domingo, 3 de junio de 2012

los mexicanos preparados psicologicamente ante temblores y erupciones futuras

Lo QUE NO ES POSIBLE OLVIDAR Que no nos mate el miedo NORMA HERRERA Poco más de un año ha transcurrido desde aquel 19 de septiembre. La ciudad y su gente han cambiado. Sismo equivale ahora a miedo, tal vez a pánico. Es preciso adoptar medidas preventivas que nos permitan actuar, en caso de otro siniestro, con calma e inteligencia. El miedo puede ser nuestro peor enemigo. Diecinueve de septiembre es una fecha que desde 1985 resuena y resonará en la memoria de todos los mexicanos. Quisiéramos que nunca ocurriese otra tragedia similar a la de aquel jueves y viernes de verano. Que las manifestaciones de vida de nuestro planeta Tierra fueran menos violentas, agresivas y desastrosas. Pero más allá de nuestros deseos y válidos temores ante la inconmensurable fuerza de la naturaleza, existen verdades sísmicas que los mexicanos debemos tener muy presentes. México está situado en una de las regiQnes sísmicas más activas del mundo. Nuevos temblores sacudirán al país. ¿Cuándo y con qué magnitud? , son interrogantes que la ciencia aún no ha podido responder . Para quienes habitamos este gran valle asfaltado, la voz de alerta debe atenderse con mayor atención. Porque si bien es cierto que la magnitud del sismo que cimbró a la capital de la República Mexicana tuvo características sin precedentes (8.1 en la escala de Richter y grado 8 en la de Mercalli), también es cierto que la enorme concentración demográfica, la falta de planificación, el uso incorrecto de algunos inmuebles, fallas constructivas, hacinamiento, incumplimiento al Reglamento de Construcción, entre otros, son los grandes problemas urbanos de ésta, la ciudad más poblada del mundo, que se sumaron al histórico movimiento telúrico imprimiéndole características de tragedia, no gríega, sí nacional. Desgarrada, la ciudad aprovechó el sismo para grítar ¡ya no puedo más! La herídas le marcaron el corazón. Todavía le quedan cicatríces. ¿Cómo no? , si en aquellos días México parecía ciudad bombardeada: algunas zonas del gran valle destruidas y miles de sus muchos pobladores (18 millones) muertos, herídos, damnificados. Casi todos temerosos ante la inminencia de otro u otros temblores. Pero reflexionar sobre aquel 19 de septiembre o las señales de vida del planeta no tiene como objetivo "echarle más leña al fuego". No atemorízar, sino despertar conciencia para la promoción de medidas preventivas, de un cambio de actitudes ante algún otro sismo. En una entrevista que Comunidad CONACYT hiciera al doctor Charles Richter, el hoy desaparecido cientifico comentó: "...mucha gente muere de pánico ...cometen imprudencias fatales al tratar de escapar del temblor..." Este pánico incontrolable es el que debemos frenar. Hay que estar preparados para un nuevo temblor, saber cómo actuar en caso de sismo. Y estas medidas deben extrapolarse a otros factores naturales, tales como incendios o inundaciones. Pero el tema que hoy nos toca, nos hace centrarnos en los movimientos telúricos. Desgarrada, la ciudad aprovechó el sismo para grítar ¡ya no puedo más! Este gran valle asfaltado alberga a 18 millones de habitantes. Por sus calles circulan diariamente unos 3 millones de automóviles (Foto: Marco Celis) ¿Qué pasará mañana? Si un temblor como el de septiembre del año pasado volviera a cimbrar la ciudad de México, el país, ¿qué ocurriría? No se sabe la magnitud de futuros sismos; lo único seguro es que los habrá y que la población mexicana está atemorizada por la experiencia vivida. "No estamos preparados como deberíamos estarlo", afirma el ingeniero Adríán Breña Garduño, quien a raíz del sismo se ha preocupado, al igual que diferentes profesionistas, instituciones educativas, organismos oficiales, asociaciones particulares y organizaciones sociales, por lá promoción de medidas precautorías en caso de siniestros. En opinión del miembro de la Academia Mexicana de Ingeniería, los sismos del 19 y 20 de septiembre sólo fueron una llamada de atención para que tomemos conciencia del suelo que pisamos, para preocuparnos más por nuetra seguridad y por la de la ciudad que habitamos. "Si el sismo hubiera ocurrido una hora después, aquéllo hubiera sido el desastre de la historia de la humanidad. Los 350 mil muertos que dejó el sismo de china de 1976 (hasta ahora el que más pérdidas humanas ha registrado) hubieran sido superados en esta ciudad que alberga a 18 millones de habitantes y por la que circulan día tras día unos 3 millones de autosmóviles. "Esta concentración tan elevada e multiplica las posibilidades de que las personas fallezcan invadidas por el pánico, al tratar de ponerse a salvo. Que corran despavorídas buscando elevadores, escaleras, que salgan corriendo a las calles siempre teñidas de un tránsito alocado." Después del sismo, grandes reuniones de diferentes grupos han tenido lugar con un objetivo en común: prever tragedias ocasionadas por el pánico. Vale más guardar la calma, aunque esto sea muy difícil. De hecho, algunas iniciativas de gobierno han previsto medidas precautorias. A los maestros, por ejemplo, se les entrenó -para que éstos a su vez lo hicieran con sus pupilos- para evacuar los salones en caso de siniestro; sin embargo, estos cursos de simulacros de evacuación no se han continuado como un entrenamiento sistemático. En otros países como Japón y Estados Unidos, estos simulacros se efectúan sistemáticamente en las escuelas. "Nosotros estamos acostumbrados a dejar todo al último. Somos poco precavidos; pensamos poco a futuro: Sin embargo, septiembre 19 ha dejado huellas en los mexicanos: en lo físico, en 10 psicológico, en lo social, en lo económico, en lo político. Debemos planear medidas preventivas. Sería excelente contar con un organismo rector con responsabilidades definidas, compuesto por representantes de todos los sectores: gobierno, iniciativa privada, sector social, universidades e instituciones de educación superior." Este organismo se encargaría de llevar a acabo programas, pláticas de carácter inter y multidisciplinarío, con base en las experíencias vividas o las de otros países. Lo anteríor con el objeto de llegar a diseñar medidas preventivas adecuadas. "Gracias a la idiosincrasia de nuestro pueblo ya la gran solidarídad nacional, se lograron eliminar peores situaciones que las acontecidas. El pueblo fue el primero en organizarse y salir a la calle para ayudar a quien 10 necesitaba. Y es que el pueblo está acostumbrado ayudar, a colaborar casi altruistamente. sin ver remunerada su ayuda", opina nuestro entrevistado. Este trabajo voluntario, esta solidaridad intrínseca, esta ayuda desinteresada debe aprovecharse. El potencial humano está ahí; debe capitalizarse. Este organismo, cuya formación propone el ingeniero Breña Garduño, podría reunirse cada 19 de septiembre, como un fecha simbólica de aniversario, para ver los avances que han tenido los programas; la realizado y lo que faltara aún por hacer . "Distintas organizaciones como la UNAM, el IPN, la Academia Mexicana de Ingeniería, algunas secretarías de Estado, han trabajado en y por la reconstrucción de la ciudad y la de sus moradores. Sin embargo, los esfuerzos están dispersos. Es necesario unificarlos y dirigirlos hacia el mismo punto, ya que el objetivo es común a todos. Es imperativo que se conjuguen esfuerzos", demandó. Con respecto al Reglamento de Construcción del Distrito Federal, se le están haciendo cambios. Pero otos también deben enfocarse a nuestra vida cotidiana, a modificar patrones educativos y culturales, a modificar el comportamiento en el futuro. Saber qué hacer y cómo actuar en una situación de emergencia: primeros auxilios, reparar alguna pequeña falla eléctrica o hidráulica, etcétera. Si bien es cierto que los sismos de septiembre de 1985 superaron lo previsto en el Reglamento de Construcción del Distrito Federal, también es verdad que otros factores influyeron en los daños a estructuras (Foto Víctor M. Pereda) No podemos parar la ciudad El ingeniero Adrián Breña Garduño insiste en estas medidas porque piensa que aun cuando se han dado políticas de descentralización, la ciudad no puede parar su propia inercia. Este crecimiento anárquico no se suspende con medidas escritas; hay que actuar, y esa desconcentración de la gran urbe tomará generaciones. "Ya no es posible mantener esta hiperconcentración en esta milésima parte del territorio. Todo tiene un límite y la ciudad ya llegó al suyo." Es difícil imaginar al Distrito Federal sin cambios después de los sismos del 19 y 20 de septiembre. Y así como el gran valle, su gente sufrió una metamorfosis; en mayor o menor medida, pero todos. El ingeniero Adrián Breña Garduño, por ejemplo, trabajó intensamente en la Brigada 218 de peritos del Colegio de Ingenieros. Vio de cerca los edificios desplomados o fracturados. También los rostros desgarrados por la muerte o el dolor físico y moral. ..Vivimos momentos muy amargos y desesperantes. Sacábamos a los niños, a la gente histéricos, gritando, de entre los escombros...Estuvimos en varias zonas; también en Tlatelolco. Ahí murieron cientos de personas. Los escombros, las varillas torcidas se entremezclaban con camas, televisores, ropas, máquinas de escribir, un sinfín de bienes domésticos... Me acuerdo que los dos primeros días esto me produjo un intenso malestar-rememora. "Pero la solidaridad social no se hizo esperar. No importaban edades, ni clases sociales; la gente se despellejaba las manos levantando escombros para buscar vivos o muertos. Pasaban hambre, frío, no dormían... "Lo anterior invita a una reflexión: si este es nuestro pueblo y esas fueron muestras de su gran calidad humana, lo menos que podemos hacer los profesionales de este país es contribuir con un granito de arena. Con nuestras posibilidades y nuestros medios. Como mexiano, como ingeniero, como habitante de esta ciudad, y con un compromiso moral, todos debemos colaborar con estas medidas preventivas; porque debemos estar conscientes de que vivimos en una zona sísmica y que la tierra que pisamos volverá a temblar." A río revuelto... Los sismos del año pasado dejaron lecciones que prometen cambios. Sin embargo, aun en los momentos más críticos del septiembre trágico, "algunos pescadores sacaron ganancia del río revuelto" Mucha ayuda internacional llegó al país, pero no toda llegó a los damnificados. y es que en el país existe una epidemia grave llamada corrupción. "Según la historia, en algunos países durante ciertas épocas de auge la corrupción ha hecho su presencia. Nosotros como país no Qemos tenido un gran auge histórico; estamos, sí, en un' proceso de desarrollo bastante interesante. Sin embargo hemos padecido la corrupción. "Es nefasta esa sistemática rapiña de sectores o grupos que detentan a veces el poder. En el régimen actual, existe por lo menos la intención de erradicarla... Entre tanto desorden, mucha gente se aprovechó...Son situaciones que repruebo, pero que no vamos a cambiar de la noche a la mañana. Cuando una gente es o ha sido ratera, lo seguirá siendo por algún tiempo -consideró el especialista. "Esta corrupción también es una deformación histórica y cultural. Quizá continúe existiendo por más tiempo, pero lo importante es conservar la esperanza de cambio. Hay que mejorar la imagen que de nosotros tienen en otros países, incluso en otros estados de la propia República. Debemos confiar en tener un México mejor, con menos corrupción, con más racionalización y eficiencia en el manejo de nuestros recursos. La esperanza muere al último, ¿no?", finalizó con un optimismo mesurado el ingeniero Breña Garduño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario