martes, 10 de abril de 2012

La espada de doble filo de Siria: un juego en el que EE.UU. tiene las de perder

¿Creen que con el asesinato de Bin Laden se ha dado carpetazo a la más sangrienta organización terrorista “Fundada por Occidente”? ¿Qué relación existe entre los ...


La espada de doble filo de Siria: un juego en el que EE.UU. tiene las de perder


¿Creen que con el asesinato de Bin Laden se ha dado carpetazo a la más sangrienta organización terrorista “Fundada por Occidente”? ¿Qué relación existe entre los últimos avatares en Oriente Medio y la Organización de Al Qaeda?

El siguiente texto intenta contestar a estas dos importantes preguntas. Respondiendo a estas preguntas, buscamos describir la realidad sociopolítica de estos días en Oriente Medio y el mundo del Islam, sobre todo a través de sus protagonistas de la escena política internacional.

Se tendrá en consideración la ideología de los salifistas en el mundo islámico desde el punto de vista del pensamiento de Jamalaldin Asad Abadi.

Muyahedin, EE.UU. y la Guerra Fría

Tras una década de la Guerra Fría, el mundo observó de nuevo el poderío de las dos superpotencias que protagonizaron este periodo, es decir, EE.UU y la antigua Unión Soviética. Esta vez, una de las superpotencias atacaba a otro país. Si en la guerra de Vietnam, EE.UU invadió otro país y pretendió materializar sus objetivos en el territorio de aquel país, esta vez la Unión Soviética había pisado el suelo de otro, el territorio de Afganistán.

La importancia estratégica de Afganistán era tal que la Unión Soviética estaba dispuesta a convertirse en el centro del odio de los musulmanes por haber atacado un país musulmán. Este tema, es decir, la pertenencia de Afganistán al mundo geopolítico del Islam, es el punto de partida para las políticas de equilibrio de poder de EE.UU., y un inicio para el fundamentalismo de los combatientes en la época posmodernista.

La invasión de la Unión Soviética a Afganistán en 1979 supuso una oportunidad para los estadounidenses de vengarse de los soviéticos por el apoyo que éstos dieron en su momento a los vietnamitas en la guerra contra EE.UU.

El consejero de Seguridad Nacional de aquel entonces, Zbingiew Brezezinski, declaró que “esa invasión creó una oportunidad para Estados Unidos para cagarse en el patio trasero de la Unión Soviética”. Según él, esta mierda no fue otra cosa, sino el establecimiento de los Taliban. La luz verde dada por los norteamericanos a los fundamentalistas salafi-wahabíes para convocar a los combatientes de todo el mundo árabe y promover la idea de combatir basándose en los pensamientos de teóricos de la Hermandad Musulmana de Egipto, como Seyyed Ghotb, así como el apoyo incondicional de los jeques árabes y las organizaciones de inteligencia, encabezadas por la Agencia de Inteligencia de Arabia Saudí y la Agencia de Inteligencia de Paquistán( ISI), contribuyeron al establecimiento del grupo de Taliban, cuya principal función era obstaculizar la penetración de los soviéticos en Afganistán y en la región.

Religiosos suníes que creían en la idea del combate y que contaban con el financiamiento de organismos pertenecientes a los países mencionados y con el entrenamiento militar de la CIA, llegaban al país asiático con el objetivo de formar núcleos de resistencia en Afganistán, cuya finalidad era defender los territorios del mundo islámico frente a la amenaza comunista y atea. Además, partían con la promesa de que si en el camino eran asesinados, serían recompensados.

Combatientes mundiales, Al Qaeda y Bin Laden

Así fue como se creó la Organización de Al Qaeda. En aquella época, Osama Bin Laden, hijo de un magnate saudí, conoció al Imán Zavaheri, médico egipcio, y empezaron a colaborar, no solo con el objetivo de echar a los soviéticos de los territorios islámicos, sino con la meta de enfrentarse posteriormente a aquellos que les habían financiado.

A finales de 1970 y principios de la década de los 80, Osama ingresó en la Universidad Abdelaziz, sita en la ciudad saudí de Yidda, y allí comenzó a estudiar los pensamientos salafistas y los de Seyyed Ghotb, el hermano de Ghotb. El estudio de estas ideas fue lo que permitió idear la formación de grupo que se destacara por su ideología radical y de corte salafí.

Abdullah Ozam influyó muchísimo en Osama. Ozan era un jordano, de origen palestino, que manejaba los asuntos de la oficina de la Hermandad Musulmana en Pishawar, Paquistán, haciendo las veces de conexión financiera entre el Gobierno saudí y los muyahidín afganos. Por lo tanto, Osama iba con él a Afganistán y, además de conseguir el apoyo incondicional de los combatientes, aprendió técnicas empleadas en el Ejército. Todas estas actividades eran realizadas bajo la supervisión de las agencias de inteligencia saudí, paquistaní y la CIA.

Con la finalización de la guerra de Afganistán, la salida de la Unión Soviética , la disolución de ésta y el fin de la Guerra Fría, llegó el momento de que Estados Unidos demostrara que era la única potencia mundial, hecho revelado en la teoría del fin de la historia de Fukuyama. Con la desaparición de potencias como la Unión Soviética y con la idea de extender el ámbito de actuación de la OTAN hacia el este, Washington tenía que demostrar su poderío al mundo y lo consiguió dando luz verde a Saddam Hussein para que atacara Kuwait.

Después de que Saddam Hussein atacara Kuwait en 1990, se planteó la posibilidad de que el dictador atacara también Arabia Saudí, por lo que Osama recomendó al rey saudí de aquel entonces, Malek Fahad, que trasladara a las fuerzas de los muyahidín bajo su mando a Arabia Saudí para defender el país. La oposición del rey saudí a esta propuesta y el despliegue de fuerzas estadounidenses no musulmanas en los territorios más sagrados de los musulmanes, motivó que Osama criticara al Gobierno saudí y que renegara de los saudíes (e incluso temporalmente de Estados Unidos).

Su clara oposición al despliegue de fuerzas estadounidenses en los territorios islámicos que, según él, contravenía la tradición, motivó que fuera puesto bajo arresto domiciliario en Arabia Saudí. Tras su puesta en libertad, se fue por un breve periodo de tiempo a Sudán y de allí se dirigió a Afganistán, donde, junto con el Imán Al Zavaheri, empezó a establecer un nuevo organismo para luchar contra los ateos.

El Imán Al Zavaheri nació en Egipto. Estudió la carrera de medicina y dominaba varios idiomas, entre ellos el inglés. Era miembro de la Yihad Islámica de Egipto y, por ello, fue detenido tras el asesinato del presidente egipcio Anwar al-Sadat en 1981. Después de su liberación se fue a Afganistán y allí desempeño el papel tanto de ideólogo religioso como de combatiente. Una vez fue establecida Al Qaeda, desempeñó el papel de moralista y, junto a Osama, se convirtió en el protagonista de miles de libros y millones de artículos por todo el mundo.

La organización de Al-Qaeda, con el establecimiento de una red internacional y regional, logró desempeñar un papel destacado en la política internacional, pero desde un punto de vista negativo. Esta organización, gracias al establecimiento de bases en diferentes países como Irak, Yemen, países africanos y países que recientemente había logrado su independencia, perpetró numerosos ataques con explosivos, así como atentados contra embajadas de EE.UU. en algunos países. En Irak, Al-Qaeda creó un ambiente de terror con el asesinato de chiíes entre los años 2004 y 2006.

El ataque contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001 es considerado el punto de inflexión que dio origen a un auge de las actividades de esta organización, una circunstancia nueva dentro del ámbito internacional. Este incidente, sobre cuya perpetración existen muchas ambigüedades, fue atribuido a esta organización a fin de que los norteamericanos pudieran atacar Afganistán, tener mayor presencia en la región y, posteriormente, invadir Irak.

No se sabe a ciencia cierta quién estuvo detrás de este ataque y si Osama y su organización después de su separación de Arabia Saudí se alejó también de EE.UU. o se convirtió en una herramienta más al servicio de los norteamericanos.

Si nos fijamos en cuándo se produjo el asesinato de Osama, nos damos cuenta de que tuvo lugar en un momento en que el Gobierno de Obama había perdido credibilidad tanto a nivel nacional como internacional.

Con el asesinato de Bin Laden, todo el mundo creyó que el caso de la red terrorista de Al-Qaeda había llegado a su fin, sin embargo, fue una conclusión muy banal, pues durante las últimas décadas, Al-Qaeda se ha desarrollado de forma notable y ha logrado convertirse en toda una entidad, no solo desde el punto de vista práctico sino desde el punto de vista ideológico. Una entidad que ha creado valores en la mente de las nuevas generaciones y ha conseguido nuevos adeptos. Por lo tanto, Al-Qaeda no solo no ha desaparecido, sino que se ha vuelto más poderosa. La sustitución de Bin Laden por el Imán Al Zavaheri confirma lo que acabamos de afirmar.

Movimientos islámicos, el inicio del desequilibrio de poder en la región

Desde finales del 2010 y durante todo el 2011 es un periodo que ha sido considerado el inicio de una nueva etapa en la que los musulmanes han respondido históricamente a la crisis de identidad que vivían. En esta etapa, los musulmanes de los países de Oriente Medio y el Norte de África, manifestándose en contra de los dictadores subordinados a Occidente, han intentado derrocar a los gobiernos de sus países. Tales protestas provocaron, hasta noviembre de 2011, la caída de cuatro dictadores, a saber: los dictadores de Túnez Egipto, Libia y Yemen. Aparte de estos levantamientos, es muy importante tener en cuenta la actitud adoptada por Estados Unidos ante tales movimientos populares y lo que está ocurriendo hoy en día en Oriente Medio, hecho íntimamente ligado a las políticas estadounidenses.

Cuando los movimientos dieron comienzo en Túnez y Egipto, EE.UU. no sabía cómo analizar lo que estaba pasando ni cómo comprenderlo. Por un lado, estaban siendo testigos de la caída de sus dictadores a causa de la ira de los pueblos largamente oprimidos y, por otro, abogaban por la defensa de los derechos humanos y la democracia. Estos dos factores, junto a la presión que se ejercía a sus aliados como el régimen sionista y la dictadura de Arabia Saudí, que se veían directamente afectados por los acontecimientos que estaban teniendo lugar en la región, motivaron que Estados Unidos adoptara una postura para salir de este dilema.

Tras la Revolución Islámica de Irán, el equilibrio de poder en la geopolítica del mundo islámico se desarrolló en torno a dos ejes: el eje de Resistencia (formado por Irán, Siria, HAMAS y otros movimientos como la Hermandad Musulmana de Egipto) y el eje occidental, formado por los regímenes árabes conservadores (al principio encabezados por Egipto y, en los últimos años, por Arabia Saudí) y en la última década por Turquía.

Lo que ha ocurrido con los movimientos populares en el último año tiene su origen en el desequilibrio de poder que ha favorecido a la República Islámica de Irán, porque con la caída de los dictadores árabes subordinados a Occidente, la única alternativa que le queda a la región es el poder islamista. Por lo tanto, los partidos islámicos, que durante las últimas décadas estaban siendo objeto de una gran presión, ahora tienen la oportunidad de potenciar sus carreras políticas y, en las elecciones, obtener un mayor poder en los países islámicos. De hecho, el movimiento Alnahda en Túnez, liderado por Rashid Alqanushi, y la Hermandad Musulmana en Egipto, son un ejemplo de lo que acabamos de mencionar.

La estrategia de Estados Unidos respecto a estos movimientos, después de que se dio cuenta de que no podía oponerse a la voluntad del pueblo y que no le convenía bridar más apoyo a sus dictadores y socios, se basó en dos actuaciones: 1- confiscar las revoluciones 2- presionar a la resistencia para rehabilitar el equilibrio de poder.

En la primera fase, Estados Unidos pretendía guiar tales revoluciones recurriendo a medidas especiales como los medios de comunicación y los intelectuales. Es decir,

lo que emitían los medios de comunicación occidentales de tales movimientos no era más que una distorsión de la realidad.

Como que los manifestantes solo pedían la democracia, una democracia occidental que les tranquilizara.

En la segunda fase, es decir, presionar al eje de Resistencia, se han previsto dos directrices principales: 1- presionar directamente a Irán 2- crear inseguridad en Siria.

En la estrategia de presionar a Irán, vemos que existen dos puntos: imponer sanciones y lanzar amenazas militares, mientras que en la estrategia de crear inseguridad en Siria, las sanciones y amenazas, junto con los levantamientos y la guerra civil, forman parte del programa de Estados Unidos y sus aliados.

Durante las últimas décadas, Siria ha sido considerada el principal aliado de Irán, sobre todo desde que Hafiz Al Assad asumió la presidencia del país árabe. Por lo tanto, la caída del Gobierno de Al Assad podría debilitar y provocar la decadencia del eje de resistencia liderado por Irán. Pese a los esfuerzos realizados por los dictadores árabes y de los países occidentales, Siria, desde la ocupación de Palestina por los israelíes, sigue apoyando al pueblo palestino y ha sido el último país en verse sacudido por los levantamientos. Esto se ha producido por dos razones:

La primera reside en que la base de que las revoluciones árabes son una revolución de identidad, en respuesta a la crisis que ha vivido en la última década el mundo islámico y uno de los motivos principales de esta crisis de identidad es el caso del régimen israelí, por lo tanto, de ahí que Siria no haya firmado ningún acuerdo que viole los derechos de los palestinos. Con su apoyo al eje de Resistencia ha demostrado su fidelidad al respecto. Por esta misma razón, en el momento en que los países árabes se vieron afectados por los levantamientos, este país era un país tranquilo. El segundo motivo reside en la confusión de EE.UU. y sus aliados occidentales ante tales movimientos populares surgidos en los países islámicos.

La creación de inseguridad en Siria comenzó sembrándose la discordia entre los suníes y los chiíes. Con el suministro de armas a los grupos opositores y la entrada de grupos salafistas al país, la situación se agravó más y empeoró con la entrada en escena de Turquía, Catar y la Liga Árabe. Asimismo, la participación de Irán, China y Rusia en este juego ha complicado aún más la situación.

Por un lado, vemos como los aliados de Washington, la Liga Árabe y Turquía, plantean la imposición de sanciones a Damasco y, por otro, como las fuerzas salafistas, partidarias de Al-Qaeda, han sido armadas y organizadas para desencadenar una guerra civil en Siria que lleve a la caída del actual gobierno sirio.

Siria, nuevo campo de juego de los fundamentalistas de Al-Qaeda

El 27 de noviembre, una de las agencias de noticias libias informó de que Abdul Hakim Belhaj, uno de los revolucionarios libios y comandante del Consejo Militar de Trípoli, fue detenido por los revolucionarios cuando intentaba escapar a Turquía con un pasaporte falso.

La agencia de noticias, al publicar las fotos de Belhaj, puso de relieve que él quería escapar a Turquía con unas maletas llenas de dinero.

Belhaj es uno de los combatientes que, en la época de la Guerra Fría, se fue a Afganistán y luchó contra la Unión Soviética. Tras la guerra de Afganistán, regresó a Libia y asumió la comandancia del grupo de la Yihad Islámica de Libia. Después de numerosos intentos fallidos para asesinar a Muamar Gadafi, huyó Malasia. Fue detenido en 2004 por agentes de CIA en Malasia y, después de pasar un periodo de encarcelamiento bajo supervisión de Estados Unidos, fue entregado al Gobierno de Gadafi.

Belhaj, después de colaborar con el Gobierno de Libia, fue liberado en 2010 por Gadafi. En los movimientos populares de 2011, se incorporó a los opositores del dictador libio y se convirtió en uno de los principales elementos revolucionarios. Era tan importante que querían proponerle como ministro interino de Defensa de Libia.

La rápida liberación de Belhaj de las cárceles de los revolucionarios libios, sus maletas llenas de dinero y sus vínculos con Gadafi y su hijo Saif Al Islam (que tenía vínculos cercanos con la CIA), son cuestiones que demuestran que este combatiente era un peón de la CIA. Hace unos días, se publicaron unos informes en los que se afirma que Belhaj ha desplegado sus fuerzas en la frontera siria-turca para luchar contra el Gobierno de Siria.

Siria: la espada de doble filo de la resistencia chií y el fundamentalismo salafista

Aparte de los peligros y las consecuencias jurídicas y políticas del despliegue de las fuerzas de Al-Qaeda en la frontera entre Siria y Turquía, es muy importante el papel que desempeña Ankara al respecto.

El Gobierno sirio, en las últimas tres décadas y hoy en día, ha formado parte del eje de resistencia. Como miembro de este eje ha recuperado credibilidad en la opinión pública.

El eje occidental, que es el otro jugador de los acontecimientos surgidos en Oriente Medio, descontento por la presencia de Siria en el eje de resistencia, busca ahora derrocar el Gobierno de Damasco. Entonces surge la siguiente pregunta: Si el Gobierno de Al Assad es derrocado, ¿quién lo sustituirá?

Al echar un vistazo a la demografía y geografía de las ciudades sacudidas por los levantamientos en Siria (especialmente en la ciudad sureña de Dara y la ciudad central de Homs), nos damos cuenta de las actividades organizadas por los salafistas radicales en estas zonas, cosa que los estadounidenses ignoran. Al analizar la ideología de los salafistas fundamentalistas, en especial su oposición a Occidente, comprendemos que Estados Unidos y sus aliados tendrán un futuro inestable y lleno de peligro.

Con el despliegue de los combatientes de Al-Qaeda en la frontera de Siria, el fortalecimiento militar y el respaldo financiero e informático, es posible que se materialice una parte de lo que abogan los países occidentales, pero quien sustituya a Al Assad con una visión salafista y no como piensan los saudíes y cataríes, no abogará por el dominio de Occidente. Por lo tanto, seguramente el probable régimen que sustituirá a Al Assad, no será como los dictadores conservadores

árabes, por lo que empezará un nuevo conflicto para Occidente y, en especial para el régimen israelí en la región, una cuestión importante para la creación de un nuevo frente en Oriente Medio.

Hoy, los taliban en Afganistán y Paquistán, y Al Qaeda, como red internacional, tienen una serie conflictos internos en torno a su colaboración con Occidente, por lo que aquellos que se oponen a la colaboración con Occidente son quienes, según los medios de comunicación occidentales, son los malos taliban. Por lo tanto, el probable gobierno que sustituirá a Al Assad también tendrá un destino parecido a éstos. De esta manera, Siria se convertirá en el inicio de conflictos interminables en Oriente Medio porque es imposible formar un orden político después de Al Assad en este país árabe.

Teniendo en cuenta tales factores, Estados Unidos no tiene otro remedio que elegir uno de las dos opciones. Sin embargo, lo que está muy claro es que los salafistas fundamentalistas constituirán un peligro mayor para Estados Unidos que para los Taliban y Al Qaeda, y Washington intenta escapar de esta realidad.

Finalmente, podemos concluir que Estados Unidos y sus aliados son partícipes de un juego en el que van a perder.

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