viernes, 3 de agosto de 2012
La jugada de Occidente para acaparar la revolución contra Al Assad y manejar la «transición» siria: la herramienta de «Al Qaeda».
La jugada de Occidente para acaparar la revolución contra Al Assad y manejar la «transición» siria: la herramienta de «Al Qaeda».
Otra vez la «Alianza Atlántica» y «Al Qaeda» en el mismo fregado
03/08/2012 - Autor: Nayib Gadbian - Fuente: Nurain Magazine
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¿Acaso están admitiendo que, en esta guerra civil, vuelve la OTAN a ser aliada de Al Qaeda como lo fue en el pasado?
Otra vez la «Alianza Atlántica» y «Al Qaeda» en el mismo fregado
Cualquier persona, espectador u oyente medianamente «enterado» de la rebelión o guerra civil desatada en Siria conoce que el Consejo Nacional Sirio no es el único grupo opositor que combate a Basher Al Assad. Pues, para empezar, mientras los medios occidentales de difusión de masas, en la práctica, sólo citan a los portavoces del Consejo Nacional Sirio (CNS) como representantes de los enemigos del régimen de Al Assad (o al Observatorio Sirio de Derechos Humanos para emitir noticias desfavorables al régimen), al mismo tiempo la administración Obama y los propios medios vienen «advirtiendo» de la presencia de «grupos relacionados con Al Qaeda» entre las filas de los opositores al régimen.
Es cierto que en Siria, en medio del levantamiento contra Al Assad, han venido registrándose atentados contra templos cristianos y santuarios islámicos (estigmatizados por los puritanos neosalafistas como chiítas -aunque también sirvan como referencia para muchos sunníes), ataques que han servido al régimen para criminalizar como «sectaria» y «terrorista de Al Qaeda» a toda la oposición armada que lo combate. La propaganda del poder imperante en Siria utiliza el mismo pseudosilogismo globalizador que utilizaba Ben Alí, Mubaraq o Gadafi para condenar al conjunto de la oposición: «Al Qaeda está contra mí: luego todos los que están contra mí son socios de Al Qaeda».
Es decir, el mismo pseudosilogismo que ha venido lanzando la OTAN cada vez que ha estimado conveniente.
Pero si la propaganda atlantista no ha dejado nunca de emplear esta misma criminalización por «asociación enemiga simple»... ¿Acaso estas «advertencias» de la administración Obama y los medios de difusión occidentales suponen un súbito -y asombroso- reconocimiento por parte de los propios gobiernos de EEUU, Gran Bretaña, Francia y España? ¿Acaso están admitiendo que, en esta guerra civil, vuelve la OTAN a ser aliada de Al Qaeda como lo fue en el pasado?
Claro que no.
Ya que, en primer lugar, esto nos lo lanzan como un «aviso» y no llega al nivel de alarma histérica empleada otras veces (la última, sin ir más lejos, para justificar el apoyo a la invasión prevista de Mali del Norte: el «Nuevo Afganistán» según lo llama el ministro García Margallo).
En segundo lugar, porque, en todo momento, los medios occidentales se refieren al Consejo Nacional Sirio y a las acciones del Ejército Libre Sirio como entes muy distintos de los elementos de Al Qaeda. Cuando se avisa de activistas (reales o supuestos) de Al Qaeda, se les representa, poco menos, que como «infiltrados extraños» en las filas de la oposición, a la que -esta vez sí, y a diferencia de otras ocasiones- los gobiernos y «mass media» del «Primer Mundo» conceden generosamente el derecho a ser plural y la consideración de no ser condenada en bloque por culpa de las acciones y propósitos declarados de una de sus partes.
Y en tercer lugar porque la propaganda, cuando se dirige con cierto predominio hacia un sector, puede utilizar un rasero y el contrario según convenga, aprovechando la incoherencia, la desmemoria, los prejuicios o el interés de sus receptores. Lo hemos visto con las denuncias de corrupción o despilfarro: lo que ayer, o allá, servía para atacar al adversario (por ejemplo, construir un aeropuerto inútil en Ciudad Real) exactamente lo mismo, hoy, o aquí, no sirve para atacar a los suyos (construir otro aeropuerto igual o aún más inútil, pero en Castellón).
Es lo que tiene el famoso «doble rasero», mucho más escandaloso en la esfera internacional. Lo que ayer servía a la OTAN (criminalizar a las resistencias de Palestina, Afganistán, Iraq o Somalia por el simple hecho de haberse sumado Al Qaeda al bando anti-ocupante), hoy, justamente la misma situación no sirve para criminalizar a la OTAN, condenar la rebelión siria (o ayer la libia) apoyada por EEUU, Gran Bretaña, Francia, Arabia Saudita o Qatar, o señalar al grupo de «Amigos de Siria» como «patrocinadores de terroristas».
¿Qué posición tomar?
Ahora bien, desde el M-20 preguntamos a todos los anti-imperialistas, antisionistas y anti-sectarios de España o del extranjero:
¿Denunciar el doble rasero de Occidente con respecto a Siria y rechazar un probable ataque otánico sobre su territorio (que es la «segunda posición», la que pide el Consejo Nacional Sirio y quiere Hilary Clinton) es suficiente para considerar al régimen de Al Assad como paladín de la soberanía y dignidad nacional, e incluso presentarlo como una referencia anti-imperialista?
¿Comprobar que, en efecto, Al Qaeda u otros elementos neosalafistas actúan en el mismo bando contrario al régimen que la oposición apoyada por la OTAN y las monarquías del Golfo, es motivo para alinearnos con Al Assad?
¿Hacernos eco de la comisión de ataques sectarios en Siria en medio del levantamiento contra el régimen, admite que pongamos tales atentados en el mismo «saco» que las acciones armadas contra las instituciones del régimen?
Porque si así hiciéramos (tomar la «primera posición»: apoyar al régimen de Al Assad) caeríamos en la misma dialéctica tramposa utilizada profusamente por sionistas, imperialistas y otros despotismos árabes para condenar la resistencia palestina, la insurgencia iraquí o las oposiciones internas: como Al Qaeda clama contra los sionistas... «Hamás e Hizbul'lah se alinean junto a Al Qaeda»; como Al Qaeda también operaba contra los yanquis en Iraq... «la insurgencia iraquí y Al Qaeda forman el mismo bando»; como Al Qaeda se posicionaba contra las tiranías árabes... «An Nahda en Túnez, los Hermanos Musulmanes en Egipto o la oposición a Saleh en Yemen son cómplices de Al Qaeda». La misma amalgama estigmatizadora -otra vez sin ir más lejos- que utiliza parte de la clase política española o los medios más afectos al régimen alumbrado en la «Transición» (y, cómo no, elementos de la extrema derecha) para estigmatizar y convertir en extremistas y delincuentes a los españoles que vienen clamando desde el 15 de mayo del 2011 su indignación o su rechazo al régimen que nos ha llevado al precipicio para mayor beneficio de la cleptocracia imperante.
A poco que nos fijemos, no es difícil ver la jugada de las potencias occidentales en la revolución protagonizada genuinamente por miles de sirios. Los occidentales nos pintan un panorama donde sólo existen dos grupos de oposición: los «buenos» (el Consejo Nacional Sirio y el Ejército Libre) y los «malos» (Al Qaeda).
Con esta premisa, cualquier grupo que combata al régimen de Al Assad pero al mismo tiempo no se pliegue a las pautas marcadas por los imperialistas occidentales, será puesto bajo sospecha y descalificado como «relacionado con Al Qaeda» o -una variante de lo mismo- «perseguidor de cristianos».
Por lo tanto, consideramos que la insistencia de no pocos antisionistas y anti-imperialistas que -con la mejor intención del mundo, podemos suponer- han tomado partido adverso hacia la rebelión que trata de derribar a Al Assad, y tienden a acusar, en bloque, a los rebeldes sirios de neosalafistas o de persecución religiosa (sobre los cristianos, principalmente, pues perseguir chiítas o alawitas es mucho más tolerable para las masas occidentales), la insistencia -decimos- en denunciar la presencia de elementos de Al Qaeda, «islamistas» -no importa de qué clase e ideario- y enemigos de la Fe que matan cristianos y destruyen iglesias... de ninguna forma -decimos- perjudica las posiciones de imperialistas o sionistas, ni desacredita, en lo más mínimo, a EEUU o al Ente sionista, sino todo lo contrario.
La «primera vía» de los pro-Al Assad y la verdadera «segunda vía» de Occidente
Parece claro, pues, que Occidente patrocina a sus propios «opositores»: a los portavoces del CNS que citan sus medios, y que éstos (los «opositores amigos» o «demócratas») son muy diferentes a los matarifes de Al Qaeda (los «opositores radicales» o «locos»), que hacen «su propia guerra» y «aprovechan la revuelta» para imponer sus siniestros planes de odio a la Libertad, a la Iglesia y al Capital (todo junto y revuelto, como gusta a Intereconomía).
Es decir, a diferencia de la propaganda occidental sobre Afganistán o Iraq, en la que cualquier grupo de insurgencia era, mecánicamente, ligado con Al Qaeda u otros grupos sectarios (sunníes o chiitas), de forma que combatir la insurgencia afgana o la de Iraq era sinónimo de «lucha contra los terroristas» o de «freno al sectarismo», en esta ocasión, para gobiernos y medios occidentales, la presencia de Al Qaeda u otros sectarios en las filas de la insurgencia siria no sería sinónimo de lo mismo, ya que su propaganda nos pinta ahora, enfrentados al mismo enemigo, a dos frentes con propósitos muy distintos aunque aliados coyunturalmente en una guerra.
Podemos comprender la «primera vía», postura generalizada en varios gobiernos hispanoamericanos y en no pocos antisionistas y anti-imperialistas: la de apoyar a Al Assad como reacción mecánica no sólo ante la hostilidad manifiesta de los belicistas occidentales (hostilidad que incluye, cómo no, patrañas y ocultaciones propagandísticas) sino debido asimismo a otros dos motivos nada despreciables: en primer lugar, porque el régimen cuenta también como enemigos a los terroristas y sectarios que Occidente, pretendidamente, ha venido combatiendo y por los cuales ha justificado agresiones, invasiones y ocupaciones; y en segundo lugar, porque el régimen sirio ha sido un aliado de la República de Irán y ha canalizado a través suyo la ayuda necesaria para mantener las resistencias libanesa (Hizbul'lah) y palestina (Hamas) ante el ocupante sionista. Pero precisamente porque la comprendemos no podemos aceptarla por reduccionista, por injusta, por miope y, sobre todo, por contraproducente.
Rechazamos la «primera vía» no sólo porque nos mete en un callejón sin salida, porque nos atrapa en un abrazo imbécil con un régimen opresor de su propio pueblo, intrínsecamente criminal y corrupto, contra el que se ha levantado legítimamente buena parte de la nación siria, sino porque es claramente incoherente para quienes apostamos por la soberanía, libertad, justicia y dignidad de los pueblos.
Pero no sólo por eso: es que, además, el discurso preferido lanzado por quienes pretenden «atacar» o «minar» la postura de las potencias atlantistas -hablar sólo de los ataques sectarios y quedarse simplemente en que «los imperialistas occidentales son aliados de Al Qaeda por atacar al mismo enemigo»- no sólo no lastima sino que, incluso, favorece la agenda intervencionista de Occidente: precisamente para impedir que la revolución siria caiga en manos de los «radicales», sectarios o terroristas de Al Qaeda, habrá que aumentar la intervención y controlar abiertamente, desde Washington, Londres y París, la revolución siria.
En resumen: entre más se insista, sin discriminar, en que tenemos grupos y figuras rebeldes que persiguen a los cristianos sirios o que están relacionados con Al Qaeda, más se estará favoreciendo la jugada de los imperialistas en imponer su agenda de control de la revolución siria, y que el público vea a sus agentes del Consejo Nacional Sirio como los únicos capaces de impedir que la Siria posterior a Basher Al Assad «caiga en manos de los radicales». Ni siquiera la acusación de la presencia de los «locos» de Al Qaeda en la rebelión siria supone el más mínimo alivio para la causa de Al Assad, más bien al contrario: porque la misma resistencia de Al Assad a caer se percibe en Occidente como una prolongación de una situación de «río revuelto» donde los «pescadores» de Al Qaeda saquen ganancias.
Dónde quedan las necesidades estratégicas de la resistencia
Entendemos que Hizbul'lah y la República de Irán no puedan darle la espalda a un aliado. La política internacional exige mantener unos compromisos adquiridos y cuidar acuerdos estratégicos. Hizbul'lah e Irán son agentes serios y leales, y era lógico y natural haber aplicado con los Al Assad la vieja ley del «enemigo de tu enemigo es tu amigo» -cuando se tiene algo de consistencia, claro-. Nos hallamos en una partida a vida o muerte (millones de españoles han empezado a comprobarlo en su vida diaria) y no pocas veces en cualquier lucha, por muy honesta que sea, se ha de bailar con la más fea. Pero ¿Acaso tenemos los disidentes españoles algún compromiso con Al Assad?
El derrumbe de este régimen abre las puertas a varias posibilidades. No nos vale la consigna cobarde y necia de «más vale malo conocido que bueno por conocer», que sólo nos lleva al descrédito y al derrotismo instalado en unos y otros. En Siria se ha abierto el campo, donde -es cierto- se espera que seguirán actuando fuerzas nefastas como las pro-occidentales o las sectarias neosalafistas (de nuevo en «el mismo bando»), pero también muchos revolucionarios sirios orgullosos por haber derribado un régimen opresor, y éstos son el mejor aval, pues no estarán dispuestos a permitir que su nación caiga en manos sectarias o pro-occidentales. Las resistencias libanesa y palestina encontrarán a sirios más afines en las filas de la revolución que en la represión. El apoyo prestado por el régimen sirio no era más que una inercia diplomática estratégica, sin ánimo ni convicción, y con fecha de caducidad.
Contra el apoyo a la represión o a la intervención occidental: tercera vía
Frente a la tenaza de la «iraquización» o la sumisión a Occidente: tercera vía.
Entendemos que Occidente vuelve a utilizar la presencia de Al Qaeda y los atentados sectarios para justificar su intervencionismo. Aunque en el caso sirio la herramienta de Al Qaeda está siendo utilizada al revés de lo hecho anteriormente en Afganistán o Iraq: si la propaganda atlantista ha ligado las insurgencias afgana e iraquí con Al Qaeda para justificar su guerra contra tales insurgencias, ahora «advierte» (y los apologistas de Al Assad le hacen la tarea gratis) de la presencia de sectarios y terroristas neosalafistas en la oposición para así «ayudar» a la propia insurgencia a impedir que los «malos» ganen más terreno y tomen el mando.
No son pocas las personas convencidas de las maniobras de los servicios norteamericanos y sionistas para atizar las guerras interétnicas (curdo-árabe) y sectarias (sunní-chiíta) en Iraq para poder mantener la ocupación de este país. Con ello no sólo lograban justificar la ocupación -«estos iraquíes se matan entre ellos y no podemos dejarles solos»- sino consiguieron romper la deseada unidad de la resistencia frente al ocupante (la insurgencia se nutría por muchos sunníes y asimismo por muchos chiítas -como tampoco fueron pocos los curdos-). De esta forma la nación iraquí se vio atrapada en la tenaza del terrorismo sectario o la sumisión a Occidente (la última semana de julio ha sido escenario de la ola más sangrienta de atentados en dos años: más de cien víctimas mortales). No dudamos que Al Qaeda contribuye, de nuevo, como hizo en Iraq, a dividir y desviar las energías de la rebelión. Pero si muchos anti-imperialistas pudieron superar la falsa ecuación propagandística de Occidente -«Insurgencia = Al Qaeda»- contrarrestándola con la idea de que Al Qaeda, en verdad, estaba perjudicando la unidad de la resistencia y favoreciendo así a los EEUU ¿Por qué no superar también ahora la misma amalgama? ¿Por qué no insistir en la misma idea de que la actividad de Al Qaeda sólo sirve para justificar un mayor control de Occidente, ahora no contra la rebelión, sino junto a la rebelión?
Nuestra posición es la tercera: con los sirios oprimidos que luchan contra sus opresores internos, al tiempo que denunciamos la «segunda vía» de Occidente y las monarquías del Golfo: intervenir en Siria para controlar la revolución en curso, y para eso requieren la existencia de los «radicales», con objeto de chantajear a los sirios que no acepten tutelas exteriores y justificar una imposición de sus «moderados» en una Siria que rompa con Irán, con la resistencia libanesa y palestina, y pase a alinearse con Occidente y las monarquías del Golfo.
No insistiremos más en los ataques de los grupos sectarios. Otros ya lo hacen, y, por lo general, no suelen hacerse eco de las maniobras propiamente occidentales, como si lo único que encontrasen achacable a los gobiernos y medios de difusión de Occidente fueran sus alianzas coyunturales con los puritanos neosalafistas. Algo similar a aquellas propagandas paralelas de las fuerzas anticomunistas y antifascistas del siglo XX que, supuestamente, se reclamaban también como «anticapitalistas» o «antiimperialistas», pero donde, en definitiva, lo único que encontraban reprochable en las potencias capitalistas burguesas eran sus connivencias o entendimientos -reales o supuestos- con países o figuras comunistas o fascistas. Nosotros tenemos claro quién es el mayor enemigo.
Destacamos a continuación la plantilla de agentes políticos sirios más importantes destinados a «promover la democracia» (la que le interesa a Occidente, por supuesto, ya que es la «única democracia real») y evitar que saquen provecho en Siria los «islamistas» o Al Qaeda (pues en Occidente se sigue sin distinguir no ya churras de merinas, sino hipopótamos de cocodrilos por el simple hecho de bañarse en el río: todos los islamismos vienen a ser lo mismo, como para la mentalidad de la derecha más antisocialista todo lo que no sea capitalismo y estafa financiera es, más o menos, comunismo).
Éste es el papel que nos corresponde a quienes no queremos una Siria en manos de las potencias atlantistas: en primer lugar, no contribuir a una «caza de radicales» o de «islamistas» de cualquier signo, que lo único que consigue es desacreditar, poner bajo sospecha o criminalizar a todos los grupos de oposición siria no cipayos de Occidente; y en segundo lugar, denunciar a la «oposición moderada» patrocinada por Washington, Londres o París.
Bassma Codmani
La más importante portavoz del CNS, una siriofrancesa (aunque a veces ha aparecido ni como siria ni como francesa) residente en París. Codmani es miembro del comité ejecutivo y jefa de asuntos exteriores del Consejo Nacional Sirio. «Ningún diálogo con el régimen gobernante es posible. Solo podemos discutir cómo proceder hacia un sistema político diferente», ha declarado. Es la que viene solicitando una intervención internacional, es decir, de la OTAN y la Liga Árabe.
En 2005, Codmani trabajaba para la Fundación Ford. En septiembre de ese año, Codmani fue nombrada directora ejecutiva de la Iniciativa de Reforma Árabe (IRA), un programa del famoso «lobby» estadounidense «Consejo de Relaciones Exteriores».
Esta «Iniciativa» ha sido financiada también por el Centro por la Reforma Europea (CER), y ha sido supervisada por Lord Kerr, presidente adjunto de Royal Dutch Shell y ex jefe del servicio diplomático y consejero «senior» del Chatham House (laboratorio de ideas que incluye los más destacados cerebros del «establishment» diplomático británico). A cargo de la dirección cotidiana del CER ha estado otro británico, Charles Grant, ex editor de defensa del Economist, y actualmente miembro del «Consejo Europeo de Relaciones Exteriores», un laboratorio de ideas europeo -indisimuladamente homólogo del usaco Consejo de Relaciones Exteriores»- repleto de diplomáticos, industriales, profesores, ex primeros ministros y ex-ministros. En su lista de miembros se encuentra el nombre de: «Bassma Codmani (Francia/Siria) – Directora Ejecutiva. Iniciativa de Reforma Árabe». Así pues, la jefa de asuntos exteriores del Consejo Nacional Sirio ha sido seleccionada por un importante brazo del «establishment» occidental de la banca y los servicios de «inteligencia» para dirigir un proyecto sobre Medio Oriente.
Pero no sólo tiene una relación estrecha (como que la señora depende de ellos) de británicos y norteamericanos. Codmani tiene la posición de directora de investigación en la Académie Diplomatique Internationale. La Académie es dirigida por Jean-Claude Cousseran, ex jefe del DGSE – el servicio de inteligencia exterior de Francia. Los franceses no podían faltar en el reparto del control de su antigua colonia.
Radwan Ziadeh
Otro representante frecuentemente citado es el «segundo jefe» de asuntos exteriores del Consejo Nacional Sirio. Este señor es asociado «senior» del USIP (Instituto de Paz de Estados Unidos), un laboratorio de ideas de Washington financiado por el gobierno federal. El Consejo de Directores del USIP está repleto de ex miembros del departamento de defensa y del Consejo Nacional de Seguridad (su presidente es Richard Solomon, ex consejero de Kissinger en el Consejo Nacional de Seguridad).
En febrero de este año, Ziadeh se sumó a un grupo de halcones de Washington para firmar una carta que llama a Obama a intervenir en Siria; los otros firmantes incluyen a James Woolsey (ex jefe de la CIA), Karl Rove (operador de Bush hijo), Clifford May («Comité sobre el Peligro Actual») y Elizabeth Cheney, ex jefa del Grupo de Operaciones Irán-Siria del Pentágono.
Las conexiones de Ziadeh llegan a Londres. En 2009 fue un asociado visitante en Chatham House y en junio del año pasado apareció en el panel de uno de sus eventos –“Visualizando el futuro político de Siria”– compartiendo una plataforma con otros dos miembros del Consejo Nacional Sirio que señalamos a continuación (Osama Monayed y Nayib Gadbian). En 2008 Ziadeh participó en una reunión de personalidades de la oposición siria en un edificio gubernamental de Washington: una conferencia llamada “Siria en transición”. La reunión fue co-auspiciada por dos organizaciones: una norteamericana (llamada Consejo Democracia) y otra radicada en Gran Bretaña (Movimiento por la Justicia y el Desarrollo -MJD-). Fue un gran día para el MJD: su presidente, Anas Al Abdeh, había viajado a Washington desde Gran Bretaña para el evento, junto con su director de relaciones públicas. Lo que sigue es de la web del MJD: «La conferencia presenció una participación excepcional ya que la sala asignada estaba repleta de invitados del Congreso y del Senado, representantes de centros de estudios, periodistas y expatriados sirios en EE.UU.». Ese evento comenzó con un discurso de James Prince, jefe del Consejo Democracia. Ziadeh estuvo en un panel presidido por Joshua Muravchik (el autor del artículo de opinión «Bombardead Irán»). Sentado junto a Ziadeh en el panel estaba el director de relaciones públicas del MJD: un hombre que ahora se ha convertido en otro portavoz del Consejo Nacional Sirio:
Osama Monayed
Junto a Codmani y Ziadeh, Osama Monayed es uno de los portavoces más importantes del CNS. Hay otros, por supuesto – el CNS es un animal enorme e incluye a la Hermandad Musulmana. La oposición a Al Asad es amplia, pero estas son algunas de las principales voces-. Hay otros voceros oficiales con prolongadas carreras políticas, como George Sabra del Partido Democrático Sirio (Sabra fue detenido y sufrió un prolongado encarcelamiento durante su lucha contra el régimen en Siria). Y existen otras voces opositoras fuera del CNS, como el escritor Michel Kilo, que habla elocuentemente de la violencia que desgarra su país: «Siria está siendo destruida – calle tras calle, ciudad tras ciudad, aldea tras aldea. ¿Qué clase de solución es esta? Todo el país está siendo destruido para que un pequeño grupo se mantenga en el poder».
Pero no cabe duda que el principal cuerpo opositor para Occidente es el CNS, y Codmani, Ziadeh y Monayed lo representan frecuentemente. Monayed aparece a menudo como comentador en canales de noticias de la televisión. Lo vemos en la BBC, hablando desde su buró en Washington. Monayed no dora la píldora en su mensaje: «Vemos cada día en los televisores cómo asesinan civiles y que se mata y asesina a niños, y se viola a mujeres».
Monayed apareció, hace solo algunos días, como bloguero en Huffington Post UK, y explicó largamente: «Por qué el mundo debe intervenir en Siria», pidiendo «ayuda militar directa» y «ayuda militar extranjera». Monayed es consejero del presidente del CNS y, según su biografía en el CNS, «fundador y director de Barada Television», un canal de TV por satélite radicado en Londres. En 2008 unos meses después de asistir a la Conferencia Siria en Transición, Monayed volvió a Washington, invitado a almorzar con George W. Bush, junto con un puñado de otros disidentes favorecidos.
En esos días, en 2008, el departamento de Estado de EE.UU. conocía a Monayed como director de relaciones públicas del Movimiento por Justicia y Desarrollo (MJD) que dirige la lucha por un cambio pacífico y democrático en Siria”.
Miremos más de cerca al MJD. En 2011, el Washington Post publicó unos papeles de WikiLeaks. Esos cables parecen mostrar un considerable flujo de dinero del Departamento de Estado de EE.UU. al MJD. Según el Washington Post: «Barada TV está estrechamente vinculada al Movimiento por Justicia y Desarrollo, una red de exiliados sirios basada en Londres. Cables estadounidenses clasificados muestran que el Departamento de Estado ha enviado hasta seis millones de dólares al grupo desde 2006 para que opere el canal y financiar otras actividades dentro de Siria».
Cuando se le preguntó por el dinero del Departamento de Estado, el propio Monayed dijo que «no podía confirmar» la entrega financiera del Departamento de Estado para Barada TV, pero dijo: «yo no recibí un centavo personalmente». Maliq Al Abdeh, hasta hace muy poco jefe de redacción de Barada TV, insistió: «no tuvimos ningún trato directo con el Departamento de Estado de EE.UU». Pero Maliq Al Abdeh es uno de los fundadores del MJD (el receptor de los 6 millones de dólares del Departamento de Estado, según el cable filtrado). Y es hermano del presidente, Anas Al-Abdeh. Lo que sí admite Maliq al Abdeh es que Barada TV recibe una buena parte de su financiamiento del estadounidense Consejo Democracia, uno de los co-patrocinadores (con el MJD) de la mini conferencia Siria en Transición.
El Consejo Democracia es una típica organización yanqui que distribuye subvenciones en EE.UU., entre ellas dinero del Departamento de Estado. Funciona como sigue: el Consejo Democracia sirve de intermediario administrador de subvenciones entre la «Iniciativa de Cooperación Oriente Medio» del Departamento de Estado y «socios locales» (como Barada TV). Como informa el Washington Post: «Varios cables diplomáticos estadounidenses desde la embajada en Damasco revelan que exiliados sirios recibieron dinero de un programa del Departamento de Estado llamado Iniciativa de Cooperación Medio Oriente. Según los cables, el Departamento de Estado canalizó dinero al grupo exiliado a través del Consejo Democracia».
El mismo informe destaca un cable de 2009 de la embajada de EE.UU. en Siria que dice que el Consejo Democracia recibió 6,3 millones de dólares del Departamento de Estado para un programa relacionado con Siria: la «Iniciativa de Fortalecimiento de la Sociedad Civil». El cable lo describe como «un esfuerzo discreto de colaboración entre el Consejo Democracia y socios locales» orientado a producir, entre otras cosas, «diversos conceptos de emisión». Según el Washington Post: «Otros cables dejan claro que uno de esos conceptos era Barada TV».
Nayib Gadbian es miembro del secretariado general del Consejo Nacional Sirio y fue identificado por el Wall Street Journal como un viejo intermediario entre el gobierno de EE.UU. y la oposición siria en el exilio: “Un contacto inicial entre la Casa Blanca y el Frente de Salvación Nacional fue forjado por Nayib Gadbian, un politólogo de la Universidad de Arkansas”. Fue en 2005, el año decisivo.
Gadbian formaba parte del consejo consultivo del Centro Sirio de Estudios Políticos y Estratégicos, una organización radicada en Washington y fundada con Ziadeh.
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