miércoles, 24 de octubre de 2012
Un dhikr por nuestros muertos
Un dhikr por nuestros muertos
Teatro sufí anticolonial desde las Comores: «En este país, la expresión artística siempre ha estado al servicio del ciudadano».
24/10/2012 - Autor: Irchad Ousseine Djoubeire - Fuente: Revista Africaneando
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Escena de la obraGrave cuestión para el común de comorianos: miles de muertos que incomodan a la opinión del archipiélago. «Las cifras no lo dicen todo, pero hablamos de 15.000 muertos», afirma el escenógrafo y director Soeuf Elbadawi. «Una hecatombe sin nombre que transforma un brazo de mar de unos sesenta metros en el mayor cementerio marino del Océano Índico.»
Una tragedia nacida de la decisión de un ex primer ministro francés, Edouard Balladur, que «por motivos electoralistas» pensó que sería positivo instaurar una frontera entre dos islas hermanas, Anjouan y Mayotte, a pesar de las advertencias sobre ello expresadas por la comunidad internacional. Una veintena de resoluciones de la ONU condenan, en efecto, la presencia francesa en Mayotte desde 1975.
Una isla en la que la antigua potencia colonial eligió instalar, en 1995, una central de escucha cuya misión es equivalente a la atribuida al programa «Échelon» de los americanos. La cuestión muestra la geoestrategia política y la seguridad de Europa. El dispositivo francés de espionaje y de contraespionaje en el archipiélago se habría instalado con el apoyo del servicio secreto alemán.
En las Comores, donde la opinión habla del «imposible combate entre una nación débil y una potencia tutelar», la cuestión provoca malestar en el seno de una clase política que se ha vuelto silenciosa por su «incapacidad de detener la hemorragia». Soeuf Elbadawi y su compañía O Mcezo* lo han tomado como tema de su espectáculo, en nombre de una tradición de escritura que obliga al creador a rendir cuentas de su realidad inmediata.
«En este país, la expresión artística siempre ha estado al servicio del ciudadano», explica Elbadawi. «Me parece básico cuestionarme ciertas cosas de esta tragedia. Se trata de una responsabilidad colectiva, de renuncia a la soberanía de un país, de violencia y dominación. El papel del artista en esta sociedad te obliga a ser un portavoz cuando la realidad se esconde debajo de nuestros pies, como dice el poeta».
En Moroni, donde tiene lugar el espectáculo en Muzdalifa House (espacio de experimentación artística y de agitación civil) el público aprecia la voluntad de retener en la memoria las víctimas del Visado Balladur. Un espectador comenta: «A veces nos interesamos por asuntos que no merecen la pena. Aquí vemos que un artista se interesa por nuestros muertos. Son verdades que deben decirse. Lo que no se nombra ni siquiera existe. Nuestros dirigentes callan. Nuestros artistas no. Gracias.»
Atmósfera intimista en una sala de 15 metros de largo por 4 de ancho con suelo de cemento recubierto de tierra de arcilla. Escenografía original que recuerda el principio de la tierra perdida o confiscada: Mayotte, la cuarta isla del archipiélago «ocupada» por Francia. La tierra recuerda igualmente lo que les falta a los desaparecidos. «En un país donde se acompaña el duelo con bastantes rituales, la tierra tiene mucha importancia. No tenemos la costumbre de enterrar nuestros difuntos en el mar. Solemos hacerlo bajo tierra, en los cementerios» explica Elbadawi.
Lámparas de petróleo, una alfombra para rezar hecha de hojas trenzadas de cocotero, incienso que quema en las paredes, troncos de árbol colocados como bancos. ‘Un dhikri pour nos morts' tiene lugar también entre el público. Cuando el espectador entra en el espacio convertido en santuario, descubre a hombres ataviados con un kandzu blanco en el fondo. Un coro sufí interpretado por el colectivo Nurul'Barakat, bajo la dirección de Mourchid Abdillah, canta las liturgias de la cofradía shadhili, implantada en el país desde el siglo XIX. Este dhikr es un ritual de invocación divina que suele utilizarse para conmemorar el día cuarenta de los muertos.
«Practicamos un teatro de carácter prácticamente matrilocal. Ponemos nuestra inspiración, nuestra energía, nuestra dramaturgia en nuestras propias tradiciones de vida. El sufismo nutre nuestra relación con el mundo. Son muchos los comorianos que reclaman pertenecer a esta rama del islam místico. Así pues, no debe sorprender que el sufismo se encuentre en un lugar destacado de nuestras propuestas».
Como apertura de la obra, una vieja radio difunde noticias y declaraciones de políticos sobre la «cuestión francesa» en el archipiélago. Por ejemplo, estas palabras pronunciadas por el ex presidente francés Giscard d'Estain en el momento del acceso a la independencia de las Comores: «Es un archipiélago que constituye un conjunto ... en el que prácticamente no existe población de origen francés. ¿Sería razonable ante la petición de independencia presentada por el Consejo de estas islas imaginar que una parte del archipiélago devenga independiente y que una isla, por mucha simpatía que podamos tener por sus habitantes, conserve un estatus diferente?
Las Comores son una unidad, siempre lo han sido. Es natural que su destino sea común, aunque algunos deseen otra solución. Durante la independencia de un territorio no podemos proponer romper la unidad de lo que siempre ha sido un único archipiélago». Una declaración que prácticamente no tuvo efecto, pues Francia siempre ha estado presente en una parte de las Comores. Mayotte incluso se convirtió en el departamento francés 101 en el 2009.
El espectáculo funciona en especial por la difusión de estos elementos radiofónicos, que permiten situar el testimonio de la historia en el centro de la obra. 'Un dhikri pour nos morts' fluye por el escenario de Muzdalifa House a través de un largo monólogo esmaltado de cantos sufís. Un personaje relata el drama de un primo desaparecido en kwasa, embarcación que utilizan numerosos comorianos no franceses para alcanzar Mayotte, donde sobre todo se trata de evitar la violencia de los controles de la policía francesa de fronteras.
En Mayotte, los viajeros en kwasa son perseguidos, considerados como futuros «clandestinos» en ese territorio. Los activistas del Comité Maore, defensores de la integridad histórica del archipiélago en Moroni, hablan del «desplazamiento de la población» en cada rechazo de uno de esos viajeros, basándose en los textos en vigor en el Tribunal Penal Internacional.
«He aquí donde nos llevan estos relatos absurdos y de cara derrota / con esta historia de migración salvaje en su propia tierra / ¿puedes ser clandestino o extranjero en la tierra de tus abuelos? / la incoherencia nos acecha / nadamos en completo delirio / pero el enemigo hereditario cuyo nombre jamás es citado por miedo a caer en el extremismo parece contar con los favores del Consejo de Seguridad» se limita a repetir el personaje que, a medida que se lamenta por el destino de su primo desaparecido en el mar, termina por explicar el naufragio de un país. «Nos hundimos en un delirio cuando se trata de explicar este país que muere / el nuestro / y decir que algunos se inventan instantes de desamparo para mendigar una existencia bajo el auspicio de potencias devastadoras».
Aplaudido en Moroni, el espectáculo pretende «restituir una memoria a quienes se la han robado» y parece que será programado en Francia en 2013. Lo que anima a Soeuf Elbadawi y a sus compañeros a continuar su campaña en las islas, multiplicando las conferencias en escuelas y las actuaciones en espacios públicos para sensibilizar sobre la cuestión. «La gente ignora que, por una vez, el derecho internacional está de nuestra parte».
En la capital comoriana, el público se interroga sobre las posibilidades de reprogramar el espectáculo más allá de Muzdalifa House, lugar donde la obra debe competir todo el rato con el ruido de los coches y la dinámica de una vida de barrio para satisfacer a los veinte espectadores que tiene de aforo la sala. Jo Polo, un vecino, comenta: «Todo el mundo tiene que verla». Shabir, un comerciante, añade: «Estoy dispuesto a invertir para que sea vista en un espacio público. Considero que es un crimen contra la humanidad limitarse a que sólo la vea un público tan reducido». Además de la Alianza Francesa, donde el director de la compañía O Mcezo* hace tres años que se le impidió ejercer por razones políticas, el Palacio del Pueblo es el único lugar que dispone de un escenario de teatro en Moroni. Pero los diputados, que tienen el control y el beneficio, acaban de pedir que no se deje a los artistas practicar su arte. El Palacio del Pueblo es también la sede del parlamento federal. Además, el actual presidente de la Asamblea Nacional se ha distinguido, el año pasado, por profanar una obra del artista plástico instalada en la plaza de la Independencia en homenaje a los mismos muertos que homenajea la compañía O Mcezo* en su espectáculo. Como respuesta a esta petición del público, Soeuf Elbadawi se contenta con un pasaje del texto interpretado: «Nunca te sorprendas de nuestras cotidianidades desarticuladas».
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*Soeuf Elbadawi nació en Moroni en 1970. Tras una carrera dedicada al periodismo, decide entrar en el teatro, su gran pasión, en 2005. Funda su propia compañía O Mcezo* y se da a conocer con espectáculos de fuerte denuncia política. En 2009 presenta el espectáculo de calle La fanfare des fous, que obtiene la censura de las autoridades francesas por la denuncia de la ocupación ilegal de la isla Mayotte. Además de dramaturgo ha escrito varios libros y ha participado en proyectos audiovisuales. Más información en http://fr.wikipedia.org/wi-ki/Soeuf_Elbadawi.
*Irchad Ousseine Djoubeire es periodista en Alwatwan (www.alwatwan.net), el principal periódico de las Comores.
Traducción de Revista Africaneando nº 10, 2012
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