miércoles, 29 de agosto de 2012
De la presencia de Al-lâh en todas las cosas
De la presencia de Al-lâh en todas las cosas
25/09/2003 - Autor: Shayj Abd al-Qadir as-Sufi - Fuente: Mawaqif 80
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Sheij Abdul Qadir As Sufi
En las colecciones de tradiciones auténticas, se dice que el Profeta - la paz y la gracia estén con él - cuando tomó la Meca pronuncio estas palabras: "después de la victoria (fath) no hay más Hégira. De ahora en adelante solo queda el esfuerzo asiduo y la intención (niyya) con la que se cumple ese esfuerzo."
He aquí lo que el profeta- bendito sea - de manera alusiva quiso decir:
Ese a quien Al-lâh le despierta la intuición espiritual y al que le hace contemplar "la difusión sin difusión" de la Unidad (en todas las cosas), así como la subsistencia de cada átomo de existencia por efecto de la Subsistencia divina; y que percibe la presencia del ser verdadero en toda cosa —sin fusión (hulûl) ni unión (ittihâd) (del Ser verdadero)—, a este ni le esta permitido ni es honesto por su parte apartarse de (despreciar) una sola criatura ni menospreciarla, tratándola como cosa insignificante. Es indigno de un conocedor y de un contemplativo, sea cual sea la criatura en cuestión, tanto animal como individuo de una religión diferente a la nuestra. En efecto todas y cada una de las criaturas son "signos" de Al-lâh; "y quien respeta los símbolos de Al-lâh da testimonio del temor de Al-lâh que tienen los corazones" (22,32). Dicho de otra manera: los que respetan los signos de Al-lâh a través de Sus criaturas están animados de un sentimiento propio de la "gente del corazón" (ahl al-qulûb), es decir los contemplativos. ¡Es así que se cuenta que un día Jesús al cruzarse con un cerdo, le deseo un feliz día!
Anotemos que en el versículo anterior Al-lâh no atribuye el respeto de Sus signos a la gente dotada de razón, ni a los que sienten miedo en sí, sino que lo atribuye a la "gente del corazón". Sin embargo a pesar del conocimiento que tenga el contemplativo de las criaturas y el hecho de que no deba rechazarlas, ni despreciarlas, le es indispensable hacer la "guerra santa" con la intención requerida. Es decir, debe redoblar los esfuerzos sin perder de vista el objetivo. Dicho de otra manera, debe juntar la contemplación de la Realidad con la estricta aplicación de las reglas de la Ley; así es que debe combatir los que se oponen a la tradición musulmana "hasta que con toda humildad paguen el tributo" (9,29), o emplearse en corregir lo que la Ley reprueba y considerar como bueno o como malo lo que con toda sabiduría y equidad estable como tal. Porque Al-lâh por medio de las palabras del Profeta —paz y bendiciones sean con él— se dirige a ese contemplativo y conocedor y le dice: "Si Me encuentras revestido con las características del infiel, pegaMe en la nuca; y si Me ves revestidos de las características del trasgresor, repruebaMe y haz que Me apliquen la pena legal, sin perder de vista tu conocimiento (de la realidad), ni (el objeto de) tu contemplación."
Pero sin lugar a duda, plegarse a ese orden es la cosa más difícil de hacer para el conocedor.
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