lunes, 4 de junio de 2012

China compra arenas petrolíferas en Canadá Palabras claves: compra, China, Canadá, EEUU, Mundo, Comentarios, Economía 4.06.2012, 20:01 © Foto: ru.wikipedia.org/风之清扬/cc-by-sa 3.0 China está comprando masivamente campos de arenas petrolíferas en Canadá y se desvive por encontrar fuentes de importación de crudo alternativas a las de Medio Oriente. De esta manera, la segunda economía más importante del mundo se está creando un “colchón” de seguridad energética para enfrentar las consecuencias de un posible conflicto armado entre EEUU e Irán en el estrecho de Ormuz. A solo un día de que la Unión Europea anunciara la próxima suspensión de sus importaciones de petróleo desde Irán y se diera a conocer la amenaza de Teherán de cerrar el estrecho de Ormuz, China realizó un avance revolucionario en el mercado de hidrocarburos de Canadá, apoderándose de la cartera de acciones de la Compañía de Arenas Petrolíferas de Athabasca, con sede en Alberta. En esa provincia canadiense se encuentran localizadas el 85% de las arenas petrolíferas del mundo. Se supone que dentro de unos tres años estos yacimientos rendirán treinta y cinco mil barriles de crudo diarios. Esta cantidad es equiparable con la que perdió China con la suspensión de sus importaciones desde Libia, recuerda el presidente de la Unión de Empresas Productoras de Gas y Petróleo de Rusia, Gennadi Schmal: —Con los actuales precios del crudo, su extracción en los campos de arenas petrolíferas resulta eficaz y rentable. China jamás habría perdido tan buena oportunidad. Ahora, sus importaciones de hidrocarburos van a crecer sustancialmente. En China hay noventa y ocho refinerías de petróleo. Este indicador es el segundo más grande a escala mundial, después de EEUU. El resto de los países, Rusia entre ellos, quedan notablemente a la zaga. El día en que Washington amenazó con el uso de la fuerza militar, en caso de que Teherán bloqueara el estrecho de Ormuz, la china Sinopec accedió al petróleo estadounidense al comprar, por un monto de dos mil quinientos millones de dólares, la tercera parte de las participaciones de Devon Energy en sus cinco proyectos en diversas partes del país. Paralelamente, China obtiene acceso a las últimas tecnologías de producción de petróleo. Es de señalar que el monto del contrato es inferior al que la Compañía China de Inversiones pretendía gastar el otoño pasado en bonos de alto rendimiento del Estado italiano. Aquella “transacción del año” no se hizo efectiva debido a una ruidosa campaña política de difamación desatada en los medios, con especulaciones acerca de la creciente influencia china en la economía italiana. Las transacciones con países de América del Norte se empezaron a preparar aún antes de que China afrontara el riesgo de perder el petróleo iraní. En todo caso, con el colapso de Libia y la escisión de Sudán, los chinos tuvieron que buscar a nuevos proveedores con carácter urgente. La posible pérdida de Irán, que es el tercer proveedor más importante de hidrocarburos a China, los hace considerar la situación como fuerza mayor. En estas circunstancias, el premier del Consejo de Estado chino, Wen Jiabao, puede solicitar aumento de suministros de petróleo a los dirigentes de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Qatar, al reunirse con ellos entre el 14 y el 19 de enero. Con la misma misión los visita actualmente el ministro de Relaciones Exteriores japonés, Koichiro Gemba. Se trata, por supuesto, de un regateo que excede los marcos de un comercio puro. Detrás de los tres principales exportadores de petróleo del Golfo están los estadounidenses que ya tienen experiencias en el manejo de la problemática petrolera de Medio Oriente con fines políticos. En esta nueva ocasión, Washington puede hacer colisionar los intereses de Pekín y Tokio. China ya advirtió en forma inusualmente dura que no apoyará las sanciones de EEUU contra el sector petrolero de Irán. A su vez, EEUU se esforzará al máximo por conseguir el apoyo de Tokio. Éste puede ser el argumento clave para los socios mesorientales de EEUU, al tener que escoger entre China y Japón. Porque sus excesos de petróleo no alcanzarán para ambos. Y aun cuando alcancen, Washington no perderá la oportunidad de mostrar a los chinos “quién es quién” en la región.

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