martes, 10 de julio de 2012

La pirámide racial del poder


La crueldad extrema de los conquistadores y colonizadores en Latinoamérica


09/07/2012 - Autor: Dr.Armando Bukele Kattan - Fuente: Webislam



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Estratificación racial

Si analizamos desde la conquista, la historia de Hispanoamérica, aunque también y con mayor derecho, Indo-América, vemos que el maltrato, discriminación, robo, asesinato, violaciones, despojos, etc., de los pueblos originarios fue cosa generalizada y nuestro país no es la excepción. La crueldad de los conquistadores era tan extrema, que basta mencionar que de los 80 millones de habitantes existentes en nuestra América, antes de la conquista, tan solo quedaron vivos 4 millones, el mayor genocidio de la historia.

Mucho se ha hablado de la crueldad de la conquista europea de América, lo cual ha sido fomentado por los odios históricos y la competencia entre los mismos países europeos. A España se la ha señalado como “la más cruel entre todos los conquistadores” y sobre ella se ha tejido la “Leyenda negra”, que la desacredita en grado sumo y que ha sido alimentada, principalmente, por escritores de Inglaterra, Francia, Portugal y Holanda, sus eternos rivales. España no niega las acusaciones, sino que contra-ataca aduciendo que sus acusadores fueron todavía más crueles y más sanguinarios que ellos; lo que nos lleva a la conclusión de que todos fueron solidariamente culpables, y tremendamente salvajes y crueles.

En un principio, se afirmó que los indios carecían de alma y que no eran seres racionales; esto les permitió tratarlos como animales, esto es, peor que esclavos y esto fue aceptado y sostenido hasta 45 años después del descubrimiento europeo.

La capacidad racional de los indígenas (y por tanto, de disponer de un alma humana) de tener por consiguiente derecho para recibir sacramentos, tener libertad e instrucción, fueron reconocidos hasta por la Bula Sublimis Deus, expedida en 1537 por el Papa Paulo III.

Después de esa fecha, la conquista fue despiadada pero no tan cruel, haciendo hincapié únicamente en la supuesta “inferioridad cultural” para justificar el argumento de que los europeos venían a civilizar o evangelizar, de modo de que si los naturales ofrecían resistencia, era lícito que sufrieran “la guerra justa”; basados en el concepto aristotélico de que algunos estaban destinados a ser esclavizados y otros, a dominar.

Se estableció así una pirámide racial, donde en su cúspide se encontraban los españoles, que habían nacido en España. El siguiente nivel, eran los blancos, hijos de españoles, pero nacidos en América, llamados criollos. La independencia fue así básicamente la lucha de los criollos por destronar a los peninsulares, y tomar así su liderazgo. No fue así, al menos en Centroamérica, un levantamiento popular.

El tercer elemento lo constituían las mezclas de indios, blancos y negros y sus respectivos descendientes, clasificados con nombres injustamente despectivos, y tratados como ciudadanos totalmente sometidos e incluso muchas veces, esclavizados. Si bien ahora la esclavitud ha sido abolida, una tendencia racista, clasista y elitista se mantiene en toda su extensión.

Incluso en muchos casos, esa tendencia se agudizó con la independencia. El caso de la “privatización” de los ejidos municipales, tierras comunales; y hasta de los baldíos, en 1882 que se justificó con el mejoramiento de la productividad, (excusa permanentemente esgrimida con las privatizaciones); pero creando una enorme injusticia y dejando a decenas de miles, sin tierras comunales, para que pasten sus ganados, sin leña para cocinar y sin madera para sus construcciones y otros usos comunes.

La masacre campesina de 1932 fue un evento programado. Los campesinos después del intento de reversión fallida en 1885, se habían quedado protestando pasivamente durante 44 años. En 1929 empezaron las protestas y reclamos violentos, ya que ambas crisis, mundial y nacional, se habían agudizado. El levantamiento fue detenido pacíficamente, mediante el ofrecimiento del presidente constitucional Arturo Araujo de anular la privatización de los ejidos y tierras comunales. En esa promesa se ve la razón de su golpe de Estado y de la entronización del General Maximiliano Hernández Martínez: evitar que los campesinos recuperaran sus tierras. Eso propició el levantamiento, que era lógico suponer que se daría, como resultado de la miseria extrema, la desesperación, y la promesa fallida. Solo así se explica un levantamiento desigual: piedras, palos y machetes, vs pistolas, fusiles y hasta ametralladoras.

Hernández Martínez se constituye en presidente de facto el 4 de diciembre de 1931 y a escasos días después, el 22 de enero de 1932, empieza a masacrar campesinos. Fue así un golpe de Estado oportuno, que vino como anillo al dedo. Esto nos da un resultado lógico que es necesario aclarar. El golpe de Estado de Hernández Martínez fue planificado no solo por una fuerza militar disidente, sino también por un componente político civil, con poder y con intereses económicos específicos. Y se puede generalizar un concepto, que es necesario puntualizar: que toda actividad militar de guerra, golpe de Estado, sedición, enfrentamiento armado, etc. existe un componente civil y un componente militar.

Veamos la guerra recién pasada. Las 5 fuerzas beligerantes de izquierda, que hasta el final se aglutinaron en un comando conjunto, en el FMLN, tenían un componente civil: agrupaciones políticas complementarias y finalmente un FDR unificado. De parte del Gobierno existía la Fuerza Armada, como brazo militar, integrada por el Ejército, los Cuerpos de Seguridad, los Batallones de Reacción Inmediata y las Patrullas cantonales, pero también un componente civil, que era un gran porcentaje del Gobierno mismo; de la Empresa privada, de los medios periodísticos tradicionales, etc., en fin, de todos los poderes que hoy se constituyen como fuerzas de derecha.

Fuera de ello, si en tiempo de guerra el que más arriesga su vida merece más respeto, al menos de su respectivo brazo civil. Eso tan solo se vio en la izquierda, donde los comandantes adquirieron el mando y el componente civil, que colaboró, pero desde una posición más cómoda, se desplazó a papeles secundarios. En la derecha, eso fue totalmente al revés. Los civiles tomaron el poder y cualquier señalamiento negativo del manejo de la guerra, la culpa fue descargada únicamente en el elemento militar. Todo lo que la derecha cedió en los Acuerdos de Paz, fue completamente a expensas de la Fuerza Armada, hasta el punto de ofrecer por la derecha civil (algo que no era punto de honor del FMLN), quitarle el carácter permanente de la Fuerza Armada, que se encuentra consignado en la Constitución Política. La derecha civil tiene que ser permanentemente corresponsable de las acciones militares de su brazo armado, ya que ambos trabajaron juntos. Y la izquierda, si bien hizo lo correcto, dignificando a sus elementos más combativos, que arriesgaron su vida en aras de sus principios; no actúa correctamente, cuando al referirse a la derecha, tan solo se refiere peyorativamente con todo lo que representa lo militar, aunque sea un militar de izquierda con una hoja limpia de servicio, mientras abraza, ríe y comparte su amistad con elementos civiles de derecha, de dudosa representación y pasado señalado como tenebroso. Eso lo que nos produce es una dicotomía mental que nos confunde y nos hace oscurecer conceptos. El concepto de que todo lo militar es malo y todo lo civil es bueno, resulta siempre, como todos los extremos, en un error de apreciación. Esto tiene una explicación histórica. El pueblo es básicamente ladino, con un mestizaje casi total; y la estructura militar tiene la misma extracción popular y no tiene una estructura elitista ni criolla, como en otros países. La información genética es impulsiva; las clases reprimidas se manifiestan con natural rebeldía contra miembros disidentes de su misma clase, pero palidecen cuando se enfrentan “a su señor”, a quienes miran con sumo respeto, aún teniéndole desprecio. Se puede atacar a un turco, a un chino, a un militar o aún y sobre todo, a otro ladino o mestizo disidente; pero a un criollo, nunca. Ni siquiera se le quita el término de don, aunque no haya jerarquía entre ellos. Y hasta le permite que le tutee o que le hable de vos, e incluso que le hable en términos imperativos. Véase la canción del carbonero, considerado un segundo himno nacional. El campesino, de extracción indígena, que viene de las cumbres del volcán, el bajado, como se le llama despectivamente, aun por la ladinos citadinos, con el carbón al lomo, tiene que cantarle todavía al “señor”, que le compre su carbón. (Sí, mi señor). Y no estoy hablando de odio de clases, sino de autoestima. Y no estoy sembrando discordias, sino analizando realidades.

Allí se establece un equilibrio meta-estable, pero equilibrio al fin, donde la cúspide de la pirámide social, está sostenida por una base conformada por los salvadoreños más pobres, quienes aceptan con sumisión, el dominio de los “señores” tradicionales, pero no el dominio de otro que encuentren más parecido a ellos. Si bien es cierto que los pueblos del Mundo empiezan a tomar conciencia, la conformación cualitativa de la pirámide se mantiene, aunque disminuya de tamaño. El afroamericano por ejemplo, acepta con sumisión el dominio blanco, pero no acepta que un latino pretenda quitarle su poder de secundón. Quien decretó la extinción de los ejidos y tierras comunales fue un civil y si bien Hernández Martínez era militar, fue apoyado y financiado por el poder económico tradicional, de corte eminentemente civil. Es claro, al menos en un principio, que fue exigido por éste, a que acabara ese levantamiento que era de suponerse desde antes, que se daría. Incluso la prohibición de entrada de negros, chinos y árabes (a los comúnmente llamados turcos) según ese mismo decreto, fue aprobado inmediatamente después que el levantamiento de indios y mestizos había sido conjurado.

Si la historia se analiza con imparcialidad, la discriminación de dichas razas no proviene de un pensamiento militar, sino de un pensamiento elitista, clasista y racista de los grupos criollos dominantes, acostumbrados a dominar sin oposición alguna: se puede aceptar a un “indio” sumiso, pero nunca a uno respondón. Fuera de ello, existía en los criollos dominantes, un sentimiento de temor a la capacidad empresarial demostrada sobre todo con los inmigrantes árabes y sus hijos, quienes poco a poco fueron escalando posiciones, a pesar de los obstáculos.

Volvamos a la colonia. En nuestro país, en tiempos de la Colonia, los grupos dominantes eran fundamentalmente racistas; era tanta la estratificación social, que incluso se separaban las ciudades: de blancos, de mestizos, de indios; y cuando los negros fueron traídos en forma esclava, para el cultivo del añil, se formaron ciudades de ellos, conocidos como rancherías. La separación era tan marcada, que cuando Pedro de Alvarado vino con indios mexicanos como refuerzo de su ejército, éstos no fueron permitidos quedarse en ninguna ciudad o villorio existente y se tuvo que construir la ciudad de Mexicanos; que aunque ahora ha cambiado, siendo una ciudad “dormitorio” (se vive en ella, pero se trabaja en San Salvador); en el inicio, ése fue su origen: Indios mexicanos; también aparte, en su propio ghetto. Y esa estratificación artificial de la Sociedad, continuó, aun después de la “Independencia”.

Si bien la situación ha mejorado aparentemente en tiempos recientes, los resabios coloniales se mantienen en la mente de muchos salvadoreños, aunque en mayor o menor intensidad; y el blanco “criollo” o el que crea serlo, aunque en sus facciones se vea simplemente que no lo es, se siente solo por ello, superior. Esto es una estupidez humana, porque de todo hay en la viña del Señor, y buenos, regulares y malos, e inteligentes, normales y torpes, los hay en todas las razas y en todos los estratos sociales. La discriminación era de los criollos-que se sentían superiores contra los que no lo eran. Los árabes y los chinos no entraron, porque vinieron después; aunque en su momento también fueron discriminados, llamando turcos a los primeros y simplemente chinos a los segundos, no importa que fueran chinos, japoneses, indochinos, filipinos, taiwaneses o coreanos. A todos ellos se les agregó otro término peyorativo: turco come cabro y chino come rata.

El problema se complicaba cuando el “criollo” fomentaba la división entre las demás razas, que él equivocadamente consideraba inferiores. Igual que el WASP (Blanco-anglosajón y protestante) en Estados Unidos, deja pelear a los otros sectores y hasta fomenta su división y no interviene, hasta que encuentra que su territorio se siente amenazado.

Volviendo a nuestro país, todo salvadoreño debe tener autoestima y no dejarse dominar por nadie, ni mucho menos mentalmente. Las cadenas mentales son todavía más poderosas que enormes cadenas de acero. A pesar de que esos tratos extremadamente crueles son cosas del pasado, el germen del racismo y el clasismo siguen vigentes en nuestra Sociedad, y también en algunas etapas de la Administración Pública, incluso con el cambio, que apenas comienza, siendo excesivamente tolerantes con algunos (la mayoría privilegiada) y tremendamente rígidos y exigentes con los otros, (la gran mayoría) y buscando entre éstos a sus chivos expiatorios. Incluso muchas veces, a las víctimas se las convierte en victimarios; pero se encuentra un justificativo: Nacieron para servir, para sufrir, o para ser esclavos (y ahora que la esclavitud ha sido nominalmente suprimida; para ser dominados y sometidos, que en la práctica sigue siendo lo mismo).

El racismo (sentirse superior por el color de la piel; generalmente, entre más rubio y más blanco, mejor) y el clasismo (el que más tiene, más vale) y la nobleza (el mito de la “sangre real” y los “plebeyos”), es algo que se mantiene vigente, en las mentes de los dominantes y – cosa extraña por cierto- también en muchas mentes de los sometidos.

El trato opresor-utilizando su dominio histórico del poder-, tiene un feliz desenlace: te hicieron más fuerte; y ellos, acostumbrados a las cosas fáciles, se debilitaron. Los que son fuertes, no necesitan del favoritismo gubernamental para progresar; los que tan solo aparentan ser fuertes, necesitan urgentemente ese poder para ser exitosos. Por eso se ponen nerviosos cuando han perdido, aunque sea una porción del mismo. Y tienen miedo insuperable de volverlo a perder. ¿Por qué? Que acaso no son ellos los que se creen superiores.

Tú no tienes que claudicar. No debes pelear, pero debes estar preparado, por si te atacan. No importa que te quieran menos, o incluso no te quieran nada. Lo importante es que te respeten. Tampoco pretendas ser como ellos, ya que no lo eres. Ni pretendas integrarte a ellos. Si eres parte de su “pirámide”, estarás permanentemente en la base. Si subes por coyuntura o por tu capacidad a la cúpula o cerca de ella, tendrías que estar alerta, sobre todo cuando ya no te necesiten. Ahora bien, si estás fuera de ella, mantente firme y vigilante. ¡Ay de ti, si te descuidas!

Frederich Nietzché lo dijo y yo lo repetí una vez y hoy lo digo nuevamente:
¡Ten confianza y fe en ti mismo, hay de ti, si tienes miedo!

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