Misericordiosísimo. Crea todo de modo sabio y con benevolencia. Sin excepción todos reciben según lo que hacen. Los creyentes, por ser conscientes de esto, analizan los sucesos con el objetivo de descubrir en ello la gracia y sabiduría de Dios. Si no procediesen así, vivirían engañados, muy alejados de la realidad.





Causa por la que Dios no castiga de inmediato a los incrédulos



Uno de los secretos revelado en el Corán es que la gente no recibe de inmediato lo que le corresponde debido a sus acciones malignas, sino que el castigo es diferido por un plazo determinado:



Si Dios diera a los hombres su merecido, no dejaría ningún ser vivo sobre su superficie. Remite, sin embargo, su castigo a un plazo fijo. Y cuando vence su plazo… Dios ve bien a Sus siervos. (Corán, 35:45)



Tu Señor es el Indulgente, el Dueño de la Misericordia. Si les diera su merecido, les adelantaría el castigo. Tienen, sin embargo, una cita a la que no podrán faltar. (Corán, 18:58)



Gran cantidad de gente que advierte que los males que hace no tienen consecuencia enseguida, piensa que nunca se le pedirá cuenta por ellos. Dicha suposición hace que no se arrepientan, ni sientan pesar, ni rectifiquen sus errores, a lo que agregan su insolencia. Al ser cortos de entendimiento no pueden prever que esto hará su castigo más insoportable en el otro mundo:



Que no piensen los infieles que el que les concedamos una prórroga supone un bien para ellos. El concedérsela es para que aumente su pecado. Tendrán un castigo humillante. (Corán, 3:178)



Es Dios quien difiere el veredicto para poner al ser humano a prueba y El determina cuál es el plazo de cada uno para recibir lo que le corresponda según lo que haya hecho. Cuando ese plazo se cumple, no es posible demorarlo ni adelantarlo:



Si no llega a ser por una palabra previa de tu Señor y no hubiera sido prefijado el plazo, (el castigo) habría sido ineludible. (Corán, 20:129)



Y les concedo una prórroga. Mi estratagema es segura. (Corán, 7:183)







Conclusión





Todo ser humano que lee el Corán y permite que albergue en su corazón y alma, que considera todo lo que le sucede y todo lo que le rodea desde la perspectiva del creyente, y que toma a Dios como su único amigo, tiene la capacidad para percibir los secretos revelados en el Corán. Nada, significativo o no, sucede por casualidad. Nada se presenta como producto del azar. Detrás de cada evento yace un propósito divino. Si la gente es sincera y siempre se vuelve a Dios, puede captarlos.

Quien advierte los secretos coránicos se acerca más a Dios y consolida la amistad con El. Comprende mejor a su Señor, el creador de los cielos y de la tierra, aprecia mejor Su potestad, sabiduría y conocimiento. Comprueba que no hay ningún amigo o protector fuera de Dios y siente el goce de ver y comprender la sapiencia y claves que Dios establece en todas las cosas y en todo momento. Dios revela más secretos de Su creación a quien tiene esa capacidad de percepción. Y aunque se presenta como una persona más del montón para otras, en realidad Dios prepara algo extraordinario para ella en cada instante. Dios exhibe todo ello a cualquiera que sinceramente quiere contemplar Su sabiduría y los secretos en Su creación. Dice el Corán:



He aquí (es decir, en este Corán) un comunicado para gente que rinde culto a Dios. (Corán, 21:106)





El engaño del evolucionismo




Cada detalle en este universo señala una creación superior. Pero el materialismo, una falacia anticientífica, la niega.

En consecuencia, si se invalida el materialismo, todas las teorías que se basen en su filosofía sufrirán el mismo efecto. La principal entre ellas es el darwinismo, es decir, la teoría de la evolución, la cual argumenta que la vida se originó de la materia inanimada a través de una serie de casualidades. Esta suposición ha sido demolida con el reconocimiento de que Dios creó el universo. El astrofísico norteamericano Hugh Ross lo explica así:

El ateísmo, el darwinismo y virtualmente todos los “ismos” que emanan de la filosofía de los siglos XVIII al XX, se construyeron asumiendo incorrectamente que el universo es infinito. La singularidad nos ha enfrentado con la causa --o el causante-- preexistente al universo y todo lo que encierra9.

Es Dios Quien creó el universo y Quien lo diseñó hasta en sus detalles más minúsculos. Por lo tanto es imposible que sea cierta la teoría de la evolución, pues sostiene que todo es producto de la casualidad.

Y cuando encontramos que los descubrimientos científicos denuncian su falsedad, no nos sorprendemos para nada.

Podemos observar cuan sensibles son los equilibrios en los que se sostienen los átomos en el mundo inanimado. Pero al pasar a ver el diseño tan complejo y sorprendente de la vida, contemplar las estructuras intrincadas y los mecanismos y organización extraordinarios de las proteínas, enzimas y células, el asombro crece considerablemente.

Es ese diseño espectacular de lo viviente lo que invalidó el darwinismo a fines del siglo XX.

En otros de nuestros estudios hemos tratado muy detalladamente el tema mencionado antes y en esa tarea proseguimos. En mérito a su importancia, nos parece de gran valor hacer aquí un abreviado resumen de la materia.



El Colapso Científico del Darwinismo

Aunque la teoría de la evolución es una doctrina que se remonta a la Grecia Antigua, adquirió un amplio desarrollo en el siglo XIX. El trabajo más importante en el mundo científico fue el libro de Charles Darwin El Origen de las Especies, publicado en 1859. Allí el autor niega que Dios creó una por una la gran variedad de lo viviente en la Tierra y sostiene que todas las criaturas del planeta tienen un ancestro común a partir del cual se diversificaron con el paso del tiempo a través de pequeños cambios.

Dicha teoría no tiene ningún basamento científico, lo cual fue aceptado por su propio autor al decir que se trataba solamente de una “suposición”. Además, en un extenso capítulo confesó que sus suposiciones se desvanecían frente a muchas cuestiones cruciales.

Darwin puso todas sus esperanzas en que nuevos descubrimientos científicos resolverían las “dificultades de su teoría”. Pero contrariamente a lo esperado, esos descubrimientos expandieron la dimensión de las contrariedades.

Se puede pasar revista a la derrota del darwinismo a manos de la ciencia bajo tres tópicos.

1) La teoría no puede explicar de ninguna manera cómo se originó la vida en la Tierra.

2) No existe ningún descubrimiento científico que exhiba que los “mecanismos evolucionistas”, propuestos por la teoría, tuviesen algún tipo de poder para hacer evolucionar algo.

3) Los registros fósiles prueban exactamente lo contrario de lo que sugiere la teoría de la evolución.

En este capítulo examinaremos estos tres puntos básicos en líneas generales.



El Primer Paso Insuperable: el Origen de la Vida

La teoría de la evolución propone que todo lo viviente se desarrolló a partir de una célula singular que emergió en la Tierra primitiva hace tres mil ochocientos millones de años. Pero dicha propuesta no puede dar respuesta a una serie de interrogantes del tipo que mencionamos a continuación: ¿cómo es que una sola célula pudo generar millones de especies de vidas complejas?; si realmente ocurrió algo así, ¿por qué no se pueden encontrar sus rastros en los registros fósiles?; etc. De todos modos, primero y antes que nada, debe preguntarse respecto al primer paso del supuesto proceso evolucionista: ¿cómo se originó esa “primera” célula?

Dado que la teoría de la evolución niega la creación y no acepta ningún tipo de intervención sobrenatural, sostiene que la “primera célula” se originó por casualidad según “las leyes de la naturaleza”, sin ningún diseño, plan o arreglo previo. Según el evolucionismo, la materia inanimada tuvo que haber producido una célula viva como resultado de una serie de casualidades. Sin embargo, este es un supuesto inconsistente hasta con las reglas más incuestionables de la biología.



“La Vida Proviene de la Vida”

Darwin nunca se refirió al origen de la vida en su libro. La comprensión científica primitiva de aquella época se apoyaba en el supuesto de que los seres vivientes tenían una estructura muy simple. Desde la época medieval se aceptaba ampliamente la teoría de la generación espontánea, es decir, que materia inerte juntada de alguna manera da lugar a organismos vivos. Era algo común creer que los insectos provenían de los desechos de los alimentos y que los ratones provenían del trigo. Para “demostrar” dicha teoría se realizaron algunos experimentos muy peculiares. Por ejemplo, se volcó un poco de trigo sobre un pedazo de ropa sucia pues se creía que allí se originaría un ratón después de cierto tiempo.

De modo similar, se suponía que los gusanos que se veían en la carne eran una evidencia de la generación espontánea. Pero en una época posterior se comprendió que los gusanos no aparecían allí de manera espontánea sino que eran depositados por las moscas en forma de larvas, invisibles a simple vista.

En el período en que Darwin escribió El Origen de las Especies se aceptaba también de modo generalizado en el mundo científico que las bacterias pasaban a existir de la materia inerte.

Sin embargo, cinco años después de su publicación, Luis Pasteur anunció los resultados de sus prolongados estudios y experimentos, los cuales desaprobaban la generación espontánea, piedra fundamental de la teoría de Darwin. Los resumió en estas palabras: “La suposición de que la materia inanimada puede generar vida está enterrada de una vez por todas”10.

Los defensores de la teoría de la evolución se opusieron a los descubrimientos de Pasteur durante un tiempo prolongado. No obstante, como el desarrollo de la ciencia descifraba la estructura compleja de la célula, la idea de que la vida pudo haber pasado a existir casualmente enfrentó un atolladero mayor.



Esfuerzos no Convincentes en el Siglo XX

El primer evolucionista que se ocupó del tema del origen de la vida en el siglo XX fue el conocido biólogo ruso A. O. Oparin. Con distintas tesis presentadas en el decenio de 1930, intentó demostrar que las células podían originarse de manera fortuita. Sin embargo, los estudios estaban condenados al fracaso y Oparin tuvo que hacer la siguiente confesión:

Desgraciadamente el origen de la célula sigue siendo un interrogante y el punto más oscuro en el conjunto del estudio de la evolución de los organismos11.

Los evolucionistas seguidores de Oparin llevaron a cabo experimentos para intentar resolver el problema del origen de la vida. El más conocido fue realizado por el químico norteamericano Stanley Miller en 1953. Al efecto se combinaron los gases que según él habían existido en la atmósfera primitiva de la Tierra, a lo que se agregó energía. Miller sintetizó varias moléculas orgánicas (aminoácidos) presentes en la estructura de las proteínas.

A los pocos años se reveló que dicha prueba de laboratorio exhibida como un paso importante en la demostración de la evolución era inválida: la atmósfera usada distaba mucho de ser la pretendida12.

Miller confesó, luego de un silencio prolongado, que el tipo de atmósfera que recreó era irreal13.

Todos los esfuerzos evolucionistas presentados a lo largo del siglo XX para explicar el origen de la vida finalizaron en la frustración. El geoquímico Jeffrey Bada del Instituto Scripps de San Diego, acepta dicha realidad en un artículo publicado en la revista Earth en 1998:

Hoy día, mientras abandonamos el siglo XX, aún enfrentamos el problema irresuelto más grande que ya teníamos al entrar a este siglo: ¿cómo se originó la vida en la Tierra?14.



La Estructura Compleja de la Vida

La razón primera por la que la teoría de la evolución finalizó en semejante atolladero respecto al origen de la vida, es que incluso los organismos vivientes considerados más simples tienen una estructura compleja increíble. La célula es más intrincada que cualquier producto tecnológico producido por el ser humano. Hoy día, incluso en los laboratorios más desarrollados del mundo, no se puede producir una célula reuniendo materia inorgánica.

Las condiciones requeridas para la formación de una célula son demasiado grandes como para explicarlas por medio de las casualidades. La probabilidad de que las proteínas --los “ladrillos” de la célula-- sean sintetizadas de modo casual es de una entre 10950 posibilidades para una proteína promedio constituida por 500 aminoácidos. En matemáticas, una probabilidad menor a 1/1050 es considerada, en la práctica, imposible.

La molécula de ADN, ubicada en el núcleo de la célula y que almacena la información genética, es un banco de datos increíble. Se calcula que si la información codificada en el ADN fuese puesta por escrito, se convertiría en una inmensa biblioteca de 900 volúmenes enciclopédicos con 500 páginas cada uno.

Aquí se presenta un dilema muy interesante: el ADN puede replicarse únicamente con la ayuda de algunas proteínas especializadas (enzimas). Sin embargo, la síntesis de esas enzimas se puede realizar solamente por medio de la información codificada en el ADN. Como ambos dependen uno del otro, tienen que existir simultáneamente para la réplica. Esto determina que el supuesto de que la vida se autogeneró queda eliminado sin alternativa. El profesor Leslie Orgel, evolucionista muy estimado de la Universidad San Diego de California, confiesa lo siguiente en la revista Scientific American de septiembre de 1994:

Es extremadamente improbable que las proteínas y los ácidos nucleicos, ambos estructuralmente complejos, hayan aparecido espontáneamente en el mismo lugar y al mismo tiempo. Además se presenta imposible tener a unas sin los otros. En consecuencia, a primera vista, habría que concluir que, en realidad, la vida nunca pudo haberse originado por medios químicos15.

No cabe ninguna duda de que si es imposible que la vida se haya originado a partir de causas naturales, hay que aceptar entonces que la vida fue “creada” de manera sobrenatural. Esto invalida explícitamente la teoría de la evolución, cuyo propósito principal es negar la creación.





Mecanismos Imaginarios de la Evolución

Con la comprensión de que lo presentado como “mecanismos evolutivos” no posee para nada esa cualidad, tenemos el segundo punto importante que anula la teoría en cuestión.

Darwin fundamentó todo el supuesto de la evolución en los mecanismos de “selección natural”. La importancia que le dio a los mismos se evidencia en el título de su publicación: El Origen de la Especies por Medio de la Selección Natural...

El criterio de selección natural sostiene que los seres vivientes más fuertes y mejor adaptados a las condiciones naturales en las que habitan, son los que sobrevivirán en la lucha por la vida. Por ejemplo, en un rebaño de ciervos amenazado por carnívoros depredadores, sobrevivirán los más veloces. Por lo tanto el rebaño quedará integrado por los individuos más fuertes y ágiles. Pero es incuestionable que dicho mecanismo no hará que los ciervos evolucionen y se transformen en otro espécimen, por ejemplo, en caballos.

Por lo tanto, el mecanismo de selección natural no tiene ninguna capacidad evolutiva. Darwin también era consciente de esta realidad y tuvo que reconocerlo en su libro El Origen de las Especies:

La selección natural no puede hacer nada hasta que se produzcan variaciones favorables16.



El Impacto de Lamarck

Por lo tanto, ¿cómo podían ocurrir esas “variaciones favorables”? Darwin intentó responder esta pregunta desde la perspectiva de comprensión simple que la ciencia tenía en su época. Según el biólogo francés Lamarck, anterior a él, las criaturas pasaban a su descendencia los rasgos que adquirían en vida. La acumulación de esas nuevas características a lo largo de una serie de generaciones, concluiría en algún momento en la formación de una nueva especie. Por ejemplo, según Lamarck, las jirafas son el producto de la evolución a partir de los antílopes, pues éstos se esforzaban por comer las hojas más elevadas de los árboles y entonces sus cuellos fueron alargándose generación tras generación.

Darwin dio ejemplos similares en El Origen de las Especies. Por ejemplo, manifestó que algunos osos que entraban al mar en búsqueda de alimento, después de un determinado período se transformaron en ballenas17.

Pero las leyes de la herencia descubiertas por Mendel y comprobadas por la ciencia de la genética que floreció en el siglo XX, demolió totalmente la leyenda o supuesto que sostenía que los rasgos adquiridos pasaban de una generación a otra. En consecuencia, la selección natural dejó de ocupar un lugar como mecanismo evolutivo.



El Neodarwinismo y las Mutaciones

Con el objeto de encontrar una solución, los darwinistas presentaron la “Teoría Sintética Moderna” --llamada por lo general “neodarwinismo”-- a fines del decenio de 1930. A la mutación natural el neodarwinismo agregó como “causa de variaciones favorables” las mutaciones producidas por factores externos como las radiaciones o la réplica de errores, que producen distorsiones en los genes.

Hoy día el darwinismo defiende dicho modelo, cuya teoría sostiene que millones de seres vivientes terráqueos se formaron como resultado de un proceso en el que numerosos órganos complejos, como el auditivo, de la visión, respiratorio y del vuelo, sufrieron mutaciones, es decir, desórdenes genéticos. No obstante, hay un hecho científico que socava absolutamente esa teoría: las mutaciones no provocan el desarrollo de los seres vivientes. Por el contrario, siempre les provocan daños, les disminuyen sus capacidades.

La razón de ello es muy simple: el ADN tiene una estructura muy compleja y los efectos casuales lo único que pueden hacer es dañarlo. El genetista norteamericano B. G. Ranganathan explica esto así:

Antes que nada, las mutaciones son muy raras en la naturaleza. En segundo lugar, la mayoría de ellas son dañinas puesto que son azarosas antes que cambios ordenados en la estructura de los genes. Cualquier cambio azaroso, en un sistema altamente ordenado, será para peor, no para mejor. Por ejemplo, si un terremoto sacudiese una estructura muy organizada, como la de un edificio, la única probabilidad sería que las modificaciones que sufriría no serían para su mejoramiento18.

No sorprende para nada que hasta ahora no se haya observado ningún caso de mutación provechosa, es decir, que ayude al progreso del código genético. Por el contrario, todas demostraron ser dañinas. Se ha comprendido que toda mutación presentada como “mecanismo evolutivo”, es en realidad un incidente genético que daña lo viviente y lo deja incapacitado. (El efecto más común de la mutación en los seres humanos es el cáncer). Sin duda, un mecanismo destructivo no puede ser un “mecanismo evolutivo”. La selección natural, por otra parte, “no puede hacer nada por sí misma”, como lo aceptó también Darwin. Esto nos muestra que no existe ningún “mecanismo evolutivo” en la naturaleza. Y puesto que no existe, nunca pudo o puede tener lugar algún proceso imaginario llamado evolución.



Los Registros Fósiles: Ningún Rastro de Formas Intermedias

Los registros fósiles son la más clara evidencia de que el escenario sugerido por la teoría de la evolución no aconteció.

Según la suposición darwinista, cada viviente ha surgido de un antecesor. Una especie que existió con anterioridad se transformó en otra con el paso del tiempo. Y esa transformación se habría generado gradualmente a lo largo de millones de años.

Si ese hubiese sido el caso, deberían haber existido numerosas especies intermedias en tan prolongado período.

Por ejemplo, en el pasado deberían haber vivido criaturas mitad pez mitad reptil, es decir, sumando a sus características de pez algunas de reptil. O deberían haber existido otras de tipo reptil-pájaro, con las características de pájaro incorporadas a las de reptil que ya poseían. Pero como según la teoría esas criaturas estaban en una fase de transición, serían impotentes, defectuosas y tullidas en cierto grado. Los evolucionistas denominan a esos seres hipotéticos “formas transitorias”.

Si hubiesen existido realmente, la cantidad de los mismos habría alcanzado cifras millonarias o multimillonarias en número y variedad. Darwin manifiesta en El Origen de las Especies:

Si mi teoría es correcta, innumerables variedades intermedias, que vincularían más ajustadamente todas las especies del mismo grupo, deben haber existido con seguridad... En consecuencia, evidencias de su existencia pasada podrían encontrarse solamente entre los restos fósiles19.



Las Esperanzas de Darwin Frustradas

Aunque los evolucionistas de todo el mundo se han esforzado en demasía por encontrar esos fósiles desde mediados del siglo XIX, aún no se ha hallado ninguna forma transitoria. Todos los restos desenterrados muestran, en oposición a las expectativas de los evolucionistas, que la vida apareció sobre la Tierra de modo repentino y totalmente modelada, es decir, cada criatura se presentó con su estructura completa y la mantuvo siempre.

El conocido paleontólogo británico Derek V. Ager, admite este hecho, aunque él es evolucionista:

Lo que se presenta una y otra vez, si analizamos pormenorizadamente los registros fósiles, ya sea a nivel de órdenes o especies, no es una evolución gradual sino la repentina explosión o aparición de un grupo a expensa de otro20.

Ello significa que en los registros fósiles se advierte que todas las especies surgieron súbitamente, sin formas intermedias en ningún momento. Esto es, precisamente, lo opuesto a las suposiciones de Darwin. Asimismo, es una fuerte evidencia de que los seres vivientes son creados. La única explicación que cabe al hecho de que las especies han surgido de modo súbito y completas con todas sus particularidades, sin que medie ningún proceso evolutivo, es que fueron creadas. Esta realidad es admitida también por el muy conocido biólogo evolucionista Douglas Futuyma:

La creación y la evolución agotan entre ellas las posibles explicaciones del origen de lo viviente. Los organismos vivos aparecieron sobre la Tierra totalmente desarrollados o no. Si no aparecieron totalmente desarrollados, deben haber evolucionado de especies preexistentes por medio de algún proceso de modificación. Si aparecieron en un estado de total desarrollo, en realidad deben haber sido creados por alguna inteligencia omnipotente21.

Los fósiles muestran que cada entidad viviente se presentó sobre la Tierra en un estado perfecto y totalmente desarrollado. Esto significa que “el origen de las especies”, contrariamente a lo que suponía Darwin, no es la evolución sino la creación.



El Embuste de la Evolución Humana

El tema traído a colación más a menudo por los defensores de la teoría de la evolución es el del origen del ser humano. Los darwinistas reivindican que las personas actuales son la resultante de la evolución a partir de un tipo de criatura parecida al mono. Se barrunta que durante ese supuesto proceso evolutivo --iniciado, según la creencia de algunos, hace 4-5 millones de años--, existieron “formas transitorias”. De acuerdo a ese escenario totalmente imaginario, se pueden determinar cuatro “categorías” fundamentales:

1. Australopiteco

2. Homo habilis

3. Homo erectus

4. Homo sapiens

Los evolucionistas llaman “Australopiteco” (es decir, “mono del Africa del sur”) al supuesto primer ancestro de los seres humanos, el cual es parecido al mono. Estos seres vivientes, en realidad, no son más que una vieja especie de mono ya extinta. El inglés Lord Solly Zuckerman y el profesor norteamericano Charles Oxnard, anatomistas conocidos mundialmente, llevaron a cabo amplias investigaciones sobre varios ejemplares de Australopitecos. Concluyeron que pertenecían a una especie de mono común que se extinguió, sin ninguna semejanza con los humanos22.

Los darwinistas denominaron “homo”, es decir, “hombre”, al paso siguiente de “la evolución humana”. Supusieron que esta especie era más desarrollada que los Australopitecos. Inventaron un esquema evolutivo caprichoso por medio de acomodar distintos fósiles de esas criaturas en un orden particular. Ese esquema es imaginario porque nunca se demostró que existiera una relación evolutiva entre dichas clases distintas. Ernst Myr, uno de los principales defensores de la teoría de la evolución en el siglo XX, afirma esto último al decir que “en realidad la cadena que llega hasta el Homo Sapiens está perdida”23.

Los evolucionistas ubican de la siguiente manera los eslabones de esa cadena:

Australopiteco > Homo habilis > Homo erectus > Homo sapiens. De ese modo argumentan que cada una de estas especies es el ancestro de la siguiente. Pero los recientes descubrimientos paleoantropológicos han revelado que el Australopiteco, el Homo habilis y el Homo erectus vivieron en distintas partes del mundo en la misma época24.

Además, cierto segmento de los humanos clasificados como Homo erectus han vivido hasta hace muy poco. Los Homo sapiens neanderthalensis y los Homo sapiens sapiens (el ser humano moderno) coexistieron en la misma región25.

Esta situación indicaría que pierde todo valor el supuesto de que uno es ancestro de otro. El paleontólogo evolucionista Stephen Jay Gould de la Universidad de Harvard, explica dicho atolladero de la teoría de la evolución:

¿En qué queda nuestra escala si coexisten tres linajes de homínidos (el Australopiteco africanus, el fornido australopitecino y el Homo habilis) sin que ninguno de ellos derive claramente del otro? Además, ninguno de los tres pone de manifiesto alguna inclinación evolucionista durante su estadía en la superficie terrestre26.

En resumen, el pretendido escenario de la evolución humana que se apoya en diversos dibujos de criaturas “semihumanas – semimonos” que se presentan en los medios de comunicación y en los libros de texto con un objetivo eminentemente propagandístico, no es sino una fábula sin ningún fundamento científico.

Lord Solly Zuckerman, uno de los científicos más conocido y respetado en el Reino Unido, llevó a cabo investigaciones sobre el tema durante mucho tiempo. En particular estudió los fósiles de Australopitecos a lo largo de quince años. Aunque evolucionista, llegó a la conclusión de que en realidad no existe ningún árbol genealógico que emerja de criaturas parecidas al mono y llegue hasta el ser humano moderno.

Zuckerman también hizo un “espectro de la ciencia” muy interesante. Las ubicó en una escala que iba desde las que consideraba más científicas a las que entendía menos científicas. Según Zuckerman, el campo más “científico” de la ciencia, en base a datos concretos, lo ocupan la física y la química. A continuación ubica a las ciencias biológicas y luego a las sociales. En la base del espectro, es decir, en la parte considerada “menos científica”, ubica a la percepción extrasensorial (telepatía, sexto sentido, etc.) y por último a la “evolución humana”. Zuckerman explica su forma de razonar:

Salimos inmediatamente del registro de la verdad objetiva en esos campos que se suponen de la ciencia biológica, como la percepción extrasensorial o la interpretación de la historia fósil del ser humano, donde para el que cree en ello cualquier cosa es posible, e incluso donde el creyente vehemente (en la evolución) es a veces capaz de aceptar al mismo tiempo varias cosas contradictorias27.

La fábula de la evolución humana no es más que el producto de interpretaciones prejuiciosas de algunos fósiles por parte de cierta gente que adhiere ciegamente a su teoría.



La Tecnología del Ojo y del Oído

La teoría de la evolución aún no puede explicar cómo se ha llegado a una percepción tan excelente con la visión y la audición.

Primero explicaremos brevemente “cómo vemos”. Los rayos de luz que provienen de un objeto, impresionan de manera invertida en la retina del ojo. Entonces esos rayos son transmitidos como señales eléctricas por medio de células y llegan a un punto pequeño en la parte de atrás del cerebro llamado centro de la visión. Esas señales eléctricas son percibidas en dicho centro como una imagen después de una serie de procesos. Con este antecedente técnico, consideremos algunas otras cosas.

El cerebro está aislado de la luz. Eso significa que el cerebro está totalmente en la oscuridad y la luz no llega allí, incluido el centro de la visión, el cual puede ser el lugar más oscuro jamás conocido. Sin embargo, en esa oscuridad extrema usted observa un mundo luminoso, brillante.

La imagen formada en el ojo normal es tan precisa y bien definida que incluso la tecnología del siglo XX no ha sido capaz de obtenerla. Por ejemplo, mire el libro que está leyendo y las manos con las que lo sostiene y luego levante la cabeza para mirar a su alrededor. ¿Ha visto alguna vez imágenes precisas y definidas como ésas en algún aparato? Ni la más elaborada pantalla de TV producida por la mejor empresa del mundo puede proveer imágenes así, es decir, tridimensionales con sus respectivos colores y sumamente definidas. Durante más de cien años miles de ingenieros han intentado alcanzar esa definición fijándose pautas extremadamente elevadas, realizando innumerables investigaciones, planes e invenciones y montando talleres al efecto. Si observa de nuevo la pantalla de TV, el libro que lee y las manos en que lo apoya, verá que hay una gran diferencia de definición y precisión entre lo que ve en la pantalla con respecto al libro y sus manos. Además, en la pantalla se ve una imagen bidimensional, en tanto que los ojos contemplan naturalmente de modo tridimensional, con profundidad.

Miles de ingenieros han intentado durante muchos años construir una TV tridimensional y alcanzar la calidad de visión del ojo normal. Consiguieron diseñar un sistema para ello, pero no es posible observarlo sin ponerse unos lentes especiales. Además, se trata solamente de un efecto tridimensional artificial. Por otra parte, cuanto mayor es la formación de manchas o zonas borrosas de fondo, el primer plano aparece más desencajado. Nunca ha sido posible producir una imagen precisa y definida como la del ojo normal. Tanto en la cámara (de filmación o de fotografía) como en la TV existe una pérdida de calidad de imagen.

Los evolucionistas suponen que el mecanismo que produce imágenes precisas y definidas en la percepción humana, se ha constituido por casualidad. Pero si alguien le dice a usted que el aparato de TV que tiene en su casa se formó casualmente al reunirse todos los átomos con un orden determinado, lo más probable es que se ría. Entonces, en el caso de la visión humana ¿cómo los átomos pueden hacer algo que miles de personas no lo logran?

Si no puede formarse de manera casual un dispositivo que produce una imagen más primitiva que la captada por el ojo, es evidente que éste y su visión tampoco pueden ser productos de la casualidad. El mismo criterio se aplica al oído. El oído exterior recoge los sonidos disponibles por medio de la aurícula y los dirige al oído medio, el cual transmite las vibraciones intensificándolas. El oído interno envía dichas vibraciones al cerebro en la forma de señales eléctricas. Como sucede con la vista, el acto de oír finaliza en el centro de la audición en el cerebro.

Lo que sucede con el ojo es también valedero para el oído. Es decir, el cerebro está aislado del sonido externo como de la luz: en su interior no hay sonido. Por lo tanto, no importa el tipo de ruido que haya en el exterior. En el interior del cerebro hay un silencio completo. Sin embargo, el cerebro percibe sonidos extraordinarios, como la sinfonía de una orquesta y todos los ruidos de una plaza colmada de gente. Si con un dispositivo especial se midiese el nivel de sonido en el cerebro, se comprobaría que allí existe un silencio completo.

Como en el caso de las imágenes, se han invertido décadas de esfuerzos para reproducir sonidos fieles al original. A pesar de todo lo hecho, hasta ahora no se ha logrado ninguno con la misma definición y claridad. Incluso en los sistemas de más alta fidelidad hay una pérdida de definición o se oye un silbido antes que comience la música. Sin embargo, los sonidos captados por la tecnología del cuerpo humano son extremadamente definidos y claros. El oído humano normal nunca lo capta acompañado de un silbido o con parásitos atmosféricos, cosas que se presentan en equipos de alta fidelidad. Lo percibe exactamente como es, preciso e impoluto. Así ha sido desde la creación del ser humano.

Hasta ahora ningún aparato reproductor de sonidos o captador de imágenes visuales, producido por el ser humano, ha llegado a lograr la sensibilidad del oído o del ojo.

De todos modos, en lo que concierne a la visión y a la audición hay una realidad superior que se ubica más allá de todo esto.





¿A Quién Pertenece la Conciencia que Ve y Oye Dentro del Cerebro?

¿Quién es el que observa un mundo seductor, oye el gorjeo de los pájaros y huele las rosas en su cerebro?

Los estímulos que provienen de los ojos, oídos y nariz del ser humano viajan al cerebro como impulsos nerviosos electroquímicos. En los libros de biología, fisiología y bioquímica podemos encontrar muchos detalles acerca de cómo se forman las imágenes en el cerebro. Sin embargo, nunca veremos que se trate el hecho más importante acerca de esto: ¿Quién es el que percibe en el cerebro esos impulsos nerviosos electroquímicos bajo la forma de imágenes, sonidos, olores y sucesos sensibles? ¿Hay en el cerebro una conciencia que percibe todo eso sin que le hagan falta los ojos, los oídos y la nariz? ¿A quién pertenece esa conciencia? Es indudable que no pertenece a los nervios, a la capa de grasa ni a las neuronas que constituyen el cerebro. A eso se debe que los darwinistas-materialistas no pueden responder las preguntas que hacemos, pues creen que todo se compone de materia.

La conciencia de la que hablamos es el espíritu creado por Dios y no necesita de los ojos para observar las imágenes ni los oídos para escuchar los sonidos. Por otra parte, tampoco necesita el cerebro para pensar.

Cualquiera que lea esta realidad explícita y científica debería ponderar la existencia de Dios todopoderoso, reverenciarle y buscar refugio en El, Quien comprime todo el universo en un punto oscuro de unos pocos centímetros, bajo una forma tridimensional, en colores, con sus luces y sombras.



Una Fe Materialista

La información brindada hasta ahora nos exhibe que la teoría de la evolución es una pretensión en discrepancia con los descubrimientos científicos. La suposición de la teoría respecto al origen de la vida es contradictoria con la ciencia. Los mecanismos evolutivos que propone no poseen ninguna capacidad evolutiva y los fósiles demuestran que las formas intermedias requeridas por la teoría no existieron nunca. En consecuencia, la lógica indica que la teoría de la evolución debería ser descartada por ser una idea sin fundamentos científicos. Otras ocurrencias de esas características, como la que sostenía que la Tierra era el centro del universo, han sido totalmente desechadas del orden del día de la ciencia a lo largo de la historia.

Sin embargo, la teoría de la evolución es mantenida en la agenda del saber. Algunos intentan presentar las críticas que se le hacen como “un ataque al pensamiento científico”. ¿Por qué?

La razón estriba en que la teoría de la evolución es una creencia dogmática indispensable para algunos círculos ciegamente devotos de la filosofía materialista. Esos individuos adoptaron el darwinismo porque resulta la única explicación materialista a la que pueden recurrir quienes se dedican al estudio de la naturaleza.

Es bastante interesante saber que esas mismas personas, de vez en cuando, confiesan la realidad que exponemos antes. Richard L. Lewontin, un conocido genetista y vocero evolucionista de la Universidad de Harvard, confiesa que él es “primero y antes que nada materialista y después científico”:

No es que los métodos e instituciones científicas nos obliguen de alguna manera a aceptar una explicación material del mundo fenomenal, sino que, por el contrario, estamos forzados por nuestra adhesión a priori a la causa materialista a crear un aparato de investigación y un conjunto de conceptos que produzcan explicaciones materialistas, sin importar lo desconcertante, lo contrario al conocimiento (que resulte) para el no iniciado. Además, el materialismo es absoluto, por lo que no nos podemos permitir en el umbral un Pie Divino28.

Se trata de una explícita manifestación de que el darwinismo es un dogma mantenido vivo en consideración de su adhesión a la filosofía materialista. Este dogma sostiene que no hay nada aparte de la materia. En consecuencia asegura que la materia inanimada e inconsciente creó la vida y hace hincapié en que millones de distintas especies vivientes --pájaros, peces, jirafas, tigres, insectos, árboles, flores, ballenas, seres humanos-- se originaron como resultado de interacciones entre las lluvias, los relámpagos y otros elementos de la materia inanimada. Pero esto es un precepto contrario a la razón y a la ciencia. No obstante, los darwinistas continúan defendiendo esa posición con el objeto de “no permitir un Pie Divino en la puerta”.

A cualquiera que razone sobre la aparición de la vida, sin un prejuicio materialista, se le presentará como una verdad evidente que surge de la acción de un Creador, Todopoderoso, Omnisciente y Omnisapiente. Dicho Creador es Dios, Quien creó lo existente de la no existencia, lo diseñó de la manera más apropiada y dio forma a todo, incluido lo viviente.







Dijeron: “¡Gloria a Ti!

No sabemos más que lo que Tú nos has enseñado.

Tú eres, ciertamente, el Omnisciente, el Sabio”.

(Corán, 2:32)































NOTAS




1. Buyuk Hadis Kulliyati (Great Ahadith Collection), Cem-ul-fevaid min Cami'il-usul and Mecma'iz-zevaid, Imam Muhammad Bin Muhammad Bin Sulayman er-Rudani 5

2. Sahih Bukhari, Volume 8, Book 75, Number 351

3. Ramuz el-Hadis, vol 1, p. 22

4. Al-Tirmidhi, Destiny 10, 2145

5. Al-Tirmidhi, Birr 55, 1988

6. Ramuz El-Hadis, vol 1, p. 137

7. Ramuz El-Hadis, vol 1, p. 13

8. Ramuz El-Hadis, vol. 1, p. 7

9. Hugh Ross, The Fingerprint of God, p. 50

10. Sidney Fox, Klaus Dose, Molecular Evolution and The Origin of Life, New York: Marcel Dekker, 1977. p. 2

11. Alexander I. Oparin, Origin of Life, (1936) New York, Dover Publications, 1953 (Reprint), p.196

12. "New Evidence on Evolution of Early Atmosphere and Life", Bulletin of the American Meteorological Society, vol. 63, November 1982, p. 1328-1330.

13. Stanley Miller, Molecular Evolution of Life: Current Status of the Prebiotic Synthesis of Small Molecules, 1986, p. 7

14. Jeffrey Bada, Earth, February 1998, p. 40

15. Leslie E. Orgel, "The Origin of Life on Earth", Scientific American, Vol 271, October 1994, p. 78

16. Charles Darwin, The Origin of Species: A Facsimile of the First Edition, Harvard University Press, 1964, p. 189

17. Charles Darwin, The Origin of Species: A Facsimile of the First Edition, Harvard University Press, 1964, p. 184.

18. B. G. Ranganathan, Origins?, Pennsylvania: The Banner Of Truth Trust, 1988.

19. Charles Darwin, The Origin of Species: A Facsimile of the First Edition, Harvard University Press, 1964, p. 179

20. Derek A. Ager, "The Nature of the Fossil Record", Proceedings of the British Geological Association, vol. 87, 1976, p. 133

21. Douglas J. Futuyma, Science on Trial, New York: Pantheon Books, 1983. p. 197

22. Solly Zuckerman, Beyond The Ivory Tower, New York: Toplinger Publications, 1970, ss. 75-94; Charles E. Oxnard, "The Place of Australopithecines in Human Evolution: Grounds for Doubt", Nature, Vol. 258, p. 389

23. J. Rennie, "Darwin's Current Bulldog: Ernst Mayr", Scientific American, December 1992

24. Alan Walker, Science, vol. 207, 1980, p. 1103; A. J. Kelso, Physical Antropology, 1st ed., New York: J. B. Lipincott Co., 1970, p. 221; M. D. Leakey, Olduvai Gorge, vol. 3, Cambridge: Cambridge University Press, 1971, p. 272

25. Time, November 1996

26. S. J. Gould, Natural History, vol. 85, 1976, p. 30

27. Solly Zuckerman, Beyond The Ivory Tower, New York: Toplinger Publications, 1970, p. 19

28. Richard Lewontin, "The Demon-Haunted World", The New York Review of Books, 9 January, 1997, p. 28

No hay comentarios:

Publicar un comentario