miércoles, 18 de abril de 2012

Las características de los Profetas

Las características de los Profetas
Capítulo del libro de Fethullah Gülen sobre el Profeta Muhámmad (ed. La Fuente)
18/07/2011 - Autor: M. Fethullah Gülen - Fuente: La fuente
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MuhammadLa dependencia total de la Revelación y la sumisión a Dios

Aunque cada Profeta fue un ser inteligente y dotado de un entendimiento amplio y un alma pura, estos rasgos no desempeñan ningún papel en la elección de un Profeta por Dios. La mayor parte de los Profetas, incluyendo a Muhammad, eran iletrados y por lo tanto fueron enseñados por Dios. El profeta Muhammad, a pesar de su analfabetismo, tenía el conocimiento del pasado y del futuro, y perspicacia en cada rama del conocimiento. No asistió a escuela alguna, ni tuvo un maestro, y aun así hasta sus enemigos admitieron —y todavía siguen admitiéndolo— que él demostró administrar la justicia perfecta en asuntos de familia, la competencia perfecta en la administración estatal y el mando perfecto de los ejércitos.

Los Profetas fueron educados por Dios. Para citar un ejemplo, el Último Profeta recordó: «Durante mi infancia pensé dos veces en asistir a una ceremonia de boda. En ambas ocasiones, fui vencido por el sueño a mitad de camino —y por lo tanto era protegido contra cualquier pecado que yo prohibiría más tarde—»43; y «cuando restaurábamos la Kaba, antes de mi Misión Profética, yo llevaba piedras. Como cada uno hacía, enrollé la parte de abajo de mi ropa sobre mi hombro, para evitar heridas. Mi muslo quedó destapado. De repente, el ángel que yo había visto varias veces en mi infancia se me apareció en toda su majestad. Me caí y me desmayé. Era porque había destapado una parte de mi cuerpo que Dios ordenó cubrir».44

Los Profetas fueron protegidos por Dios contra todos los errores, ya que fueron creados para un propósito especial. Protegidos de desviarse en su misión, porque hasta la menor desviación habría podido causar la perdición total de la humanidad.

La Misión Profética es dignificada por la Revelación Divina:

Y de este modo, te hemos revelado un espíritude Nuestro mandato (el Mensaje vivificante, el Corán). No habrías (de otra forma) sabido cuál era el Libro (con todo el conocimientoque contiene, y el estilo de vida que establece), y qué fe era (según lo descrito por el Libro, y con todos sus principios, requisitos, e implicaciones). Pero hemos hecho de ello una luz por la cual dirigimos a quién Nuestra Voluntad dispone de Nuestros siervos. Y sin duda alguna tú (por la guía de Dios) guías a (la gente) a un camino recto (42:52).

Por consiguiente, los Profetas nunca hablaron por su propio criterio:

No habla por sí mismo, por su propio deseo; Eso (que os transmite) no es sino una Revelación que se le reveló a él (53:3-4).

El profeta Muhammad, particularmente cuando le preguntaban cosas sobre los fundamentos de la creencia, esperaba la Revelación. A veces los politeístas le pedían alterar el Corán. Pero como es una Escritura Divina, cuya expresión y sentido pertenecen completamente a Dios, el Profeta contestaba como instruido por Dios:

Di: «No es propio de mi alterarlo por iniciativa propia. Yo únicamente sigo lo que me ha sido revelado» (10:15).

Los Profetas se sometieron totalmente a Dios, y cumplieron con su misión sólo porque Dios les mandó hacerlo. Nunca transgredieron o se desviaron de su camino para tener éxito. Cuando se enfrentaron a amenazas u ofertas seductoras, respondieron con palabras similares a aquellas del profeta Muhammad: «Aunque pusierais el Sol en mi mano derecha y la Luna en la izquierda, nunca dejaría de predicar mi causa». Él sabía que el Coránes la Palabra de Dios, y así también aguantó toda dificultad y oposición.45

El carácter fidedigno y no pedir recompensa alguna

Los Profetas eran completamente dignos de confianza y no pidieron ninguna recompensa por sus servicios. Esta característica tan importante es mencionada cinco veces en la Sura ash-Shu’ara (los poetas). Todos los Profetas dijeron lo mismo: No cabe duda de que soy un Mensajero para vosotros, digno de confianza.

Por lo tanto apartaos de la desobediencia de Dios con veneración a Él y obedecedme. No os pido recompensa alguna (por transmitiros el Mensaje); mi recompensa incumbe sólo a Dios (26:107-9, 125-27, 143-45, 162-64, 178-80).

Entre su propia gente, el profeta Muhammadera famoso por su honradez incluso antes de su proclamación de la Misión Profética. Era conocido como «al-Amin», el veraz, digno de confianza. Como sus predecesores, no pidió nada a cambio por llamar a la gente a Dios.

Los Profetas nunca pensaron en la ganancia material, la recompensa espiritual, ni el Paraíso; se esforzaron sólo por la complacencia de Dios y ver a la humanidad dirigirse a la verdad. El profeta Muhammad era el más destacado en este sentido. Ya que dedicó su vida al bienestar de la humanidaden este mundo, también lo hará en el Lugar de Reunión en el Día del Juicio Final. Mientras todos los demás se preocuparán sólo por ellos, él se postrará ante Dios, suplicará por la salvación de los musulmanes, e intercederá ante Dios en favor de otros.46

Aquellos que tienen la intención de difundir los valores eternos del Islam deberían seguir estas prácticas. Cualquier mensaje basado en una intención impura, independientemente de la elocuencia, no tendrá ningún efecto sobre la gente. Este punto está subrayado con frecuencia en el Corán:

Seguid a aquellos que no piden de vosotros ninguna recompensa (por su servicio), y son rectamente guiados (36:21).

Con respecto al altruismo, la sinceridad y la paciencia del Mensajero de Dios, en un hadizél mismo dice: «Si quisiera y deseara, Dios haría correr las montañas de oro a mi derecha e izquierda, pero yo no quiero» (Tabarani, «Al-Mu’yamu’l-Awsat», 6/141; «Bayhaki, Shuabu’l-iman», 2/173).

‘Aisha relató que a veces no se preparaba comida alguna durante cuatro días consecutivos en su casa.47 Abu Huraira también relata: «Una vez entré en la habitación del Profeta. Él estaba haciendo el salat, sentado y gimoteando. Le pregunté si estaba enfermo. Contestó que tenía mucha hambre para estar de pie. Empecé a sollozar amargamente, pero me detuvo, diciendo: “No llores, quien soporte el hambre en este mundo estará a salvo del tormento de Dios en el siguiente”».48

Un día un ángel apareció y preguntó al Mensajero de Dios: «¡Oh Mensajero de Dios! ¡Dios te saluda y pregunta si te gustaría ser un rey- Profeta o un esclavo-Profeta!». Gabriel le recomendó la humildad. El Profeta levantó la voz y contestó: «Deseo ser un esclavo-Profeta, que un día suplica a su Señor hambriento y otro día Le agradece a su Señor satisfecho».49

El Mensajero de Dios solía comer con esclavos y siervos. Una vez una mujer lo vio comiendo con ellos y dijo: «Come como si fuera un esclavo». El Mensajero de Dios respondió: «¿Podría haber un esclavo mejor que yo? Soy un esclavo de Dios».50

El Mensajero del Dios es, en virtud de ser un esclavo de Dios, nuestro maestro y el de la creación, como lo dijo elocuentemente Galip Dede:

Un rey ensalzado, el Rey de los Mensajeros, Oh mi Maestro.
Eres una fuente interminable de ayuda para el indefenso, Oh mi Maestro.
Dios te honró jurando por tu vida en el Corán, Oh mi Maestro.
En la Presencia Divina, tú eres el grandioso, Oh mi Maestro.
Tú eres el bienamado, el loable, el alabado de Dios, Oh mi Maestro.
Tú eres nuestro rey eterno, enviado a nosotros por Dios, Oh mi Maestro.

Sinceridad completa

Otra característica indispensable es la sinceridad, que en este contexto significa «la pureza de la intención, hacer todo únicamente por Dios». Nos piden venerar a Dios sinceramente: Pero no se les ordenó otra cosa que deberían venerar a Dios, con sincera fe en Él y practicar la Religión tan sólo por Él, como gente de pura fe; y establecer la Oración según sus condiciones, y pagar la Limosna Purificadora Prescrita. Y esta es la Religión siempre verdadera y recta (98:5). Dios también menciona la sinceridad como el atributo principal de los Profetas:

Y menciona a Moisés en el Libro. Fue un elegido, dotado con perfecta sinceridad y pureza de intención en la fe y en la práctica de la Religión, y fue un Mensajero y un Profeta (19:51).

Veneramos a Dios sólo porque somos Sus siervos y Él nos ha dicho que así lo hagamos. Obedecerle permite que nos aseguremos Su complacencia y seamos recompensados en el Más Allá. Said Nursi, el gran erudito del Islam en Turquía durante el S.XX, dijo: «Haz todo lo que haces sólo por Dios, empieza por Dios, trabaja por Dios, y actúa tratando de obtener Su aprobación».51

Le veneró tan sinceramente que la gente podía decir: «Nadie puede permanecer tan humilde como él era al principio de su carrera, y seguir así después de alcanzar la cima de ésta. Muhammad era un hombre excepcional». Él es tan grande y sublime que estaremos de pie ante él, mostrándole respeto, aunque él solía advertir a sus Compañeros diciéndoles: «Cuando yo venga, no os levantéis como hacen los persas (con sus mayores)».52

Aunque sus Compañeros le tuvieran un respeto absoluto, él se consideraba como un pobre esclavo de Dios. El día en que conquistó La Meca él era igual de humilde que cuando comenzó su misión. Al principio de su Misión, se sentaba y comía con los pobres y los esclavos. Cuando entró en La Meca triunfalmente, montaba una mula con tal sumisión y humildad profundas ante Dios que su frente tocaba la albarda. Él se postraba ante Dios y se refugiaba en Él para no ser un conquistador tiránico y arrogante.

El Mensajero sólo tenía un propósito: complacer a Dios y venerarle sinceramente. Él lo hacía así como dijo en un hadiz famoso: «La virtudes venerar a Dios como si Le vieras, porque ciertamente, aunque tú no Le veas, Él sí que te ve a ti».53

Llamar a la gente con sabiduría y buena exhortación

Otro atributo de los Profetas es llamar a la gente al camino de Dios con sabiduría y buena exhortación. Nunca recurrieron a la demagogia y a la dialéctica, pero actuaron y hablaron sabiamente. Dios ordenó a Su Más Grandioso y Último Mensajero:

Llama al camino de tu Señor con sabiduría y buena exhortación, y discute con ellos de la mejor manera posible. Tu Señor sin duda alguna conoce mejor a quién se ha extraviado de Su camino y conoce mejor quiénes son rectamente guiados (16:125).

La gente es mucho más que mente o corazón. Somos seres complejos con muchas facultades, incluidos la mente, el intelecto, el corazón y el alma. Todas nuestras facultades, hasta las más íntimas, requieren satisfacción. Los Profetas se dirigieron a todas ellas.

Aquellos que fueron educados por los Profetas adquirieron certeza, y su perspectiva difirió de aquellos que tenían una visión limitada de lo externo y carecían de perspicacia y de perspectiva espiritual. Su convicción en las verdades religiosas era inquebrantable y continuamente eran alimentados con la RevelaciónDivina. Combinaron el discurso con la acción, el conocimientocon la práctica, y la acción con la contemplación. ‘Ali ibn Abu Talib, entre otros, decía: «Si el velo de Lo Oculto fuera levantado, mi certeza no aumentaría».54

No había ningún grado más de certeza que les quedara por alcanzar. La educación dada por los Profetas a sus discípulos, o la función de los Profetas, es descrita con precisión:

Igualmente os hemos enviado un Mensajero de entre vosotros mismos, que os recita Nuestras Revelaciones, os purifica (de falsas creencias, faltas y todo tipo de impurezas), os instruye en el Libro y la Sabiduría y os instruye en lo que no sabéis (2:151).

Llamar a la humanidad a la Unidad de Dios

La piedra angular de la Misión Profética es predicar la Unidad Divina. Todos los Profetas se han concentrado en este principio básico:

¡Oh pueblo mío! Venerad a Dios. No tenéis a ninguna otra deidad más que a Él (11:84).

Dios ha enviado al menos un Profeta a cada comunidad. El hecho de que todos ellos, sin tener en cuenta el tiempo o el lugar, convengan en este principio básico demuestra que no hablaron ni actuaron solos; lo único que hicieron fue enseñar el Mensaje recibido de Dios. Los filósofos y los pensadores, no importa qué grandes puedan ser, discrepan entre ellos porque dependen de su propio intelecto y conclusiones. Con frecuencia, la misma escuela filosóficao sociológica contiene diferentes opiniones.

Tal fenómeno es desconocido entre los Profetas, pues así se prueba que un Solo, Eterno Maestro —Dios— les ha enseñado, y que no han sido dirigidos por el razonamiento deficiente del ser humano. Tal unidad de la creenciaes una prueba evidente de la UnidadDivina, el principio fundamental de su misión, como fue declarada por Muhammad: «La más meritoria de las palabras dichas por mí y por los Profetas antes de mí es: “No hay ninguna deidad sino Dios, Él es Único, no tiene copartícipe alguno”.»55

Notas
43 Ibn Kazir, Al-Bidaya, 2:350.
44 Bujari, «Hayy», 42; Ibn Kazir, Al-Bidaya, 2:350.
45 Ibn Hisham, «Sira», 2:285.
46 Bujari, «Tawhid», 36; Muslim, «Iman», 326.
47 Bujari, «Riqaq», 17; Muslim, «Zuhd», 28.
48 Muttaqi al-Hindi, Kanz al-‘Ummal, 7:199.
49 Ibn Hanbal, 2:231; Hayzami, Mayma‘al-Zawa’id, 9:18-19.
50 Hayzami, 9:21.
51 Bediüzzaman Said Nursi, The Words («Las Palabras»), «The First Word» («La Primera Palabra»), 5.
52 Abu Dawud, «Adab», 152; Ibn Hanbal, 5:253.
53 Bujari, «Iman», 47; Muslim, «Iman», 5:7.
54 ‘Ali al-Qari, Al-Asrar al-Marfu‘a, 286.
55 Imam Malik, Muwatta, «Hayy», 246; Hindi, Kanz al-‘Ummal, 5:73.

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