sábado, 13 de octubre de 2012

Libertad o esclavitud

Libertad o esclavitud Problema de ayer, de hoy y de siempre; la contracara de la libertad: la esclavitud 13/10/2012 - Autor: Ezequiel Schienke Oste - Fuente: Envío público a Webislam comunidacos derechos humanos dialogo interculturalidad pensamiento 0 Wage SlaveMuchas veces nos abordan cuestiones existenciales. Recordemos que Martin Buber en su obra titulada ¿Qué es el hombre? Nos dice lo siguiente: “… En el hecho de la soledad es cuando el hombre implacablemente, se siente problema, se hace cuestión de sí mismo, y como la cuestión se dirige y hace entrar en juego a lo más recóndito de sí, el hombre llega a cobrar experiencia de sí mismo”. Es decir, cualquiera se puede sentir “existencialista” con el simple hecho de emitir algún enunciado general sobre nuestra condición humana. Entre tantas preguntas existenciales que podríamos recordar, hay una en especial que me interesa analizar y es sobre la LIBERTAD. ¿La libertad existe? y todas las implicancias que tiene esa pregunta respecto a la libertad. Recordemos que la palabra “libertad” proviene del latín libertas, -atis, y que significa “facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, por lo que es responsable de sus actos”. A partir de esto podemos afirmar que la idea de libertad sólo se predica -quiero pensarlo- de seres racionales, es decir, y para que no haya duda respecto de la racionalidad, de personas humanas. Cabe recordar que Aristóteles, en su libro Ética a Nicómaco, consideraba a la libertad como aquella capacidad del hombre para poder llegar a su fin último, que es la felicidad. Genéricamente hablando, es esa capacidad de autodeterminación en donde encausa su voluntad para hacer o dejar de hacer algo, para alcanzar sus objetivos. Obviamente ésta libertad no queda en el marco, personal, subjetivo, ya que vivimos en sociedad, lo que nos dice –quiero suponer- que no vivimos aislados. Tal vez, algunos viven como si lo estuviesen, pero es ahí donde interviene una forma de libertad que, jurídicamente hablando, se llama “negativa”. Ésta libertad negativa (propia del individuo también) se traduce en las leyes que permiten y que prohíben actuar de tal o cual manera para mantener, de alguna manera, el orden social. Quiero recordar un poco de historia. Observemos que tanto en la cultura griega y la romana unos hombres eran libres y otros esclavos. En ese contexto era obvio que los primeros contaban con privilegios que a los segundos se les negaban. Esto era de tal magnitud que jurídicamente se institucionalizó la esclavitud. Claro, algunos dirán que tras la caída del Imperio Romano comenzó un movimiento independentista, en donde se abogaba por la libertad del esclavo. Sin embargo, la libertad continuó en manos de “algunos” y la esclavitud prevaleció variando solamente sus formas ya que la importancia de la evolución social radicaba, y radica, en los provechos económicos. De éste modo, la esclavitud fue, o es, minuciosamente regulada por las leyes, institucionalizándose. Pensemos un rato sobre la esclavitud. La esclavitud consiste, esencialmente, en ejercer un poder de dominio sobre una persona, económico, sexual o lo que el amo quisiese. Sin embargo, desde la historia, el esclavo era, y me permito agregar “es”, un recurso indispensable para fines meramente productivos. En éste momento, nuevamente pienso en Aristóteles cuando define en su libro Política al esclavo lo hace de la siguiente manera: “El que siendo hombre no se pertenece por naturaleza a sí mismo, sino que es un hombre de otro, ése es, por naturaleza, esclavo. Y es hombre de otro el que, siendo un hombre, es una posesión, y una posesión como instrumento activo y distinto”1. Sin perdernos en el análisis de la libertad, y su contracara, quiero recordar un poco más de historia, pero antes pido disculpas al lector por la laxitud de tiempos que manejo respecto a las épocas en que se dieron los cambios. Lo único que pido es mantenernos sobre la idea para poder aterrizar sobre el punto y problema de hoy, y que es “la esclavitud”. Retomando, cuando termina el poderío romano, se sustituyen las relaciones políticas entre Estado y ciudadanos por la avanzada relación personal entre señores y vasallos, naciendo de ésta manera, el feudalismo. Este sistema, social por naturaleza (siempre) político y más que nada económico, “proponía” obligaciones mutuas entre señor y vasallo cuyo objetivo del señor esa brindar protección al vasallo y éste a cambio de protección prestaba servicios a su señor. Pero no era esclavo. Obviamente la esclavitud todavía existía, aunque en menos magnitud en Europa, sí en la América recién conquistada. No olvidemos que los europeos en su conquista vieron conveniente la esclavitud para explotar las tierras, perpetuándose de ésta manera esas viejas costumbres humanas en donde unos pueden sobre otros al punto de someterlos a gusto y disgusto. En el movimiento independentista de América en general, aunque con una diferencia de años, se comenzó a buscar maneras de abolir la esclavitud. Éstas soluciones se vieron promovidas en las constituciones y en el caso de la Constitución de México, que en éste momento tengo a la mano, en el artículo 1° que prohíbe la esclavitud, y en cuestión de garantía, en el segundo párrafo dice lo siguiente: para que todos los individuos gocen por igual de las garantías individuales, deben ser libres, pues hallarse en un estado de subordinación respecto de otra persona les impedirá ejercer voluntariamente sus derechos. Sin olvidar que en la Convención americana sobre los Derechos Humanos se remarca que “Nadie puede ser sometido a esclavitud o servidumbre …, están prohibidas en todas sus formas”. Lo que quiero hacer notar es que, como ya remarqué anteriormente, la esclavitud poco a poco fue institucionalizándose, al punto de ver a la persona humana como un objeto de productividad y que a pesar del pasar de los años, de las culturas, de las civilizaciones, lo perfectible del hombre no es precisamente su aspecto humanitario, como busca mucha gente (mucha de las cuales, en el todo planetario, es un número insignificante) y lo que sí se perfeccionó, y pido disculpa en mi arrogancia en esa afirmación radical, es la manera en cómo se logró institucionalizar la esclavitud. Si el lector me pregunta ¿Cómo? Mi respuesta es: simplemente con el famoso “contrato laboral” que no tiene nada de malo sólo en ese contexto en donde muchos países lo han logrado reducir a meses y en donde ese capitalismo “salvaje” en donde predomina el superhombre nietzscheano, o como yo le digo “sálvese quién pueda”, aplasta a la sociedad, (la convierte vilmente en una relación de “señor y vasallo”) sumergiéndola en una eterna esclavitud en donde sólo queda afirmar la “libertad positiva” que consiste en esa libertad de voluntad en la que la persona “elige”. Elige sobrevivir en la esclavitud o perecer como “hombre absolutamente libre”. ____________________________ 1 Aristóteles, Política, trad. Carlos García Gual y Aurelio Pérez Jiménez, Madrid, Alianza Editorial, 1986. pp. 48-49

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