sábado, 22 de septiembre de 2012

Reflexiones islámicas sobre “de la transmisión iniciática” de René Guénon (abd al-wahid yahia)

Reflexiones islámicas sobre “de la transmisión iniciática” de René Guénon (abd al-wahid yahia) Revelación y transmisión 22/09/2012 - Autor: Iahia ibn Said Al Andalusi - Fuente: shadilia.com.ar espiritualidad iniciacion sufismo tradicion 2 René Guenon y su discípulo Schuon.En el Nombre de Allah, El Clemente, El Misericordioso Toda alabanza le pertenece a Allah, El Viviente, El Sustentador, no hay poder ni fuerza sino en Él. Allah –swt- nos proteja de decir nada contrario a la revelación profética, que otorgó a sus Mensajeros –la paz sea con todos ellos- desde Adán hasta nuestro Maestro Muhammad. Que la paz y la Bendición sean con nuestro Maestro Muhammad, El Sello de los Profetas, luego de quien no nos ha de llegar otro enviado, con su familia purificada y sus compañeros y con todos quienes sigan su guía hasta el día designado. Las palabras de Sidi Abdel Wahid Yahia aparecen aquí en forma de citas extensas entre comillas, en negrita, y los comentarios de Sidi Iahia Al Andalusi en letra regular, valga esta aclaración para facilitar la lectura. Existe en la actualidad una enorme confusión respecto a los senderos genuinamente tradicionales y ortodoxos y aquellos asuntos en los cuales se han infiltrado las formas modernas, laxas y ajenas al contenido profundo de la revelación de mano de pseudo-sabios cuyo entendimiento se vio influido por los valores bien individualistas o bien colectivizantes, ambos igualmente negativos de la verdadera calidad del espíritu humano; en este escenario, el trabajo de Abdel Wahid Yahia, resulta esclarecedor. En estos tiempos donde el materialismo dialéctico por un lado, el individualismo heredero del pensamiento liberal por otro, y en definitiva los valores o mejor disvalores modernos y “la nueva creencia en la razón”, han producido estragos en la vida espiritual de los hombres y mujeres. Donde se pugna por recuperar, una minoría pugna por mantener, los valores espirituales, por diferentes medios, desgraciadamente estos medios se vuelven a veces muy poco acordes al fin que los anima, se vuelven intolerantes, violentos, excluyentes, en particular en las personas que recién se interesan por el sendero del espíritu, o simplemente en los asuntos religiosos, y toman como válida una sola opinión excluyendo toda otra posibilidad, como opuesta y falsa. Respecto al valor de verdad o falsedad que se asigna a cada tradición religiosa, esta valoración deviene, dentro de la tradición monoteísta Abrahamhico-semítica, de una comprensión inacabada de la tradición y de la revelación en sí misma, ya que suele ocurrir que mientras algunas personas pretenden que la cadena tradicional de la revelación se complete antes de su verdadero final, tal es el caso de quienes profesan las religiones judía y cristiana, y no nos detendremos aquí a analizar las alteraciones posibles en la transmisión de la revelación de los Profetas Moisés –as- o Jesús –as-; aún entre quienes aceptan la cadena tradicional completa, es decir desde Adán –as- hasta Muhammad –saws- aparecen diversos distorsionadores del contenido de lo revelado. No nos referimos como distorsionadores a las diferencias de comprensión del contenido revelado, por ejemplo las diferencias existentes entre sunitas, shiitas y modernistas, que son ramificaciones de un principio tradicional único que las supera y engloba, sino a la incomprensión del proceso de sucesión de los transmisores, los Profetas –La paz sea con ellos- en el descenso gradual de la revelación. No hace falta un análisis muy profundo para advertir que en la época que siguió a Moisés –as- el Islam completo era lo revelado a Moisés –as- luego del cual habrían de venir otros Profetas, lo mismo es aplicable a los siguientes, siendo así, hasta el advenimiento de Muhammad –saws- y la culminación del ciclo profético. Era el cristianismo unitarista, acorde a la revelación otorgada al Profeta Isa –as- el más perfecto y completo Islam. Pero con la llegada de Saidina Muhammad –saws- culminó la revelación y desde entonces, durante catorce siglos, hemos aguardado el día en que culmine este mundo, pero tal y como nos aclara la revelación misma, y esto se repite igual en el mensaje otorgado a cada Profeta, no es asunto nuestro indagar cuando llegará el día final, sino buscar la cercanía a Allah –swt-; mediante el recuerdo permanente de Él y la gnosis de sus señales. En cuanto al recuerdo (dhikr) este es evidentemente el objetivo de cada rito, de cada forma exterior, a la cual se corresponde la realidad interior del recuerdo de Dios, quienes influenciados por el materialismo moderno, asignan un valor al rito formal en sí, han confundido las formas con la esencia, y esta confusión es, justamente, lo que ha permitido que en algunas mentes hoy resulte posible la escisión de aquello que se ha dado en denominar “sufismo” de la práctica islámica en general, separación que como vemos es ignorante y ridícula. Por último, comenzando ya la exégesis del texto de Abdel Wahid Yahia, es conveniente aclarar que aquí por “iniciación” no debe entenderse en sí el rito mismo, sino lo que el rito conlleva de contenido interno, el autor plantea aquí ciertas condiciones que considera necesarias para la transmisión de este contenido interno. "Dijimos anteriormente que la iniciación propiamente dicha consiste esencialmente en la transmisión de una influencia espiritual, transmisión que no puede efectuarse sino por medio de una organización tradicional regular, de tal manera que no podría hablarse de iniciación fuera de la adhesión a una tal organización". El Sheikh Alí Laraki –Allah se complazca de él- en su análisis de la Risala de ibn Abu Zaid Al Qairawani –r-, nos indica que entre las cosas que no existían en la época del Profeta –saws-, pero que son de beneficio, están estas organizaciones, que no son otra cosa que las turuk sufíes. Existe hoy en día cierta confusión respecto a la definición del sufismo y, entre los musulmanes iletrados, la creencia de que los “sufíes” son un grupo diferenciado en términos de creencia, una especie de tercer o cuarto grupo entre sunitas, shiitas y modernistas; este considerar a los sufíes un grupo diferenciado es un craso error, el sufismo, fue enseñado por el Profeta Muhammad –saws-, sin necesidad de utilizar el nombre “sufismo” ya que constituyendo esta disciplina “la pulpa” del Islam, hubiese sido impensable marginar los asuntos que hoy denominamos “del sufismo” o disociarlos de la práctica, para ninguno de los musulmanes de la primera época. Queda así aclarado que el sufismo debe entenderse simplemente como “la espiritualidad” y solo frente a la deformación modernista de la religión, aparece como algo escindible de la práctica formal de la religión. En palabras de Abu Ata Al Iskandari –r- : “¿de qué sirve la oración de quien cuando la realiza tiene en mente algo diferente de Allah –swt-?”; este escindir, separar el contenido genuino del rito, del rito mismo, error típicamente modernista, priva al rito de todo valor, no es necesario explicar las razones. "Hemos precisado que la "regularidad" debía ser entendida como excluyendo a todas las organizaciones seudoiniciáticas, es decir, a todas aquellas que, sean cuales sean sus pretensiones y por cualquier apariencia que adopten, no son efectivamente depositarias de ninguna influencia espiritual, y no pueden en consecuencia transmitir en realidad nada. Desde este momento es fácil de comprender la importancia capital que todas las tradiciones atribuyen a lo que se designa como la "cadena" iniciática, es decir, una sucesión que garantiza de manera ininterrumpida la transmisión de que se trata; fuera de esta sucesión, en efecto, la observación misma de las formas rituales sería en vano, pues faltaría el elemento vital esencial para su eficacia". Efectivamente toda trasmisión tradicional requiere de una sucesión, una cadena (silsíla) no de “maestros iluminados” ni nada similar, sino de depositarios en cada generación de la vía tradicional, que así se va perpetuando a lo largo del tiempo. No es posible iniciar una vía tradicional sin partir del anclaje en el Profeta –saws-; ya que las vías genuinas son solo la cadena de trasmisión de un conjunto de valores, explicaciones y cuestiones, que conservan su carácter genuino de manera regular e ininterrumpida a lo largo de los siglos y son por ello, genuinamente tradición. En contraposición están las pretendidas “renovaciones, “revitalizaciones” o como se desee llamarlas, generalmente se trata de perversiones de la tradición original, a la cual algún farsante intenta deformar o mutilar, argumentando que “se ha corrompido”, y da lugar a una escuela o secta novedosa, ajena a la tradición pura. "Volveremos más especialmente a continuación sobre la cuestión de los ritos iniciáticos, pero debemos ahora responder a una objeción que puede presentarse aquí: los ritos, se dirá, ¿no tienen por sí mismos una eficacia que le es inherente?. En efecto, la tienen, ya que, si no son observados, o si son alterados en alguno de sus elementos esenciales, ningún resultado efectivo podrá ser obtenido; pero, si ésta es una condición necesaria, no es sin embargo suficiente, y es preciso además para que los ritos tengan efecto, que sean cumplidos por quienes están cualificados para hacerlo". Quien está calificado para el correcto cumplimiento de los ritos, es quien tiene conciencia y conocimiento de su contenido interno, quien sabe que el rito en sí no es nunca una formalidad, sino que es la expresión exotérica de una realidad esotérica, interna, puramente espiritual, el gran mal de la modernidad, el genuino atentado contra el ser humano, en cuanto a espíritu portador de un cuerpo, ha sido justamente crear un espejismo hedonista en el cual se refleja el cuerpo pero no el espíritu, así la modernidad ha conseguido lo que en una sociedad tradicional no solo era imposible sino impensable, ha logrado que pensemos en cuerpo y espíritu como dos realidades diferentes, esto es ridículo en grado superlativo. "Esto, por otra parte, no es, de ningún modo, particular a los ritos iniciáticos, sino que se aplica también a los ritos de orden exotérico, por ejemplo a los ritos religiosos, que tienen su propia eficacia, pero que no pueden ser cumplidos validamente por cualquiera; así, si un rito religioso requiere una autorización, quien no haya recibido esta autorización no obtendrá ningún resultado por mucho que observe todas las formas o incluso tenga la intención requerida, ya que no es portador de la influencia espiritual que debe operar tomando estas formas rituales como soporte". El párrafo precedente puede parecer particularmente oscuro, pero esta dificultad de comprensión es otro nefasto producto de la modernidad, que ha hecho al hombre ídolo del propio hombre, alejando la mirada de Dios para ponerla en el propio ser humano y su razón. Por un lado, existen ritos, de hecho la enorme mayoría de los ritos, que no son otra cosa que el colocarse en situación de recuerdo de la Presencia Constante de Dios. Este tipo de rito, evidentemente, requiere solo la trasmisión de sus formas y la comprensión íntima de su contenido, luego se trata de un acto singular, individual o colectivamente ejecutado es siempre el acto de intimar con Dios, de quitar del foco de atención lo creado y secundario para ponerse frente a la Inmensidad de la Única Realidad Existente. En cuanto a las últimas palabras del párrafo, es evidente que quien no posee una adhesión y comprensión de la doctrina, no tiene mayor sentido que se embarque en ritos, ya que es la comprensión de lo esotérico, la condición fundamental de estos actos y no tiene sentido alguno la observación rigurosa de sus formas sin un genuino compromiso con su contenido, y de nuevo aquí citamos las palabras de Al Iskandari-r-: “¿de qué sirve la oración del que cuando la realiza tiene en mente algo diferente de Allah –swt-?”, esto explica sobradamente la invalidez absoluta de las posturas de las “sectas modernistas” que ponen acento en las formas exteriores rituales y consideran la fe como una abstracción cerrada que se posee o no, sin indagar en sus significados profundos. "Incluso en los ritos de orden más inferior, concernientes a aplicaciones tradicionales secundarias, como por ejemplo los ritos de orden mágico, donde interviene una influencia que no tiene nada de espiritual, sino que es simplemente psíquica (entendiendo con ello, en sentido general, lo que pertenece al dominio de los elementos sutiles de la individualidad humana y lo que le corresponde en el orden "macrocósmico"), la producción de un efecto real está condicionada en muchos casos por una determinada transmisión; y la más vulgar hechicería rural suministraría a este respecto numerosos ejemplos". Evidentemente estos ritos a los que hace aquí referencia Abdel Wahib Yahia, no constituyen en modo alguno parte de la revelación, ni se refieren a ella sino “desde afuera”, como superstición o perversión de la idea original que moviliza el espíritu asentado en la revelación. Son de hecho, estos “ritos de orden inferior” inspiradores de falsas creencias en cuanto a la genuina religión, tal es el caso, por ejemplo, de quien considera puede invocar la maldición de Dios contra otros, estas supersticiones ignorantes, son propias de la degeneración del mensaje profético a manos de los ignorantes. No hemos de insistir por otra parte en este último punto, que está fuera de nuestro objeto; únicamente lo indicamos para hacer comprender que, con mayor razón, una transmisión regular es indispensable para permitir cumplir válidamente los ritos que implican la acción de una influencia de orden superior, que propiamente puede ser llamada "no humana", lo que a la vez es el caso de los ritos iniciáticos y de los ritos religiosos. "Este es en efecto el punto esencial, y es preciso todavía insistir en ello: ya hemos dicho que la constitución de organizaciones iniciáticas regulares no está a disposición de las simples iniciativas individuales, y se puede decir exactamente lo mismo en lo que concierne a las organizaciones religiosas, pues, en ambos casos, es necesaria la presencia de algo que no podría provenir de los individuos, estando más allá del dominio de las posibilidades humanas. Podrían, por otra parte, reunirse ambos casos diciendo que aquí se trata, de hecho, de todo el conjunto de las organizaciones que pueden verdaderamente ser calificadas de tradicionales; se comprenderá entonces, sin que haya necesidad de hacer intervenir otras consideraciones, la razón de que rehusemos, como hemos dicho en muchas ocasiones, aplicar el nombre de tradición a cosas que no son sino puramente humanas, como abusivamente hace el lenguaje profano; no será inútil señalar que el mismo nombre de "tradición", en su sentido original, no expresa sino la idea de transmisión que ahora consideramos, y ésta es por otra parte una cuestión sobre la cual volveremos más adelante". La transmisión, es en sí la transmisión de algún aspecto de lo enseñado por Dios al Profeta –saws- y por este a los que se reunieron en torno a él –saws- y luego, no por meras diferencias interpretativas, sino por el acento puesto en uno u otro aspecto de la revelación, existen numerosas cadenas iniciáticas tradicionales, que tienen en común su origen o mejor el origen de lo transmitido, en la revelación, es decir en algo no humano, siendo sí, luego la pura transmisión, humana, y por ende sujeta a estas, no las llamaremos deformaciones, sino matices, que diferencian una vía tradicional de otra. En el Islam, esto podría graficarse como un único gran sendero que parte de un mismo origen, la revelación Profética, y se dirige a un mismo objetivo, la reunión con Dios. En este ancho camino, podrían señalarse “huellas” paralelas o carriles, que constituyen las diferentes vías tradicionales islámicas. Esta verdad, horroriza a aquellas personas que se embarcan en el fanatismo y confunden el sendero tradicional islámico, rico en matices, con un sendero estrecho, con una única y excluyente huella, fuera de la cual llegan a considerar “extraviados” o “fuera del Islam” a quienes transitan una vía paralela, tradicional e igualmente válida. "Se podría ahora, para más comodidad, dividir a las organizaciones tradicionales en "exotéricas" y "esotéricas", aunque ambos términos, si se quisieran entender en su sentido más preciso, no se aplican quizá en todas partes con igual exactitud; pero, para lo que actualmente tenemos a la vista, nos será suficiente entender por "exotéricas" las organizaciones que, en una cierta forma de civilización, están abiertas indistintamente a todos, y por "esotéricas" a las que están reservadas a una elite, o, en otras palabras, donde no son admitidos sino quienes poseen una "calificación" particular. Estas últimas son propiamente las organizaciones iniciáticas; en cuanto a las otras, no comprenden solamente a las organizaciones específicamente religiosas, sino también, como se observa en las civilizaciones orientales, a organizaciones sociales que no tienen este carácter religioso, estando al igual vinculadas a un principio de orden superior, lo que es en todos los casos la condición indispensable para que puedan ser reconocidas como tradicionales. Por otra parte, ya que no hemos de considerar aquí a las organizaciones exotéricas, sino únicamente para comparar su caso con el de las organizaciones esotéricas o iniciáticas, nos podemos limitar a la consideración de las organizaciones religiosas, pues son las únicas en este orden que se conocen en Occidente, y así las referencias serán inmediatamente comprensibles". Para el mundo moderno, es difícil comprender el verdadero significado de lo esotérico, se lo suele identificar con delirios pseudo-espirituales, que se apartan de “lo ortodoxo” y no mucho más, mientras que la claridad y orden que provee el exoterismo, resulta más fácil de captar por la mente moderna, lógicamente, esto atenta directamente contra la genuina transmisión tradicional, y es un subproducto de la alteración de la visión del mundo y la negación de la realidad espiritual que ha generado la modernidad, nuevamente esto es producto de la antes imposible disociación del cuerpo y el espíritu. 3 Comentarios Jesús M. Azcona dijo el 22/09/2012 a las 12:07h: Nada que venga del Islam de Argentina me merece el menor respeto, pues dónde no hay elevación del pensamiento y sólo un sistema de chivatos y denuncia al Imán por comentarios en redes sociales, y un largo etc, que me callo por respeto.... René Guenón era un loco que escribió que los humanos veníamos del Centro de la Tierra y no merece ni un segundo de mi tiempo para hablar del Islam. Si queréis inventar un Islam sincrético, no contéis conmigo- Sidnur Margarit dijo el 22/09/2012 a las 13:46h: as-salam alaikum. Sr. Azcona. si quiere criticar a R. Guenon, al menos hágalo desde lo que realmente dice, no desde historietas e inventos de sus críticos, lo cuales la mayoría de las veces no tienen ni idea de lo que realmente dijo. Y no creo en absoluto que su interés fuese crear un Islam o religión sincrética -esa es una idea más bien de Schuon, del que acabó al final por distanciarse-. En cuanto a lo que comenta el sr. Iahya en el artículo, creo que debería percatarse que precisamente en el tema de la regularidad iniciática R. Guenon seguía estando muy condicionado por la cuestión masona, donde los ritos tienen más importancia que la transmisión entre personas que por ejemplo se da en la relación entre maestro y discípulo. De todas formas, los puntos que señala R. Guenon son una vacuna necesaria contra muchos de esos pseudo-espiritualismos que pululan por ahí, muchos pseudo-maestros, que introducen innovaciones en el camino, totalmente innecesarios, llegando a alterar los ritos Sidnur Margarit dijo el 22/09/2012 a las 13:49h: Así tenemos el caso de cierto famoso maestro que alienta a sus discípulos a introducer innovaciones en la religión como recitar las plegarias con traducciones del Corán, animar a hacer la plegaria en la menstruante o cosas parecidas. O tenemos otros que incorporan las más variopintas sesiones y terapias. Eso son innovaciones que no conducen a ningún sitio, solo a adulterar la realidad del mensaje. Y si tuviesen algún beneficio o ventaja, jamás superarán a los perjuicios provoca una tal alteración... salam Nuruddin

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