Hispanidad, sábado, 07 de julio de 2012
La salida de un país
pobre hundiría al pobre y dispararía el egoísmo de los ricos, pero la salida de
un rico permitiría que la UE dejara de ser un banco y retornara a la
solidaridad.
La historia crucial de
esta semana es que Finlandia amenaza con salirse del euro. Sería maravilloso que
lo hiciera. Animémosle entre todos. Al grito de “no queremos pagar la deuda
de los demás”, la ministra de Economía finesa, Jutta
Urpilainen, con el apoyo de Holanda –es decir, los dos satélites de
Alemania- han planteado su salida de Eurolandia.
La primera en la
frente. Señora Urpilainen: si tenemos una misma moneda, si sólo hay una máquina
de hacer dinero, si los 17 Estados del euro han donado su soberanía monetaria,
entonces ya no cabe hablar ni de ‘mis deudas’ ni de ‘tus deudas’: son nuestras
deudas. Porque con un euro común y unas rentas per capita tan diversas, resulta
que el euro sólo ha beneficiado, en sus 10 años de vida, a los países ricos, en
lugar de a los menos ricos de Europa.
Y si Grecia, España o
Italia, abandonaran el euro, es cierto que sus nuevas monedas nacionales se
devaluarían. Eso resultaría bueno para sus exportaciones pero, naturalmente,
griegos, italianos y españoles serían más pobres y, sobre todo, iríamos a la
Europa de dos velocidades, es decir, nos cargaríamos la Unión.
Ahora bien, si fueran
Finlandia Holanda o Alemania, quienes abandonaran Eurolandia, toda la Unión
Europea se podría refundar sobre los principios… de los padres fundadores.
Especialmente sobre los principios de aquel católico genial llamado Robert
Schumann, que pergeñó una Europa con un presupuesto común, es decir, donde se
trasferían fondos, que no créditos, desde los pudientes hacia los impecunes.
Hasta Maastricht (1992) la Unión Europea era una comunidad plurinacional; desde
entonces, es un banco. Y los bancos no “ayudan” a sus clientes, son los clientes
los que ayudan a sus bancos, pues les devuelven el capital y, además, los
intereses. Somos los españoles los que estamos ayudando a alemanes, holandeses y
fineses, quienes se financian gratis mientras nosotros les pagamos un 7% de
intereses. Un detalle: el principal inversor
No son ni España ni
Italia, ni Portugal ni Irlanda, ni tan siquiera Grecia, quienes debe temblar si
Finlandia y Holanda se marchan: son éstos los que se echarían a temblar si
Italia y España abandonaran el euro: Menos lobos caperucita finesa.
Porque la realidad es
ésta: España tiene la misma moneda que Alemania y menos deuda, pero los alemanes
se financian a tipos cercanos al cero mientras los españoles nos obligan a
pagar un porcentaje próximo al 7. Sin embargo, el Banco Central Europeo y los
fondos de estabilidad se niegan a comprar deuda española, o italiana.
De esta
forma, todos los duros ajustes a los que Mariano Rajoy y Mario Monti están
sometiendo a españoles e italianos, no han servido para nada porque se los
lleva, en cuestión de días, el servicio de la deuda pública, es decir, don
Mercado Financiero
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