sábado, 14 de abril de 2012

CUANDO HUITZILOPOCHTLI DESENDIÓ EN MALINALCO

CUANDO HUITZILOPOCHTLI DESENDIÓ EN MALINALCO
Texto y fotografías: JESÚS GALINDO TREJO

Son incontables los centros ceremoniales prehispánicos en México relacionados con el culto al Sol. Muchos de ellos se construyeron con el propósito de demostrar, mediante juegos de sombras y luces, la relación de los movimientos solares con los conceptos religiosos y calendáricos. Malinalco es uno de ellos.

Para una sociedad tan perseverante en sus principios religiosos como lo fue la del México antiguo, la actividad del astrónomo prehispánico tuvo una extrema importancia. Ciertamente, al igual que sucedía en ese tiempo en Europa, la astronomía aún no se desligaba de su componente mágico astrológico y por tanto tenía un papel primordial como instrumento de dominación a través de los sacerdotes astrónomos o Ilhuicatlamatinime.


Ellos poseían el conocimiento de las cosas del cielo y transferían el orden celeste a su propia sociedad; así, pudieron desarrollar sistemas calendáricos basados en la observación astronómica y, sobre todo, establecer la comunicación ritual con los dioses. ¡Imagínese al impresión que pudo haber tenido sobre el pueblo la predicción de un eclipse total de Sol realizada por un Ilhuicatlamatini!.

Otro indicio de la existencia de esta observación astronómica en el México prehispánico es la orientación de los edificios hacia alguna dirección en la que sucedía algún acontecimiento celeste.
El Sol fue uno de los objetos celeste más observados en toda Mesoamérica debido a la regularidad de su movimiento aparente.

Por otra parte, no hay duda que la posición del Sol en el cielo regulaba el ritual religioso y la deificación del sol o Tonatiuh ( el que va calentando, iluminando) por los mexicah significó el reconocimiento de su papel vital en la naturaleza. Así, miles de vestigios arquitectónicos prehispánicos son prueba fehaciente de esta preocupación y atención por el curso solar. Tal es el caso de Malinalco.

EL TEMPLO MONOLÍTICO

En Mesoamérica las estructuras arquitectónicas orientadas al sur son relativamente raras. El templo monolítico pertenece a esta clase y parece estar relacionado al Sol declinante que alcanza su mínima altura sobre el horizonte sureño, precisamente en el solsticio de invierno.

Según diferentes cronistas, la fiesta principal de Huitzilopochtli, Panquetzaliztli (despliegue de banderas) se celebraba “cuando el Sol estaba en su declinación” . El franciscano Torquemada afirma que en el día del solsticio de invierno se celebraba en el México antiguo “la bajada de Huitzilopochtli al mundo”.


Tomando en cuenta el eje de simetría ( línea que une las cabezas del ocelote y del águila central) del santuario, resulta que su desviación respecto del Sur astronómico es de tan sólo medio grado.


Este alineamiento del edificio resulta admirable si tenemos en cuenta que el astrónomo prehispánico no tuvo a la vista la estrella polar (la cual señala a su vez hacía el Norte Astronómico), pues al estar incrustado el templo en la montaña no tiene horizonte norteño.

El historiador Romero Quiroz propuso que el acontecimiento solsticial se verificaba en el templo monolítico al mediodía, cuando la luz solar iluminaba el águila central.. En la actualidad , debido a una visera de paja colocada como protección frente a la fachada, el suceso no puede observarse.

El significado ritual de este hecho es evidente: el Sol, al alcanzar su mínima declinación ilumina su propia imagen representada por el águila; Huitzilopochtli-en el rayo de luz solar-desciende realmente al mundo donde existe el águila, su representación.

Una vez que precisamos la desviación del edificio, pudimos calcular la altura del Sol al momento de atravesar el eje de simetría del santuario y el ángulo de “visión” del águila central al “ver” al Sol.

Sin embargo, se nos presentó una complicación producto de los cambios y el deterioro que ha sufrido el edificio: el dintel de la puerta ya no existe y la visera de paja enfrente de la entrada obstruye la perspectiva. Sin el dintel, era imposible determinar el alcance de la luz solar en el edificio durante el solsticio.

Pero hicimos el cálculo suponiendo que la luz toca precisamente la cabeza del águila. Así, obtuvimos un ángulo de entrada de 47º 11’ para las 12:40hr en el día del acontecimiento solsticial. Calculamos después el punto de intersección entre la línea Sol-cabeza del águila y la fachada y así pudimos saber la altura mínima que podía tener el vano de la puerta para permitir la iluminación del águila, resultando de 2.91m.


La astronomía pudo así resolver la pregunta que se planteaban los arqueólogos (¿Qué altura tenía la puerta?).

Es importante señalar aquí que la puerta representa las fauces abiertas de una serpiente y que a su alrededor existe un surco tallado en la piedra que llamamos “envolvente serpentina”.


Procedimos entonces a comprobar que nuestros cálculos habían sido atinados, para lo cual tuvimos que introducir un tubo en la visera de paja en la trayectoria calculada.

A las 12:14, un hilo de luz hizo contacto con el ala derecha del águila; a las 12:40, la cabeza quedó iluminada: era el momento preciso del descenso de Huitzilopochtli al mundo. Por fin, el Sol abandonó la figura a las 13:07 por su ala izquierda.

Comprobar la ceremonia y el registro del solsticio en Malinalco – hecho que sólo se suponía con base en razonamientos etnohistóricos – nos llenó de enorme satisfacción.

Nuestras observaciones confirmaron la maestría de los constructores mexicah para lograr un efecto de luz de acuerdo con un significado ritual específico

EL TEMPLO SOLAR

En el México antiguo se celebraba diariamente el momento en el que salía el Sol con una ceremonia en la que se ofrecía copal y sangre de codorniz al dador de luz y calor.

En la actualidad, no existe una opinión unificada sobre si esta ceremonia marcaba el inicio oficial de un nuevo día.

Por su posición hacia el Oriente, es evidente que el Templo Solar de Malinalco estaba relacionado fundamentalmente con el registro y la observación de fenómenos de salida del Sol de gran importancia.


Así, siguiendo la sugerente orientación del historiador Romero Quiroz, nos dedicamos a observar el horizonte oriental de Malinalco, marcado por unas montañas que se localizan aproximadamente a 5.5km de la zona arqueológica.

Ahí localizamos un peculiar accidente en el perfil de la montaña: un corte perpendicular, especie de tajo, que se ubica en el cruce de la línea del horizonte con el eje de simetría del Templo Solar.
Los astrónomos modernos pueden calcular fácilmente, una vez conocido un punto en el horizonte, cuales días del año el sol saldrá por ese punto, considerando también en el cálculo el efecto de refracción que ocasiona que el Sol se vea antes de que en realidad salga por el horizonte.

De acuerdo con esto, concluimos que el Sol saldría por el tajo los días 12 de febrero y 29 m de octubre, lo cual aparentemente no tiene ninguna importancia astronómica. Sin embargo, cabe recordar que el 12 de febrero actual corresponde al 2 de febrero en el calendario juliano (reformado por el Papa Gregorio XIII en 1582).

Este calendario estaba aún vigente cuando el cronista Sahagún informó que el año solar (365 días) o Xiuhpohualli (cuenta de los años) empezaba precisamente en un 2 de febrero, en el primer día del mes Atlacahualo (el agua es dejada).

A todo esto es necesario mencionar que aún persiste la discrepancia sobre el día del inicio del año e incluso se conjetura la existencia simultánea de varios calendarios prehispánicos.

Si consideramos confiable la información de Sahagún, por lo menos para Tenochtitlán, la capital, a la cual estaba directamente subordinada Malinalco, podemos interpretar el corte de la montaña como un marcador permanente que señala el inicio del año solar de acuerdo son el sistema calendárico conocido por Sahagún.

Respecto al fenómeno del 29 de octubre, resulta interesante notar que el intervalo entre ese día y el 12 de febrero es de 259/106 días.

Este cociente de números es cercano a 260/105, que según varios arqueoastrónomos, señala el intervalo en días entre los dos pasos del Sol por el cenit en el lugar donde tal vez el calendario mesoamericano tuvo su origen, el remoto centro maya de Copán, en Honduras.

Como la trayectoria aparente del Sol al salir en el horizonte es inclinada ( en este caso casi 19º), existen dos fechas adicionales en las que el Sol produce en el corte un fenómeno igualmente atractivo al ojo del observador.

Tales fechas son el 13 de febrero y el 30de octubre.
La observación de estas cuatro salidas de Sol permite definir dos clases distintas de acontecimientos astronómicos.

La clase-punto, a la que pertenecen los fenómenos del 13 de febrero y 29 de octubre, está caracterizada porque el primer contacto del Sol con el horizonte se indica por un punto luminoso en el vértice del corte.

La clase-plataforma, que sucede el 12 de febrero y 30 de octubre se caracteriza porque el primer contacto sucede en la plataforma que está en la parte baja del corte. Aunque resulta imposible tener la certeza sobre cuál de ellos pudo ser visualmente más atrayente para un astrónomo prehispánico, un argumento indirecto puede resolver la incógnita.


En efecto, considerando la clase-plataforma se tiene un cociente de intervalos de días entre los dos fenómenos consecutivos de 260/105, el mismo valor que en Copán para los dos pasos cenitales del Sol.

Además, 260 días era precisamente la duración del calendario ritual o Tonalpohualli ( cuenta de los días). Por otra parte, ambos fenómenos suceden 52 días antes y después del solsticio de invierno. Recuérdese que las cifras 52 y 104 (105) tienen un importante significado calendárico en toda Mesoamérica. Por ejemplo, deben transcurrir 52 años para que los calendarios solar y ritual estén en fase(es decir, se inicien simultáneamente) tal, periodo sería el equivalente a nuestro “siglo”:

Así concluimos que, efectivamente, el anuncio de un nuevo año solar se realizaba en el Templo Solar de Malinalco, cuando se observaba el sol enmarcado por el corte. Por otro lado, la observación de los dos fenómenos sucesivos marcaban la duración del calendario ritual de 260 días.

Es posible también que el paso del sol por el tajo en la montaña sirviese como referencia para hacer los ajustes calendáricos del año de 360 días ( que nosotros realizamos en la actualidad mediante el año bisiesto).

Malinalco representa un ejemplo típico de un centro ceremonial en el que se alcanzó magisterialmente, a través de los elementos arquitectónicos, la unidad de los conceptos religiosos con el conocimiento astronómico.

Los resultados de nuestras observaciones concuerdan con la significación solar atribuida a Malinalco, la cual no había sido hasta ahora comprobada astronómicamente.

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