martes, 4 de diciembre de 2012

El pacto con Allah La libertad y el sometimiento, el autoconocimiento

El pacto con Allah


La libertad y el sometimiento, el autoconocimiento


04/12/2012 - Autor: Sheij Alí Al-Husaini - Fuente: Sendero Islam



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Caligrafía magrebí

Es extraordinario que Allah nos haya dado una voluntad libre, la posibilidad de pactar con Él, y la responsabilidad por nuestras acciones, en fin, la condición de seres humanos. Esto constituye una gracia suma para el hombre, pues no se concibe al humano de otra manera que como ser racional y con voluntad libre. Y los mejores seres humanos, los Profetas (P), son el ejemplo máximo del hombre perfecto, del sumo desarrollo humano, impecables y perfectos en la acción. Por el contrario, el animal está sometido a las condiciones materiales del mundo, y el ángel, un ser de luz, está sometido a una función perfecta, no tiene voluntad propia, pero no comete nunca ninguna falta. Dice el Sagrado Corán sobre los ángeles: Ellos no desobedecen lo que Allah les ordena, y realizan lo que les es ordenado (66:6). 1

Allah, Poderoso y Majestuoso, nos exaltó por encima de la condición mineral, vegetal y animal, e incluso, si somos cumplidores de su Din, y anhelamos la Sabiduría, nos puso por encima de los ángeles, y puso a éstos a nuestro servicio. Dijo el Imam Alí (P): En verdad Allah caracterizó a los ángeles con el intelecto, sin deseo sexual ni ira, y a los animales los dotó del deseo y de la ira, sin intelecto, y ennobleció al hombre concediéndole todas estas cualidades. Por consiguiente, si el intelecto del hombre domina a su deseo y a su ira, él se eleva por encima de la de los ángeles, pero si el deseo y la ira lo dominan, él estará por debajo de los animales.

La intención, la voluntad, la acción, todo ello está vinculado a la libertad que Allah nos concedió al crearnos y soplar de Su Espíritu en Adán (P): Y cuando lo perfeccione, y sople en él de Mi Espíritu... (15:29). El espíritu es la posibilidad que tenemos de actuar libremente, como reflejo de la libertad absoluta que tiene Allah para realizar todo lo que El quiere. El nos dotó de esto, gracias a lo cual somos seres responsables, con voluntad libre, que es el fundamento de nuestro pacto con Él, como dice el Sagrado Corán: Y he aquí que tu Señor tomó de la generación de Adán, de sus entrañas, a su descendencia, y les hizo testimoniar por sí mismos: "¿Acaso no soy vuestro Señor?". Respondieron: "¡Claro que sí! ¡lo testimoniamos!". (7:172). En ese momento extraordinario, metafísico, nos otorgó la voluntad libre para testimoniar y responder a Su pregunta, exaltado sea Allah sobre todas las cosas. El mineral no pacta, el vegetal y el animal tampoco, el ángel no necesita pactar con Allah, le es impuesto aquello que Allah quiere. El ser humano pacta, a la cabeza de los cuales están los Profetas (P), seres humanos perfectos, representantes de la humanidad, y contraparte de Allah en el pacto, a los que Él les concedió de Sus Atributos en grado sumo: He aquí que tomamos juramento de los Profetas, de ti Muhammad, de Noé, de Abraham, de Moisés, y de Jesús, hijo de María: Tomamos de ellos un juramento gravísimo, para que los veraces sean interrogados acerca de su veracidad, y preparar para los impíos un castigo penosísimo. (33:6-8). Así quedó establecida la prueba en el mundo, y la recompensa y el castigo del más allá.

Cuando Allah dice: ¡Los que habéis creído!, ¡cumplid con los compromisos! (4:1), esto implica que tenemos la libertad y la posibilidad de fallar, de no cumplir, pues si nos llama al cumplimiento es porque es posible lo contrario. Por eso la libertad tiene un doble sentido, por un lado es cumplir con Allah, y por otro es poder rebelarse contra El, de lo contrario no existiría libertad posible, ni prueba en el mundo. Satanás el maldito prefirió la rebelión, y el creyente fiel a Allah prefiere la sumisión, el Islam, y así supera la rebelión, logrando su objetivo en la existencia. No es que no tenga posibilidad de rebelarse, sino que no lo comete.

Someterse a Allah es superior a rebelarse, porque la libertad verdadera es reconocer la Grandeza y Perfección divinas, y nuestra propia imperfección, limitaciones y falencias, sometiéndonos entonces a El, exaltado sea. La sumisión a Allah no constituye, pues, una degradación, sino una exaltación del ser humano, el triunfo verdadero (al-fazul-`azím): ¡Creyentes! ¿Os indicaré acaso un negocio que os salvará de un castigo penosísimo?: Que creáis en Allah y en Su Mensajero Muhammad, y que combatáis por la Causa de Allah con vuestros bienes y personas. Esto es lo mejor para vosotros, si es que supierais, pues Allah os indultará de vuestras faltas, y os hará penetrar en Jardines bajo los cuales corren los ríos, y moradas bonísimas en los Jardines del Edén. Tal es el triunfo extraordinario (61:10-12), debido al sometimiento sincero a Allah y a Su Profeta.

La sabiduría o conocimiento de si mismo

Todas estas comprensiones profundas del Islam se logran a través de la Sabiduría que proviene del Profeta (BPDyC), quien personifica la máxima categoría del Amor y de la Sabiduría entre los Profetas (BP), y ha venido a plenificar las condiciones de la naturaleza humana. El dijo de sí mismo: "Sólo fui hecho surgir para completar las virtudes de la naturaleza humana" (innama bu`iztu li-utammima makárima al-ajláqi). Y el primer completo y perfecto es él mismo (BPDyC).

Debemos agradecer a Allah por ser de la época en que el Profeta (BPDyC) se manifestó, a pesar de que antes hubo Profetas exaltados, como Abraham, Moisés y Jesús, con ellos sean la Bendición y la Paz, que fueron como grados de la Sabiduría de Muhammad (BPDyC). Debemos ser, pues, todavía más concientes que el resto de los hombres que han existido antes, o que todavía permanecen atados a alguna otra religión, porque hemos conocido la Sabiduría y la perfección del Profeta (BPDyC), y podemos acceder, a través suyo y de su inmaculada Descendencia, los Imames impecables (P), al grado del Amor de Allah.

Conocerse a sí mismo constituye el camino de la Sabiduría y del Amor, y es algo más que un simple reconocimiento de la situación mundana personal de cada uno. Si exaltamos a Allah y alabamos al Profeta (BPDyC) y a su noble Descendencia (P), entonces nos reconocemos a nosotros mismos, como seres vinculados a esas Realidades tan elevadas, que gozan de ellas en sí mismos. Y no hay nada mejor que el conocimiento de sí mismos. Nada puede ser conocido, expresado, alcanzado, cuando de Allah se trata y de Su Profeta (BPDyC), sino en uno mismo. Porque tal es el escenario de las Luces de Allah.

Y cuando nos conocemos a nosotros mismos, exaltando a Allah y bendiciendo a Su Profeta (BPDyC), todo lo que proviene de Allah es bueno, y estamos nosotros en el sumo bien. Pero cuando nos separamos de la exaltación a Allah y de la Bendición al Profeta (BPDyC), todo lo que hagamos es pernicioso para nosotros mismos, y ya no somos el escenario de las Luces de Allah, sino el escenario de las tinieblas del mundo. Conocerse a sí mismos es la única forma de acercarse a Allah, y de alcanzar los grados del Profeta (BPDyC) y de su Descendencia, la Sabiduría y el Amor.

Dice el Sagrado Corán: ¡Tú alma pacificada!, ¡retorna a tu Señor complaciente y complacida, y penetra entre Mis siervos, y penetra en Mi Jardín! (89:28). La Complacencia que allí se menciona es el Amor de Allah. Es decir, "alma regresa a El amante y amada", no solamente en el momento de la muerte, sino antes, cuando ha adquirido las cualidades bellas de Muhammad (BPDyC) y de su noble Descendencia (P), y la Sabiduría que de ellos proviene. Y penetra entre Mis siervos, en la sumisión completa, el grado sumo de la perfección humana. Por eso dijo el Profeta (BPDyC): "¿Y quién más siervo que yo?". Y penetra en Mi Jardín, en los grados espirituales elevados de este mundo y del otro. Ual-Hamdu lil-Lahi Rabbil-Alamin ua bihi nastain....

1 El Sheij Al-Mufid, que la Complacencia de Allah sea con él, en su obra Auá`il Al-Maqalát fi Al-Madháhib ua Al-Mujtarát, traducido bajo el título Proposiciones (Ed. de la Asociación para la Difusión del Islam, Bs. As., 1987), sostiene que los ángeles "son impecables ma`sumún, exentos de faltas, de aquello que implicaría su castigo con el Fuego. En esta afirmación coincide una multitud de los imamitas. Pero un grupo de los imamitas presumen que están obligados a actuar según lo que se les haya impuesto como función..." (p. 60).

Publicado por Alí Al-Husaini. Director del Centro de Altos Estudios Islámicos de Buenos Aires, Argentina el 1 de junio de 1997

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