viernes, 28 de septiembre de 2012
Por qué Catar quiere invadir Siria
Por qué Catar quiere invadir Siria
Pepe Escobar
Asia Times Online
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Que no quepa duda; al emir de Catar le va bastante bien.
¡Qué llegada a la Asamblea General de la ONU en Nueva York! Jeque Hamad bin Khalifa al-Thani llamó a una invasión de Siria por una coalición árabe al estilo de los dispuestos, nada menos [1].
Según el emir: “Es mejor que los propios países árabes intervengan por sus deberes nacionales, humanitarios, políticos y militares, y que hagan lo que sea necesario para detener el derramamiento de sangre en Siria”. Subrayó que los países árabes tienen el “deber militar” de invadir.
Lo que quiere decir al hablar de “países árabes” son las petro-monarquías del Club Contrarrevolucionario del Golfo (CCG), previamente conocido como Consejo de Cooperación del Golfo, con ayuda implícita de Turquía, con la cual el CCG tiene un amplio acuerdo estratégico. Cada casa de shisha en Medio Oriente sabe que Doha, Riad y Ankara han estado armando/financiando/suministrando ayuda logística a diferentes tendencias de la oposición armada siria involucrada en el cambio de régimen.
El emir incluso citó un “precedente similar” de una invasión, cuando “fuerzas árabes intervinieron en Líbano” en los años setenta. A propósito, durante gran parte de los años setenta el propio emir estuvo involucrado en intervenciones más mundanas, como desinhibirse junto a otros miembros de las familias reales del Golfo en exclusivos destinos del Club Med.
¿Por lo tanto el emir predica ahora una versión árabe de R2P (“responsabilidad de proteger”), doctrina avanzada por las Tres Gracias de la Intervención Humanitaria (Hillary Clinton, Susan Rice y Samantha Power)?
Ciertamente será bien recibida en Washington, –para no hablar de Ankara e incluso París, considerando que el presidente francés François Hollande acaba de pedir la protección de la ONU para las “zonas liberadas” en Siria.
En cuanto al precedente libanés del emir, no es exactamente edificante, para decir lo menos. La llamada Fuerza Árabe de Disuasión de 20.000 soldados que entró a Líbano para tratar de contener la guerra civil se quedó más de siete años y se convirtió en una ocupación militar siria del norte de Líbano; se fue oficialmente en 1982 y la guerra civil continuó desenfrenadamente.
Imaginad un escenario similar en Siria – con esteroides.
“Un sujeto bastante influyente”
En cuanto al ardor humanitario –para no decir democrático– del emir, es instructivo comprobar lo que piensa al respecto el presidente Barack Obama de EE.UU. –quien define al emir como un “sujeto bastante influyente”– parece implicar que a pesar de que “él mismo no reforma significativamente” y que “no hay una gran acción hacia la democracia en Catar”, solo porque el ingreso per cápita en el emirato es enorme, una acción hacia la democracia no es tan urgente.
Asumamos, por lo tanto, que el emir no está exactamente interesado en convertir Siria en Escandinavia. Eso abre el camino a un motivo inevitable conectado a, qué iba a ser, Ductistán.
Vijay Prashad, autor del reciente Arab Spring, Libya Winter, escribe actualmente una serie sobre el Grupo de Contacto para Siria para Asia Times Online. Recibió un llamado telefónico de un experto en energía que lo instó a investigar “la ambición catarí de llevar sus gasoductos hacia Europa”. Según esa fuente: “la ruta propuesta pasaría por Irak y Turquía. El primer país de tránsito plantea un problema. Es mucho más fácil ir por el norte (Catar ya ha prometido gas gratuito a Jordania)”.
Incluso antes de que Prashad concluya su investigación, es obvio a qué apunta Catar: destruir el gasoducto de 10.000 millones de dólares Irán-Irak-Siria, un acuerdo que fue sellado incluso después del inicio del levantamiento en Siria [2].
En este caso vemos a Catar en competencia tanto con Irán (como productor) y Siria (como destino), y en menor grado Irak (como país de tránsito). Es útil recordar que Teherán y Bagdad se oponen enérgicamente al cambio de régimen en Damasco.
El gas provendrá de la misma base geográfica/geológica, South Pars, el mayor yacimiento de gas del mundo, compartido por Irán y Catar. El gasoducto Irán-Irak-Siria –si se llga a construir– solidificaría un eje predominantemente chií mediante un cordón umbilical económico, de acero.
Catar, por otra parte, preferiría construir su gasoducto de modo que no fuera de “media luna chií”, con Jordania como destino; las exportaciones saldrían del Golfo de Aqaba al Golfo de Suez y luego al Mediterráneo. Sería el plan B ideal mientras las negociaciones con Bagdad se hacen cada vez más complicadas (fuera del hecho de que la ruta a través de Irak y Turquía es mucho más larga).
Washington –y presumiblemente los clientes europeos– estarían más que contentos con una crucial jugada de Ductistán que soslaye el Gasoducto Islámico.
Y, desde luego, si hay cambio de régimen en Siria –ayudado por la invasión propuesta por Catar– las cosas se facilitarían considerablemente en términos del Ductistán. Un más que probable régimen post Asad de la Hermandad Musulmana (HM) vería con satisfacción un gasoducto catarí. Y eso facilitaría una extensión a Turquía.
Ankara y Washington ganarían. Ankara porque el objetivo estratégico de Turquía es convertirse en la principal encrucijada energética desde Medio Oriente/Asia Central a Europa (y el Gasoducto Islámico pasa por un lado). Washington porque toda su estrategia energética en el Sudoeste de Asia desde el gobierno de Clinton ha sido dejar de lado, aislar y perjudicar a Irán por todos los medios [3].
Ese tambaleante trono hachemita
Todo esto apunta a Jordania como un peón esencial en la audaz maniobra geopolítica/energética de Catar. Jordania ha sido invitada a formar parte del CCG, aunque no se encuentra exactamente en el Golfo Pérsico (¿A quién le importa? Es una monarquía).
Uno de los pilares de la política exterior de Catar es su irrestricto apoyo a la HM, no importa la latitud. La HM ya ha conquistado la presidencia en Egipto. Es fuerte en Libia. Puede convertirse en la fuerza dominante si hay cambio de régimen en Siria. Eso nos lleva a la ayuda de Catar a la HM en Jordania.
Por el momento, la monarquía hachemita de Jordania se tambalea, y es una subestimación trascendental.
Hay una continua llegada de refugiados sirios. Se complica con los refugiados palestinos que llegaron en olas durante las fases cruciales de la guerra árabe-israelí, en 1948, 1967 y 1973. Luego hay que agregar un sólido contingente de salafistas-yihadistas que combaten a Damasco. Hace solo unos días fue arrestado un cierto Abu Usseid. Su tío no era otro que Abu Musab al-Zarqaui, el infame jefe de al Qaida en Irak, muerto en 2006. Usseid estaba a punto de cruzar el desierto de Jordania a Siria.
Amman ha estado enzarzada en protestas desde enero de 2011, incluso antes de la propagación de la Primavera Árabe. El rey Abdullah, también conocido como Rey Playstation, y su fotogénica reina Rania, adorada por Washington/Hollywood, no se han salvado.
La HM en Jordania no es el único protagonista en la ola de protesta; sindicatos y movimientos sociales también son activos. La mayoría de los manifestantes son jordanos, que históricamente han tenido el control de todos los niveles de burocracia estatal. Pero el neoliberalismo los redujo a víctimas de la carretera; Jordania pasó por una salvaje ola de privatización durante los años noventa. El empobrecido reino depende ahora del FMI y de dádivas adicionales de EE.UU., el CCG, e incluso de la UE.
El parlamento es un chiste dominado por la afiliación tribal y la devoción a la monarquía. Las reformas no son ni siquiera cosméticas. Un primer ministro fue cambiado en abril y la mayoría de la gente ni siquiera se dio cuenta. En una situación clásica del mundo árabe, el régimen combate las demandas de cambio mediante un aumento de la represión.
En este cenagal aparece Catar. Doha quiere que el Rey Playstation acepte a Hamás. Catar fue el que promovió la reunión de enero entre el rey y el líder de Hamás Khaled Meshaal, quien había sido expulsado de Jordania en 1999. Eso hizo que los jordanos indígenas se preguntaran si el reino sería inundado por otra ola de refugiados palestinos.
Los medios árabes –controlados en su mayoría por la Casa de Saud– han estado repletos de historias y editoriales prediciendo que después de que la HM ascienda al poder en Damasco, Amman será el siguiente. Catar, sin embargo, está esperando el momento oportuno. La HM quiere que Jordania se convierta en una monarquía constitucional; entonces se hará cargo políticamente después de una reforma electoral contra la cual el rey Abdullah ha estado luchando durante años.
Ahora la HM incluso puede contar con el apoyo de tribus beduinas, cuya lealtad tradicional al trono hachemita nunca ha sido más inestable. El régimen lo ha ignorado a su propio riesgo. La HM ha llamado a una manifestación de masas contra el rey para el 10 de octubre. El trono hachemita caerá, tarde o temprano.
No está claro cómo reaccionará Obama, fuera de orar para que nada sustancial suceda antes del 6 de noviembre. En cuanto al emir de Catar, tiene todo el tiempo del mundo. Tantos regímenes que caerán, y se convertirán en Hermanos Musulmanes; tantos gasoductos que construir.
Notas:
1. Qatar's emir calls for Arab-led intervention in Syria , The National, Sep 26, 2012.
2. Syria's Pipelineistan war , Al Jazeera, Aug 6, 2012.
3. Qatar: Rich and Dangerous , Oilprice.com, Sep 17, 2012.
Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/NI28Ak03.html
Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y de Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge. Su libro más reciente es Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009). Contacto: pepeasia@yahoo.com
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